En los primeros seis siglos de historia del islam se cultivaron, con niveles de alta cualificación intelectual, casi todos los campos de la ciencia. La ciencia islámica fue en muchos sentidos precursora de la ciencia europea renacentista. Sin embargo, la invasión tártara en el siglo XIII supuso la total destrucción de Bagdad, capital de la ciencia islámica, y por ello mismo causa inmediata de un señalable declive cultural.
Muy poco después se iniciaron además las cruzadas, que significaron una ruptura de siglos con el occidente cristiano; sus consecuencias están todavía vivas en el mundo islámico. Al llegar por último los tiempos del colonialismo occidental, los países islámicos fueron también tierra a ocupar, intentando convertirlos a una racionalidad y una cultura externa que suscitaron una reacción emocional más profunda. El islam se cerró entonces sobre sus tradiciones agredidas que debían ser defendidas.
Por consiguiente, importantes factores históricos han contribuido a que en el mundo islámico apareciera una desconfianza en la ijtihad (razón) que ha conformado ese mundo occidental agresivo y descreído. Ante una agresión que venía dirigida por la razón (que pretendía imponer la cultura occidental en nombre de la razón), el mundo islámico desconfió del aliado e instrumento opresivo de sus enemigos.
Pero el islam, en opinión de Al-Hayani, debería redescubrir que la razón no es un factor en contra de la cultura islámica, sino un aliado que ésta tuvo siempre desde la tradición coránica más antigua.
¿Qué hacer con la ciencia?
Según Al-Hayani, la cultura islámica actual está debatiendo el papel de la ciencia. Para unos, los más conservadores, la ciencia ha sido y sigue siendo el baluarte sobre el que se ha construido el mundo occidental. Los hechos muestran que éste ha derivado a la increencia y al materialismo. La ciencia, pues, suscita sospecha y debe ser evitada, si se quiere permanecer en la fe islámica. Caer en las redes de la ciencia significaría poco a poco poner en peligro el islam.
Para otros, en cambio, la ciencia es algo que ha transformado el mundo y su influencia llega a todos partes, sin que nadie pueda evitarlo. El islam debe hallar su forma de convivencia con la ciencia; debe asimilarla y hacer para ella un hueco congruente con la fe. Además, la misma fe islámica mueve a esta conciliación con el conocimiento (ciencia).
En el fondo, la tensión ciencia/religión en el islam es en todo semejante a la vivida en otras muchas religiones, comenzando por la religión cristiana. Para ésta también la ciencia ha construido una cosmovisión donde ha sido difícil alojar las tradiciones cristianas.
Seis siglos de ciencia islámica
Al-Hayani recuerda el hecho de que durante seis siglos el islam mostró que la fe islámica no sólo era compatible con la ciencia, sino que constituía un estímulo para crearla por el descubrimiento y la innovación. El mismo Corán fue la inspiración religiosa que motivó una actuación de la ciencia islámica en todos los campos del saber conocido. El islam superó entonces cuanto se hacía en occidente y fundó las bases del Renacimiento en Europa.
El islam contribuyó, en efecto, con aportaciones de alto nivel en medicina, botánica, matemáticas, astronomía, física, geología, mineralogía, óptica, lógica, metafísica, literatura, ética y política. Ibn Al-Haitham contribuyó a la óptica estudiando la reflexión de la luz en espejos y formuló la segunda ley de la reflexión. Ibn Khurdadhbah estudió las latitudes de las ciudades del imperio islámico y otros contribuyeron a la cartografía científica. Al-Bairuni determinó la gravedad específica de una serie de sustancias. Ibn Yunis usó el péndulo para medir el tiempo y Avicena midió además la temperatura con termómetros.
Las contribuciones a la matemática fueron también importantes en campos como las ecuaciones cuadráticas, la trigonometría de senos y cosenos, así como los fundamentos algorítmicos del álgebra, nombre árabe derivado de Al-Khawarismi. Igualmente en la medicina y en la oftalmología, bastando recordar en este campo del tratado de Avicena Al-Qanun (o Canon Médico) de amplia influencia en la enseñanza médica universitaria y usado como texto en Europa hasta el siglo XVII.
