La UNED abre el debate sobre el cambio a un nuevo modelo productivo

Ha organizado dos conferencias temáticas y un Foro Virtual para recoger aportaciones de expertos y de la sociedad en general


El Consejo Social de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) ha abierto un debate destinado a analizar desde todos los puntos de vista el posible cambio de modelo productivo y sus implicaciones para la sociedad española. También ha creado un Foro Virtual de debate para el seguimiento de lo tratado en una primera conferencia organizada por el Consejo Social y celebrada en enero de 2012. Es también una preparación de una segunda conferencia prevista para mayo del presente año. Se intenta con este debate abierto que el interés por esta cuestión no decaiga en la sociedad española y que las aportaciones de los participantes en las conferencias se difundan y lleguen al corazón de nuestra sociedad. Por Adolfo Castilla (*).


Adolfo Castilla
05/03/2013

Imagen: Consejo Social de la UNED.
El “Cambio de Modelo Productivo” es un tema de estudio y debate en nuestras sociedades que tiene ya cierta antigüedad. Está relacionado con la forma de vivir que los hombres hemos creado, sobre todo a partir de la Revolución Industrial del siglo XVIII, basada en la producción, intercambio y consumo de productos, digamos que industriales, elaborados con recursos procedentes de la materia de la que está constituido el planeta Tierra en el que habitamos. Es una forma de vida en la que el crecimiento exponencial de la economía es lo único que permite mantener nuestras sociedades relativamente en paz.
 
Si en un país como España, por ejemplo, crecemos de forma continuada a tasas cercanas al 3 % anual, eso significa que las empresas producen y el desempleo decrece. El crecimiento no es otra cosa que la incorporación al proceso productivo general de una economía de cantidades mayores de factores de producción, es decir, capital, mano de obra y recursos naturales. Como consecuencia de ello el consumo puede ser elevado, las empresas invierten, el gobierno  recibe  ingresos suficientes para hacer frente a los gastos públicos y es posible crear una sociedad del bienestar en la que todos tengamos servicios públicos de calidad. Es lo que hemos llamado “desarrollo”, la última experiencia de lo cual la ha tenido nuestro país a lo largo de los años que van del 2001 al 2007. En esos siete años el crecimiento promedio anual de nuestra economía fue del 3,4 % y el desempleo cayó desde el 10,6 %, de 2001, que ya era una tasa realmente baja para lo que ha sido nuestro desempleo históricamente, al 8,3 % de 2007.
 
Como todos sabemos, la crisis financiera desencadenada a partir de la segunda mitad del 2007 como consecuencia de hacerse público el fraude de las hipotecas subprime en los Estados Unidos, nos sumió en una crisis total espectacular con un perfil de W en la que la recuperación todavía no resulta clara. Los crecimientos de 2008 a 2011 han sido de de 1,2 % para 2008; -3,7 % para 2009, el peor año de la crisis; -0,1 % para 2010 y 0,7% para el 2011, año, este último, en el que ya sabíamos que se iba a producir un fenómeno de “double dip” en la economía mundial, particularmente acusado en España. Los datos todavía provisionales para el 2012 y como mera previsión para el 2013, nos dan respectivamente las tasas de -1,4% y -1,5 %.  El desempleo en línea con ese perfil de crecimiento, y afectado probablemente por otras circunstancias, ha pasado a finales de 2012 a la impresionante tasa del 26,02 % de la población activa.

Que llueva café
 
Hasta el 2007 los más inquietos de nuestro país hablaban continuamente del “consumismo” de nuestra sociedad, del agotamiento de los recursos naturales a lo que llevaba nuestro sistema de vida, de la necesidad de proteger nuestro medio ambiente, de la amenaza del cambio climático y de la urgencia de un cambio del modelo productivo que hiciera a nuestro mundo más sostenible en términos económicos, sociales y medioambientales, además de en términos generacionales. Fue una época de esplendor para los defensores del crecimiento cero o del decrecimiento, para los ecologistas extremos, para los partidarios de la simplicidad voluntaria, de la vida rústica y de las ONGs y las empresas sociales.
 
Eso por lo que respecta a los más inquietos, pero los más serios también creían que algo había que hacer en relación con el modelo productivo imperante, sobre todo a partir de que en 1987 se publicara el llamado Informe Brundtland. Un informe, como todo el mundo sabe, realizado para las Naciones Unidas, por una comisión presidida por la doctora  Gro Harlem Brundtland, Primera Ministra de Noruega. Fue el informe en el que por primera vez aparecía el concepto y la denominación de “desarrollo sostenible”, definido entonces como “aquel crecimiento que permitiera satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.
 
Hoy, muchas de esas inquietudes han desparecido en parte y todos clamamos por más consumo, más inversión, más empleo y menos pobreza y desigualdad. Algunos economistas muy conocidos han hablado, en broma, por supuesto, de lo bien que nos vendría un nuevo boom inmobiliario e incluso una guerra con extraterrestres que nos invadieran (Paul Krugman). Todos estamos dispuestos a hacer lo que sea para que llueva café en el campo, incluso a sacar en procesión a la patrona del pueblo.  

Se ha insistido mucho en las subprime y en la crisis financiera desencadenada por ella, pero lo cierto es que el mal venía de antes. Déjenme  decirlo como añadido a mis argumentaciones básicas en este artículo. Cualquiera que haya vivido en los Estados Unidos sabe que el americano siempre gasta más de lo que gana, que ahorra poco, que utiliza al máximo el apalancamiento financiero y que hipoteca fuertemente su futuro y vive de él. Para ello la sociedad americana ha inventado las tarjetas de crédito, las hipotecas a larguísimo plazo, los créditos al consumo y la economía financiera en general, con sus fondos de inversión, sus “hedge funds” y sus derivados, en la que el dinero pretende producir dinero continua y exponencialmente. Y lo peor es que ese modelo se ha extendido como la pólvora al resto del mundo.
 
