La ecología explica la marginación de las mujeres en los entornos académicos

Diversos factores provocan este fenómeno, que mina la diversidad y el talento en los centros de investigación


Un equipo de investigadoras de la Universidad de Queensland, en Australia, ha empleado un modelo ecológico para tratar de explicar por qué las mujeres son marginadas en los entornos académicos. Los resultados de su estudio demuestran que diversos factores, como la elección de trabajar a tiempo parcial o las evaluaciones demasiado generales, provocan una reducción de la diversidad y el talento de los centros de investigación. Por Marta Lorenzo.


Marta Lorenzo
27/06/2012

Fuente: PhotoXpress.
Uno de los objetivos clave de la investigación ecológica es intentar comprender cómo las especies luchan por sobrevivir en hábitats complejos.

Ahora, un equipo de investigadoras de la Universidad de Queensland, en Australia, ha aplicado este enfoque a la propia ciencia, para tratar de explicar por qué las mujeres suelen ser marginadas en los entornos académicos.

Según explican las autoras del estudio en un artículo aparecido en la revista Oikos, aunque es cierto que el número de mujeres que estudian ciencias e ingenierías a diversos niveles ha aumentado significativamente en las últimas décadas, las mujeres siguen teniendo tasas más bajas en términos de promoción y producción científica que el promedio de los hombres. ¿Por qué?

El problema de trabajar a tiempo parcial

Como se ha dicho, la explicación a esta desigualdad podría venir de la ecología, que es la ciencia que estudia a los seres vivos, su ambiente, su distribución y su abundancia, y cómo esas propiedades son afectadas por la interacción entre los organismos y su entorno.

La doctora Katherine O’Brien, de la Escuela de Ingeniería Química de la Universidad de Queensland y una de las autoras del estudio explica que: “En ecología, cualquier especie solo puede establecerse y prosperar si su población supera un determinado umbral”.

“Entre investigadores y académicos sucede algo similar: estos deben alcanzar cierto punto para poder atraer más fondos, más estudiantes a los que enseñar y colaboradores de alta calidad que incrementen la productividad de sus investigaciones. Sin embargo, existen obstáculos que impiden a las mujeres llegar hasta ese punto”, afirma O’Brien en un comunicado de AlphaGalileo.

¿Cuáles son esos obstáculos? Según la investigadora, uno de ellos es la tendencia de las mujeres académicas a trabajar a tiempo parcial para buscar un equilibrio entre sus compromisos laborales y familiares.

Este trabajo a tiempo parcial es poco frecuente en el mundo académico, por lo que a los gestores universitarios les resulta difícil evaluar el rendimiento en las investigaciones del personal a tiempo parcial con los métodos de evaluación que se usan normalmente, explica O’Brien.

El obstáculo de las evaluaciones demasiado generales

Cada vez más, el rendimiento de académicos e investigadores se ha ido evaluando a través de una serie de indicadores establecidos, como el número de artículos producidos cada año o el número de citas que aparecen de una investigación o artículo en otros trabajos.

Aunque es cierto que estos indicadores pueden informar sobre los resultados de las investigaciones dentro de cualquier organización, también tienden a menoscabar la diversidad, dejando de lado otros resultados, independientemente de su importancia.

En términos ecológicos, el menoscabo de la diversidad resulta fatal, pues supone una reducción de la resiliencia o capacidad de recuperación de las especies. En términos académicos, las consecuencias serían similares, explica O’Brien.

Para seguir con la analogía ecológica: “La productividad en investigación es similar a la tasa de nacimiento de nuevas especies. Ambas necesitan superar un porcentaje importante, bien para que la población crezca bien para que el académico se establezca en su campo”, señala la investigadora.

“Sin embargo, los indicadores de investigación presentan un fuerte sesgo favorecedor del pleno empleo, a tiempo continuo”. Y menguan la diversidad al “sancionar a aquellos académicos que cuentan con tiempo libre antes de llegar a establecerse”.

Por otro lado, el modelo ecológico sugiere asimismo que si las mujeres tienen hijos, antes de llegar a establecerse profesionalmente en un entorno académico, tendrán que luchar para seguir siendo competitivas contra sus compañeros que trabajan a tiempo completo.

Esto explicaría la deriva de las mujeres desde la investigación a la enseñanza, en la que el rendimiento se evalúa por el desempeño actual y no por el historial de sus investigaciones.

Cómo corregir el desequilibrio

Para corregir este desequilibrio entre sexos en el terreno académico, los autores del estudio sugieren diversas soluciones.

Por un lado, que las mujeres que trabajen a tiempo parcial traten de concentrarse, como estrategia, tanto en la investigación como en la enseñanza.

Por otra parte, recomiendan a los gestores universitarios que no se limiten a juzgar los logros de las investigadoras y académicas a través de los indicadores establecidos, y que implanten planes que aseguren que el trabajo a tiempo parcial y las interrupciones temporales de las carreras científicas no supongan un “billete de ida” fuera de la investigación.

Una buena recomendación, teniendo en cuenta que “el enfoque ecológico demuestra que cualquier sistema que opere con un criterio demasiado limitado, ya sea un bosque o una facultad, se socavará a sí mismo a través de la reducción de su propia diversidad y de sus propias fuentes de talento”, afirma O’Brien.

Referencia bibliográfica

Katherine R. O’Brien, Karen P. Hapgood. Article first published online: 25 jun 2012. The academic jungle: ecosystem modelling reveals why women are driven out of research. DOI: 10.1111/j.1600-0706.2012.20601.x.



Marta Lorenzo
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