El islam y la dinámica de la razón
Siguiendo a Muhammad Iqbal, en un artículo titulado The Principle of Movement in the Structure of Islam (en: Kurzman, Ch. (Ed.), Liberal Islam, Oxford Uni. Press, New York 1998), Al-Hayani considera que el islam es dinámico. La nueva cultura islámica mantiene el principio de la unicidad del mundo. “Esta unidad, dice Al-Hayani, considera la totalidad del mundo y todos sus cambios como un aspecto intrínseco de la creación, por ello los musulmanes deben aceptar la realidad de que la vida se revela así misma en la variedad y el cambio”.
Para acomodarse a estos cambios y nuevos desarrollos surgió el concepto de ijtihad (razón) en la jurisprudencia islámica como medio para alcanzar un juicio independiente ante un problema, tras estudiar el Corán y la Sunnah (colección recopilada de las enseñanzas del Profeta Mahoma).
Al-Hayani cuenta cómo el Profeta interrogó a un gobernante del Yemen sobre cómo resolvería sus problemas. Al responder que consultando el Corán, insistió Mahoma en qué pasaría si el Libro de Dios no contuviera información directa para orientarle. La segunda respuesta fue que entonces consultaría la Sunnah. Mahoma volvió a insistir preguntando qué pasaría si tampoco allí hallara la información necesaria para decidir. La respuesta fue finalmente que aplicaría la propia ijtihad (razón) para decidir. El Profeta aprobó la respuesta y dio gracias a Dios porque los musulmanes podían hacer uso de la razón para aplicar la ley.
Al-Hayani observa que viendo lo que fue esta apertura inicial de la tradición islámica hacia la razón en los primeros siglos, es difícil hallarla en el mundo islámico actual. La apertura a la razón que fue un hecho desde el siglo VIII al XIV fue desapareciendo para dar lugar a un mundo cerrado, temeroso del cambio y defensivamente opuesto a la razón identificada con el mundo cristiano.
La invasión tártara, las cruzadas y el colonialismo occidental, fueron la explicación histórica de esta involución de la cultura islámica. “¿Cómo y por qué los musulmanes se hicieron rígidos en sus interpretaciones? ¿Por qué en los últimos cinco siglos siguieron solamente la letra de la ley y no su espíritu?”, se pregunta Al-Hayani.
El Corán y el encuentro islámico con la verdad
Al-Hayani recuerda que para el islam el Corán es la fuente esencial de conocimiento, donde se halla la voluntad de Dios y, en consecuencia, la ley islámica que pretende atenerse a las enseñanzas divinas.
Ahora bien, resulta que el Profeta enseña en el Corán que los musulmanes deben buscar en todo el conocimiento. Les exhorta a buscarlo aunque se encontrara en China: lo que, como dice Al-Hayani, significa que se debe buscar en los lugares más extraños e incluso a costa de los mayores sacrificios. Y debe hacerse en todas las esferas de la vida y en todas las disciplinas. “El islam vio las facultades intelectuales, comenta Al-Hayani, como un regalo de Dios y, con la ayuda y guía de Dios, nuestra tarea es crear un mundo mejor y más sano para toda la humanidad”.
Este concepto de conocimiento en las escrituras coránicas muestra “nuestro papel en entender el orden creado por Dios y nuestra responsabilidad en comprender los últimos mecanismos de su creación”. Es un mundo creado con proporciones (Corán 6:73), no caótico sino sometido a leyes (7:185) y debemos usar la creación en nuestro beneficio. El Corán “señala la complejidad del universo y nos invita a profundizar en el esfuerzo por comprenderlo, dominarlo y usarlo en nuestro beneficio y confort”, explica Al-Hayani.
Muy poco después se iniciaron además las cruzadas, que significaron una ruptura de siglos con el occidente cristiano; sus consecuencias están todavía vivas en el mundo islámico. Al llegar por último los tiempos del colonialismo occidental, los países islámicos fueron también tierra a ocupar, intentando convertirlos a una racionalidad y una cultura externa que suscitaron una reacción emocional más profunda. El islam se cerró entonces sobre sus tradiciones agredidas que debían ser defendidas.
