Concierto de violín. Fuente: Wikimedia Commons.
La teoría de la existencia de una gramática universal, formulada por el lingüista Noam Chomsky en los años 50, ha sido asimilada a lo largo de los años por compositores y lingüistas interesados en crear un paralelismo entre la música y el habla.
Ambas capacidades, intrínsecamente humanas y consideradas como actividades fundamentales para el desarrollo de cualquier cultura, comparten similitudes tales como el uso de estructuras coherentes y lineales, además de la utilización de una sintaxis determinada para influir en el significado o la semántica del mensaje transmitido.
Un estudio realizado por investigadores del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford, y del que se ha hecho eco la revista Decodedscience ha analizado si los humanos compartimos recursos neuronales similares para procesar estructuras sintácticas musicales y lingüísticas.
La investigación se ha basado en la hipótesis conocida como “hipótesis de los recursos compartidos de integración sintáctica” (Shared Syntactic Integration Resource Hypothesis o SSIRH, según la cual los dominios musical y lingüístico a pesar de ocupar áreas cerebrales distintas, hacen uso de los mismos recursos para activar e integrar las representaciones sintácticas, disponiendo de un circuito neuronal común.
Ambas capacidades, intrínsecamente humanas y consideradas como actividades fundamentales para el desarrollo de cualquier cultura, comparten similitudes tales como el uso de estructuras coherentes y lineales, además de la utilización de una sintaxis determinada para influir en el significado o la semántica del mensaje transmitido.
Un estudio realizado por investigadores del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford, y del que se ha hecho eco la revista Decodedscience ha analizado si los humanos compartimos recursos neuronales similares para procesar estructuras sintácticas musicales y lingüísticas.
La investigación se ha basado en la hipótesis conocida como “hipótesis de los recursos compartidos de integración sintáctica” (Shared Syntactic Integration Resource Hypothesis o SSIRH, según la cual los dominios musical y lingüístico a pesar de ocupar áreas cerebrales distintas, hacen uso de los mismos recursos para activar e integrar las representaciones sintácticas, disponiendo de un circuito neuronal común.
Estimulación cerebral
Con el fin de comprobar este punto, los científicos emplearon la estimulación musical y hablada para examinar el funcionamiento del cerebro en 20 voluntarios. Su conclusión fundamental ha sido que ambos procesos producen representaciones ópticas por resonancia de la misma magnitud en el lóbulo prefrontal y temporal de los dos hemisferios del cerebro, lo que refuerza la hipótesis SSIRH.
Sin embargo, mediante la utilización de la técnica del modelo de análisis multivariable, cuyo objetivo ha sido el de examinar los resultados de las representaciones ópticas por resonancia obtenidas en su experimento, se comprobó que la cosa no era tan sencilla.
Este análisis ha demostrado concretamente que, aunque las áreas del lóbulo prefrontal y temporal del cerebro humano son activados de forma similar por la música y el lenguaje, existen diferencias en los modos de procesamiento de cada tipo de información, lo que sugiere que la música y el lenguaje comparten recursos neurológicos similares, pero que también existen diferencias a nivel cerebral en cuanto a su uso y acceso.
Para el neurocientífico y músico Daniel Levitin, miembro de este grupo de investigadores, de este último análisis puede concluirse la existencia de inexactitudes en cuanto a la comparación directa entre la música y el habla, dado que las estructuras cerebrales que reaccionan a los diferentes significados y legibilidad de un discurso no pueden extrapolarse al terreno musical.
Emoción y pensamiento
Con respecto a las diferencias existentes entre la música y el habla, el psiquiatra y escritor Anthony Storr ya subrayó en su libro “La música y la mente”, publicado en 1992, cómo ambas habilidades ocupan hemisferios cerebrales distintos.
De forma que, a pesar de la importante relación establecida entre la música y el habla, señala Storr: “el lenguaje se procesa, sobre todo, en el hemisferio izquierdo, mientras que la música se interpreta y aprecia en el hemisferio derecho”.
Pero es conveniente advertir que esta división funcional no se corresponde con las palabras y la música, sino más concretamente con el pensamiento y la emoción.
De este modo, cuando al cerebro llegan los sonidos de las palabras que componen un poema (relacionadas con la emoción), es nuestro hemisferio derecho el encargado de procesarlas, mientras que si analizamos algún tipo de mensaje conceptual (vinculado al pensamiento), será nuestro hemisferio izquierdo el que se ocupe de descifrarlo.
Un dato curioso en relación al tema que nos ocupa es la práctica inexistencia de ejemplos de división hemisférica cerebral en otros animales, a excepción del canto de los pájaros. En palabras de Storr: “las aves poseen un nervio hipogloso en el lado izquierdo cuyo funcionamiento es fundamental para la producción del canto”. Un detalle a tener en cuenta en futuras investigaciones relacionadas con este campo del conocimiento.
Con el fin de comprobar este punto, los científicos emplearon la estimulación musical y hablada para examinar el funcionamiento del cerebro en 20 voluntarios. Su conclusión fundamental ha sido que ambos procesos producen representaciones ópticas por resonancia de la misma magnitud en el lóbulo prefrontal y temporal de los dos hemisferios del cerebro, lo que refuerza la hipótesis SSIRH.
Sin embargo, mediante la utilización de la técnica del modelo de análisis multivariable, cuyo objetivo ha sido el de examinar los resultados de las representaciones ópticas por resonancia obtenidas en su experimento, se comprobó que la cosa no era tan sencilla.
Este análisis ha demostrado concretamente que, aunque las áreas del lóbulo prefrontal y temporal del cerebro humano son activados de forma similar por la música y el lenguaje, existen diferencias en los modos de procesamiento de cada tipo de información, lo que sugiere que la música y el lenguaje comparten recursos neurológicos similares, pero que también existen diferencias a nivel cerebral en cuanto a su uso y acceso.
Para el neurocientífico y músico Daniel Levitin, miembro de este grupo de investigadores, de este último análisis puede concluirse la existencia de inexactitudes en cuanto a la comparación directa entre la música y el habla, dado que las estructuras cerebrales que reaccionan a los diferentes significados y legibilidad de un discurso no pueden extrapolarse al terreno musical.
Emoción y pensamiento
Con respecto a las diferencias existentes entre la música y el habla, el psiquiatra y escritor Anthony Storr ya subrayó en su libro “La música y la mente”, publicado en 1992, cómo ambas habilidades ocupan hemisferios cerebrales distintos.
De forma que, a pesar de la importante relación establecida entre la música y el habla, señala Storr: “el lenguaje se procesa, sobre todo, en el hemisferio izquierdo, mientras que la música se interpreta y aprecia en el hemisferio derecho”.
Pero es conveniente advertir que esta división funcional no se corresponde con las palabras y la música, sino más concretamente con el pensamiento y la emoción.
De este modo, cuando al cerebro llegan los sonidos de las palabras que componen un poema (relacionadas con la emoción), es nuestro hemisferio derecho el encargado de procesarlas, mientras que si analizamos algún tipo de mensaje conceptual (vinculado al pensamiento), será nuestro hemisferio izquierdo el que se ocupe de descifrarlo.
Un dato curioso en relación al tema que nos ocupa es la práctica inexistencia de ejemplos de división hemisférica cerebral en otros animales, a excepción del canto de los pájaros. En palabras de Storr: “las aves poseen un nervio hipogloso en el lado izquierdo cuyo funcionamiento es fundamental para la producción del canto”. Un detalle a tener en cuenta en futuras investigaciones relacionadas con este campo del conocimiento.