Biblioteca de una Facultad de Derecho
El desarrollo del lenguaje oral supuso a nuestros antepasados la posibilidad de intercambiar mensajes con un elevado contenido de información. El lenguaje cambió al hombre en el modo de concebir su entorno físico, pues le permitió conocerlo por referencias sin necesidad de una experiencia personal y directa; el sexo, pues, le permitió entrar sobre la realidad interna del otro (lo personalizó); la familia, pues, pasó a ser algo más que una camada con sus reproductores; la sociedad, etc. La humanidad fue desarrollando las posibilidades del lenguaje oral durante decenas de miles de años.
El paso de las sociedades de cazadores-recolectores a las sociedades ganaderas densificó los contactos sociales conformando unas tribus itinerantes integradas por un mayor número de personas que compartían la información vital que permitiría su supervivencia como ganaderos. El funcionamiento de una sociedad basada en la ganadería exige la circulación de mucha más información que la basada en la caza y la recolección. El descubrimiento de la agricultura hizo posible el sedentarismo humano y la concentración de mucha población en poco espacio, es decir, dio lugar al nacimiento de la ciudad.
La agricultura y la ciudad exigen –y posibilitan– la circulación de mucha más información que la ganadería trashumante. En las ciudades nacen los primeros signos gráficos de representación, inicialmente limitados –al parecer– al registro de existencias y préstamos. Estos signos fueron evolucionando de forma que su representación pudiese contener mucha más información significativa.
Letras consonantes
Fue un genial fenicio (la simplicidad del invento aboga por un único inventor) quien tuvo la feliz idea representar el lenguaje oral a través de 22 signos que representaban lo que hoy en día denominamos letras consonantes. A partir de este momento, el lenguaje oral pudo fijarse de una forma estable de una forma bastante aproximada. Esta fijación permitió también que el lenguaje pudiese ser utilizado y elaborado bien como sonido significativo, bien como imagen significativa. La escritura permitió pasar el lenguaje (no las ideas abstractas) del cerebro oral al cerebro visual, es decir, no solo oírlo, sino verlo (leerlo).
La escritura cambió el papel de la memoria en la vida del hombre y en la sociedad. Ya no era imprescindible la tradición oral para la supervivencia ni para la vida social. La escritura permitió fijar el conocimiento, la tradición, y posibilitó los intercambios de información con una complejidad y con una precisión antes desconocidos.
De todas maneras, el alfabeto consonante generaba una escritura cuya equivalencia con el lenguaje oral no era suficientemente grande para poder pensar por escrito. Fueron los griegos quienes mejoraron el alfabeto fenicio introduciéndole las letras vocales. Estas pocas letras adicionales posibilitaron la reproducción casi completa de los sonidos significativos del lenguaje oral. Con las vocales y las consonantes, los griegos pudieron crear una escritura silábica que era capaz, por primera vez, de reproducir el pensamiento (la reflexión) y fijarlo de forma visual. Hasta ese momento se podía fijar bastante bien la información pero no el pensamiento y la reflexión.
La fijación visual del pensamiento permitió su tratamiento y reelaboración de forma antes insospechada dando nacimiento al concepto individualizado, separado de la persona que lo concibe, con vida propia. Con el alfabeto silábico nacen el concepto, la individualización y externalización del conocimiento que da lugar a la filosofía, el derecho escrito, la historia escrita, la teología, los libros sagrados, la literatura escrita (tragedia, comedia, drama), la poesía escrita, etc.
Distinción de conocimientos
En estos campos, el lenguaje oral no permitía pasar de un nivel rudimentario pues cada persona debía partir de cero memorizando el conocimiento pasado. Ahora ya no era necesario partir de cero en cada generación sino que se podía partir del conocimiento de otras personas fijado por escrito e ir más allá. La escritura silábica permitió externalizar la acumulación de información. Ya no era necesario tener toda la información en la memoria para trabajar el conocimiento, pues se podía acudir a la información escrita.
Esto supuso establecer la distinción entre unos conocimientos que era preciso memorizar y conocer en todo momento y otros que podían guardarse por escrito para cuando se necesitasen. Hasta ese momento las cosas no funcionaban de esa manera: lo que no recordabas, no lo sabías. Ahora hacía falta saber algunas cosas, y saber donde encontrar, otras. Así nace la escuela, la formación, donde se enseña lo que se debe saber en todo momento y lo que se debe haber sabido. De esta manera nace nuestra cultura occidental. La memoria ya no es un límite absoluto del conocimiento. Ya no es verdad que solo sé aquello que recuerdo.