Por consiguiente, importantes factores históricos han contribuido a que en el mundo islámico apareciera una desconfianza en la ijtihad (razón) que ha conformado ese mundo occidental agresivo y descreído. Ante una agresión que venía dirigida por la razón (que pretendía imponer la cultura occidental en nombre de la razón), el mundo islámico desconfió del aliado e instrumento opresivo de sus enemigos.
Pero el islam, en opinión de Al-Hayani, debería redescubrir que la razón no es un factor en contra de la cultura islámica, sino un aliado que ésta tuvo siempre desde la tradición coránica más antigua.
¿Qué hacer con la ciencia?
Según Al-Hayani, la cultura islámica actual está debatiendo el papel de la ciencia. Para unos, los más conservadores, la ciencia ha sido y sigue siendo el baluarte sobre el que se ha construido el mundo occidental. Los hechos muestran que éste ha derivado a la increencia y al materialismo. La ciencia, pues, suscita sospecha y debe ser evitada, si se quiere permanecer en la fe islámica. Caer en las redes de la ciencia significaría poco a poco poner en peligro el islam.
Para otros, en cambio, la ciencia es algo que ha transformado el mundo y su influencia llega a todos partes, sin que nadie pueda evitarlo. El islam debe hallar su forma de convivencia con la ciencia; debe asimilarla y hacer para ella un hueco congruente con la fe. Además, la misma fe islámica mueve a esta conciliación con el conocimiento (ciencia).
En el fondo, la tensión ciencia/religión en el islam es en todo semejante a la vivida en otras muchas religiones, comenzando por la religión cristiana. Para ésta también la ciencia ha construido una cosmovisión donde ha sido difícil alojar las tradiciones cristianas.
Seis siglos de ciencia islámica
Al-Hayani recuerda el hecho de que durante seis siglos el islam mostró que la fe islámica no sólo era compatible con la ciencia, sino que constituía un estímulo para crearla por el descubrimiento y la innovación. El mismo Corán fue la inspiración religiosa que motivó una actuación de la ciencia islámica en todos los campos del saber conocido. El islam superó entonces cuanto se hacía en occidente y fundó las bases del Renacimiento en Europa.
El islam contribuyó, en efecto, con aportaciones de alto nivel en medicina, botánica, matemáticas, astronomía, física, geología, mineralogía, óptica, lógica, metafísica, literatura, ética y política. Ibn Al-Haitham contribuyó a la óptica estudiando la reflexión de la luz en espejos y formuló la segunda ley de la reflexión. Ibn Khurdadhbah estudió las latitudes de las ciudades del imperio islámico y otros contribuyeron a la cartografía científica. Al-Bairuni determinó la gravedad específica de una serie de sustancias. Ibn Yunis usó el péndulo para medir el tiempo y Avicena midió además la temperatura con termómetros.
Las contribuciones a la matemática fueron también importantes en campos como las ecuaciones cuadráticas, la trigonometría de senos y cosenos, así como los fundamentos algorítmicos del álgebra, nombre árabe derivado de Al-Khawarismi. Igualmente en la medicina y en la oftalmología, bastando recordar en este campo del tratado de Avicena Al-Qanun (o Canon Médico) de amplia influencia en la enseñanza médica universitaria y usado como texto en Europa hasta el siglo XVII.
El islam y la dinámica de la razón
Siguiendo a Muhammad Iqbal, en un artículo titulado The Principle of Movement in the Structure of Islam (en: Kurzman, Ch. (Ed.), Liberal Islam, Oxford Uni. Press, New York 1998), Al-Hayani considera que el islam es dinámico. La nueva cultura islámica mantiene el principio de la unicidad del mundo. “Esta unidad, dice Al-Hayani, considera la totalidad del mundo y todos sus cambios como un aspecto intrínseco de la creación, por ello los musulmanes deben aceptar la realidad de que la vida se revela así misma en la variedad y el cambio”.
Para acomodarse a estos cambios y nuevos desarrollos surgió el concepto de ijtihad (razón) en la jurisprudencia islámica como medio para alcanzar un juicio independiente ante un problema, tras estudiar el Corán y la Sunnah (colección recopilada de las enseñanzas del Profeta Mahoma).
