Transferir fondos con seguridad usando el teléfono móvil tiene el potencial de revolucionar la manera en que la gente utiliza el dinero en todo el mundo y acerca un poco más la promesa de que las telecomunicaciones proporcionen algún beneficio social a los países en vías de desarrollo. Sin embargo, a corto plazo, según indica un reciente estudio de ABI Research, son los operadores móviles los que más se pueden beneficiar de esta nueva tendencia de consumo.
Según el estudio, la transferencia de dinero a través del móvil puede suponer para los operadores un negocio de 8.000 millones de dólares en 2012. Mucho más de los sólo 10 millones que se embolsaron por este concepto el año pasado.
Algunos operadores marcan ya el camino con servicios tanto nacionales como internacionales. Es notable el desarrollo que la banca a través del móvil está teniendo en Filipinas, pero es Estados Unidos el mayor nicho de mercado, según dice el informe.
En aquel país, las cosas cambiaron mucho ya el pasado verano cuando la empresa Obopay consiguió llegar a cuerdos por separado con Citibank y Verizon Wireless para prestar servicios financieros a través del celular. Además, empresas como Pay Pal, Amazon o Google han puesto su punto de mira en ofrecer pagos mediante este sistema.
“Los primeros servicios de transferencia de fondos en Estados Unidos y Europa se han centrado en sectores demográficos muy concretos, principalmente los estudiantes y sus familias. Todavía hay un enorme potencial para desarrollar una base de usuarios mediante acuerdos entre operadores de telefonía móvil y empresas de servicios financieros, comenta Jonathan Collins, analista principal de ABI Research, en un comunicado de esta empresa.
Más beneficiados
El estudio apunta, asimismo, que la habilidad para que los clientes puedan transferir dinero de una manera sencilla y segura no sólo representa un mercado prospectivo importante para los operadores, sino que las empresas de servicios financieros, los gobiernos, los minoristas y los usuarios finales también se beneficiarían de ello.
Como es lógico, son los usuarios finales quienes se muestran más cautos respecto a quién confiar el manejo de su dinero. Por ello, los bancos con cierta tradición y los operadores de telefonía harán todo lo posible para transmitir esa confianza a los nuevos usuarios. “Esto hace que sean sobre todo los operadores quienes estén más interesados en proporcionar aplicaciones para transferir dinero”, afirma Collins.
Según ABI Research, la transferencia de dinero es el punto de partida para que los bancos y las operadoras establezcan acuerdos que pongan los cimientos para poner en marcha otro tipo de servicios o aplicaciones que requieran inversiones adicionales.
Otra de las conclusiones más importantes a las que llega el informe es que serán los países en vías de desarrollo los que más partido pueden sacar a la banca móvil. Esto pasa, sin embargo, porque las autoridades de dichos países rompan los monopolios estatales y permitan que otros operadores rivales penetren en el mercado.
La mayor parte de estos países (con pocas excepciones, como Etiopía) aplican ya esta política menos proteccionista, por lo que el uso del teléfono móvil en continentes como el africano se está multiplicando rápidamente.
En estos países se están empezando a utilizar los móviles para algo más que para comunicarse. Los celulares se están imponiendo como una manera de mejorar el acceso a servicios financieros. Los países pioneros son Filipinas, Kenia y Sudáfrica.
Las potencialidades son enormes. Desde enviar dinero a otras personas mediante un mensaje corto de texto, pasando por cambiar fondos, pagar su sueldo a un trabajador o depositar dinero en el banco sin tener que recorrer largas distancias por malas carreteras. En los países en vías desarrollo son los “sinbanco” quienes podrán acceder en masa a servicios bancarios para que puedan disfrutar de las ventajas de la “economía formal”.
El papel de los gobiernos
¿Qué pueden hacer los gobiernos para acoger la banca móvil? Como indica un reciente artículo aparecido en The Economist, sobre todo regular el sector correctamente. Esto consiste en proteger a los usuarios suficientemente para que tengan la confianza en el sistema, pero abriendo al mismo tiempo el sector para que puedan emerger nuevos servicios.
En algunos países en vías de desarrollo se están poniendo muchos obstáculos. Así, sólo los bancos tienen permiso para recoger depósitos. Incluso si un operador se asocia con un banco, sus agentes tienen que cumplir las normas bancarias vigentes. Las instituciones financieras, por su parte, se ven obligadas que entregar informes detallados cada semana a su banco central, lo cual es complicado para los bancos que tienen agentes en zonas rurales. En otros países abrir una cuenta bancaria es una auténtica pesadilla burocrática.
Hay países, sin embargo, en los que los gobiernos han sabido ver las potencialidades de la banca móvil. Filipinas es un claro ejemplo, y el modo en que sus gobernantes están regulando las transacciones de dinero a través del móvil puede servir de modelo para otras naciones.
En lugar de tener bien atada una regulación por anticipado, el gobierno filipino está trabajando mano a mano con los operadores y con los bancos. De este modo, el regulador comprueba que está pasando y los planes de los operadores gozan de una mayor flexibilidad. Después, llega la regulación.
