La creatividad es una cualidad que tradicionalmente se ha asociado con prácticas artísticas, pero poco a poco también se ha ido vinculando al mundo de los negocios. Pero, si la creatividad es una parte integral de los negocios, ¿cómo y cuándo ocurre? ¿qué condiciones la propician?. La profesora Teresa Amabile, de la Harvard Business School, sostiene que, a pesar de ser cierto que la creatividad tiene un componente casi innato, los directivos pueden llevar a cabo acciones muy concretas para fomentarla.
“La creatividad tiene la reputación de ser mágica”, comenta la profesora Teresa Amabile, en un artículo. “Uno de los mitos es que está asociada con personas con una personalidad o un genio especial, de hecho, en cierta manera, depende de la inteligencia, del talento y de la experiencia de un individuo. Pero también depende de nuestra inclinación a asumir riesgos o a la capacidad de ver los problemas desde otras perspectivas. Y esto se puede aprender”.
Por ejemplo, en su curso de Gestión de la Creatividad, Amabile dividió a sus alumnos en dos grupos para trabajar sobre un problema determinado. Lo que no sabían es que los grupos fueron creados para ser lo más heterogéneos posible. Los grupos eran muy diversos desde el punto de vista cultural, de conocimientos o de disciplinas. Amabile comprobó que las ideas más creativas surgen cuando se da esta interacción entre cosas diversas.
Eso es lo que sostiene también el famoso libro “El efecto Medici”, de Frans Johansson. En él plantea que hay tres fuerzas revolucionarias que regeneran y generan ideas creativas: el movimiento-reacción de las personas, la convergencia de disciplinas científicas y el salto en capacidad computacional. Según él, estas tres fuerzas están incrementando el número de cruces e interacciones y, por lo tanto, multiplicando la generación de nuevas ideas.
Motivación
Otro desencadenante de la creatividad es la motivación, según Amabile. Para investigar la relación entre la motivación y la creatividad, esta profesora ha llevado a cabo otra investigación durante tres años. En ella han participado 238 profesionales de los sectores tecnológicos, productos de consumo y químico. Sin revelar la finalidad del estudio, pidieron a los participantes que llevasen un diario electrónico compuesto por respuestas numéricas respecto a preguntas sobre su trabajo diario, sus emociones, sus motivaciones y sobre el ambiente laboral. Asimismo, se les pidió una descripción respecto a qué hicieron exactamente durante su jornada. Al finalizar el estudio, Amabile había recogido cerca de 12.000 entradas.
Estudios previos en el laboratorio ya han demostrado las relaciones casuales entre emoción y creatividad. Esta última investigación de Amabile ha ido un poco más allá y ha puesto de manifiesto que las emociones positivas están íntimamente ligadas a cotas altas de creatividad. Por el contrario, las emociones negativas están unidas a cotas bajas de motivación y creatividad.
Los diarios han mostrado también que las emociones positivas tienen efectos sobre la productividad y la creatividad incluso dos días después de que los participantes hubiesen reflejado ese sentimiento en su diario.
¿Qué deben hacer los directivos para promover esos sentimientos positivos entre sus empleados? Después de haber revisado las respuestas a esos diarios, la respuesta es clara. La gente tiene sus mejores días cuando se les permite hacer algún tipo de progreso en su trabajo.
“Los grandes progresos son estupendos, pero hemos descubierto que incluso los pequeños tienen un efecto positivo”, comenta Amabile.
Fuera de sintonía
Esta profesora suele pedir a sus alumnos, que en el futuro tendrán que dirigir una empresa, que piensen cómo establecer un ambiente de trabajo que propicie la creatividad y la motivación.
“Nuestro estudio sugiere que la mayor parte de los directivos no están en sintonía con cómo viven la jornada laboral sus empleados.
Cambiar esa actitud puede ser tan sencillo como apoyar el progreso de los empleados cada día. Además, Amabile sostiene que es importante se claros, prestarles ayuda directa, recursos y tiempo. También es importante responder a los éxitos y los fracasos como nuevas oportunidades para aprender, no como meras fórmulas para conseguir ascensos o reprimendas.
“La creatividad tiene la reputación de ser mágica”, comenta la profesora Teresa Amabile, en un artículo. “Uno de los mitos es que está asociada con personas con una personalidad o un genio especial, de hecho, en cierta manera, depende de la inteligencia, del talento y de la experiencia de un individuo. Pero también depende de nuestra inclinación a asumir riesgos o a la capacidad de ver los problemas desde otras perspectivas. Y esto se puede aprender”.
Por ejemplo, en su curso de Gestión de la Creatividad, Amabile dividió a sus alumnos en dos grupos para trabajar sobre un problema determinado. Lo que no sabían es que los grupos fueron creados para ser lo más heterogéneos posible. Los grupos eran muy diversos desde el punto de vista cultural, de conocimientos o de disciplinas. Amabile comprobó que las ideas más creativas surgen cuando se da esta interacción entre cosas diversas.
Eso es lo que sostiene también el famoso libro “El efecto Medici”, de Frans Johansson. En él plantea que hay tres fuerzas revolucionarias que regeneran y generan ideas creativas: el movimiento-reacción de las personas, la convergencia de disciplinas científicas y el salto en capacidad computacional. Según él, estas tres fuerzas están incrementando el número de cruces e interacciones y, por lo tanto, multiplicando la generación de nuevas ideas.
Motivación
Otro desencadenante de la creatividad es la motivación, según Amabile. Para investigar la relación entre la motivación y la creatividad, esta profesora ha llevado a cabo otra investigación durante tres años. En ella han participado 238 profesionales de los sectores tecnológicos, productos de consumo y químico. Sin revelar la finalidad del estudio, pidieron a los participantes que llevasen un diario electrónico compuesto por respuestas numéricas respecto a preguntas sobre su trabajo diario, sus emociones, sus motivaciones y sobre el ambiente laboral. Asimismo, se les pidió una descripción respecto a qué hicieron exactamente durante su jornada. Al finalizar el estudio, Amabile había recogido cerca de 12.000 entradas.
Estudios previos en el laboratorio ya han demostrado las relaciones casuales entre emoción y creatividad. Esta última investigación de Amabile ha ido un poco más allá y ha puesto de manifiesto que las emociones positivas están íntimamente ligadas a cotas altas de creatividad. Por el contrario, las emociones negativas están unidas a cotas bajas de motivación y creatividad.
Los diarios han mostrado también que las emociones positivas tienen efectos sobre la productividad y la creatividad incluso dos días después de que los participantes hubiesen reflejado ese sentimiento en su diario.
¿Qué deben hacer los directivos para promover esos sentimientos positivos entre sus empleados? Después de haber revisado las respuestas a esos diarios, la respuesta es clara. La gente tiene sus mejores días cuando se les permite hacer algún tipo de progreso en su trabajo.
“Los grandes progresos son estupendos, pero hemos descubierto que incluso los pequeños tienen un efecto positivo”, comenta Amabile.
Fuera de sintonía
Esta profesora suele pedir a sus alumnos, que en el futuro tendrán que dirigir una empresa, que piensen cómo establecer un ambiente de trabajo que propicie la creatividad y la motivación.
“Nuestro estudio sugiere que la mayor parte de los directivos no están en sintonía con cómo viven la jornada laboral sus empleados.
Cambiar esa actitud puede ser tan sencillo como apoyar el progreso de los empleados cada día. Además, Amabile sostiene que es importante se claros, prestarles ayuda directa, recursos y tiempo. También es importante responder a los éxitos y los fracasos como nuevas oportunidades para aprender, no como meras fórmulas para conseguir ascensos o reprimendas.