La amplia alfabetización de la sociedad griega (el que la condena al ostracismo se hiciese por escrito, así lo prueba) hizo posible su expansión por todo el Mediterráneo. El griego, con su escritura silábica, posibilitó la acumulación y transmisión de información con la precisión necesaria para el comercio a grandes distancias temporales y geográficaas (la imprecisión y complejidad de la escritura ideográfica china ha limitado la expansión de la China durante milenios).
La posibilidad de intercambiar información muy precisa posibilitó el funcionamiento de los ejércitos de Filipo de Macedonia y de Alejandro Magno. Sin poder compartir información entre la mayor parte de los participantes en una batalla no es posible establecer una elaborada estrategia de guerra. El ejército moderno nació a partir de la falange macedónica, e incluso todavía hoy, lo más importante de un ejército es la calidad y la cantidad de la información sobre el enemigo, el terreno, etc.
La alfabetización cambió la sociedad, pero también cambió a las personas. El lenguaje escrito es un lenguaje compartido y por lo tanto externo a la persona. El lenguaje escrito es, además, estable y fijo. Cuando hablamos no sólo nos comunicamos mediante sonidos alfabetizables sino que emitimos otros sonidos que completan la información que queremos transmitir, sobre todo de carácter personal; cuando hablamos presencialmente, además de sonidos emitimos información con todo el cuerpo.
Todos sabemos que no es lo mismo comunicarse por carta, que hablar por teléfono o tener una charla mano a mano. Ni las estructuras gramaticales, ni el vocabulario utilizado, son idénticos en cada uno de esos casos. En una trascripción podemos deducir con facilidad cual fue el medio utilizado para la comunicación (como se ve en muchos chistes basados en el equívoco del medio utilizado).
El paso de las sociedades de cazadores-recolectores a las sociedades ganaderas densificó los contactos sociales conformando unas tribus itinerantes integradas por un mayor número de personas que compartían la información vital que permitiría su supervivencia como ganaderos. El funcionamiento de una sociedad basada en la ganadería exige la circulación de mucha más información que la basada en la caza y la recolección. El descubrimiento de la agricultura hizo posible el sedentarismo humano y la concentración de mucha población en poco espacio, es decir, dio lugar al nacimiento de la ciudad.
La agricultura y la ciudad exigen –y posibilitan– la circulación de mucha más información que la ganadería trashumante. En las ciudades nacen los primeros signos gráficos de representación, inicialmente limitados –al parecer– al registro de existencias y préstamos. Estos signos fueron evolucionando de forma que su representación pudiese contener mucha más información significativa.
Letras consonantes
Fue un genial fenicio (la simplicidad del invento aboga por un único inventor) quien tuvo la feliz idea representar el lenguaje oral a través de 22 signos que representaban lo que hoy en día denominamos letras consonantes. A partir de este momento, el lenguaje oral pudo fijarse de una forma estable de una forma bastante aproximada. Esta fijación permitió también que el lenguaje pudiese ser utilizado y elaborado bien como sonido significativo, bien como imagen significativa. La escritura permitió pasar el lenguaje (no las ideas abstractas) del cerebro oral al cerebro visual, es decir, no solo oírlo, sino verlo (leerlo).
La escritura cambió el papel de la memoria en la vida del hombre y en la sociedad. Ya no era imprescindible la tradición oral para la supervivencia ni para la vida social. La escritura permitió fijar el conocimiento, la tradición, y posibilitó los intercambios de información con una complejidad y con una precisión antes desconocidos.
De todas maneras, el alfabeto consonante generaba una escritura cuya equivalencia con el lenguaje oral no era suficientemente grande para poder pensar por escrito. Fueron los griegos quienes mejoraron el alfabeto fenicio introduciéndole las letras vocales. Estas pocas letras adicionales posibilitaron la reproducción casi completa de los sonidos significativos del lenguaje oral. Con las vocales y las consonantes, los griegos pudieron crear una escritura silábica que era capaz, por primera vez, de reproducir el pensamiento (la reflexión) y fijarlo de forma visual. Hasta ese momento se podía fijar bastante bien la información pero no el pensamiento y la reflexión.
La fijación visual del pensamiento permitió su tratamiento y reelaboración de forma antes insospechada dando nacimiento al concepto individualizado, separado de la persona que lo concibe, con vida propia. Con el alfabeto silábico nacen el concepto, la individualización y externalización del conocimiento que da lugar a la filosofía, el derecho escrito, la historia escrita, la teología, los libros sagrados, la literatura escrita (tragedia, comedia, drama), la poesía escrita, etc.
Distinción de conocimientos
En estos campos, el lenguaje oral no permitía pasar de un nivel rudimentario pues cada persona debía partir de cero memorizando el conocimiento pasado. Ahora ya no era necesario partir de cero en cada generación sino que se podía partir del conocimiento de otras personas fijado por escrito e ir más allá. La escritura silábica permitió externalizar la acumulación de información. Ya no era necesario tener toda la información en la memoria para trabajar el conocimiento, pues se podía acudir a la información escrita.
