Un estudio realizado por la Universidad de Chicago durante treinta años, con más de 28.000 personas en edades comprendidas entre los 18 y los 88 años, ha descubierto que las personas con más edad son las que se consideran más felices. También descubrió que los jóvenes actuales no están tan contentos como los de anteriores generaciones, que los afroamericanos son menos felices que los de raza blanca, que las mujeres son más felices que los hombres, que la felicidad tiene altibajos coincidiendo con el bienestar general y que con la edad las diferencias entre la percepción de la felicidad se diluyen y confluyen en un bienestar bastante generalizado. Según la directora de la investigación, la socióloga de origen chino Yang Yang, la clave está en que a medida que maduramos asumimos mejor las circunstancias de la vida. Oriente y Occidente se encuentran así en la forma de entender la felicidad, ya que según la tradición oriental la felicidad consiste más en saber vivir que en perseguir y conseguir metas. Una experiencia que Occidente ha descubierto con la edad.