Fuente: Epiphenom
La crisis financiera global podría potenciar un aumento de la religiosidad, publica la revista Epiphenom, a raíz de los resultados de un estudio reciente realizado en Estados Unidos.
Dos sociólogos llamados Matt Bradshaw, de la Universidad de Carolina del Norte, y Chris Ellison de la Universidad de Texas en Austin, analizaron datos de adultos de edades comprendidas entre los 18 y los 59 años, recogidos en la US General Social Survey (encuesta social general de Norteamérica), con el fin de averiguar si la tensión psicosocial podía relacionarse con la pobreza, y si ésta, a su vez, podía asociarse a diversos aspectos de la religión.
Según explican los investigadores en un artículo aparecido en Social Science & Medicine, hasta ahora, a pesar de que existe una amplia gama de análisis sociales y teológicos, pocos estudios han examinado de manera sistemática el papel de la religión como mitigador de los efectos de los problemas socioeconómicos en la salud mental.
En un intento de superar esta carencia, Bradshaw y Ellison trataron de delimitar las relaciones objetivas entre la crisis financiera, diversos aspectos de la vida religiosa y el estrés psicológico.
Así, en primer lugar, constataron que sólo un 10% de la variación en los niveles de estrés de la sociedad podía achacarse a la pobreza.
Por otro lado, el estudio también reveló que diversos aspectos de la vida religiosa podían ayudar a reducir los efectos nocivos del estrés que provocan las dificultades económicas.
Dos sociólogos llamados Matt Bradshaw, de la Universidad de Carolina del Norte, y Chris Ellison de la Universidad de Texas en Austin, analizaron datos de adultos de edades comprendidas entre los 18 y los 59 años, recogidos en la US General Social Survey (encuesta social general de Norteamérica), con el fin de averiguar si la tensión psicosocial podía relacionarse con la pobreza, y si ésta, a su vez, podía asociarse a diversos aspectos de la religión.
Según explican los investigadores en un artículo aparecido en Social Science & Medicine, hasta ahora, a pesar de que existe una amplia gama de análisis sociales y teológicos, pocos estudios han examinado de manera sistemática el papel de la religión como mitigador de los efectos de los problemas socioeconómicos en la salud mental.
En un intento de superar esta carencia, Bradshaw y Ellison trataron de delimitar las relaciones objetivas entre la crisis financiera, diversos aspectos de la vida religiosa y el estrés psicológico.
Así, en primer lugar, constataron que sólo un 10% de la variación en los niveles de estrés de la sociedad podía achacarse a la pobreza.
Por otro lado, el estudio también reveló que diversos aspectos de la vida religiosa podían ayudar a reducir los efectos nocivos del estrés que provocan las dificultades económicas.
En concreto, señalan los investigadores, la asistencia a los centros de culto y la fe en la vida después de la muerte moderan el daño mental que producen las dificultades financieras tanto generales como subjetivas.
La meditación alivia la tensión general
La práctica de la meditación, por su parte, permite reducir los efectos nocivos sobre la salud mental de la crisis económica global, aunque no de los problemas financieros personales.
Asimismo, los científicos no constataron una relación interactiva entre la frecuencia de la práctica de la oración y las complicaciones económicas, es decir, que la oración no ayuda a los más necesitados a aceptar su estado.
De hecho, en el estudio se demostró que los individuos que rezan más están más estresados. Presumiblemente, ésta sería la razón por la que rezan más a menudo.
Los resultados acerca de la oración obtenidos por Bradshaw y Ellison resultan especialmente interesantes porque contrastan con los resultados de un estudio anterior, realizado por el propio Ellison y por Terence Hill, de la Universidad de Miami, en el que se reveló que la oración podía tener diferentes efectos.
Según dicho estudio, realizado en 2009, a las personas que tenían problemas de salud o que acababan de sufrir un revés económico, rezar les servía para reducir significativamente la ansiedad.
La vida después de la muerte resulta clave
En general, y según la presente investigación, podría afirmarse que la religiosidad resulta efectiva para la reducción del estrés de las personas con problemas económicos.
El factor más determinante en este sentido, para la gente pobre, resultó ser la creencia en la vida después de la muerte. Pareciera como si la esperanza de una vida mejor tras la muerte ayudara a soportar las dificultades de esta vida, publica Epiphenomen.
Por otra parte, como hemos dicho, el estudio demostró que la asistencia a la iglesia ayuda a reducir el estrés. Esto fue válido tanto para ricos como para pobres, pero en este último caso el efecto constatado fue mayor que en el primero.