Al-Hayani cuenta cómo el Profeta interrogó a un gobernante del Yemen sobre cómo resolvería sus problemas. Al responder que consultando el Corán, insistió Mahoma en qué pasaría si el Libro de Dios no contuviera información directa para orientarle. La segunda respuesta fue que entonces consultaría la Sunnah. Mahoma volvió a insistir preguntando qué pasaría si tampoco allí hallara la información necesaria para decidir. La respuesta fue finalmente que aplicaría la propia ijtihad (razón) para decidir. El Profeta aprobó la respuesta y dio gracias a Dios porque los musulmanes podían hacer uso de la razón para aplicar la ley.
Al-Hayani observa que viendo lo que fue esta apertura inicial de la tradición islámica hacia la razón en los primeros siglos, es difícil hallarla en el mundo islámico actual. La apertura a la razón que fue un hecho desde el siglo VIII al XIV fue desapareciendo para dar lugar a un mundo cerrado, temeroso del cambio y defensivamente opuesto a la razón identificada con el mundo cristiano.
La invasión tártara, las cruzadas y el colonialismo occidental, fueron la explicación histórica de esta involución de la cultura islámica. “¿Cómo y por qué los musulmanes se hicieron rígidos en sus interpretaciones? ¿Por qué en los últimos cinco siglos siguieron solamente la letra de la ley y no su espíritu?”, se pregunta Al-Hayani.
El Corán y el encuentro islámico con la verdad
Al-Hayani recuerda que para el islam el Corán es la fuente esencial de conocimiento, donde se halla la voluntad de Dios y, en consecuencia, la ley islámica que pretende atenerse a las enseñanzas divinas.
Ahora bien, resulta que el Profeta enseña en el Corán que los musulmanes deben buscar en todo el conocimiento. Les exhorta a buscarlo aunque se encontrara en China: lo que, como dice Al-Hayani, significa que se debe buscar en los lugares más extraños e incluso a costa de los mayores sacrificios. Y debe hacerse en todas las esferas de la vida y en todas las disciplinas. “El islam vio las facultades intelectuales, comenta Al-Hayani, como un regalo de Dios y, con la ayuda y guía de Dios, nuestra tarea es crear un mundo mejor y más sano para toda la humanidad”.
Este concepto de conocimiento en las escrituras coránicas muestra “nuestro papel en entender el orden creado por Dios y nuestra responsabilidad en comprender los últimos mecanismos de su creación”. Es un mundo creado con proporciones (Corán 6:73), no caótico sino sometido a leyes (7:185) y debemos usar la creación en nuestro beneficio. El Corán “señala la complejidad del universo y nos invita a profundizar en el esfuerzo por comprenderlo, dominarlo y usarlo en nuestro beneficio y confort”, explica Al-Hayani.
Armonía entre creación, ciencia y la ley coránica
Siguiendo las ideas de Al-Hayani vemos que la fe islámica postula la armonía entre el Corán y la Creación, ya que ambas son obra de Dios. De ella podemos sacar algunos corolarios presentes en esa misma fe.
En primer lugar el científico que conoce la naturaleza debe atenerse a la ley presente en el Corán. “Todo descubrimiento científico debe emanar de un sistema o base de valores. Los musulmanes deben tratar el conocimiento científico como algo fiable y, como tal, ponerlo en concordancia con las leyes establecidas por Dios”.
Pero, por otra parte, si el conocimiento (científico) responde a la exigencia de la ley coránica y es fiable, entonces hay que dejar que en él la Creación muestre cómo ha sido hecha por Dios. Tal como hemos visto, la fe coránica inspira confianza en la naturaleza y asume de principio su concordancia con el Corán.
Supuesta, por tanto, la ley coránica dada en el Corán y la Creación que el conocimiento (ciencia) describe objetivamente, habrá que conciliar su contenido. Pero, ¿cómo? Puesto que la creación y el conocimiento son cambiantes, la conciliación quizá no podrá hacerse aplicando la letra del Corán (recordemos la conversación del Profeta con el gobernante yemení), sino su “espíritu”. Por ello, Al-Hayani recurre a la tradición “interpretativa” (nosotros diríamos “hermenéutica”) apoyada en la autoridad de una serie de autores que menciona y de la forma tradicional de la jurisprudencia islámica antigua.
