Enorme burbuja lanzada al espacio por una estrella caliente y masiva, captada por el telescopio espacial Hubble. Créditos: NASA, ESA y el equipo de herencia de Hubble (STScI / AURA), F. Summers, G. Bacon, Z. Levay y L. Frattare (Viz 3D Team, STScI)
La Agencia Espacial Norteamericana ha anunciado que se propone averiguar, de una manera científicamente rigurosa, si no estamos solos en el universo, si realmente existen otras civilizaciones tecnológicas fuera de nuestro planeta.
Se plantea esta posibilidad porque considera que han cambiado las cosas desde que puso en marcha el proyecto SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence) en los años 70 del siglo pasado y que finalizó en 1993 por falta de fondos. Aunque otros proyectos SETI han proseguido desde entonces, la búsqueda de una inteligencia extraterrestre no ha obtenido hasta el momento ningún resultado positivo.
La NASA considera que hay que ampliar el enfoque. Hasta ahora la búsqueda de vida fuera de la Tierra se ha centrado en indicios de alguna forma biológica simple en un entorno similar al de la Tierra en alguna parte del universo lejano. Los indicios de que ha podido existir vida microbiana en algún otro momento y lugar de la historia del universo han aumentado considerablemente en las últimas décadas.
Pero también se han descubierto numerosas supertierras, más allá de nuestro sistema solar, en las que hipotéticamente puede haberse desarrollado una forma de vida compleja e incluso una civilización tecnológica.
Este descubrimiento, y el análisis de las biofirmas recogidas en estos años de búsqueda de vida microbiana, han llevado a la NASA a plantearse la búsqueda de otras formas de vida diferentes a la nuestra, pero suficientemente avanzadas como para crear tecnología.
Buscando tecnofirmas
De la misma forma que las biofirmas han revelado en el pasado indicios de alguna forma de vida microbiana en otros planetas y estrellas, la NASA se propone buscar lo que llama tecnofirmas, huellas tecnológicas que podrían indicarnos la presencia de vida tecnológica en otras partes del universo.
El Congreso de Estados Unidos, que en 1993 retiró los fondos al proyecto SETI de la NASA, considera que sería bueno que la agencia espacial norteamericana apoye la búsqueda científica de firmas tecnológicas en el universo, como parte de sus programas de búsqueda de vida fuera de la Tierra.
Esta semana se ha estado desarrollando en Houston un taller de tecnofirmas organizado por la NASA para evaluar el estado del arte en este campo tecnológico, las líneas de investigación que podrían explorarse y las posibles vías de financiación, ya que se pretende que los fondos sean aportados por organizaciones privadas y filantrópicas.
Las tecnofirmas tienen un significado mucho más amplio que el de los programas de búsqueda de inteligencia extraterrestre, centrados casi exclusivamente en el rastreo continuo del universo buscando señales de radio procedentes de otra civilización.
Ahora habría que buscar también emisiones láser o signos de infraestructuras masivas, e incluso atmósferas contaminadas, para deducir de estos datos la existencia de una civilización tecnológica.
“Gracias al descubrimiento de miles de planetas más allá de nuestro sistema solar, incluidos algunos con similitudes clave con la Tierra, ahora es posible no sólo imaginar el encuentro de vida en otros mundos, sino demostrar científicamente algún día que la vida existe más allá de nuestro planeta sistema solar”, señala la NASA en un comunicado en el que explica esta nueva orientación estratégica de sus programas.
Se plantea esta posibilidad porque considera que han cambiado las cosas desde que puso en marcha el proyecto SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence) en los años 70 del siglo pasado y que finalizó en 1993 por falta de fondos. Aunque otros proyectos SETI han proseguido desde entonces, la búsqueda de una inteligencia extraterrestre no ha obtenido hasta el momento ningún resultado positivo.
La NASA considera que hay que ampliar el enfoque. Hasta ahora la búsqueda de vida fuera de la Tierra se ha centrado en indicios de alguna forma biológica simple en un entorno similar al de la Tierra en alguna parte del universo lejano. Los indicios de que ha podido existir vida microbiana en algún otro momento y lugar de la historia del universo han aumentado considerablemente en las últimas décadas.
Pero también se han descubierto numerosas supertierras, más allá de nuestro sistema solar, en las que hipotéticamente puede haberse desarrollado una forma de vida compleja e incluso una civilización tecnológica.
Este descubrimiento, y el análisis de las biofirmas recogidas en estos años de búsqueda de vida microbiana, han llevado a la NASA a plantearse la búsqueda de otras formas de vida diferentes a la nuestra, pero suficientemente avanzadas como para crear tecnología.
Buscando tecnofirmas
De la misma forma que las biofirmas han revelado en el pasado indicios de alguna forma de vida microbiana en otros planetas y estrellas, la NASA se propone buscar lo que llama tecnofirmas, huellas tecnológicas que podrían indicarnos la presencia de vida tecnológica en otras partes del universo.