Chris Ellison es director del Center for the Scientific Study of Religion (CSSR) de la Universidad de Texas, dedicado al estudio de la relación entre la implicación religiosa y ciertas características del individuo, como la salud, el bienestar, el riesgo de mortalidad, la calidad de las relaciones matrimoniales, la educación de los hijos, los comportamientos de riesgo en adolescentes y las relaciones entre padres e hijos en diversas etapas.
Algunos de los hallazgos de este centro han sido, por ejemplo, que la asistencia regular a la iglesia está relacionada con un aumento de la esperanza de vida en Estados Unidos: las personas que acuden a los servicios religiosos más de una vez a la semana tienen como media siete años más de esperanza de vida que los que nunca van, aseguran los investigadores en un artículo publicado por la Universidad de Texas.
Efecto general positivo
Por otro lado, estudios realizados por el CSSR sobre la influencia de la religión en los adolescentes norteamericanos han revelado que si los padres son más religiosos que los hijos a estas edades, la religión condiciona negativamente las relaciones familiares porque la diferencia de mentalidades entre padres e hijos suele ser fuente de tensión en el hogar.
Según los investigadores, la religión puede tener un efecto negativo en la salud mental también de la siguiente forma: cuando un individuo tiene fe pero las cosas no le salen bien, esto puede producirle sentimientos de abandono por parte de Dios, ira hacia Dios e, incluso, crisis de fe.
Los científicos señalan que, en general, puede afirmarse que la religiosidad tiene un efecto positivo en la salud mental en un 80% de los casos, y que en un 10% de las situaciones puede provocar efectos negativos.
La meditación alivia la tensión general
La práctica de la meditación, por su parte, permite reducir los efectos nocivos sobre la salud mental de la crisis económica global, aunque no de los problemas financieros personales.
Asimismo, los científicos no constataron una relación interactiva entre la frecuencia de la práctica de la oración y las complicaciones económicas, es decir, que la oración no ayuda a los más necesitados a aceptar su estado.
De hecho, en el estudio se demostró que los individuos que rezan más están más estresados. Presumiblemente, ésta sería la razón por la que rezan más a menudo.
Los resultados acerca de la oración obtenidos por Bradshaw y Ellison resultan especialmente interesantes porque contrastan con los resultados de un estudio anterior, realizado por el propio Ellison y por Terence Hill, de la Universidad de Miami, en el que se reveló que la oración podía tener diferentes efectos.
Según dicho estudio, realizado en 2009, a las personas que tenían problemas de salud o que acababan de sufrir un revés económico, rezar les servía para reducir significativamente la ansiedad.
La vida después de la muerte resulta clave
En general, y según la presente investigación, podría afirmarse que la religiosidad resulta efectiva para la reducción del estrés de las personas con problemas económicos.
El factor más determinante en este sentido, para la gente pobre, resultó ser la creencia en la vida después de la muerte. Pareciera como si la esperanza de una vida mejor tras la muerte ayudara a soportar las dificultades de esta vida, publica Epiphenomen.
Por otra parte, como hemos dicho, el estudio demostró que la asistencia a la iglesia ayuda a reducir el estrés. Esto fue válido tanto para ricos como para pobres, pero en este último caso el efecto constatado fue mayor que en el primero.
Chris Ellison es director del Center for the Scientific Study of Religion (CSSR) de la Universidad de Texas, dedicado al estudio de la relación entre la implicación religiosa y ciertas características del individuo, como la salud, el bienestar, el riesgo de mortalidad, la calidad de las relaciones matrimoniales, la educación de los hijos, los comportamientos de riesgo en adolescentes y las relaciones entre padres e hijos en diversas etapas.
Algunos de los hallazgos de este centro han sido, por ejemplo, que la asistencia regular a la iglesia está relacionada con un aumento de la esperanza de vida en Estados Unidos: las personas que acuden a los servicios religiosos más de una vez a la semana tienen como media siete años más de esperanza de vida que los que nunca van, aseguran los investigadores en un artículo publicado por la Universidad de Texas.
Efecto general positivo
Por otro lado, estudios realizados por el CSSR sobre la influencia de la religión en los adolescentes norteamericanos han revelado que si los padres son más religiosos que los hijos a estas edades, la religión condiciona negativamente las relaciones familiares porque la diferencia de mentalidades entre padres e hijos suele ser fuente de tensión en el hogar.
Según los investigadores, la religión puede tener un efecto negativo en la salud mental también de la siguiente forma: cuando un individuo tiene fe pero las cosas no le salen bien, esto puede producirle sentimientos de abandono por parte de Dios, ira hacia Dios e, incluso, crisis de fe.
Los científicos señalan que, en general, puede afirmarse que la religiosidad tiene un efecto positivo en la salud mental en un 80% de los casos, y que en un 10% de las situaciones puede provocar efectos negativos.