Esto supuso establecer la distinción entre unos conocimientos que era preciso memorizar y conocer en todo momento y otros que podían guardarse por escrito para cuando se necesitasen. Hasta ese momento las cosas no funcionaban de esa manera: lo que no recordabas, no lo sabías. Ahora hacía falta saber algunas cosas, y saber donde encontrar, otras. Así nace la escuela, la formación, donde se enseña lo que se debe saber en todo momento y lo que se debe haber sabido. De esta manera nace nuestra cultura occidental. La memoria ya no es un límite absoluto del conocimiento. Ya no es verdad que solo sé aquello que recuerdo.
La amplia alfabetización de la sociedad griega (el que la condena al ostracismo se hiciese por escrito, así lo prueba) hizo posible su expansión por todo el Mediterráneo. El griego, con su escritura silábica, posibilitó la acumulación y transmisión de información con la precisión necesaria para el comercio a grandes distancias temporales y geográficaas (la imprecisión y complejidad de la escritura ideográfica china ha limitado la expansión de la China durante milenios).
La posibilidad de intercambiar información muy precisa posibilitó el funcionamiento de los ejércitos de Filipo de Macedonia y de Alejandro Magno. Sin poder compartir información entre la mayor parte de los participantes en una batalla no es posible establecer una elaborada estrategia de guerra. El ejército moderno nació a partir de la falange macedónica, e incluso todavía hoy, lo más importante de un ejército es la calidad y la cantidad de la información sobre el enemigo, el terreno, etc.
La alfabetización cambió la sociedad, pero también cambió a las personas. El lenguaje escrito es un lenguaje compartido y por lo tanto externo a la persona. El lenguaje escrito es, además, estable y fijo. Cuando hablamos no sólo nos comunicamos mediante sonidos alfabetizables sino que emitimos otros sonidos que completan la información que queremos transmitir, sobre todo de carácter personal; cuando hablamos presencialmente, además de sonidos emitimos información con todo el cuerpo.
Todos sabemos que no es lo mismo comunicarse por carta, que hablar por teléfono o tener una charla mano a mano. Ni las estructuras gramaticales, ni el vocabulario utilizado, son idénticos en cada uno de esos casos. En una trascripción podemos deducir con facilidad cual fue el medio utilizado para la comunicación (como se ve en muchos chistes basados en el equívoco del medio utilizado).
Otra mirada
Una historia reveladora
Todos hemos comprobado que podemos contar algo que luego no podemos escribir, y que podemos escribir cosas que luego nos son difíciles de contar. La cultura oral no responde a unos contenidos fijos y estables, sino que se adapta a la realidad del momento. La cultura oral no construye la sociedad sino que la expresa (o la construye expresándola).
Recuerdo que me contaron que en una colonia inglesa del África Occidental había un funcionario inglés que se ocupaba de resolver los contenciosos entre las diversas tribus. En caso de conflicto, los jefes de las tribus concernidas le contaban oralmente, pues no tenían escritura, cual era el litigio y las fuentes orales del derecho (genealogías, guerras, alianzas, tratados, etc.). Cansado de tanta información y de su falta de concreción, decidió ir pasando todos los alegatos legales a fichas que pudiesen utilizarse en el futuro creando un auténtico corpus legal de esas tribus. Transcurridos unos años de servicio en África, este funcionario fue ascendido y enviado a la India.
Tras una etapa de varios años en la India fue nombrado gobernador de la colonia africana y volvió a instalarse de nuevo en la misma. Al planteársele un litigio entre unas tribus pidió las antiguas fichas en las cuales había fijado los derechos alegados anteriormente. Para su sorpresa, los jefes de las tribus no reconocían para nada sus antiguos alegatos, pero no sólo en cuanto a los derechos, sino incluso en cuanto a hechos como genealogías, guerras, etc. Las tribus eran sociedades orales en las que la historia, la tradición, etc. no eran algo fijo sino que se iban modificando y adaptando a la realidad social del momento.
Es decir, no sirve para nada escribir la cultura oral pues al fijarse pasa a ser cultura escrita y la cultura escrita precisa y conforma unas personas y una estructura social diferente. El paso de la sociedad oral a la sociedad escrita supuso un cambio radical en todos los aspectos. En nuestras sociedades occidentales este cambio ha sido progresivo conviviendo durante siglos ambas sociedades pero bajo la batuta de la sociedad de cultura escrita. La alfabetización general de nuestras sociedades occidentales ha hecho que los segmentos de la sociedad que viven actualmente en una cultura oral sean muy reducido.
