La calidad de vida y las relaciones sociales, claves de una sociedad saludable

El sistema sanitario no puede garantizar por sí solo el bienestar de la población


La salud de la población depende menos del sistema sanitario que de la calidad de vida cotidiana de los miembros de la sociedad, señalan sociólogos de la Universidad de Harvard en un libro recientemente publicado. Esta calidad de vida se ve incrementada por las redes sociales que, en consecuencia, tienen un efecto óptimo en la salud. Los expertos aseguran que, aunque a nivel general es necesario un sistema sanitario efectivo, hay que considerar otros factores que aseguren el bienestar de los ciudadanos, y tomar medidas complementarias. Por Yaiza Martínez.


17/10/2009

Paul Hall y Michele Lamont. Fuente: Universidad de California (Berkeley).
La salud de la población depende menos de la calidad de su sistema sanitario que de la calidad de vida cotidiana de los individuos que la componen, aseguran especialistas de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.

Por otro lado, el éxito o el fracaso de las iniciativas de salud pública de cualquier sociedad dependen tanto de factores sociales y culturales como de los médicos, de los recursos y de los medicamentos.

Los sociólogos Peter A. Hall y Michele Lamont han llegado a estas conclusiones tras años de investigación, cuyos resultados acaban de ser publicados en un libro titulado “Successful Societies. How Institutions and Culture affect Health” (“Sociedades exitosas. Cómo las instituciones y la cultura afectan a la salud”).

Calidad de vida y salud

Según publica la Universidad de Harvard en un comunicado, el libro de Hall y Lamont está compuesto por una serie de ensayos escritos por varios autores, que han analizado cómo los marcos culturales y las prácticas institucionales que estructuran la vida cotidiana influyen en la salud de la sociedad.

Hall señala que, “aunque el acceso a la atención sanitaria es importante en términos generales, creemos que la salud de la población depende menos de la calidad de dicha atención o de la cantidad de inversiones destinadas al sistema sanitario que del nivel diario de calidad de vida que tengan sus habitantes”.

Hall y Lamont han dirigido a un grupo de sociólogos de diversas especialidades (epidemiología, psicología y ciencias políticas), cuyas contribuciones aparecen en este mismo volumen. La cuestión de partida era: ¿qué hace que una sociedad tenga éxito?

El éxito social tiene muchas características posibles (sociedades no violentas, con acceso abierto a la educación, participación cívica o tolerancia cultural), pero los científicos centraron sus investigaciones en temas de salud pública. Una salud pública óptima se refleja en ciertos marcadores, como una tasa de mortalidad infantil baja o una esperanza de vida alta.

Importancia de las redes sociales

Por otro lado, aunque el libro analiza muchos temas relevantes en el debate actual sobre la sanidad pública, también va más allá de los temas sobre recursos económicos, y hace un análisis sobre los factores sociales y culturales que afectan a la salud.

Estudios previos ya habían demostrado los efectos de las redes sociales en la salud. En esta obra se examinan los factores que producen un deterioro de la vida cotidiana, así como los recursos sociales con los que la gente puede contar para reducir los factores estresantes que afectan negativamente a sus niveles de salud.

Según Lamont, la cultura, las creencias religiosas que ayudan a la gente a enfrentarse a la vida o el sentimiento de identidad colectiva nunca han sido tenidos muy en cuenta por los epidemiólogos, a la hora de analizar la salud pública.

El libro “Successful Societies” pone esos factores sobre la mesa, para dar comienzo a un debate sobre ellos y sus implicaciones en la salud de la población.

Medidas complementarias

Uno de los capítulos de la obra, firmado por Lamont, se ha dedicado a examinar cómo los afroamericanos reaccionan a la discriminación. Lamont considera que si esta parte de la población de Estados Unidos ha interiorizado las actitudes discriminatorias hacia ellos, este sentido de identidad puede afectar a su salud física.

Las conclusiones de Lamont coinciden con los resultados de dos estudios realizados en 2008 de los que hablamos en Tendencias21 anterior de Tendencias21, en los que se reveló que la mala nutrición y el estrés que ocasionó en su momento la esclavitud a los afroamericanos, explicarían las importantes diferencias que actualmente existen entre la salud cardiovascular de blancos y negros en los Estados Unidos.

Según estas mismas investigaciones, algunas de las disparidades de la salud más persistentes en los Estados Unidos se dan entre afroamericanos y americanos de origen europeo. Las causas son profundas y antiguas, sugerían los estudios, y estarían relacionadas con la esclavitud y la discriminación, con las diferencias en el acceso a los cuidados médicos, y con las tradiciones culturales.

En otro de los capítulos del libro de Hall y Lamont, Ann Swidler, sociólogo de la Universidad de California en Berkeley, compara la respuesta a la epidemia del SIDA en dos países distintos: Uganda y Bostwana.

Según Swidler, aunque Bostwana es considerado un país con mejores condiciones que Uganda, ha sido este último el que más éxito ha tenido en combatir esta enfermedad. La razón: la sociólogo descubrió que las redes de solidaridad social en las comunidades locales de Uganda proporcionan programas más efectivos para la lucha contra el SIDA que las ayudas que se dan en Bostwana.

Así, en Uganda se redujo la tasa de infecciones por HIV de un 20% de adultos infectados en 1992 a menos del 8% de adultos infectados una década más tarde, mientras que en Botswana la tasa de infecciones aumentó un 38%.

Hall afirma que éstos y otros resultados obtenidos por los diversos investigadores sugieren que asegurar la salud de la población no sólo es responsabilidad de la sanidad pública, sino que habría que considerar la aplicación de medidas complementarias, destinadas a mejorar la calidad de las relaciones sociales de la población.

Bienestar condicionado

En la introducción de “Successful Societies”, los autores destacan la importancia de sus consideraciones, dado que existen motivos consistentes para creer que el bienestar está condicionado por múltiples dimensiones de las relaciones sociales.

Por tanto, resulta crucial descubrir cómo estas dimensiones interactúan unas con otras, para tratar de aumentar la salud pública. Otro de los objetivos del libro ha sido explorar cómo dichas dimensiones pueden afectar a la distribución de la salud dentro de las poblaciones.

Estos conocimientos podrían ayudar a reducir, de alguna forma, el sufrimiento que provocan diversos factores estresantes que, en la vida diaria, afectan a numerosas personas y que, a pesar de ser menos dramáticos que un virus que pudiera diezmar a la población, también tienen profundos efectos en la salud pública.



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