El impacto del cambio climático sobre los ecosistemas naturales y las poblaciones humanas prosigue su escalada y alcanza nuevos récords que ponen de manifiesto que está fuera de control.
Según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial, correspondiente a 2018, la elevación del nivel del mar ha alcanzado un nuevo récord, al mismo tiempo que las temperaturas terrestres y oceánicas han sido excepcionalmente altas en los últimos cuatro años. Esta tendencia al calentamiento se inició a principios de siglo y se prevé que continúe.
En 2018, el nivel medio del mar a escala mundial fue aproximadamente 3,7 mm más alto que en 2017, un valor que marcó un nuevo récord. En el período de enero de 1993 a diciembre de 2018, la velocidad media de subida del nivel del mar fue de 3,15 ± 0,3 mm al año, y la aceleración estimada, de 0,1 mm al año. La pérdida acelerada de masa de los mantos de hielo es la principal causa del incremento en el ritmo de elevación del nivel medio del mar a escala mundial, señala el informe.
Pérdida de hielo
Por un lado, la extensión del hielo marino en el Ártico se situó muy por debajo de la media durante 2018 y se mantuvo en niveles bajos sin precedentes durante los dos primeros meses del año. A finales de 2018, la extensión diaria de hielo se mantuvo cerca de los niveles mínimos jamás registrados. Por otro lado, la extensión del hielo marino de la Antártida menguó también a gran velocidad, y los valores de las extensiones mensuales figuran entre los cinco registros más bajos para cada mes hasta finales de 2018.
Por lo que respecta a la capa de hielo de Groenlandia, ha perdido masa prácticamente cada año a lo largo de los dos últimos decenios. Desde 2002 ha registrado una pérdida de masa en la capa de hielo de Groenlandia de aproximadamente 3.600 giga toneladas. Un estudio determinó que la reciente frecuencia a la que se suceden los episodios de deshielo en la capa de hielo de Groenlandia es inédita en, por lo menos, los últimos 500 años.
Y sobre el retroceso de los glaciares, el informe señala que los resultados preliminares de 2018, basados en un subconjunto de glaciares, indican que el año hidrológico 2017/2018 ha sido el 31 año consecutivo de balance de masa negativo.
Temperaturas al alza
A inicios de este año, las temperaturas invernales diarias en Europa batieron récords de calor, mientras que se observó un frío inusual en América del Norte y olas de un calor abrasador en Australia.
El informe cita al último Boletín sobre el clima estacional mundial (de marzo a mayo) de la Organización Meteorológica Mundial, para advertir que, a causa de unas temperaturas de la superficie del mar superiores a la media –debidas en parte a un episodio débil de El Niño en el Pacífico–, se producirá este año un aumento de la temperatura terrestre hasta alcanzar niveles superiores a lo normal, particularmente en las latitudes tropicales.
“Los datos que se publican en el presente informe suscitan gran inquietud. Los últimos cuatro años han sido los más cálidos jamás registrados, y la temperatura media mundial en superficie de 2018 estuvo aproximadamente 1°C por encima del valor de referencia de la era preindustrial”, señala el informe.
Olas de calor más largas
Se estima que, entre 2000 y 2016, el número de personas expuestas a olas de calor aumentó en aproximadamente 125 millones, dado que las olas de calor han sido, de media, 0,37 días más largas que en el período de 1986 a 2008, según la Organización Mundial de la Salud.
Estas tendencias levantan la voz de alarma en la comunidad de la salud pública, dado que se prevé que la intensidad, la frecuencia y la duración de los episodios de temperaturas extremas aumenten todavía más, a medida que las temperaturas globales continúen su escalada.
Cabe esperar, según el informe, que el calentamiento global contribuya a la disminución observada del oxígeno en alta mar y en las zonas oceánicas costeras, entre ellas en los estuarios y mares semi-cerrados.
Desde mediados del siglo pasado, se ha estimado una disminución de entre el 1% y el 2% en el inventario de oxígeno oceánico en todo el mundo, según la Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Por otro lado, en 2018 se marcaron nuevos máximos en cuanto al contenido calorífico de los océanos hasta los 700 m de profundidad (datos desde 1955) y hasta los 2.000 m (datos desde 2005), rebasando así los récords previamente establecidos en 2017.
