Francisco Sagasti: "Hemos llegado al final de la era del progreso indefinido”

El investigador del FORO Nacional Internacional (FNI) de Perú señala en su último libro los desafíos científicos a los que America Latina deberá enfrentarse en los próximos años


Ya se ha publicado la segunda edición del libro “Ciencia, Tecnología, Innovación. Políticas para América Latina”, del investigador principal del FORO Nacional Internacional (FNI) de Perú, Francisco Sagasti. La obra se centra tanto en la brecha histórica entre la producción científica y tecnológica y su escasa aplicación práctica, como en una visión futura que asuma la producción científica y tecnológica a largo plazo. En ella, Sagasti habla además del "ocaso de la era baconiana", caracterizada por un progreso continuo e indefinido. En una nueva era, de la ingeniería genética y la inteligencia artificial, nuestra vinculación biofísica con el entorno que sostiene la vida debe ser abordado con respeto, y aún reverencia. Por Rosae Martín Peña.


Rosae Martín Peña
27/06/2014

Francisco Sagasti, autor del libro "Ciencia, Tecnología, Innovación Políticas para América Latina". Fuente: Francisco Sagasti.
Francisco Sagasti, que tiene más de 40 años de experiencia en temas de ciencia, tecnología e innovación es, entre otros cargos, investigador principal en el FORO Nacional Internacional (FNI) de Perú.

En su libro Ciencia, Tecnología, Innovación. Políticas para América Latina además de ofrecer una perspectiva histórica presente-pasado de la situación que atraviesa América Latina en el ámbito de la ciencia y la tecnología, también propone retos de cara al futuro.

El fin de la era  Baconiana
 
Según Sagasti, estamos viviendo el final de lo que podemos llamar el "Programa Baconiano " que ha durado aproximadamente 500 años. Este programa ha puesto y ha sentado las bases de nuestras sociedades occidentales actuales, y ha consistido en primera estancia en conseguir aplicar los conocimientos tecnológicos y científicos a los sistemas de producción.

El pensamiento imperante durante todo este tiempo ha sido que esta conjunción se hacía para el beneficio de la humanidad e iba acompañada de un progreso continuo e indefinido, a lo largo de los siglos, una de las claves propias del movimiento ilustrado.
 
Sin embargo, después de 500 años, la condición y las circunstancias de la humanidad han cambiado, y el Programa Baconiano está causando una serie de efectos secundarios negativos visibles, tanto por su impacto ambiental como por su impacto en diversas áreas de la ciencia, la tecnología y la producción.

Francisco Sagasti explica en esta entrevista concedida para Tendencias 21 las claves de su libro, y cuenta cómo ve el futuro de la ciencia, la tecnología y la innovación; y cómo en la actualidad existe la necesidad de un cambio de paradigma, que ya está en proceso de gestación.

En su última obra, usted hace referencia a la escasa correspondencia que hay entre la producción intelectual científica y tecnológica con su aplicación práctica. ¿Qué factores que podrían explicar esta brecha?
 
A finales de la década de los 60, muchos economistas, científicos, politólogos y sociólogos comenzaron a tomar conciencia en América Latina de la importancia de la ciencia y la tecnología para su desarrollo. De este modo, se empezó a invertir tiempo, esfuerzo y capital intelectual en estudiar como desarrollar  y diseñar estrategias y planes políticos para potenciar la ciencia y la tecnología.

Sin embargo, los líderes políticos y empresariales no acompañaron esta toma de conciencia por parte de los intelectuales, y fueron contados los casos en que las autoridades políticas prestaron genuina atención —más allá de declaraciones altisonantes— y tomaron la decisión de promover la ciencia, la tecnología y la innovación.
 
Las crisis económicas de los 80 hicieron perder la perspectiva a largo plazo, que es esencial para la ciencia y la tecnología, y los esfuerzos se concentraron mayormente en la estabilización económica, la reducción de déficit fiscal, y  el pago de la deuda externa, entre otros temas. Así se desplazó la atención lejos de la generación y utilización de  este conocimiento. Sólo al iniciarse el nuevo siglo hemos visto nuevamente un interés en estos temas, en gran medida por las presiones de la globalización y por la necesidad de ser más competitivos.

Por otro lado, menciona que América Latina se está quedando rezagada no sólo respecto a Norteamérica, Europa y Japón, sino que también está por detrás de los países emergentes de Asia. ¿Qué pasos ha dado este continente, por ejemplo China, que aún no ha conseguido dar los países de América Latina?
 