Sabemos que el medio (escritura, teléfono, presencia) constriñen de alguna manera las posibilidades de expresión personal de forma que utilizamos lenguas verdaderamente diferentes para cada medio. No hablamos como escribimos. Por un lado, esta constricción es una limitación pero, por otro, es una potenciación de las posibilidades de expresión personal.
La persona que tiene un buen lenguaje escrito, su lenguaje oral se ve influenciado de tal manera que habla, no como escribe pero sí diferente de las personas que no poseen el dominio de la lengua escrita. Tanto es así, que asociamos el habla de una persona que no manifiesta dicha influencia a la incultura general. Incluso tendemos a pensar que las sociedades orales son incultas, lo cual es falso pues las sociedades orales son altamente sofisticadas, y en muchas cosas, mucho más que nosotros.
El códice y la imprenta
Los romanos, impulsaron el desarrollo de la sociedad de cultura escrita a partir de los griegos. El imperio romano fue un imperio basado en una comunicación amplia y extensa de contenidos muy elaborados. El derecho, la tecnología, las legiones, el comercio y la cultura greco-romana cabalgaban sobre el latín escrito. La concentración de información en esa época forzó a los romanos a buscar nuevos medios para su manejo. El códice supuso un enorme avance pues facilitó la reproducción por los copistas de la información normalizada, por ejemplo el derecho. En la edad media, la imprenta supuso la amplia accesibilidad de amplios segmentos de población a esa información codificada y generalizó el uso del libro.
Desde Grecia hemos ido avanzando en este camino sin cambios substanciales. Tenemos dos lenguas y dos conocimientos: el verbal, que es interpersonal, afectivo, variable, adaptativo, etc.; y el escrito, que es impersonal, reflexivo, estable, fijo. Todos nosotros vivimos en ambas lenguas, en ambos universos con sus potencialidades y sus limitaciones. No es mejor uno que otro, y no es posible un pleno desarrollo humano, tal como hoy lo entendemos, viviendo en un mundo solo oral y, mucho menos, en uno solo escrito.
La mayor limitación de la información escrita es el espacio y coste de compilarla. Esto ha hecho que durante siglos sólo se guardase una parte de la información. Aunque la información escrita ocupa mucho menos que la información oral, por estar de alguna manera ya digitalizada (el alfabeto no deja de ser una digitalización del lenguaje oral), a partir de un determinado volumen, se vuelve poco manejable. Una carta es más manejable y se puede compartir mejor que un libro, un libro que una enciclopedia, y una enciclopedia que una biblioteca.
Noche digital
La digitalización de la información escrita silábicamente (es decir, la digitalización de la digitalización) junto a la revolución de las telecomunicaciones ha dado paso a Internet que constituye para la información escrita lo que ésta significó para la información oral. De alguna manera, Internet libera a la información escrita de muchas de sus limitaciones, pues: posibilita compartirla directamente entre personas a distancia, permite modificarla fácilmente a un coste razonable, no ocupa casi espacio y se puede poner sin dificultad alguna a disposición de quien la necesita, en el lugar y tiempo en qué la necesita.
De alguna forma Internet hace que la información escrita se maneje como la información oral. Esta similitud también se aplica a la dificultad de la conservación de la información a largo plazo: hoy por hoy, la información digital es difícilmente conservable durante varios siglos (noche digital) como lo es la información impresa.
Además, la información escrita ya no está limitada a la información alfabetizable, sino que puede contener otros tipos de información, como la sonora y la visual. Internet permite compartir mucho más que palabras más o menos ilustradas con imágenes y sonidos. Ahora el problema no es la cantidad de información que podemos tener, sino saber cómo saber que una información puede existir y está disponible y cómo manejarse en medio de esa masa de información. Para ello la formación basada en el universo escrito es insuficiente. Se nos está abriendo un futuro en que también habrán “Filipos y Alejandros” que sepan sacar partido a la nueva realidad y cambien de forma indeleble el curso de la historia.
Internet permite la creación de un nuevo lenguaje, de unas nuevas lenguas, muy distintas y muy similares, según se mire, a las actuales lenguas escrita y oral. Este nuevo lenguaje dará lugar a una nueva persona y a nuevas estructuras sociales. Los que no dominen el nuevo lenguaje parecerán tan incultos a las nuevas generaciones, como ahora nos los parecen las personas que viven limitados a un universo oral. Igual que la escritura silábica creó la filosofía y el derecho, Internet dará lugar a nuevos conocimientos y a una nueva sistematización. Igual que la escritura silábica creo la escuela, Internet dará lugar a un nuevo sistema de aprendizaje. Igual que la escritura silábica creó el derecho, este nuevo lenguaje afectará a la propia estructura del derecho.
