Imagen: xresch. Fuente: Pixabay.
¿Se pierde completamente la consciencia durante la anestesia o persiste de alguna manera? Un proyecto de investigación realizado por la Universidad finlandesa de Turku, en colaboración con el Distrito Hospitalario del Sudoeste de Finlandia, la Universidad de Michigan en Ann Arbor (EEUU), y la Universidad de California en Irvine (EEUU), ha estudiado esta cuestión desde la perspectiva de los mecanismos neuronales que hacen posible nuestra consciencia.
Más concretamente, los científicos analizaron los cambios que causan los anestésicos en el cerebro con dos técnicas: el electroencefalograma (EEG), que registra la actividad bioeléctrica cerebral; y la tomografía por emisión de positrones (PET), que permite medir la actividad metabólica de cualquier parte del organismo.
Los anestésicos utilizados para las pruebas fueron dexmedetomidina y propofol. Este último, hemos sabido recientemente, funciona gracias a que altera los mecanismos presinápticos, afectando a la comunicación entre las neuronas en todo el cerebro de una manera sistemática. Ambos anestésicos fueron suministrados de manera controlada (infusiones impulsadas por computadora) hasta que los sujetos perdieron la capacidad de respuesta.
Mediciones cerebrales
Entonces, sus cerebros fueron medidos con las técnicas antes mencionadas: con la PET se analizaron los efectos de los anestésicos en el metabolismo de la glucosa cerebral. Los hallazgos aliviaron una preocupación previa por los posibles efectos nocivos de la dexmedetomidina en el flujo sanguíneo cerebral.
Por otra parte, a los participantes se les hizo escuchar dos grupos de frases durante la anestesia. En el primero, las frases terminaban de manera congruente, mientras que en el segundo incorporaban una palabra inesperada como, por ejemplo, “el cielo nocturno se llenó de tomates brillantes”.
Normalmente, cuando una persona está consciente cualquier palabra inesperada o mensaje algo incoherente provocan en su cerebro una respuesta mensurable con el EEG, lo que significa que este órgano está procesando el significado de la oración y de la palabra en ese contexto “rara”.
Más concretamente, los científicos analizaron los cambios que causan los anestésicos en el cerebro con dos técnicas: el electroencefalograma (EEG), que registra la actividad bioeléctrica cerebral; y la tomografía por emisión de positrones (PET), que permite medir la actividad metabólica de cualquier parte del organismo.
Los anestésicos utilizados para las pruebas fueron dexmedetomidina y propofol. Este último, hemos sabido recientemente, funciona gracias a que altera los mecanismos presinápticos, afectando a la comunicación entre las neuronas en todo el cerebro de una manera sistemática. Ambos anestésicos fueron suministrados de manera controlada (infusiones impulsadas por computadora) hasta que los sujetos perdieron la capacidad de respuesta.
Mediciones cerebrales
Entonces, sus cerebros fueron medidos con las técnicas antes mencionadas: con la PET se analizaron los efectos de los anestésicos en el metabolismo de la glucosa cerebral. Los hallazgos aliviaron una preocupación previa por los posibles efectos nocivos de la dexmedetomidina en el flujo sanguíneo cerebral.
Por otra parte, a los participantes se les hizo escuchar dos grupos de frases durante la anestesia. En el primero, las frases terminaban de manera congruente, mientras que en el segundo incorporaban una palabra inesperada como, por ejemplo, “el cielo nocturno se llenó de tomates brillantes”.
Normalmente, cuando una persona está consciente cualquier palabra inesperada o mensaje algo incoherente provocan en su cerebro una respuesta mensurable con el EEG, lo que significa que este órgano está procesando el significado de la oración y de la palabra en ese contexto “rara”.
¿Estado similar al sueño?
Bajo el efecto del propofol, el EEG señaló que el cerebro no distinguía entre oraciones normales y extrañas. En cambio, cuando el anestésico fue la dexmedetomidina, sí se detectó actividad, es decir, que el cerebro sí estaba tratando de interpretar el significado de las palabras. Al despertar de ambos anestésicos, sin embargo, ninguno de los sujetos recordaba las oraciones que había escuchado.
Además, se analizó la reacción de los cerebros de los participantes a sonidos desagradables presentados durante la anestesia. Se constató que, al repetirles dichos sonidos tras despertar, sus cerebros reaccionaban más rápido a estos que a otros que no habían escuchado mientras permanecían anestesiados, lo que supone que de alguna forma "los reconocían".
Según los autores del estudio, estos hallazgos demuestran que, bajo los efectos de determinados anestésicos, el cerebro puede procesar sonidos y palabras, independientemente de que estos no se recuerden una vez recuperada la consciencia.