El Congreso de Estados Unidos, que en 1993 retiró los fondos al proyecto SETI de la NASA, considera que sería bueno que la agencia espacial norteamericana apoye la búsqueda científica de firmas tecnológicas en el universo, como parte de sus programas de búsqueda de vida fuera de la Tierra.
Esta semana se ha estado desarrollando en Houston un taller de tecnofirmas organizado por la NASA para evaluar el estado del arte en este campo tecnológico, las líneas de investigación que podrían explorarse y las posibles vías de financiación, ya que se pretende que los fondos sean aportados por organizaciones privadas y filantrópicas.
Las tecnofirmas tienen un significado mucho más amplio que el de los programas de búsqueda de inteligencia extraterrestre, centrados casi exclusivamente en el rastreo continuo del universo buscando señales de radio procedentes de otra civilización.
Ahora habría que buscar también emisiones láser o signos de infraestructuras masivas, e incluso atmósferas contaminadas, para deducir de estos datos la existencia de una civilización tecnológica.
“Gracias al descubrimiento de miles de planetas más allá de nuestro sistema solar, incluidos algunos con similitudes clave con la Tierra, ahora es posible no sólo imaginar el encuentro de vida en otros mundos, sino demostrar científicamente algún día que la vida existe más allá de nuestro planeta sistema solar”, señala la NASA en un comunicado en el que explica esta nueva orientación estratégica de sus programas.
Nuevas perspectivas
El debate sobre la probabilidad de encontrar señales de vida avanzada ha variado a lo largo de la historia. En 1961, el astrónomo Frank Drake creó una fórmula que estima el número de civilizaciones inteligentes potenciales en la galaxia, llamada ecuación de Drake: habría 10.000 detectables.
La mayoría de las variables de la ecuación continúan siendo estimaciones aproximadas, sujetas a incertidumbres. Otra especulación famosa es la paradoja de Fermi, postulada por el físico italiano Enrico Fermi, según la cual, si realmente existiera otra forma de vida inteligente, ya la habríamos encontrado.
Algunos acontecimientos astronómicos recientes han avivado el debate: por ejemplo, el descubrimiento en 2015 del planeta más parecido y cercano a la Tierra, denominado Kepler-452b, o las extrañas fluctuaciones de luz procedentes de la estrella de Tabby (KIC 8462852), que desencadenaron una serie de especulaciones sobre una posible megaestructura extraterrestre en su superficie (luego resultaron infundadas).
La NASA señala que experiencias como la de Tabby han demostrado la utilidad de buscar anomalías en los datos recopilados del espacio, ya que los signos de la vida tecnológicamente avanzada pueden aparecer como aberraciones de la norma.
Los científicos advierten no obstante que necesitaremos más que una señal inexplicada para probar definitivamente la existencia de la vida tecnológica fuera de la Tierra, ya que puede haber mucha interferencia de radiofrecuencia de fuentes basadas en la Tierra.
El nuevo enfoque de la NASA no supone abandonar sus actuales programas de búsqueda de cualquier forma de vida fuera de nuestro planeta, ya sea analizando el agua de Marte o los mundos oceánicos de Europa (satélite de Júpiter) o Encelado (sexo satélite de Saturno), o buscando biofirmas en las atmósferas de planetas situados más allá del sistema solar, concluye la agencia espacial norteamericana.
El debate sobre la probabilidad de encontrar señales de vida avanzada ha variado a lo largo de la historia. En 1961, el astrónomo Frank Drake creó una fórmula que estima el número de civilizaciones inteligentes potenciales en la galaxia, llamada ecuación de Drake: habría 10.000 detectables.
La mayoría de las variables de la ecuación continúan siendo estimaciones aproximadas, sujetas a incertidumbres. Otra especulación famosa es la paradoja de Fermi, postulada por el físico italiano Enrico Fermi, según la cual, si realmente existiera otra forma de vida inteligente, ya la habríamos encontrado.
Algunos acontecimientos astronómicos recientes han avivado el debate: por ejemplo, el descubrimiento en 2015 del planeta más parecido y cercano a la Tierra, denominado Kepler-452b, o las extrañas fluctuaciones de luz procedentes de la estrella de Tabby (KIC 8462852), que desencadenaron una serie de especulaciones sobre una posible megaestructura extraterrestre en su superficie (luego resultaron infundadas).
La NASA señala que experiencias como la de Tabby han demostrado la utilidad de buscar anomalías en los datos recopilados del espacio, ya que los signos de la vida tecnológicamente avanzada pueden aparecer como aberraciones de la norma.
Los científicos advierten no obstante que necesitaremos más que una señal inexplicada para probar definitivamente la existencia de la vida tecnológica fuera de la Tierra, ya que puede haber mucha interferencia de radiofrecuencia de fuentes basadas en la Tierra.
El nuevo enfoque de la NASA no supone abandonar sus actuales programas de búsqueda de cualquier forma de vida fuera de nuestro planeta, ya sea analizando el agua de Marte o los mundos oceánicos de Europa (satélite de Júpiter) o Encelado (sexo satélite de Saturno), o buscando biofirmas en las atmósferas de planetas situados más allá del sistema solar, concluye la agencia espacial norteamericana.