Todos hemos comprobado que podemos contar algo que luego no podemos escribir, y que podemos escribir cosas que luego nos son difíciles de contar. La cultura oral no responde a unos contenidos fijos y estables, sino que se adapta a la realidad del momento. La cultura oral no construye la sociedad sino que la expresa (o la construye expresándola).
Recuerdo que me contaron que en una colonia inglesa del África Occidental había un funcionario inglés que se ocupaba de resolver los contenciosos entre las diversas tribus. En caso de conflicto, los jefes de las tribus concernidas le contaban oralmente, pues no tenían escritura, cual era el litigio y las fuentes orales del derecho (genealogías, guerras, alianzas, tratados, etc.). Cansado de tanta información y de su falta de concreción, decidió ir pasando todos los alegatos legales a fichas que pudiesen utilizarse en el futuro creando un auténtico corpus legal de esas tribus. Transcurridos unos años de servicio en África, este funcionario fue ascendido y enviado a la India.
Tras una etapa de varios años en la India fue nombrado gobernador de la colonia africana y volvió a instalarse de nuevo en la misma. Al planteársele un litigio entre unas tribus pidió las antiguas fichas en las cuales había fijado los derechos alegados anteriormente. Para su sorpresa, los jefes de las tribus no reconocían para nada sus antiguos alegatos, pero no sólo en cuanto a los derechos, sino incluso en cuanto a hechos como genealogías, guerras, etc. Las tribus eran sociedades orales en las que la historia, la tradición, etc. no eran algo fijo sino que se iban modificando y adaptando a la realidad social del momento.
Es decir, no sirve para nada escribir la cultura oral pues al fijarse pasa a ser cultura escrita y la cultura escrita precisa y conforma unas personas y una estructura social diferente. El paso de la sociedad oral a la sociedad escrita supuso un cambio radical en todos los aspectos. En nuestras sociedades occidentales este cambio ha sido progresivo conviviendo durante siglos ambas sociedades pero bajo la batuta de la sociedad de cultura escrita. La alfabetización general de nuestras sociedades occidentales ha hecho que los segmentos de la sociedad que viven actualmente en una cultura oral sean muy reducido.
Sabemos que el medio (escritura, teléfono, presencia) constriñen de alguna manera las posibilidades de expresión personal de forma que utilizamos lenguas verdaderamente diferentes para cada medio. No hablamos como escribimos. Por un lado, esta constricción es una limitación pero, por otro, es una potenciación de las posibilidades de expresión personal.
La persona que tiene un buen lenguaje escrito, su lenguaje oral se ve influenciado de tal manera que habla, no como escribe pero sí diferente de las personas que no poseen el dominio de la lengua escrita. Tanto es así, que asociamos el habla de una persona que no manifiesta dicha influencia a la incultura general. Incluso tendemos a pensar que las sociedades orales son incultas, lo cual es falso pues las sociedades orales son altamente sofisticadas, y en muchas cosas, mucho más que nosotros.
El códice y la imprenta
Los romanos, impulsaron el desarrollo de la sociedad de cultura escrita a partir de los griegos. El imperio romano fue un imperio basado en una comunicación amplia y extensa de contenidos muy elaborados. El derecho, la tecnología, las legiones, el comercio y la cultura greco-romana cabalgaban sobre el latín escrito. La concentración de información en esa época forzó a los romanos a buscar nuevos medios para su manejo. El códice supuso un enorme avance pues facilitó la reproducción por los copistas de la información normalizada, por ejemplo el derecho. En la edad media, la imprenta supuso la amplia accesibilidad de amplios segmentos de población a esa información codificada y generalizó el uso del libro.
Desde Grecia hemos ido avanzando en este camino sin cambios substanciales. Tenemos dos lenguas y dos conocimientos: el verbal, que es interpersonal, afectivo, variable, adaptativo, etc.; y el escrito, que es impersonal, reflexivo, estable, fijo. Todos nosotros vivimos en ambas lenguas, en ambos universos con sus potencialidades y sus limitaciones. No es mejor uno que otro, y no es posible un pleno desarrollo humano, tal como hoy lo entendemos, viviendo en un mundo solo oral y, mucho menos, en uno solo escrito.
La mayor limitación de la información escrita es el espacio y coste de compilarla. Esto ha hecho que durante siglos sólo se guardase una parte de la información. Aunque la información escrita ocupa mucho menos que la información oral, por estar de alguna manera ya digitalizada (el alfabeto no deja de ser una digitalización del lenguaje oral), a partir de un determinado volumen, se vuelve poco manejable. Una carta es más manejable y se puede compartir mejor que un libro, un libro que una enciclopedia, y una enciclopedia que una biblioteca.
