Interior Azul de Anna R. Ximenos (Fondo de Cultura Económica, 2012) me fascinó antes de estar encuadernado e impreso, pues lo leí como documento PDF, o sea, sin el bello soporte del libro, que da entidad al contenido, y lo legitima.
Fascinante porque los 16 personajes alrededor de los cuales se teje cada cuento son escritoras conocidas y estimadas por la mayoría de nosotros. Ana Ajmátova, Jane Bowles, Marguerite Duras, Anne Sexton, Mary Wollstonecraft, Colette, Mary Shelley, Anna Freud, Dorothy Parker, Karen Blixen (Isak Dinesen), Katherine Mansfield, Carson Mc Cullers, Marguerite Yourcenar, Virginia Woolf, Hannah Arendt y por último, Linda Campbell, creada por la autora, que obra a manera de hilo suelto en el texto, tal como era costumbre entre los indios navajos.
Se sabe que estos artistas no cerraban sus tapices, sino que dejaban un hilo suelto, por donde el alma del tejedor escapaba de su creación, a fin de poder seguir inventando nuevas tramas.
En cuanto al tiempo narrativo, la técnica es como la del cortometraje. Anna Ximeno escoge episodios reales de la vida de ellas y los novela. Episodios desarrollados a partir de elementos claves del carácter de cada una, que nos la muestran de cuerpo entero.
“De muestra vale un botón”, dice el refrán”. Y ahí están los 3 minutos y el desafío de ser esencial en un cortometraje. Son 16 puestas en escena con 16 atmósferas, ambientes, lugares, épocas, fieles a cada una de ellas y recreadas con pocas pinceladas, que te sumergen de inmediato en el mundo personal e intransferible de cada una.
Fascinante porque los 16 personajes alrededor de los cuales se teje cada cuento son escritoras conocidas y estimadas por la mayoría de nosotros. Ana Ajmátova, Jane Bowles, Marguerite Duras, Anne Sexton, Mary Wollstonecraft, Colette, Mary Shelley, Anna Freud, Dorothy Parker, Karen Blixen (Isak Dinesen), Katherine Mansfield, Carson Mc Cullers, Marguerite Yourcenar, Virginia Woolf, Hannah Arendt y por último, Linda Campbell, creada por la autora, que obra a manera de hilo suelto en el texto, tal como era costumbre entre los indios navajos.
Se sabe que estos artistas no cerraban sus tapices, sino que dejaban un hilo suelto, por donde el alma del tejedor escapaba de su creación, a fin de poder seguir inventando nuevas tramas.
En cuanto al tiempo narrativo, la técnica es como la del cortometraje. Anna Ximeno escoge episodios reales de la vida de ellas y los novela. Episodios desarrollados a partir de elementos claves del carácter de cada una, que nos la muestran de cuerpo entero.
“De muestra vale un botón”, dice el refrán”. Y ahí están los 3 minutos y el desafío de ser esencial en un cortometraje. Son 16 puestas en escena con 16 atmósferas, ambientes, lugares, épocas, fieles a cada una de ellas y recreadas con pocas pinceladas, que te sumergen de inmediato en el mundo personal e intransferible de cada una.
Sin embargo, cuando lo vas leyendo, te das cuenta de que son situaciones que pueden ocurrir en la vida de muchas otras mujeres:
*La madre que ve cómo encarcelan a su hijo bajo una dictadura, simplemente por manifestarse, o asistir a un acto cultural contrario al régimen.
* La mujer madura que se enamora de un joven que la admira pero no la desea, y sólo le permiten dormir abrazados como hermanos.
* La hija destinada por el padre a cuidar de su legado, que tras sacrificarle todo, se enamora de una mujer con hijos, es correspondida, y así logra realizar su deseo de pareja, hijos y familia propios.
* Otra mujer que lo que ella hace y produce, se lo adjudica el marido y le saca partido con el nombre de él, despojándola.
* La joven que pierde la inocencia a manos de un matrimonio adulto que teje una intriga a su alrededor.
* La que está sola y envidia la suerte de una amiga que tiene compañero, pero sabe que no soportaría esa vida; y esa ambivalencia imposible
de resolver, la alcoholiza.
* Otra se enamora de un ser de otra cultura, de clase inferior, pobre, analfabeto, surge el conflicto racial y su propia culpa propicia un descenlace trágico.
*La madre que ve cómo encarcelan a su hijo bajo una dictadura, simplemente por manifestarse, o asistir a un acto cultural contrario al régimen.
* La mujer madura que se enamora de un joven que la admira pero no la desea, y sólo le permiten dormir abrazados como hermanos.
