Fusión de espacio y tiempo en la poesía de Julián Cañizares

El autor albaceteño publica “Lugar y Esquema” con Ediciones de La Isla de Siltolá


La colección de poesía Tierra, de Ediciones de La Isla de Siltolá, ha publicado el poemario “Lugar y Esquema”, del poeta albaceteño Julián Cañizares. Se trata de una obra cargada de frescura y de originalidad que tiene como eje el concepto de espacio, asociado a la pérdida y el recuerdo. El tiempo, por su parte, queda suspendido en este libro; y sirve de telón de fondo para una acción y una emoción permanentes. Por Antonio Luis Ginés.




La colección de poesía Tierra, de Ediciones de La Isla de Siltolá, ha publicado el poemario Lugar y Esquema de un poeta albaceteño, afincado en Córdoba hace ya algunos años: Julián Cañizares‎.

Autor poco prolífico, tal vez por ello y por el acierto en sus distintas entregas, éstas guardan una consistencia, medida por la originalidad de la propuesta, de una estética y una ética con una dirección propia, definida.

Cañizares nos trae un poemario cargado de frescura, de originalidad, tanto en el plateamiento global como en la voz particular que nos conduce por cada uno de los poemas.

La prioridad es el concepto de espacio y, como se asocia aquí al de la pérdida, el recuerdo permanece a través de los lugares que regresan con la certeza de que tienen algo que devolver a quién ha trazado en ellos instantes.

Curioso como el tiempo queda como suspendido, estático por momentos, en un segundo plano frente a la invocación del lugar. Sería el telón de fondo, ese esquema sobre el que se sustenta la acción permanente, continuada.

Desde los inicios se tiene constancia de que, por encima de todo, algo permanece, a pesar de las distancias, e incluso como ese algo va buscando su modo de acomodarse donde mejor halle cobijo, proyectándose en los elementos del entorno y no directamente sobre el sujeto poético.

Todo lugar permanece, mientras cede su tiempo, el lugar ocupando ese primer plano, fiel, en esa duración que permite no solo el hecho de volver a él, sobre él, sino de recuperar algo –fragmentos temporales- que resultan más fácil encajar sobre el espacio físico.

El tiempo es el lugar

Como perder de vista que la esencia –lo que realmente ejerce de sustento- de muchos de estos poemas no es tan solo el recuerdo como un hecho aislado, sino esa especie de columna vertebral –llámalo esquema- insertado dentro de todo un contexto sobre el que lo emocional transcurre con fluidez.

El tiempo es el lugar, pensamos a la vez. En esa especie de diálogo del sujeto con otra voz, justo en el poema que cierra, se produce esa fusión ente ambos conceptos –espacio / tiempo- , ese hermanamiento que durante el resto del poemario sólo se había intuido, insinuado, y que ahora se vuelve certeza.

Va a dejar constancia del hueco solo lo que permanece: los lugares –esquemas de toda una situación-, que tienen un antes y, tras el paso de la vivencia, un después muy diferente, conservando esa suerte de huida: Todos nuestros lugares tenían escapatorias... lugares que van creciendo a través del calor del contacto, de la conciencia del instante: Tú dirigías el lugar que estaba haciéndose, antes que éste se transformara en recuerdo.

A esa construcción no es ajeno el sujeto poético, cuya implicación es profunda, a pesar de lo fragmentario de los versos, de ese juego constante con el movimiento u oscilación de las imágenes, las situaciones.

Las cosas hacen más por quedarse en esa retina que el propio sujeto, y éste, rendido ya ante la evidencia de que el dolor tiene lugar en el mapa de la vida, afrontando esa vuelta hacia atrás, trata de recuperar lo que fluye caprichosa del fondo de la memoria: Vivir desde la vida no es vivir desde el recuerdo/ Pero el recuerdo se hace a la vida y se acumula.


Jueves, 13 de Febrero 2014
Antonio Luis Ginés
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