Joe Chilton, de la Facultad de Medicina Veterinaria, recorre el campus en un vehículo eléctrico.
La más reciente iniciativa de la Universidad de Tufts, una de las más prestigiosas de EEUU (con centros en Boston, Medford y Grafton, así como en Talloires –Francia–), y conocida además por su compromiso con el medio ambiente y la sostenibilidad, consiste en un original plan de financiación para el desarrollo de proyectos de energía renovable a lo largo del Estado de Massachusetts, que contempla en su cobertura a las comunidades de más bajos ingresos, informa Newswise.
Según un acuerdo firmado por la universidad con el Massachusetts Technology Collaborative (agencia estatal dedicada al desarrollo de la energía y la economía innovadora) esta organización otorgará una subvención de dos dólares por cada uno que, como donación para la realización de este proyecto, aporte cada miembro individual de la comunidad Tufts.
Los fondos de la MTC se dividirán en tres partes: una para ser utilizada por la universidad en la instalación de fuentes de energía alternativa en sus intalaciones, otra para desarrollar programas de energía renovable en la ciudad de Medford, y el resto irá a parar a una cuenta de la MTC que se usará para extender el uso de estas fuentes a comunidades de bajos ingresos en el estado de Massachusetts.
Una de las características de la universidad Tufts es llevar a cabo siempre una cuidadosa selección y una rigurosa evaluación de la viabilidad y la eficiencia de los proyectos medioambientales en los que se embarca, de modo que a éste último cabe augurarle el mismo éxito que a los anteriores; si bien es cierto que éstos se ciñeron hasta ahora al propio ámbito del campus de la universidad.
Tecnología y comportamiento
Si algo preocupa a la Tufts es que las iniciativas y acciones emprendidas en función de su compromiso con el medio ambiente (especialmente en la lucha para mitigar los efectos sobre el cambio climático) alcancen la máxima eficiencia. Una eficiencia que es evaluada por ejemplo en el descenso y minimización de emisiones de gas con efecto invernadero que ha conseguido el campus, y que le valió en 2005 el prestigioso Premio a la Proteción Climática, otorgado por la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos.
La investigación, desarrollo e implementación en sus instalaciones de sistemas de energía alternativa conforman uno de los tres pilares fundamentales sobre los que, con el objetivo de reducir las emisiones, se asientan la vida y la actividad en la universidad de Tufts. Se tiende al uso de energías renovables y se adquieren electrodomésticos de alta eficiencia energética. El segundo de esos pilares es la reducción del gasto y el uso responsable de esas energías.
Pero el tercero y quizá más importante de todos ellos es la educación medioambiental, y en la universidad de Tufts se considera que el éxito de la misma consiste en impartirla por medio de la práctica. En relación con esto, una de las señas de identidad de la institución es que en sus proyectos e iniciativas (incluida la descrita al comienzo de este artículo) se involucra y compromete siempre tanto al personal docente como a los propios estudiantes, lo que la convierte a la institución en una auténtica “comunidad verde”.
Educación verde
Los alumnos siguen una rigurosa y detallada normativa acerca entre otras cosas del uso de los recursos como el agua y la electricidad, que estipula desde el tipo de lámparas a utilizar hasta la forma correcta de lavar una fruta, e incluye aspectos como la dieta a seguir e incluso la forma más ecológica de vestir. Ni que decir tiene el especial éfasis puesto en el uso de materiales y productos reciclables. Y es que en universidad Tufts son verdes desde el tipo de pantallas usadas con los ordenadores hasta el tractor eléctrico que corta el césped en el campo de béisbol.
En este sentido es paradigmático el complejo residencial para estudiantes Sophia Gordon Hall, en el que se dan cita todos estos aspectos. El complejo se ciñe a los parámetros LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), que es actualmente la más respetada y popular guía para las construcciones “verdes” en los EEUU. Sus certificados son impartidos por la Green Building Certification Institution (GBCI), una asociación de profesionales líderes del sector, obligado punto de referencia para el diseño y la construcción de este tipo de edificios, que aumentan y mejoran el nivel de confort de sus ocupantes minimizando al mismo tiempo el impacto ambiental.