Noche digital
La digitalización de la información escrita silábicamente (es decir, la digitalización de la digitalización) junto a la revolución de las telecomunicaciones ha dado paso a Internet que constituye para la información escrita lo que ésta significó para la información oral. De alguna manera, Internet libera a la información escrita de muchas de sus limitaciones, pues: posibilita compartirla directamente entre personas a distancia, permite modificarla fácilmente a un coste razonable, no ocupa casi espacio y se puede poner sin dificultad alguna a disposición de quien la necesita, en el lugar y tiempo en qué la necesita.
De alguna forma Internet hace que la información escrita se maneje como la información oral. Esta similitud también se aplica a la dificultad de la conservación de la información a largo plazo: hoy por hoy, la información digital es difícilmente conservable durante varios siglos (noche digital) como lo es la información impresa.
Además, la información escrita ya no está limitada a la información alfabetizable, sino que puede contener otros tipos de información, como la sonora y la visual. Internet permite compartir mucho más que palabras más o menos ilustradas con imágenes y sonidos. Ahora el problema no es la cantidad de información que podemos tener, sino saber cómo saber que una información puede existir y está disponible y cómo manejarse en medio de esa masa de información. Para ello la formación basada en el universo escrito es insuficiente. Se nos está abriendo un futuro en que también habrán “Filipos y Alejandros” que sepan sacar partido a la nueva realidad y cambien de forma indeleble el curso de la historia.
Internet permite la creación de un nuevo lenguaje, de unas nuevas lenguas, muy distintas y muy similares, según se mire, a las actuales lenguas escrita y oral. Este nuevo lenguaje dará lugar a una nueva persona y a nuevas estructuras sociales. Los que no dominen el nuevo lenguaje parecerán tan incultos a las nuevas generaciones, como ahora nos los parecen las personas que viven limitados a un universo oral. Igual que la escritura silábica creó la filosofía y el derecho, Internet dará lugar a nuevos conocimientos y a una nueva sistematización. Igual que la escritura silábica creo la escuela, Internet dará lugar a un nuevo sistema de aprendizaje. Igual que la escritura silábica creó el derecho, este nuevo lenguaje afectará a la propia estructura del derecho.
Nuevas realidades
Internet revoluciona la enseñanza
Las posibilidades de la enseñanza con Internet revolucionarán la enseñanza tradicional. La enseñanza en Internet no tiene límites en cuanto al número de estudiantes, por lo que el coste de la elaboración del material se puede repartir entre un número mucho mayor de personas que las clases presenciales. Cuando el libro era muy caro, se dictaban las clases para que los alumnos tomasen notas. En los países anglosajones, donde las tiradas de los manuales son muy grandes se pudieron crear textos docentes que no sólo contuviesen información sino que se pensase en las potenciales dificultades que podría tener el estudiante para asimilar dicha información.
El editor anglosajón no se limita a preparar el material del autor para llevarlo a la imprenta sino que se pone en el lugar del estudiante y, codo a codo con el autor, reelabora el texto para que la legibilidad y asimilación por parte del estudiante reduzcan al mínimo el esfuerzo del alumno y la calidad de su aprendizaje, tal como se comprueba de la comparación de la estudiabilidad de los libros de texto traducidos del inglés y los creados en otras lenguas.
Internet permite no sólo la edición anglosajona de las textos, sino el que los propios estudiantes mejoren los textos e intervengan en la redacción en una permanente reelaboración y mejora de los contenidos. Ya no hay que partir de la edición original en papel en la que sólo interviene el autor (yo sé y vosotros no sabéis), sino que podemos partir de una edición viva que recoja y supere las dificultades de los estudiantes (yo sé y vosotros queréis saber). Es decir, Internet oraliza de alguna manera la escritura analógica.
El mejor texto (en un sentido amplio) docente, el que se convertirá en canónico y desplazará a los demás, no es aquél cuyos autores y editores hayan hecho un buen trabajo, sino aquel que pueda ir evolucionando y reduciendo las dificultades de los alumnos para su aprendizaje. Igual que aquéllos que en la antigüedad querían aprender abandonaron progresivamente a los chamanes y se pasaron a los maestros, ahora se pasarán del maestro a aquello que les haga más fácil, accesible y rentable la asimilación de la mayor cantidad de conocimientos que necesite con el menor esfuerzo y coste.
El Derecho y su evolución
La formación digital permite la puesta al día inmediata de la obra y mantener la memoria histórica sin grandes costes. Para el mundo del derecho esto permite al estudiante conocer el derecho aplicable hoy pero también ver su evolución, y en materias como el derecho fiscal, poder saber cual era el derecho aplicable un determinado día del pasado (o del futuro previsto). Esto revolucionará la enseñanza y la práctica del derecho.
