Humanos y ratones usamos razonamiento deductivo

Aunque nosotros tardamos menos en descubrir el secreto de una premisa


Humanos y ratones compartimos la capacidad de inferencia: ambas especies pueden descubrir el sentido oculto de una premisa mediante el razonamiento deductivo. Aunque los humanos tardamos menos.


Redacción T21
13/02/2020

¿Dónde está el premio? Gracias a sus habilidades de inferencia, es probable que los ratones lo encuentren como lo haríamos los humanos. Crédito: Diogo Matias.
Una investigación desarrollada en el Champalimaud Centre for the Unknown de Lisboa, especializado en biomedicina, ha descubierto que los humanos y los ratones compartimos una misma facultad cognitiva: la capacidad de inferencia.

Se trata de la capacidad natural que nos permite extraer conclusiones de premisas. Por su propia naturaleza, la premisa implica algo que no está manifestado explícitamente.

La inferencia nos permite acceder al sentido oculto de la premisa, por lo que podemos considerarla una forma de razonamiento deductivo.

Lo sorprendente no es que seamos capaces de deducir quién es el asesino en una película que estamos viendo, algo que ocurre con frecuencia, sino que los ratones compartan con nosotros esa facultad superior.

Los investigadores del Centro Champalimaud lo comprobaron poniendo a prueba tanto a grupos de ratones como de seres humanos. Los resultados de su estudio, dirigido por Zachary Mainen, se publican en la revista Neuron.

Esa investigación descubrió que ratones y humanos tenemos parecida estrategia para “leer entre líneas”, así como identificó las regiones cerebrales implicadas en la inferencia.

Inferencia en ratones

El experimento con ratones fue bastante exhaustivo. Los investigadores expusieron a estos roedores a diferentes situaciones entre las que tenían que elegir en función de premisas.

Por ejemplo, tenían que descubrir en un espacio cerrado qué grifo aportaba agua. Para ello tenían que hacer unas pesquisas y llegar a conclusiones.

No era una tarea sencilla porque el grifo que aportaba agua no era siempre el mismo, lo que obligaba a los ratones a deducir cuál era el que debían elegir en cada momento para calmar su sed.

Y no siempre la calidad del agua era la misma, todo un reto para los pequeños roedores: que en determinado momento no hubiera agua en un grifo no significa que pueda haberla después.

La conclusión que obtuvieron los investigadores fue que los ratones se valen de la inferencia para obtener siempre el mejor resultado: en pocas sesiones se daban cuenta de lo que estaba sucediendo y sabían cómo proceder.

Los ratones habían descubierto la trama oculta detrás de la evidencia e incluso eran capaces de cambiar de grifo cuando dejaba de arrojar agua de calidad, aunque la experiencia hubiera sido satisfactoria. Eso significa que no solo se guían por la sed, sino también por el buen gusto.

Inferencia en humanos

La experiencia con humanos se desarrolló mediante un videojuego. La estrategia consistía en descubrir, a partir de premisas, dónde estaba escondido un monstruo y tirarle piedras.

Los jugadores tenían que deducir dos cosas: cuál era el mejor sitio para golpear al monstruo y los previsibles movimientos del monstruo para evitarlo. Un juego parecido al de los ratones, pero más complejo.

Los investigadores descubrieron que los humanos usaban una estrategia muy parecida a la de los ratones para deducir información útil para su propósito, si bien tardaban mucho menos que los roedores para conseguirlo: bastaba una sesión.

Sin embargo, cuando la incertidumbre era mayor, el tiempo invertido en la inferencia aumentó en ambas especies.

Los investigadores también apreciaron que compartimos con los ratones la sensibilidad a los mismos desafíos.

Reacción neuronal

Por último, los investigadores descubrieron que un área del cerebro, llamada corteza orbitofrontal, es la que procura la capacidad de inferencia.

La corteza orbitofrontal está relacionada con las emociones y el comportamiento social, así como con la toma de decisiones. Ahora sabemos que posee también capacidad deductiva.

Los investigadores comprobaron que cuando esa región del cerebro estaba inactiva en los ratones, su comportamiento era más simple y no podían hacerse cargo de la realidad. Eran más ingenuos en su comportamiento.

Ahora se proponen profundizar en las versiones de inferencia humana y de ratón para estudiar mejor los mecanismos neuronales que subyacen a este proceso cognitivo. Seguramente necesitarán también de la inferencia para avanzar.

Sobre todo porque, aunque los ratones de laboratorio resultan muy útiles para la investigación científica, también se ha establecido que solo la mitad del ADN humano se alinea con el del ratón.

Referencia

Inference-Based Decisions in a Hidden State Foraging Task: Differential Contributions of Prefrontal Cortical Areas. Pietro Vertechi et alia. Neuron, February 11, 2020. DOI:https://doi.org/10.1016/j.neuron.2020.01.017
 



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