Por tanto, afirman, en contra de la creencia común, la anestesia no supone la pérdida total de la consciencia, sino un estado de sueño más similar al del sueño natural de lo que hasta ahora se pensaba.
Tecnología y nuevas posibilidades
¿Qué ocurre realmente en la mente humana en estados de inconsciencia como la anestesia general, el coma o la muerte clínica? Gracias a las nuevas tecnologías y sus mejoras se empieza a comprender este punto.
Previamente, gracias también al EEG, se había logrado encontrar rastros de actividad en redes neuronales de pacientes en coma, lo que supone que estos tenían algún grado de consciencia a pesar de su ausencia de reacción a estímulos.
Hace unos años, un equipo de científicos del ICM francés logró incluso diseñar una medida para determinar el grado de actividad neuronal de este tipo de pacientes con un escáner.
Por otro lado, gracias a la tecnología se ha podido analizar el cerebro en estado de muerte clínica. Esto se hizo hace unos años en el marco del estudio AWARE, primero realizado a gran escala sobre las llamadas “experiencias cercanas a la muerte” (ECM) que pueden darse durante paradas cardiorrespiratorias.
Curiosamente, casi un 40% de los pacientes analizados para este estudio informaron de algo similar a lo que se ha detectado en los pacientes anestesiados del estudio de la Universidad de Turku: haber tenido cierta percepción de consciencia durante las ECM, aunque ya no conservasen ningún recuerdo explícito de los acontecimientos.
Bajo el efecto del propofol, el EEG señaló que el cerebro no distinguía entre oraciones normales y extrañas. En cambio, cuando el anestésico fue la dexmedetomidina, sí se detectó actividad, es decir, que el cerebro sí estaba tratando de interpretar el significado de las palabras. Al despertar de ambos anestésicos, sin embargo, ninguno de los sujetos recordaba las oraciones que había escuchado.
Además, se analizó la reacción de los cerebros de los participantes a sonidos desagradables presentados durante la anestesia. Se constató que, al repetirles dichos sonidos tras despertar, sus cerebros reaccionaban más rápido a estos que a otros que no habían escuchado mientras permanecían anestesiados, lo que supone que de alguna forma "los reconocían".
Según los autores del estudio, estos hallazgos demuestran que, bajo los efectos de determinados anestésicos, el cerebro puede procesar sonidos y palabras, independientemente de que estos no se recuerden una vez recuperada la consciencia.
Por tanto, afirman, en contra de la creencia común, la anestesia no supone la pérdida total de la consciencia, sino un estado de sueño más similar al del sueño natural de lo que hasta ahora se pensaba.
Tecnología y nuevas posibilidades
¿Qué ocurre realmente en la mente humana en estados de inconsciencia como la anestesia general, el coma o la muerte clínica? Gracias a las nuevas tecnologías y sus mejoras se empieza a comprender este punto.
Previamente, gracias también al EEG, se había logrado encontrar rastros de actividad en redes neuronales de pacientes en coma, lo que supone que estos tenían algún grado de consciencia a pesar de su ausencia de reacción a estímulos.
Hace unos años, un equipo de científicos del ICM francés logró incluso diseñar una medida para determinar el grado de actividad neuronal de este tipo de pacientes con un escáner.
Por otro lado, gracias a la tecnología se ha podido analizar el cerebro en estado de muerte clínica. Esto se hizo hace unos años en el marco del estudio AWARE, primero realizado a gran escala sobre las llamadas “experiencias cercanas a la muerte” (ECM) que pueden darse durante paradas cardiorrespiratorias.
Curiosamente, casi un 40% de los pacientes analizados para este estudio informaron de algo similar a lo que se ha detectado en los pacientes anestesiados del estudio de la Universidad de Turku: haber tenido cierta percepción de consciencia durante las ECM, aunque ya no conservasen ningún recuerdo explícito de los acontecimientos.
Referencia bibliográfica:
Annalotta Scheinin, Roosa E. Kallionpää, Duan Li, Minna Kallioinen, Kaike Kaisti, Jaakko Långsjö, Anu Maksimow, Tero Vahlberg, Katja Valli, George A. Mashour, Antti Revonsuo, Harry Scheinin. Differentiating Drug-related and State-related Effects of Dexmedetomidine and Propofol on the Electroencephalogram. Anesthesiology (2018). DOI: 10.1097/ALN.0000000000002192.
Annalotta Scheinin, Roosa E. Kallionpää, Duan Li, Minna Kallioinen, Kaike Kaisti, Jaakko Långsjö, Anu Maksimow, Tero Vahlberg, Katja Valli, George A. Mashour, Antti Revonsuo, Harry Scheinin. Differentiating Drug-related and State-related Effects of Dexmedetomidine and Propofol on the Electroencephalogram. Anesthesiology (2018). DOI: 10.1097/ALN.0000000000002192.