* La hija destinada por el padre a cuidar de su legado, que tras sacrificarle todo, se enamora de una mujer con hijos, es correspondida, y así logra realizar su deseo de pareja, hijos y familia propios.
* Otra mujer que lo que ella hace y produce, se lo adjudica el marido y le saca partido con el nombre de él, despojándola.
* La joven que pierde la inocencia a manos de un matrimonio adulto que teje una intriga a su alrededor.
* La que está sola y envidia la suerte de una amiga que tiene compañero, pero sabe que no soportaría esa vida; y esa ambivalencia imposible
de resolver, la alcoholiza.
* Otra se enamora de un ser de otra cultura, de clase inferior, pobre, analfabeto, surge el conflicto racial y su propia culpa propicia un descenlace trágico.
Así, el libro muestra conflictos, instancias comunes de la vida de las mujeres, que sufren las políticas represoras de la identidad que la sociedad ejerce sobre ellas. Y que se manifiestan en problemas de dependencia -sea del marido, el padre, el alcohol-.
Problemas de inseguridad, de imposibilidad de realizar el deseo de buenas a primeras, y es necesario pasar por vías tortuosas que les comen la energía, las hacen sufrir, y les roban años útiles. Como son escritoras, está magníficamente desarrollado el conflicto de la “angustia de la autoria”.
Es decir, si como dice Harold Bloom, los escritores sufren la “angustia de la influencia”, por exceso de predecesores célebres, -pueden temer estar apropiándose de textos ajenos, reescribiendo lo ya escrito-, las mujeres sufren de algo previo: de no tener antepasadas reconocidas por la historia literaria, que legitimen su quehacer. La tradición es ajena.
Este conflicto que es el de cualquier mujer creadora está magníficamente visto, inerva el libro y muestra de qué modo la creación puede o es un elemento de sanación, de salud, así como el amor, desarrollado aquí en prácticamente todos sus estadios o avatares en cada uno de los relatos.
Esas dos fuerzas que sostienen lo humano: la posibilidad de ser creativos y la de amar, están aquí expuestas en flashes exquisitamente controlados, precisos, y llevados a su culminación con una escritura despojada, como conviene al fin que la autora se propone: explorar esas situaciones-límite.
No está lastrado por falsas apreciaciones de género, superficiales o maniqueas; no, ahonda escueta y breve, sin falsos amaneramientos. Hay momentos emocionantes, por la verdad que contienen mezclada con la miseria humana, que cuesta digerir. Es decir, te empuja hacia ciertos bordes que te hacen sentir más lúcida, consciente, adulta.
Una cierta belleza amarga sobrevuela el libro, y le impide quedarse en la mera escritura testimonial, dándole el cariz necesario de ficción. En suma, un libro enérgico, vivo, lleno de dulzura, brillante como el acero de un bisturí bajo la luz de una mirada cálida, nítida, inteligente.
Problemas de inseguridad, de imposibilidad de realizar el deseo de buenas a primeras, y es necesario pasar por vías tortuosas que les comen la energía, las hacen sufrir, y les roban años útiles. Como son escritoras, está magníficamente desarrollado el conflicto de la “angustia de la autoria”.
Es decir, si como dice Harold Bloom, los escritores sufren la “angustia de la influencia”, por exceso de predecesores célebres, -pueden temer estar apropiándose de textos ajenos, reescribiendo lo ya escrito-, las mujeres sufren de algo previo: de no tener antepasadas reconocidas por la historia literaria, que legitimen su quehacer. La tradición es ajena.
Este conflicto que es el de cualquier mujer creadora está magníficamente visto, inerva el libro y muestra de qué modo la creación puede o es un elemento de sanación, de salud, así como el amor, desarrollado aquí en prácticamente todos sus estadios o avatares en cada uno de los relatos.
Esas dos fuerzas que sostienen lo humano: la posibilidad de ser creativos y la de amar, están aquí expuestas en flashes exquisitamente controlados, precisos, y llevados a su culminación con una escritura despojada, como conviene al fin que la autora se propone: explorar esas situaciones-límite.
No está lastrado por falsas apreciaciones de género, superficiales o maniqueas; no, ahonda escueta y breve, sin falsos amaneramientos. Hay momentos emocionantes, por la verdad que contienen mezclada con la miseria humana, que cuesta digerir. Es decir, te empuja hacia ciertos bordes que te hacen sentir más lúcida, consciente, adulta.
Una cierta belleza amarga sobrevuela el libro, y le impide quedarse en la mera escritura testimonial, dándole el cariz necesario de ficción. En suma, un libro enérgico, vivo, lleno de dulzura, brillante como el acero de un bisturí bajo la luz de una mirada cálida, nítida, inteligente.