Mark Thomas. Fuente: UCL.
El aumento de la densidad de población, más que el desarrollo de la capacidad cerebral humana, parece haber propiciado la emergencia de la conducta de los humanos modernos, señala un estudio realizado por científicos del University College London (UCL) y cuyos resultados han aparecido publicados en la revista Science.
La razón, según los científicos: una gran densidad de población propició un mayor intercambio de ideas y de habilidades, y evitó que se perdieran las innovaciones.
El mantenimiento de las capacidades novedosas, combinado con una mayor probabilidad de que se produzcan innovaciones útiles (como consecuencia del intercambio de ideas), fue lo que propició la conducta humana que conocemos hoy.
La densidad de población permitió que todas estas condiciones se mantuvieran en diversas partes del mundo y en distintos momentos de la historia, tal y como ha constatado el presente estudio.
Nivel alto de interacción
Según publica la UCL en un comunicado, las habilidades complejas que se transmiten de generación a generación sólo pueden mantenerse cuando existe un nivel alto de interacción entre la gente.
Utilizando simulaciones informáticas referidas al aprendizaje social, los científicos de dicha universidad demostraron que en grupos humanos con grandes o pequeñas capacidades – y coexistiendo durante largos periodos de tiempo- el grado de habilidades mantenidas dependía de la densidad local de población o del nivel de migraciones.
Por otro lado, haciendo uso de estimaciones genéticas del tamaño de la población en el pasado, el equipo de investigadores demostró que la densidad fue similar en el África sub-sahariana, en Europa y en el medio Este cuando la conducta de los humanos modernos apareció por vez primera en cada una de estas regiones.
El estudio apunta, por último, a la evidencia de que la densidad de población podría haber disminuido por razones climáticas en el momento en que el comportamiento humano moderno desapareció temporalmente en el África sub-sahariana.
Comprender la aparición de la cultura humana
Uno de los autores de la investigación, Adam Powell, del AHRC Centre for the Evolution of Cultural Diversity de la UCL, señala que este estudio propone un nuevo modelo de explicación del origen de la conducta humana moderna en diversos tiempos y regiones del mundo. Asimismo, también serviría para explicar por qué desapareció dicha conducta en algunos lugares, antes de reaparecer.
Comprender qué favoreció el surgimiento de la conducta humana moderna es fundamental porque, según Powell, gracias a ella nuestra especie es única en el mundo por su complejidad tecnológica y cultural.
Esta complejidad incluyó la capacidad de recreación simbólica, tanto en el arte abstracto como en el arte realista; la decoración del cuerpo usando joyas o tatuajes; la posibilidad de utilizar instrumentos musicales; de fabricar artefactos de hueso, cuerno o marfil; o de desarrollar la tecnología de caza más sofisticada (arcos o redes, por ejemplo), etc.
El profesor Stephen Cenan, del Instituto de Arqueología de la UCL y co-autor de la investigación- señala que “los humanos modernos han existido desde hace al menos entre 160.000 y 200.000 años, pero no existen evidencias arqueológicas de que haya habido ninguna tecnología -más allá de básicas herramientas de piedra- hasta hace 90.000 años”.
En Europa y Asia occidental, esta tecnología y conducta avanzadas surgieron hace alrededor de unos 45.000 años, cuando los humanos llegaron allí, pero no aparecieron en el este o el sur de Asia o en Australia hasta mucho después, a pesar de que allí también había presencia humana.
En el África subsahariana la situación fue aún más compleja. Muchas de las características de la conducta humana moderna (incluyendo el arte abstracto) han sido detectadas en muestras de hace hasta 90.000 años, pero después los rastros de dichas características desaparecieron (hace unos 65.000 años), antes de volver a emerger hace 40.000 años.
Explicaciones incompletas
“Los científicos han ofrecido diversas explicaciones sobre por qué se han producido estas explosiones culturales y sobre dónde y cuándo se dieron: mutaciones que han mejorado el cerebro, avances en el lenguaje o expansiones hacia nuevos entornos que requirieron nuevas tecnologías para sobrevivir. El problema es que ninguna de estas explicaciones puede dar cuenta por completo de la aparición del comportamiento humano moderno en diferentes momentos y lugares, o de su desaparición temporal en el África sub-sahariana”, señala Cenan.
Otro de los autores del estudio, el doctor Mark Thomas, del Departamento de Genética, Evolución y Entorno de la UCL, afirma que cuando se piensa en cómo hemos llegado a ser las sofisticadas criaturas que somos, a menudo imaginamos algún cambio crítico repentino.
Pero, en realidad, no existe evidencia alguna de un gran cambio en nuestra constitución biológica cuando empezamos a comportarnos de manera inteligente, asegura el investigador.
El modelo creado por los científicos apunta a que las innovaciones exitosas de nuestra especie dependieron, en definitiva, menos de la inteligencia de los seres humanos que de las interacciones que éstos mantuvieron entre sí. Y este hecho resultó tan relevante hace 90.000 años como pueda serlo ahora. Según escriben los investigadores en Science, “hemos demostrado que la demografía es un factor determinante principal en el mantenimiento de la complejidad cultural”.
