Gusanos microscópicos ayudan a superar un escollo en viajes espaciales

Un experimento realizado en la EEI con nematodos demuestra que se puede frenar in situ la degradación muscular típica de estos vuelos


Una serie de experimentos llevados a cabo con millones de gusanos microscópicos, a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI), podrían ayudar a superar una de las amenazas que suponen los viajes espaciales para la salud humana. A los nematodos se les aplicó una técnica genética que resultó eficiente en el espacio y que, por tanto, podrá utilizarse con viajeros espaciales en el futuro para evitar la degradación muscular típica de estos vuelos. Según los investigadores, este hallazgo también podría ayudar a personas que sufran degeneración muscular por otras causas, como una enfermedad o el envejecimiento. Por Yaiza Martínez.


03/06/2011

Microfotografía coloreada de un nematodo. Fuente: Wikimedia Commons.
Un vuelo espacial realizado por millones de gusanos microscópicos, y la posterior estancia de éstos durante días en la Estación Espacial Internacional (EEI), podrían ayudar a superar una de las amenazas que suponen los viajes espaciales para la salud humana.

Los gusanos, de la especie de nematodos Caenorhabditis elegans (C. elegans) viajaron a bordo del cohete Space Shuttle Atlantis, y pasaron después 11 días en órbita, dentro de la Estación Espacial Internacional, a una distancia de más de 320 kilómetros de la Tierra.

Los C. elegans fueron escogidos para este experimento porque muchos de los 20.000 genes de esta especie realizan las mismas funciones que los genes humanos.

Reducir la pérdida de musculatura

Especialistas en fisiología humana de la School of Graduate Entry Medicine de la Universidad de Nottingham, en Inglaterra, querían estudiar la efectividad de una técnica de manipulación genética, conocida como técnica de interferencia por ARN o ARNi, que se sabe ayuda a regular la expresión genética.

Actualmente, esta técnica está siendo investigada en más de una docena de pruebas clínicas, para determinar su eficiencia en el tratamiento de diversos trastornos, como el cáncer o el asma.

Los científicos británicos pretendían averiguar, en concreto, si la ARNi podía resultar útil para reducir o controlar la drástica pérdida de musculatura que experimentan los astronautas durante los vuelos espaciales, informa la Universidad de Nottingham en un comunicado.

Los resultados de su investigación, publicados en PLoS ONE, demostraron que esta técnica funciona con normalidad durante los vuelos espaciales y, por tanto, puede ser considerada una opción viable como tratamiento y control de la degradación muscular en estos viajes.

Los científicos señalan, por otro lado, que este descubrimiento resultará beneficioso no sólo para los astronautas. También podría ayudar a personas que padezcan pérdida de musculatura por otras causas, como una enfermedad o el envejecimiento.

Experimentación espacial

Uno de los autores del estudio, el investigador Nathaniel Szewczyk, explica que el experimento ha sido totalmente directo. Una vez que los gusanos estuvieron en el espacio, éstos fueron tratados allí mismo con la técnica ARNi, por científicos de la Estación Espacial Internacional.

Módulo Kibo. Fuente: Wikimedia Commons.
Concretamente, los experimentos fueron llevados a cabo por un grupo de científicos japoneses, en las instalaciones del llamado Kibo lab.

Este laboratorio, que ha sido una contribución de Japón a la EEI, consiste en un módulo presurizado de 4,4 metros de diámetro que permite a los astronautas desenvolverse en un entorno con una presión y composición de aire similares a las terrestres permitiendo, por lo tanto, experimentos y observaciones astronómicas de larga duración.

Una vez de vuelta a la Tierra, los resultados obtenidos en las pruebas espaciales, así como la muestra de gusanos, fueron entregados a los investigadores de la Universidad de Nottingham para los análisis posteriores, que fueron realizados por el especialista Timothy Etheridge.

Los resultados obtenidos suponen, por un lado, que la técnica ARNi constituye una valiosa herramienta experimental para investigaciones en vuelos espaciales. Por otro lado, demuestran claramente que esta técnica permite bloquear aquellas proteínas que son necesarias para que se produzca la degradación muscular, explican los científicos.

Etheridge afirma que: “Estamos muy satisfechos porque, a pesar de los numerosos problemas relacionados con las investigaciones realizadas en el espacio, nuestros experimentos han ido como se planeó, y nos han permitido demostrar que esta forma de terapia genética puede funcionar de manera efectiva durante los viajes espaciales. El hallazgo inesperado de que la ARNi bloquea la degradación muscular en el espacio ha sido una sorpresa muy bienvenida”.

El espacio y los nematodos

El anuncio de los hallazgos de los investigadores de la Universidad de Nottingham ha coincidido con otra interesante noticia reciente, que también relaciona a los gusanos con el espacio.

Según un artículo publicado esta semana en Nature, un equipo de investigadores de la Universidad Ghent, en Bélgica, y de la Princeton University, de Estados Unidos, ha descubierto nuevas especies de nematodos que viven a kilómetros de profundidad de la superficie terrestre. El descubrimiento fue realizado en varias minas de Sudáfrica.

Hasta ahora, se habían encontrado nematodos a profundidades mucho más cercanas a la superficie terrestre, pero estos gusanos son los primeros organismos multicelulares encontrados a tanta profundidad (hasta 3,6 kilómetros de la superficie del planeta). En ella, se alcanzan temperaturas de hasta 48ºC, más de lo que se pensaba que podrían soportar los nematodos.

Según los investigadores, estos hallazgos expanden el conocimiento de la biosfera a gran profundidad, y demuestran que los ecosistemas de profundidades son más complejos de lo que se había aceptado hasta ahora. El descubrimiento de vida multicelular en superficies tan profundas de la Tierra tendría, además, importantes implicaciones para la búsqueda de vida subterránea en otros planetas del Sistema Solar, aseguran los científicos.



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