Son pues la combinación del uso de energías renovables, la eficiencia energética y la educación de comportamientos con respecto al medio ambiente los que han hecho de la universidad un líder y una referencia en la lucha contra el cambio climático. Una actitud que representa, en palabras de la Agencia de Proyección Medioambiental al otorgarle el precio anteriormente mencionado, “la más alta forma de compromiso para una misión educativa”.
Según un acuerdo firmado por la universidad con el Massachusetts Technology Collaborative (agencia estatal dedicada al desarrollo de la energía y la economía innovadora) esta organización otorgará una subvención de dos dólares por cada uno que, como donación para la realización de este proyecto, aporte cada miembro individual de la comunidad Tufts.
Los fondos de la MTC se dividirán en tres partes: una para ser utilizada por la universidad en la instalación de fuentes de energía alternativa en sus intalaciones, otra para desarrollar programas de energía renovable en la ciudad de Medford, y el resto irá a parar a una cuenta de la MTC que se usará para extender el uso de estas fuentes a comunidades de bajos ingresos en el estado de Massachusetts.
Una de las características de la universidad Tufts es llevar a cabo siempre una cuidadosa selección y una rigurosa evaluación de la viabilidad y la eficiencia de los proyectos medioambientales en los que se embarca, de modo que a éste último cabe augurarle el mismo éxito que a los anteriores; si bien es cierto que éstos se ciñeron hasta ahora al propio ámbito del campus de la universidad.
Tecnología y comportamiento
Si algo preocupa a la Tufts es que las iniciativas y acciones emprendidas en función de su compromiso con el medio ambiente (especialmente en la lucha para mitigar los efectos sobre el cambio climático) alcancen la máxima eficiencia. Una eficiencia que es evaluada por ejemplo en el descenso y minimización de emisiones de gas con efecto invernadero que ha conseguido el campus, y que le valió en 2005 el prestigioso Premio a la Proteción Climática, otorgado por la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos.
La investigación, desarrollo e implementación en sus instalaciones de sistemas de energía alternativa conforman uno de los tres pilares fundamentales sobre los que, con el objetivo de reducir las emisiones, se asientan la vida y la actividad en la universidad de Tufts. Se tiende al uso de energías renovables y se adquieren electrodomésticos de alta eficiencia energética. El segundo de esos pilares es la reducción del gasto y el uso responsable de esas energías.
Pero el tercero y quizá más importante de todos ellos es la educación medioambiental, y en la universidad de Tufts se considera que el éxito de la misma consiste en impartirla por medio de la práctica. En relación con esto, una de las señas de identidad de la institución es que en sus proyectos e iniciativas (incluida la descrita al comienzo de este artículo) se involucra y compromete siempre tanto al personal docente como a los propios estudiantes, lo que la convierte a la institución en una auténtica “comunidad verde”.
Educación verde
Los alumnos siguen una rigurosa y detallada normativa acerca entre otras cosas del uso de los recursos como el agua y la electricidad, que estipula desde el tipo de lámparas a utilizar hasta la forma correcta de lavar una fruta, e incluye aspectos como la dieta a seguir e incluso la forma más ecológica de vestir. Ni que decir tiene el especial éfasis puesto en el uso de materiales y productos reciclables. Y es que en universidad Tufts son verdes desde el tipo de pantallas usadas con los ordenadores hasta el tractor eléctrico que corta el césped en el campo de béisbol.
En este sentido es paradigmático el complejo residencial para estudiantes Sophia Gordon Hall, en el que se dan cita todos estos aspectos. El complejo se ciñe a los parámetros LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), que es actualmente la más respetada y popular guía para las construcciones “verdes” en los EEUU. Sus certificados son impartidos por la Green Building Certification Institution (GBCI), una asociación de profesionales líderes del sector, obligado punto de referencia para el diseño y la construcción de este tipo de edificios, que aumentan y mejoran el nivel de confort de sus ocupantes minimizando al mismo tiempo el impacto ambiental.
Son pues la combinación del uso de energías renovables, la eficiencia energética y la educación de comportamientos con respecto al medio ambiente los que han hecho de la universidad un líder y una referencia en la lucha contra el cambio climático. Una actitud que representa, en palabras de la Agencia de Proyección Medioambiental al otorgarle el precio anteriormente mencionado, “la más alta forma de compromiso para una misión educativa”.