“Ellos (los sabios musulmanes), nos dice Al-Hayani, crearon los mecanismos, los pasos, los métodos inductivos y deductivos para afrontar los asuntos que concernían a los musulmanes y al engrandecimiento de sus vidas. Si los musulmanes aceptan el Corán como la palabra final de Dios para todos los tiempos, el Corán debe contener el camino, y corresponde a los musulmanes el hallarlo”.
El camino hacia un islam crítico y racional
Al-Hayani se compromete apostando por un islam crítico que volviera a su tradición de los seis primeros siglos de historia. Ante un mundo cambiante, el islam debiera aplicar la ijtihad (razón) en beneficio de la humanidad y de acuerdo con la ley coránica y con la creación, ya que ambas son obra de Dios. El esfuerzo por encontrar el camino, o sea el de buscar la armonía y concordancia Corán/Creación es, como prescribe el mismo Corán, según Al-Hayani, una obra de la razón.
Para los creyentes islámicos, por tanto, el Corán no sólo puede, sino que debe ser reinterpretado a la luz de las nuevas circunstancias que obligan a la ijtihad (razón) a pensar qué debería hacerse para seguir el “espíritu” (no la “letra”, como dice Al-Hayani) la ley coránica, siempre desde el criterio fundamental, el más importante de la misma fe islámico-coránica: el mantenimiento de la esa misma fe en beneficio de la comunidad islámica y de toda la humanidad.
Por tanto, la doctrina islámica es compatible con la idea de la historicidad de su propia fe. Está, como dice Al-Hayani, previsto por el mismo Profeta Mahoma. El Corán puede depender en su “letra” de ciertas circunstancias históricas, pero otras circunstancias no contempladas deben llevar a la ijtihad (razón) a hallar los nuevos caminos que deben seguirse de acuerdo con el “espíritu” de la ley islámica.
Un ejemplo pueden ser temas como la lapidación o el papel de la mujer en la sociedad islámica, que responden a las circunstancias históricas que vivió el Profeta, pero que son distintas de las actuales. En la línea de Al-Hayani, la razón debería ser la guía para hallar el camino a que conduce hoy el “espíritu” coránico en beneficio de toda la humanidad. Al-Hayani nos dice que “el Corán debe contener este camino, y es obligación de los musulmanes hallarlo”, más allá de la “letra”
El redescubrimiento de este “espíritu” del Corán, para liberar la fe islámica del sometimiento a la “letra” y del fundamentalismo inmovilista, debería crecer en el mundo islámico un movimiento de intelectuales que crearan una opinión islámica sobre la necesidad de recuperar este “espíritu” del islam a favor de toda la humanidad. Este nuevo espíritu debería asimilarse poco a poco en la predicación de los imanes y crear un estado creciente de nueva viviencia de la fe islámica (recordemos que en el islam no hay una autoridad central).
Papel de la ciencia en la recuperación del “espíritu” islámico
Hemos visto la inmensa valoración que, según Al-Hayani, hace el primer islam de la Creación (naturaleza) como obra divina y de la obligación del musulmán de conocerla: Así se dice en la ciencia de los seis primeros siglos. Desde esta “confianza” coránica en la Naturaleza (por ser Creación) y en la razón humana (ijtihad) para conocerla, sacamos la consecuencia de que la ciencia debe ser guía principal para recuperar en la nueva situación para hallar el “espíritu” coránico que todo musulmán tiene la obligación de buscar.
En este sentido, el islam, acompañando a la racionalidad neutra y objetiva de la ciencia (participada también por el mundo occidental cristiano) debería descubrir la Creación divina ha construido un “mundo de libertad”. Creemos, prolongando el pensamiento de Al-Hayani, que este descrubrimiento de la enseñanza de la libertad dada en la Creación debería conducir a una profundización del espíritu del Corán que facilitara el diálogo y la convergencia con el mundo occidental y con las otras religiones. Especialmente con el cristianismo que también está embarcado en un proceso histórico de reinterpretación de su fe cristiana desde la ciencia moderna.