La acidificación de los océanos es otra consecuencia del cambio climático: en el decenio pasado, los océanos absorbieron aproximadamente el 30 % de las emisiones antropogénicas de CO2. El CO2 absorbido reacciona con el agua marina y modifica su pH. Este proceso se conoce como acidificación de los océanos, y puede mermar la capacidad de los organismos marinos, como moluscos y corales que conforman arrecifes, para crear y mantener su caparazón y esqueleto.
Las observaciones realizadas en aguas oceánicas abiertas durante los últimos 30 años han puesto de manifiesto una clara tendencia hacia la reducción del pH. De conformidad con la COI de la UNESCO, y en consonancia con informes anteriores y previsiones sobre acidificación, la acidificación de los océanos persiste y prosigue la reducción en los niveles del pH oceánico a escala mundial.
Según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial, correspondiente a 2018, la elevación del nivel del mar ha alcanzado un nuevo récord, al mismo tiempo que las temperaturas terrestres y oceánicas han sido excepcionalmente altas en los últimos cuatro años. Esta tendencia al calentamiento se inició a principios de siglo y se prevé que continúe.
En 2018, el nivel medio del mar a escala mundial fue aproximadamente 3,7 mm más alto que en 2017, un valor que marcó un nuevo récord. En el período de enero de 1993 a diciembre de 2018, la velocidad media de subida del nivel del mar fue de 3,15 ± 0,3 mm al año, y la aceleración estimada, de 0,1 mm al año. La pérdida acelerada de masa de los mantos de hielo es la principal causa del incremento en el ritmo de elevación del nivel medio del mar a escala mundial, señala el informe.
Pérdida de hielo
Por un lado, la extensión del hielo marino en el Ártico se situó muy por debajo de la media durante 2018 y se mantuvo en niveles bajos sin precedentes durante los dos primeros meses del año. A finales de 2018, la extensión diaria de hielo se mantuvo cerca de los niveles mínimos jamás registrados. Por otro lado, la extensión del hielo marino de la Antártida menguó también a gran velocidad, y los valores de las extensiones mensuales figuran entre los cinco registros más bajos para cada mes hasta finales de 2018.
Por lo que respecta a la capa de hielo de Groenlandia, ha perdido masa prácticamente cada año a lo largo de los dos últimos decenios. Desde 2002 ha registrado una pérdida de masa en la capa de hielo de Groenlandia de aproximadamente 3.600 giga toneladas. Un estudio determinó que la reciente frecuencia a la que se suceden los episodios de deshielo en la capa de hielo de Groenlandia es inédita en, por lo menos, los últimos 500 años.
Y sobre el retroceso de los glaciares, el informe señala que los resultados preliminares de 2018, basados en un subconjunto de glaciares, indican que el año hidrológico 2017/2018 ha sido el 31 año consecutivo de balance de masa negativo.
Temperaturas al alza
A inicios de este año, las temperaturas invernales diarias en Europa batieron récords de calor, mientras que se observó un frío inusual en América del Norte y olas de un calor abrasador en Australia.
El informe cita al último Boletín sobre el clima estacional mundial (de marzo a mayo) de la Organización Meteorológica Mundial, para advertir que, a causa de unas temperaturas de la superficie del mar superiores a la media –debidas en parte a un episodio débil de El Niño en el Pacífico–, se producirá este año un aumento de la temperatura terrestre hasta alcanzar niveles superiores a lo normal, particularmente en las latitudes tropicales.
“Los datos que se publican en el presente informe suscitan gran inquietud. Los últimos cuatro años han sido los más cálidos jamás registrados, y la temperatura media mundial en superficie de 2018 estuvo aproximadamente 1°C por encima del valor de referencia de la era preindustrial”, señala el informe.
Olas de calor más largas
Se estima que, entre 2000 y 2016, el número de personas expuestas a olas de calor aumentó en aproximadamente 125 millones, dado que las olas de calor han sido, de media, 0,37 días más largas que en el período de 1986 a 2008, según la Organización Mundial de la Salud.
Estas tendencias levantan la voz de alarma en la comunidad de la salud pública, dado que se prevé que la intensidad, la frecuencia y la duración de los episodios de temperaturas extremas aumenten todavía más, a medida que las temperaturas globales continúen su escalada.
Cabe esperar, según el informe, que el calentamiento global contribuya a la disminución observada del oxígeno en alta mar y en las zonas oceánicas costeras, entre ellas en los estuarios y mares semi-cerrados.
Desde mediados del siglo pasado, se ha estimado una disminución de entre el 1% y el 2% en el inventario de oxígeno oceánico en todo el mundo, según la Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Por otro lado, en 2018 se marcaron nuevos máximos en cuanto al contenido calorífico de los océanos hasta los 700 m de profundidad (datos desde 1955) y hasta los 2.000 m (datos desde 2005), rebasando así los récords previamente establecidos en 2017.
