La contaminación lumínica se potencia con los LEDs

Pueden contaminar lo mismo que las tradicionales lámparas de sodio


Un nuevo estudio ha descubierto que el cambio a LEDs blancos en el alumbrado público puede contaminar lo mismo que las tradicionales lámparas de sodio y aumentar la contaminación lumínica, que ya supone un derroche energético y un peligro para la salud humana y la de los ecosistemas.


IAA/T21
19/05/2017

Iluminación nocturna en la Península Ibérica tomada desde la Estación Espacial Internacional. Foto: NASA.
Un estudio liderado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) muestra que los sensores más comunes para monitorizar la contaminación lumínica en todo el mundo -Sky Quality Meter (SQM) y los satélites VIIRS y DMSP- tienen un limitación fundamental para trazar la evolución de la contaminación lumínica: son sensores “daltónicos” y no ven en color.

"Aunque las imágenes de iluminación nocturna que estamos acostumbrados a ver muestran color, se trata de una interpretación artística de imágenes en blanco y negro, explica Alejandro Sánchez, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía, que encabeza el estudio. Así, el recientemente publicado Atlas Mundial de la Contaminación lumínica solo representa la punta del iceberg, como los autores ya reconocían en el artículo, ya que fue calibrado principalmente con este tipo de dispositivos", añade.

En el estudio se muestra cómo el sensor más popular para trazar la evolución de la contaminación lumínica desde tierra, el SQM, podría estar dando valores iguales para una ciudad iluminada con sodio y otra con LEDs blancos de 3000 kelvin, cuando, en realidad, puede haber un 100% más de contaminación lumínica en el segundo caso (los kelvin son la medida empleada para medir la temperatura de color de los LEDs).

Controlar el color

“Esto es muy importante porque nos hallamos en un momento crucial: en ciudades de todo el mundo se están sustituyendo las lámparas de sodio tradicionales por dispositivos LED, y vemos que en este caso es fundamental controlar el color, ya que podemos tener la falsa sensación de estar reduciendo la contaminación lumínica cuando en realidad la estamos duplicando", señala Alejandro Sánchez (IAA-CSIC).

El estudio indica cómo el cambio a LEDs blancos puede llegar a contaminar lo mismo que las tradicionales lámparas de sodio, aunque para evitarlo es necesario bajar la potencia al menos a un 42% y no emitir luz directa por encima de la horizontal.

Gracias a las conclusiones de este estudio, ratificadas por un informe del Departamento de Energía de Estados Unidos, los Ayuntamiento de Montreal y Quebec han decidido modificar su plan de alumbrado público, reduciendo a un tercio la intensidad de los nuevos LEDs, con el compromiso de no usar iluminación que supere los 2700 kelvin.

"La contaminación lumínica es un problema serio, que debe abordarse desde las agendas políticas. No solo por sus consecuencias sobre nuestra salud o los ecosistemas, sino porque solo en España supone un derroche de entre 655 y 1255 millones de euros anuales", señala Sánchez.

Posibles soluciones

Existen actualmente sistemas para controlar de manera eficiente la evolución de la contaminación lumínica mediante nuevos sensores: la Universidad Complutense de Madrid ha diseñado un sensor sensible al color y Unihedron, el fabricante del SQM, trabaja en la solución del problema. También pueden resultar muy eficaces las imágenes tomadas por los astronautas con cámara reflex desde la Estación Espacial Internacional, un recurso empleado en el proyecto Cities at night (www.citiesatnight.org).

Además, el uso de nuevos modelos de propagación de la contaminación lumínica que tengan en cuenta estos factores es fundamental para su control. Otra solución reside en el uso de LEDs de tipo ámbar o temperatura de color inferior a 2200 k, que no presentan el problema que presenta el cambio de iluminación a LED blancos.

La preocupación por la contaminación lumínica surgió en el ámbito astronómico, por la pérdida de calidad del cielo que perjudica las observaciones y que ha provocado incluso el cierre de observatorios históricos, como el de Monte Wilson en Los Ángeles.

Sin embargo, en la última década han proliferado estudios que relacionan el exceso de iluminación nocturna con problemas en nuestra salud y con perjuicios en los ecosistemas que, sumados al derroche energético, muestran la importancia de regular la contaminación lumínica.

Referencia

Sky Quality Meter measurements in a colour-changing world. Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, 467, 2966–2979 (2017) DOI: 10.1093/mnras/stx145
 



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