La dieta mediterránea disminuye el riesgo de depresión

Los hábitos alimenticios contribuyen a su aparición


Los hábitos alimenticios están relacionados con la depresión: una dieta rica en grasas aumenta el riesgo de padecerla, mientras que la dieta mediterránea lo disminuye un 33%, según una investigación.


Redacción T21
09/10/2018

Investigadores franceses han descubierto una relación entre los hábitos alimenticios y la depresión y constatado además que la dieta mediterránea disminuye en un 33% los riesgos de padecer este trastorno mental. Los resultados se publican en Molecular Psychiatry.

Llegaron a esta conclusión usando herramientas estadísticas que sintetizan los datos de una colección de estudios sobre la adhesión de una persona a determinados alimentos y la aparición de trastornos depresivos. Basándose en datos de 36.556 adultos, constataron que una dieta rica en ácidos grasos saturados, en azúcar y productos refinados,  está vinculada a un alto riesgo de padecer depresión.

La inflamación crónica que produce este tipo de alimentación podría estar directamente relacionada con la aparición de la depresión, señalan los investigadores. 

Tasnime Akbaraly,  directora de esta investigación, señala en un comunicado que “estos resultados confirman la hipótesis según la cual evitar los alimentos pro-inflamatorios y sustituirlos por alimentos anti-inflamatorios contribuye a prevenir los síntomas depresivos y la depresión”.

Clara relación cerebro-intestino

Estudios anteriores ya habían mostrado la importancia del régimen alimenticio en el funcionamiento y la composición de las bacterias que viven en el intestino (microbiota intestinal), impactando directamente el vínculo entre el intestino y el cerebro, y que esta relación desempeña un papel fundamental en los trastornos depresivos.

Tal como explicamos en otro artículo, la flora intestinal afecta a nuestros pensamientos y emociones. La composición de la flora se refleja en el volumen de las zonas cerebrales implicadas en el tratamiento de informaciones complejas y en la memoria, e influye asimismo en el comportamiento humano.

Otra investigación ha determinado también que existe una correlación entre las decisiones que tomamos sobre nuestros alimentos y la cantidad de materia gris (tejido neuronal) que tenemos en el cerebro, lo que revela asimismo la complejidad del trastorno de la depresión (cumplir una dieta no es sólo una cuestión de voluntad).

También se ha descubierto por último que el intestino y el cerebro se comunican instantáneamente gracias a un circuito neuronal propio, equivalente al que tienen los cinco sentidos, que usan el sistema nervioso para enviar y recibir mensajes.

Para Tasnime Akbaraly, “los resultados de nuestro estudio ponen de manifiesto la importancia de nuestros hábitos alimenticios en la aparición de los trastornos depresivos y anima a generalizar el consejo nutricional en las consultas médicas” relacionadas con la depresión.

Más estudios

Los investigadores señalan que serán necesarios nuevos estudios para confirmar la eficacia de la dieta mediterránea para prevenir la aparición de la depresión, así como su severidad y la repetición de episodios depresivos.

La dieta mediterránea se basa en un alto consumo de productos vegetales (frutas, verduras, legumbres, frutos secos), pan y otros cereales (siendo el trigo el alimento base), el aceite de oliva como grasa principal, el vinagre y el consumo regular de vino en cantidades moderadas.

La depresión es un trastorno del estado de ánimo, transitorio o permanente, caracterizado por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad, además de provocar una incapacidad total o parcial para disfrutar de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana.

Afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo y tiene una frecuencia mayor en mujeres (7%) que en los hombres (4%). Es el trastorno mental más caro de Europa.

Referencia

Healthy dietary indices and risk of depressive outcomes: a systematic review and meta-analysis of observational studies. Camille Lassale et al. Molecular Psychiatry (2018). DOI:https://doi.org/10.1038/s41380-018-0237-8
 



Redacción T21
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