El islam como religión dinámica
“El islam, concluye Al-Hayani, es una religión dinámica. Compromete al intelecto en buscar el conocimiento que pueda profundizar y elevar la oración por medio de la comprensión de la Creación divina. El islam es la religión de la suavidad (yusr, ease) no de la imposición y dureza (´usr, hardship). Numerosos versos en el Corán nos invitan a examinar, ponderar, buscar e interpretar la Creación divina. Es más, esta creación va dirigida a nuestro beneficio y uso”.
“La ley islámica derivada de la interpretación del Corán y de la Sunnah se funda en el “espíritu” de la ley. Los comentaristas musulmanes de los primeros años no vieron ninguna contradicción entre innovación e islam, en tanto en cuanto se sirviera al beneficio e interés de los hombres. De capital importancia era la adhesión al espíritu de justicia, equidad y beneficio requerido por el Corán. Los comentaristas estaban convencidos de que el espíritu de la ley debía mantenerse y permanecer siempre por encima de cualesquiera otras consideraciones”.
Artículo elaborado por Juan Antonio Roldán, de la Cátedra CTR, a partir del artículo de Fatima Agha Al-Hayani aparecido en la revista Zygon (2005). Al-Hayani, residente en Estados Unidos, es experta en Jurisprudencia Islámica y ha sido invitada como experta en foros internacionales y universitarios.
Siguiendo las ideas de Al-Hayani vemos que la fe islámica postula la armonía entre el Corán y la Creación, ya que ambas son obra de Dios. De ella podemos sacar algunos corolarios presentes en esa misma fe.
En primer lugar el científico que conoce la naturaleza debe atenerse a la ley presente en el Corán. “Todo descubrimiento científico debe emanar de un sistema o base de valores. Los musulmanes deben tratar el conocimiento científico como algo fiable y, como tal, ponerlo en concordancia con las leyes establecidas por Dios”.
Pero, por otra parte, si el conocimiento (científico) responde a la exigencia de la ley coránica y es fiable, entonces hay que dejar que en él la Creación muestre cómo ha sido hecha por Dios. Tal como hemos visto, la fe coránica inspira confianza en la naturaleza y asume de principio su concordancia con el Corán.
Supuesta, por tanto, la ley coránica dada en el Corán y la Creación que el conocimiento (ciencia) describe objetivamente, habrá que conciliar su contenido. Pero, ¿cómo? Puesto que la creación y el conocimiento son cambiantes, la conciliación quizá no podrá hacerse aplicando la letra del Corán (recordemos la conversación del Profeta con el gobernante yemení), sino su “espíritu”. Por ello, Al-Hayani recurre a la tradición “interpretativa” (nosotros diríamos “hermenéutica”) apoyada en la autoridad de una serie de autores que menciona y de la forma tradicional de la jurisprudencia islámica antigua.
“Ellos (los sabios musulmanes), nos dice Al-Hayani, crearon los mecanismos, los pasos, los métodos inductivos y deductivos para afrontar los asuntos que concernían a los musulmanes y al engrandecimiento de sus vidas. Si los musulmanes aceptan el Corán como la palabra final de Dios para todos los tiempos, el Corán debe contener el camino, y corresponde a los musulmanes el hallarlo”.
El camino hacia un islam crítico y racional
Al-Hayani se compromete apostando por un islam crítico que volviera a su tradición de los seis primeros siglos de historia. Ante un mundo cambiante, el islam debiera aplicar la ijtihad (razón) en beneficio de la humanidad y de acuerdo con la ley coránica y con la creación, ya que ambas son obra de Dios. El esfuerzo por encontrar el camino, o sea el de buscar la armonía y concordancia Corán/Creación es, como prescribe el mismo Corán, según Al-Hayani, una obra de la razón.
Para los creyentes islámicos, por tanto, el Corán no sólo puede, sino que debe ser reinterpretado a la luz de las nuevas circunstancias que obligan a la ijtihad (razón) a pensar qué debería hacerse para seguir el “espíritu” (no la “letra”, como dice Al-Hayani) la ley coránica, siempre desde el criterio fundamental, el más importante de la misma fe islámico-coránica: el mantenimiento de la esa misma fe en beneficio de la comunidad islámica y de toda la humanidad.