Pero independientemente de las circunstancias económicas y de los altibajos del crecimiento y del empleo, independientemente de esa aparentemente perniciosa economía financiera que nos ha llevado a la crisis actual, e independientemente de la necesidad que tengamos de crecer y de crear empleo,  lo cierto es que nuestro mundo necesita aprender a ser sostenible en todos los sentidos y que reflexionar sobre cómo conseguirlo es una obligación de todos.

Loco o economista
 
De forma un poco irónica lo dejó dicho un economista y científico social notable, nacido inglés y nacionalizado americano, al que muchos seguimos en vida y admiramos: Kenneth Boulding (1910 – 1993). En uno de sus innumerables escritos dejó dicho, o al menos así se le atribuye, lo siguiente: “Cualquiera que crea que el crecimiento exponencial puede mantenerse para siempre en un mundo físico finito es un loco o un economista”
 
Hay por supuesto autores, que no creen en absoluto en esos límites y que tienen una confianza total en que la tecnología nos librará de esa maldición de los recursos escasos. Ray Kurzweil es uno de los más conspicuos de ese grupo. Cree que las tecnologías de nuestro tiempo, especialmente las de la información y las relacionadas con la convergencia NBIC (Nano-Bio-Info-Cogno), pueden llevarnos a una época sin precedentes en términos de productividad, abundancia, desarrollo y bienestar.
 
¡Dios lo oiga!, pero sin descartar tal posibilidad, parece conveniente aquí y ahora que los hombres reflexionemos, investiguemos y discutamos sobre la organización de nuestras sociedades, sobre nuestros sistemas económicos, nuestra tecnología y nuestro modelo  productivo.

Debate abierto

Así lo ha considerado pertinente en relación con España un órgano formado por hombres serios, notables y muy responsables, como es el Consejo Social de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia). En enero del pasado año dicho órgano impulsó y organizó una conferencia con el mismo título de esta nota y proyectó celebrar otra sobre el mismo tema en mayo del presente año. Consideraron los miembros de dicho Consejo Social que había que hacer una labor enérgica en nuestra sociedad para aportar luz sobre unos asuntos tan importantes y acuciantes.
 
Consideraron más precisamente que en la sociedad española hacía falta mucha reflexión, mucha creatividad y mucha innovación para salir de la crisis y que además no había que salir en falso de ella. Debíamos aprovechar para hacerlo con un modelo productivo nuevo en el que la sostenibilidad económica, social y medioambiental fuera el objetivo a conseguir.
 
Un modelo en el que se aportara mucho valor añadido a los procesos productivos vía tecnología avanzada, innovación, diseño y otros componentes que hicieran muy competitivo a nuestro país. Un modelo que se sitúe con fuerza en la economía de los intangibles en la que nos adentramos y en la sociedad de la información y del conocimiento de la que Internet y las TICs son componnos clave. No hay otro camino en la época que se nos viene encima de fuerte empuje de las economías emergentes y des sus ya poderosas multinacionales. Una época en la que el centro de gravedad económico del mundo se desplaza y en la que nuestro país no tendrá más remedio que ceder posiciones en el conjunto mundial tanto en cuanto al peso de su economía como a renta per cápita y a otras dimensiones. Una época, por fin, en la que ya no tendremos el atractivo de otras para el capital y las inversiones internacionales. Un tiempo, en resumen, difícil sin duda, del que nadie salvo nosotros mismos puede sacarnos.
 
Y todo más complicado aún porque no sabemos lo que es bueno y lo que es malo de nuestro modelo productivo actual,  no sabemos cómo actuar sobre un modelo que hasta ahora ha sido un modelo productivo espontáneo, y no entendemos muy bien como desenmarañar lo económico, de lo social y de lo político.
 
Todo ello, en opinión de los impulsores de este proyecto, resulta ser un terreno abonado para que una institución como la Universidad, sede supuestamente del saber, de la creatividad, la inventiva y la innovación  y en la que son, o deben ser, lugares comunes la investigación y la búsqueda de soluciones, tenga un papel destacado que jugar.
 
Se intenta, dicho de una forma resumida, obtener conclusiones sobre qué nuevo modelo productivo se pude diseñar que esté basado en la innovación y el emprendimiento de todos y que resulte ser sostenible en términos económicos, sociales y medioambientales, qué medidas cabría adoptar para hacerlo realidad y qué papel le corresponde jugar en todo ello a la Universidad.

Foro virtual

El Consejo Social de la UNED ha puesto en marcha también un Foro Virtual  de Debate destinado a analizar desde todos los puntos de vista el posible cambio de modelo productivo y sus implicaciones para la sociedad española. Se han creado tres áreas distintas de debate, una reservada a los miembros del Consejo; otra, formada por una lista de expertos nacionales y extranjeros elaborada con criterios muy precisos; y una tercera abierta al conjunto de la sociedad en el que todo el que lo desee puede entrar y participar. El Foro es una actividad de seguimiento de lo tratado en la primera conferencia organizada por el Consejo Social y celebrada en enero de 2012. Es también una preparación de la segunda conferencia prevista para mayo del presente año. Se intenta con él que el interés por esta cuestión no decaiga en la sociedad española y que las aportaciones de los participantes en las conferencias se difundan y lleguen al corazón de nuestra sociedad. 


(*) El catedrático Adolfo Castilla es el Moderador del Grupo de Expertos del Foro Virtual de Debate.



Adolfo Castilla
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