Las normas que sean demasiado estrictas van a dificultar la expansión de la banca móvil en estos países. Por el contrario, las normas que sean demasiado condescendientes, permitirán la proliferación de fraudes. Si los reguladores encuentran el punto medio, esta nueva forma de manejar el dinero será el siguiente ejemplo de cómo el teléfono móvil puede transformar algo de una manera radical.
Según el estudio, la transferencia de dinero a través del móvil puede suponer para los operadores un negocio de 8.000 millones de dólares en 2012. Mucho más de los sólo 10 millones que se embolsaron por este concepto el año pasado.
Algunos operadores marcan ya el camino con servicios tanto nacionales como internacionales. Es notable el desarrollo que la banca a través del móvil está teniendo en Filipinas, pero es Estados Unidos el mayor nicho de mercado, según dice el informe.
En aquel país, las cosas cambiaron mucho ya el pasado verano cuando la empresa Obopay consiguió llegar a cuerdos por separado con Citibank y Verizon Wireless para prestar servicios financieros a través del celular. Además, empresas como Pay Pal, Amazon o Google han puesto su punto de mira en ofrecer pagos mediante este sistema.
“Los primeros servicios de transferencia de fondos en Estados Unidos y Europa se han centrado en sectores demográficos muy concretos, principalmente los estudiantes y sus familias. Todavía hay un enorme potencial para desarrollar una base de usuarios mediante acuerdos entre operadores de telefonía móvil y empresas de servicios financieros, comenta Jonathan Collins, analista principal de ABI Research, en un comunicado de esta empresa.
Más beneficiados
El estudio apunta, asimismo, que la habilidad para que los clientes puedan transferir dinero de una manera sencilla y segura no sólo representa un mercado prospectivo importante para los operadores, sino que las empresas de servicios financieros, los gobiernos, los minoristas y los usuarios finales también se beneficiarían de ello.
Como es lógico, son los usuarios finales quienes se muestran más cautos respecto a quién confiar el manejo de su dinero. Por ello, los bancos con cierta tradición y los operadores de telefonía harán todo lo posible para transmitir esa confianza a los nuevos usuarios. “Esto hace que sean sobre todo los operadores quienes estén más interesados en proporcionar aplicaciones para transferir dinero”, afirma Collins.
Según ABI Research, la transferencia de dinero es el punto de partida para que los bancos y las operadoras establezcan acuerdos que pongan los cimientos para poner en marcha otro tipo de servicios o aplicaciones que requieran inversiones adicionales.
Otra de las conclusiones más importantes a las que llega el informe es que serán los países en vías de desarrollo los que más partido pueden sacar a la banca móvil. Esto pasa, sin embargo, porque las autoridades de dichos países rompan los monopolios estatales y permitan que otros operadores rivales penetren en el mercado.
La mayor parte de estos países (con pocas excepciones, como Etiopía) aplican ya esta política menos proteccionista, por lo que el uso del teléfono móvil en continentes como el africano se está multiplicando rápidamente.
En estos países se están empezando a utilizar los móviles para algo más que para comunicarse. Los celulares se están imponiendo como una manera de mejorar el acceso a servicios financieros. Los países pioneros son Filipinas, Kenia y Sudáfrica.
Las potencialidades son enormes. Desde enviar dinero a otras personas mediante un mensaje corto de texto, pasando por cambiar fondos, pagar su sueldo a un trabajador o depositar dinero en el banco sin tener que recorrer largas distancias por malas carreteras. En los países en vías desarrollo son los “sinbanco” quienes podrán acceder en masa a servicios bancarios para que puedan disfrutar de las ventajas de la “economía formal”.
El papel de los gobiernos
¿Qué pueden hacer los gobiernos para acoger la banca móvil? Como indica un reciente artículo aparecido en The Economist, sobre todo regular el sector correctamente. Esto consiste en proteger a los usuarios suficientemente para que tengan la confianza en el sistema, pero abriendo al mismo tiempo el sector para que puedan emerger nuevos servicios.
En algunos países en vías de desarrollo se están poniendo muchos obstáculos. Así, sólo los bancos tienen permiso para recoger depósitos. Incluso si un operador se asocia con un banco, sus agentes tienen que cumplir las normas bancarias vigentes. Las instituciones financieras, por su parte, se ven obligadas que entregar informes detallados cada semana a su banco central, lo cual es complicado para los bancos que tienen agentes en zonas rurales. En otros países abrir una cuenta bancaria es una auténtica pesadilla burocrática.
Hay países, sin embargo, en los que los gobiernos han sabido ver las potencialidades de la banca móvil. Filipinas es un claro ejemplo, y el modo en que sus gobernantes están regulando las transacciones de dinero a través del móvil puede servir de modelo para otras naciones.
En lugar de tener bien atada una regulación por anticipado, el gobierno filipino está trabajando mano a mano con los operadores y con los bancos. De este modo, el regulador comprueba que está pasando y los planes de los operadores gozan de una mayor flexibilidad. Después, llega la regulación.
Las normas que sean demasiado estrictas van a dificultar la expansión de la banca móvil en estos países. Por el contrario, las normas que sean demasiado condescendientes, permitirán la proliferación de fraudes. Si los reguladores encuentran el punto medio, esta nueva forma de manejar el dinero será el siguiente ejemplo de cómo el teléfono móvil puede transformar algo de una manera radical.