Internet permite la construcción simultánea del aparato teórico y del aparato práctico, los cuales podrán crecer tanto como sea necesario, sin limitación alguna. El aparato práctico puede estar constituido por modelos pero también por plantillas que permitan o faciliten la resolución práctica de un problema. Y yendo más allá, Internet permite la emulación completa de la realidad práctica. El aparato práctico puede contener emulaciones de expedientes y procesos de forma y manera que cuando el estudiante de una materia la tenga que verificar en la realidad, la apariencia de los documentos que utilice será idéntica a la de aquéllos que haya utilizado en su etapa de formación: no solo sabrá sino que estará familiarizado con la realidad.
De esta manera podemos ver que el aparato práctico irá por el camino de convertirse en la plantilla del futuro ejercicio profesional del estudiante. Juntemos esto con la puesta al día permanente y veremos que el estudiante que haya cursado una materia por este método podrá utilizar la propia asignatura para su trabajo cotidiano sabiendo que allí tiene toda la información (incluso las apariencias físicas) puesta al día y fácilmente manipulable.
Este tipo de enseñanza rompe la distinción entre enseñanza presencial y enseñanza virtual, pues nada se opone que presencialmente se utilice la enseñanza virtual. La presencialidad se utilizará para la transmisión de aquéllo que no sea posible transmitir virtualmente, es decir, para cosas que ahora no tenemos la menor idea pues la mayor parte de lo que hoy en día se transmite presencialmente puede ser transmitido a más y mejor de forma virtual.
Comunidades virtuales
Internet facilita la creación de comunidades virtuales. Las comunidades virtuales son compatibles y diferentes de las comunidades orales y permiten nuevas maneras de socialización. Todo esto cambiará la estructuración y las posibilidades de los profesionales del derecho, tanto en su relación entre ellos, como con los clientes. Cosas que hoy son costosas o complicadas se verán enormemente facilitadas (tal como la imprenta hizo con los copistas) y nacerán nuevas necesidades y exigencias.
Internet posibilita la creación de un verdadero tesauros jurídico en el que las dificultades para ir de la idea a la información serán mucho menores que en la actualidad. El tesauros permite manejar ingentes volúmenes de información de forma rápida, segura y amigable. Estos tesauros pueden irse creando poco a poco.
Lo importante no es definir y desarrollar todo lo que es posible, sino saber hacia donde estamos yendo y crear estructuras que puedan adaptarse y crecer con las nuevas realidades. Una estructura tradicional quizás pueda sobrevivir –como los tiburones– pero no podrá salir de sus límites y conquistar la nueva “tierra” que empieza a emerger con Internet, para ello hacen falta otras estructuras cuyas características esenciales podemos empezar a entrever.
Los que primero entren en estas nuevas “tierras emergentes”, en este nuevo universo, aprenderán a desarrollarse con él y evolucionarán, y los demás se irán quedando progresivamente al margen de la línea principal de desarrollo social. El momento de entrada es importante. Si los chinos hubiesen digitalizado su lengua antes que los griegos creando una lengua escrita fonética, como recientemente han hecho con el pinyin, tal vez hubiesen ocupado el lugar histórico de los europeos, pues en lo único que no nos superaban era en la transmisión de información. Ahora que tienen el pinyin... puede que se resarzan.
alberto_monche@yahoo.es es Abogado y Master of Comparative Jurisprudence (NYU).
Las posibilidades de la enseñanza con Internet revolucionarán la enseñanza tradicional. La enseñanza en Internet no tiene límites en cuanto al número de estudiantes, por lo que el coste de la elaboración del material se puede repartir entre un número mucho mayor de personas que las clases presenciales. Cuando el libro era muy caro, se dictaban las clases para que los alumnos tomasen notas. En los países anglosajones, donde las tiradas de los manuales son muy grandes se pudieron crear textos docentes que no sólo contuviesen información sino que se pensase en las potenciales dificultades que podría tener el estudiante para asimilar dicha información.
El editor anglosajón no se limita a preparar el material del autor para llevarlo a la imprenta sino que se pone en el lugar del estudiante y, codo a codo con el autor, reelabora el texto para que la legibilidad y asimilación por parte del estudiante reduzcan al mínimo el esfuerzo del alumno y la calidad de su aprendizaje, tal como se comprueba de la comparación de la estudiabilidad de los libros de texto traducidos del inglés y los creados en otras lenguas.