La razón, según los científicos: una gran densidad de población propició un mayor intercambio de ideas y de habilidades, y evitó que se perdieran las innovaciones.
El mantenimiento de las capacidades novedosas, combinado con una mayor probabilidad de que se produzcan innovaciones útiles (como consecuencia del intercambio de ideas), fue lo que propició la conducta humana que conocemos hoy.
La densidad de población permitió que todas estas condiciones se mantuvieran en diversas partes del mundo y en distintos momentos de la historia, tal y como ha constatado el presente estudio.
Nivel alto de interacción
Según publica la UCL en un comunicado, las habilidades complejas que se transmiten de generación a generación sólo pueden mantenerse cuando existe un nivel alto de interacción entre la gente.
Utilizando simulaciones informáticas referidas al aprendizaje social, los científicos de dicha universidad demostraron que en grupos humanos con grandes o pequeñas capacidades – y coexistiendo durante largos periodos de tiempo- el grado de habilidades mantenidas dependía de la densidad local de población o del nivel de migraciones.
Por otro lado, haciendo uso de estimaciones genéticas del tamaño de la población en el pasado, el equipo de investigadores demostró que la densidad fue similar en el África sub-sahariana, en Europa y en el medio Este cuando la conducta de los humanos modernos apareció por vez primera en cada una de estas regiones.
El estudio apunta, por último, a la evidencia de que la densidad de población podría haber disminuido por razones climáticas en el momento en que el comportamiento humano moderno desapareció temporalmente en el África sub-sahariana.
Comprender la aparición de la cultura humana
Uno de los autores de la investigación, Adam Powell, del AHRC Centre for the Evolution of Cultural Diversity de la UCL, señala que este estudio propone un nuevo modelo de explicación del origen de la conducta humana moderna en diversos tiempos y regiones del mundo. Asimismo, también serviría para explicar por qué desapareció dicha conducta en algunos lugares, antes de reaparecer.
Comprender qué favoreció el surgimiento de la conducta humana moderna es fundamental porque, según Powell, gracias a ella nuestra especie es única en el mundo por su complejidad tecnológica y cultural.
Esta complejidad incluyó la capacidad de recreación simbólica, tanto en el arte abstracto como en el arte realista; la decoración del cuerpo usando joyas o tatuajes; la posibilidad de utilizar instrumentos musicales; de fabricar artefactos de hueso, cuerno o marfil; o de desarrollar la tecnología de caza más sofisticada (arcos o redes, por ejemplo), etc.
El profesor Stephen Cenan, del Instituto de Arqueología de la UCL y co-autor de la investigación- señala que “los humanos modernos han existido desde hace al menos entre 160.000 y 200.000 años, pero no existen evidencias arqueológicas de que haya habido ninguna tecnología -más allá de básicas herramientas de piedra- hasta hace 90.000 años”.
En Europa y Asia occidental, esta tecnología y conducta avanzadas surgieron hace alrededor de unos 45.000 años, cuando los humanos llegaron allí, pero no aparecieron en el este o el sur de Asia o en Australia hasta mucho después, a pesar de que allí también había presencia humana.
En el África subsahariana la situación fue aún más compleja. Muchas de las características de la conducta humana moderna (incluyendo el arte abstracto) han sido detectadas en muestras de hace hasta 90.000 años, pero después los rastros de dichas características desaparecieron (hace unos 65.000 años), antes de volver a emerger hace 40.000 años.
Explicaciones incompletas
“Los científicos han ofrecido diversas explicaciones sobre por qué se han producido estas explosiones culturales y sobre dónde y cuándo se dieron: mutaciones que han mejorado el cerebro, avances en el lenguaje o expansiones hacia nuevos entornos que requirieron nuevas tecnologías para sobrevivir. El problema es que ninguna de estas explicaciones puede dar cuenta por completo de la aparición del comportamiento humano moderno en diferentes momentos y lugares, o de su desaparición temporal en el África sub-sahariana”, señala Cenan.
Otro de los autores del estudio, el doctor Mark Thomas, del Departamento de Genética, Evolución y Entorno de la UCL, afirma que cuando se piensa en cómo hemos llegado a ser las sofisticadas criaturas que somos, a menudo imaginamos algún cambio crítico repentino.
Pero, en realidad, no existe evidencia alguna de un gran cambio en nuestra constitución biológica cuando empezamos a comportarnos de manera inteligente, asegura el investigador.
El modelo creado por los científicos apunta a que las innovaciones exitosas de nuestra especie dependieron, en definitiva, menos de la inteligencia de los seres humanos que de las interacciones que éstos mantuvieron entre sí. Y este hecho resultó tan relevante hace 90.000 años como pueda serlo ahora. Según escriben los investigadores en Science, “hemos demostrado que la demografía es un factor determinante principal en el mantenimiento de la complejidad cultural”.