La acidificación de los océanos es otra consecuencia del cambio climático: en el decenio pasado, los océanos absorbieron aproximadamente el 30 % de las emisiones antropogénicas de CO2. El CO2 absorbido reacciona con el agua marina y modifica su pH. Este proceso se conoce como acidificación de los océanos, y puede mermar la capacidad de los organismos marinos, como moluscos y corales que conforman arrecifes, para crear y mantener su caparazón y esqueleto.
Las observaciones realizadas en aguas oceánicas abiertas durante los últimos 30 años han puesto de manifiesto una clara tendencia hacia la reducción del pH. De conformidad con la COI de la UNESCO, y en consonancia con informes anteriores y previsiones sobre acidificación, la acidificación de los océanos persiste y prosigue la reducción en los niveles del pH oceánico a escala mundial.
Mayor impacto en seres humanos
Toda esta situación no sólo afecta a los ecosistemas, sino que origina graves peligros para la población humana del planeta. En 2018, la mayoría de los peligros naturales que afectaron a casi 62 millones de personas estuvieron asociados con fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, señala el informe. Las inundaciones siguieron siendo el fenómeno con mayor número de afectados: más de 35 millones de personas. Desde 1998, casi 4.500 millones de personas en todo el mundo se han visto afectadas por el clima extremo.
Los huracanes Florence y Michael fueron dos de los catorce “desastres de miles de millones de dólares” que se produjeron en 2018 en los Estados Unidos de América. Causaron alrededor de 49.000 millones de dólares en daños y más de 100 víctimas mortales. El supertifón Mangkhut afectó a más de 2,4 millones de personas y provocó la muerte de, al menos, 134 personas, fundamentalmente en Filipinas.
En Europa, el Japón y los Estados Unidos se atribuyeron más de 1.600 muertes a las intensas olas de calor y a los incendios forestales, que se consideraron además causantes de daños materiales sin precedentes por un valor de casi 24.000 millones de dólares solo en Estados Unidos. En el estado de Kerala (India) se produjeron las lluvias más copiosas y las peores inundaciones en casi un siglo.
Más hambre y más emigrantes climáticos
Por último, la exposición del sector agrícola a los fenómenos climáticos extremos amenaza con echar por tierra los avances realizados en la lucha para erradicar la malnutrición. Nuevos indicios apuntan a un aumento continuado del hambre en el mundo tras un período prolongado de disminución, según datos compilados por organismos de las Naciones Unidas. Se estima que el número de personas subalimentadas se incrementó hasta los 821 millones en 2017, debido en parte a las graves sequías asociadas con el intenso episodio de El Niño de 2015/2016.
Como consecuencia de esta situación, de los 17,7 millones de desplazados internos que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) tiene registrados, en septiembre de 2018 se contaban más de 2 millones de personas en situación de desplazamiento debido a desastres relacionados con fenómenos meteorológicos y climáticos.
Sequías, inundaciones y tormentas (incluidos huracanes y ciclones) son los fenómenos que ocasionaron la mayor cantidad de desplazamientos por desastres en 2018. En todos los casos, las poblaciones desplazadas son vulnerables y necesitan protección.
Según la Red de Vigilancia y Protección de los Repatriados de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), entre enero y diciembre de 2018 se registraron unos 883 000 nuevos desplazamientos internos, de los cuales el 32 % se atribuyó a las inundaciones y el 29 % a la sequía, concluye el informe.
Inacción política
A pesar de esta escalada de consecuencias del cambio climático, las causas que provocan esta situación no sólo no se mitigan, sino que se potencian: los niveles de dióxido de carbono, que eran de 357,0 partes por millón (ppm) en 1994, siguen aumentando, habiendo alcanzado las 405,5 ppm en 2017. Se prevé que en 2018 y 2019 las concentraciones de gases de efecto invernadero aumenten todavía más, agravando la crisis climática.
“Desde que se publicara el primer informe en 1994, la climatología ha alcanzado un grado de robustez sin precedentes, y ha proporcionado pruebas fehacientes del aumento de la temperatura mundial y de circunstancias conexas, como el aumento acelerado del nivel del mar, la reducción de los hielos marinos, el retroceso de los glaciares y fenómenos extremos, tales como las olas de calor”, señala el Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas, en un comunicado.