Internet permite no sólo la edición anglosajona de las textos, sino el que los propios estudiantes mejoren los textos e intervengan en la redacción en una permanente reelaboración y mejora de los contenidos. Ya no hay que partir de la edición original en papel en la que sólo interviene el autor (yo sé y vosotros no sabéis), sino que podemos partir de una edición viva que recoja y supere las dificultades de los estudiantes (yo sé y vosotros queréis saber). Es decir, Internet oraliza de alguna manera la escritura analógica.
El mejor texto (en un sentido amplio) docente, el que se convertirá en canónico y desplazará a los demás, no es aquél cuyos autores y editores hayan hecho un buen trabajo, sino aquel que pueda ir evolucionando y reduciendo las dificultades de los alumnos para su aprendizaje. Igual que aquéllos que en la antigüedad querían aprender abandonaron progresivamente a los chamanes y se pasaron a los maestros, ahora se pasarán del maestro a aquello que les haga más fácil, accesible y rentable la asimilación de la mayor cantidad de conocimientos que necesite con el menor esfuerzo y coste.
El Derecho y su evolución
La formación digital permite la puesta al día inmediata de la obra y mantener la memoria histórica sin grandes costes. Para el mundo del derecho esto permite al estudiante conocer el derecho aplicable hoy pero también ver su evolución, y en materias como el derecho fiscal, poder saber cual era el derecho aplicable un determinado día del pasado (o del futuro previsto). Esto revolucionará la enseñanza y la práctica del derecho.
Internet permite la construcción simultánea del aparato teórico y del aparato práctico, los cuales podrán crecer tanto como sea necesario, sin limitación alguna. El aparato práctico puede estar constituido por modelos pero también por plantillas que permitan o faciliten la resolución práctica de un problema. Y yendo más allá, Internet permite la emulación completa de la realidad práctica. El aparato práctico puede contener emulaciones de expedientes y procesos de forma y manera que cuando el estudiante de una materia la tenga que verificar en la realidad, la apariencia de los documentos que utilice será idéntica a la de aquéllos que haya utilizado en su etapa de formación: no solo sabrá sino que estará familiarizado con la realidad.
De esta manera podemos ver que el aparato práctico irá por el camino de convertirse en la plantilla del futuro ejercicio profesional del estudiante. Juntemos esto con la puesta al día permanente y veremos que el estudiante que haya cursado una materia por este método podrá utilizar la propia asignatura para su trabajo cotidiano sabiendo que allí tiene toda la información (incluso las apariencias físicas) puesta al día y fácilmente manipulable.
Este tipo de enseñanza rompe la distinción entre enseñanza presencial y enseñanza virtual, pues nada se opone que presencialmente se utilice la enseñanza virtual. La presencialidad se utilizará para la transmisión de aquéllo que no sea posible transmitir virtualmente, es decir, para cosas que ahora no tenemos la menor idea pues la mayor parte de lo que hoy en día se transmite presencialmente puede ser transmitido a más y mejor de forma virtual.
Comunidades virtuales
Internet facilita la creación de comunidades virtuales. Las comunidades virtuales son compatibles y diferentes de las comunidades orales y permiten nuevas maneras de socialización. Todo esto cambiará la estructuración y las posibilidades de los profesionales del derecho, tanto en su relación entre ellos, como con los clientes. Cosas que hoy son costosas o complicadas se verán enormemente facilitadas (tal como la imprenta hizo con los copistas) y nacerán nuevas necesidades y exigencias.
Internet posibilita la creación de un verdadero tesauros jurídico en el que las dificultades para ir de la idea a la información serán mucho menores que en la actualidad. El tesauros permite manejar ingentes volúmenes de información de forma rápida, segura y amigable. Estos tesauros pueden irse creando poco a poco.
Lo importante no es definir y desarrollar todo lo que es posible, sino saber hacia donde estamos yendo y crear estructuras que puedan adaptarse y crecer con las nuevas realidades. Una estructura tradicional quizás pueda sobrevivir –como los tiburones– pero no podrá salir de sus límites y conquistar la nueva “tierra” que empieza a emerger con Internet, para ello hacen falta otras estructuras cuyas características esenciales podemos empezar a entrever.
Los que primero entren en estas nuevas “tierras emergentes”, en este nuevo universo, aprenderán a desarrollarse con él y evolucionarán, y los demás se irán quedando progresivamente al margen de la línea principal de desarrollo social. El momento de entrada es importante. Si los chinos hubiesen digitalizado su lengua antes que los griegos creando una lengua escrita fonética, como recientemente han hecho con el pinyin, tal vez hubiesen ocupado el lugar histórico de los europeos, pues en lo único que no nos superaban era en la transmisión de información. Ahora que tienen el pinyin... puede que se resarzan.
alberto_monche@yahoo.es es Abogado y Master of Comparative Jurisprudence (NYU).