Por tanto, la doctrina islámica es compatible con la idea de la historicidad de su propia fe. Está, como dice Al-Hayani, previsto por el mismo Profeta Mahoma. El Corán puede depender en su “letra” de ciertas circunstancias históricas, pero otras circunstancias no contempladas deben llevar a la ijtihad (razón) a hallar los nuevos caminos que deben seguirse de acuerdo con el “espíritu” de la ley islámica.
Un ejemplo pueden ser temas como la lapidación o el papel de la mujer en la sociedad islámica, que responden a las circunstancias históricas que vivió el Profeta, pero que son distintas de las actuales. En la línea de Al-Hayani, la razón debería ser la guía para hallar el camino a que conduce hoy el “espíritu” coránico en beneficio de toda la humanidad. Al-Hayani nos dice que “el Corán debe contener este camino, y es obligación de los musulmanes hallarlo”, más allá de la “letra”
El redescubrimiento de este “espíritu” del Corán, para liberar la fe islámica del sometimiento a la “letra” y del fundamentalismo inmovilista, debería crecer en el mundo islámico un movimiento de intelectuales que crearan una opinión islámica sobre la necesidad de recuperar este “espíritu” del islam a favor de toda la humanidad. Este nuevo espíritu debería asimilarse poco a poco en la predicación de los imanes y crear un estado creciente de nueva viviencia de la fe islámica (recordemos que en el islam no hay una autoridad central).
Papel de la ciencia en la recuperación del “espíritu” islámico
Hemos visto la inmensa valoración que, según Al-Hayani, hace el primer islam de la Creación (naturaleza) como obra divina y de la obligación del musulmán de conocerla: Así se dice en la ciencia de los seis primeros siglos. Desde esta “confianza” coránica en la Naturaleza (por ser Creación) y en la razón humana (ijtihad) para conocerla, sacamos la consecuencia de que la ciencia debe ser guía principal para recuperar en la nueva situación para hallar el “espíritu” coránico que todo musulmán tiene la obligación de buscar.
En este sentido, el islam, acompañando a la racionalidad neutra y objetiva de la ciencia (participada también por el mundo occidental cristiano) debería descubrir la Creación divina ha construido un “mundo de libertad”. Creemos, prolongando el pensamiento de Al-Hayani, que este descrubrimiento de la enseñanza de la libertad dada en la Creación debería conducir a una profundización del espíritu del Corán que facilitara el diálogo y la convergencia con el mundo occidental y con las otras religiones. Especialmente con el cristianismo que también está embarcado en un proceso histórico de reinterpretación de su fe cristiana desde la ciencia moderna.
El islam como religión dinámica
“El islam, concluye Al-Hayani, es una religión dinámica. Compromete al intelecto en buscar el conocimiento que pueda profundizar y elevar la oración por medio de la comprensión de la Creación divina. El islam es la religión de la suavidad (yusr, ease) no de la imposición y dureza (´usr, hardship). Numerosos versos en el Corán nos invitan a examinar, ponderar, buscar e interpretar la Creación divina. Es más, esta creación va dirigida a nuestro beneficio y uso”.
“La ley islámica derivada de la interpretación del Corán y de la Sunnah se funda en el “espíritu” de la ley. Los comentaristas musulmanes de los primeros años no vieron ninguna contradicción entre innovación e islam, en tanto en cuanto se sirviera al beneficio e interés de los hombres. De capital importancia era la adhesión al espíritu de justicia, equidad y beneficio requerido por el Corán. Los comentaristas estaban convencidos de que el espíritu de la ley debía mantenerse y permanecer siempre por encima de cualesquiera otras consideraciones”.
Artículo elaborado por Juan Antonio Roldán, de la Cátedra CTR, a partir del artículo de Fatima Agha Al-Hayani aparecido en la revista Zygon (2005). Al-Hayani, residente en Estados Unidos, es experta en Jurisprudencia Islámica y ha sido invitada como experta en foros internacionales y universitarios.