El informe se ha elaborado con aportaciones de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales, una amplia comunidad de expertos científicos y organismos de las Naciones Unidas. Explica con detalle los riesgos relacionados con el clima y sus impactos en la salud y el bienestar de las personas, las migraciones y los desplazamientos, la seguridad alimentaria, el medioambiente, y los ecosistemas oceánicos y terrestres. Asimismo, cataloga los fenómenos extremos que suceden en todo el mundo.
Toda esta situación no sólo afecta a los ecosistemas, sino que origina graves peligros para la población humana del planeta. En 2018, la mayoría de los peligros naturales que afectaron a casi 62 millones de personas estuvieron asociados con fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, señala el informe. Las inundaciones siguieron siendo el fenómeno con mayor número de afectados: más de 35 millones de personas. Desde 1998, casi 4.500 millones de personas en todo el mundo se han visto afectadas por el clima extremo.
Los huracanes Florence y Michael fueron dos de los catorce “desastres de miles de millones de dólares” que se produjeron en 2018 en los Estados Unidos de América. Causaron alrededor de 49.000 millones de dólares en daños y más de 100 víctimas mortales. El supertifón Mangkhut afectó a más de 2,4 millones de personas y provocó la muerte de, al menos, 134 personas, fundamentalmente en Filipinas.
En Europa, el Japón y los Estados Unidos se atribuyeron más de 1.600 muertes a las intensas olas de calor y a los incendios forestales, que se consideraron además causantes de daños materiales sin precedentes por un valor de casi 24.000 millones de dólares solo en Estados Unidos. En el estado de Kerala (India) se produjeron las lluvias más copiosas y las peores inundaciones en casi un siglo.
Más hambre y más emigrantes climáticos
Por último, la exposición del sector agrícola a los fenómenos climáticos extremos amenaza con echar por tierra los avances realizados en la lucha para erradicar la malnutrición. Nuevos indicios apuntan a un aumento continuado del hambre en el mundo tras un período prolongado de disminución, según datos compilados por organismos de las Naciones Unidas. Se estima que el número de personas subalimentadas se incrementó hasta los 821 millones en 2017, debido en parte a las graves sequías asociadas con el intenso episodio de El Niño de 2015/2016.
Como consecuencia de esta situación, de los 17,7 millones de desplazados internos que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) tiene registrados, en septiembre de 2018 se contaban más de 2 millones de personas en situación de desplazamiento debido a desastres relacionados con fenómenos meteorológicos y climáticos.
Sequías, inundaciones y tormentas (incluidos huracanes y ciclones) son los fenómenos que ocasionaron la mayor cantidad de desplazamientos por desastres en 2018. En todos los casos, las poblaciones desplazadas son vulnerables y necesitan protección.
Según la Red de Vigilancia y Protección de los Repatriados de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), entre enero y diciembre de 2018 se registraron unos 883 000 nuevos desplazamientos internos, de los cuales el 32 % se atribuyó a las inundaciones y el 29 % a la sequía, concluye el informe.
Inacción política
A pesar de esta escalada de consecuencias del cambio climático, las causas que provocan esta situación no sólo no se mitigan, sino que se potencian: los niveles de dióxido de carbono, que eran de 357,0 partes por millón (ppm) en 1994, siguen aumentando, habiendo alcanzado las 405,5 ppm en 2017. Se prevé que en 2018 y 2019 las concentraciones de gases de efecto invernadero aumenten todavía más, agravando la crisis climática.
“Desde que se publicara el primer informe en 1994, la climatología ha alcanzado un grado de robustez sin precedentes, y ha proporcionado pruebas fehacientes del aumento de la temperatura mundial y de circunstancias conexas, como el aumento acelerado del nivel del mar, la reducción de los hielos marinos, el retroceso de los glaciares y fenómenos extremos, tales como las olas de calor”, señala el Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas, en un comunicado.
El informe se ha elaborado con aportaciones de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales, una amplia comunidad de expertos científicos y organismos de las Naciones Unidas. Explica con detalle los riesgos relacionados con el clima y sus impactos en la salud y el bienestar de las personas, las migraciones y los desplazamientos, la seguridad alimentaria, el medioambiente, y los ecosistemas oceánicos y terrestres. Asimismo, cataloga los fenómenos extremos que suceden en todo el mundo.
Referencia
WMO Statement on the state of the global climate in 2018. World Meteorological Organization (WMO), 2019.
WMO Statement on the state of the global climate in 2018. World Meteorological Organization (WMO), 2019.