Desde hace más de tres decenios, los países asiáticos se han tomado en serio a la ciencia, la tecnología y la innovación. Mis  viajes a Corea en los setenta y a China en los ochenta me hicieron ver que había una decisión política y empresarial de hacer de la ciencia y de la tecnología un pilar del desarrollo económico y social.
 
Las diferencias abismales en la asignación de recursos para investigación y desarrollo entre China, Corea del Sur, India, Singapur,  Malasia y otros países asiáticos, en comparación con América Latina, son una clara demostración de esto. Además, esos países han adoptado políticas en estas áreas a largo plazo y han mantenido la continuidad de sus esfuerzos. En América Latina hemos tenido el síndrome de Sísifo: creábamos capacidades con gran esfuerzo durante varios años, sólo para abandonarlas y destruirlas en poco tiempo. Creo que ahora se está tomando conciencia de que la creación de capacidades en ciencia, tecnología e innovación es un proceso a largo plazo, que sobrepasa la acción de uno u otro Gobierno, y que requiere de un consenso político amplio.

Uno de los problemas para acercar la ciencia y la tecnología a la sociedad en todos sus ámbitos es la carencia o el  bajo nivel de la divulgación científica. ¿Puede ser este uno de los factores que producen este aletargamiento?

El escaso o inexistente apoyo de la sociedad en su conjunto a la ciencia y a la tecnología es, a la vez, una de las causas y de las manifestaciones del bajo grado de desarrollo científico y tecnológico de América Latina, al menos en comparación con otras regiones.
 
La divulgación científica seria y razonada, no como curiosidad o simple novedad es fundamental para movilizar el apoyo social a los esfuerzos por desarrollar capacidades en ciencia, tecnología e innovación. Paralelamente, tiene que existir  inversión en actividades científicas, tecnológicas y de innovación, y es necesario apoyar la difusión científica desde los primeros años en el sistema educativo, y a través de los medios de comunicación.
 
¿Existen buenas relaciones de transferencia de conocimiento entre las universidades en Latinoamérica y las empresas?
 
La situación es muy variada en la región. Hay países, regiones y ciudades en que la vinculación universidad-empresa es muy fuerte, pero otros en los que no lo es. Esto ha dependido mucho de los liderazgos académicos y empresariales, y los casos exitosos están generalmente asociados a la presencia de personajes con visión y capacidad de ejecución excepcionales. Debemos pasar a una situación en que esta vinculación se transforme en algo rutinario, como sucede en otras regiones del mundo.
 
Muchos científicos españoles han emigrado ya a Latinoamérica. ¿Pueden ser ellos una parte de la innovación que las universidades y las empresas en Latinoamérica necesitan para dar ese salto?
 
Es necesario aprovechar esta ventana de oportunidad, que no durará mucho tiempo. Algunos países de la región recurrieron a expertos y profesores de otros países, particularmente de la India y de algunos países del Medio Oriente, cuando  estos profesionales y académicos altamente calificados no encontraban oportunidades de trabajo.
 
No obstante, la competencia con Estados Unidos, Canadá y Europa por atraer estos profesionales ha sido muy fuerte, y será aún más fuerte en el futuro. Por lo tanto, es preciso actuar rápido y crear iniciativas regionales para trabajar conjuntamente con profesionales españoles durante los próximos cinco o siete años. Me sorprende que organismos regionales que trabajan en ciencia y tecnología no hayan tomado iniciativas que deberían ir mucho más lejos de lo que fue, por ejemplo, el Programa V Centenario hace dos decenios.

Ha hablado  varias veces del ocaso de la Era Baconiana. ¿A qué se refiere concretamente con estos términos?
 
A fines del siglo XVI y principios del siglo XVII Sir Francis Bacon, filósofo y estadista británico, planteó un programa para generar y utilizar el conocimiento para mejorar la condición humana. La idea central era “dominar la naturaleza por medio del conocimiento”, ya que para Bacon “conocimiento es poder”. El extraordinario éxito de su programa, que se desplegó durante 400 años, ha terminado por socavar sus propios cimientos. Las consecuencias negativas —ambientales, sociales, económicas o psicológicas, entre otras— de aplicar su programa sin las salvaguardias que Bacon mismo propuso ha terminado por generar una situación insostenible en el medio y largo plazo, que presagia el ocaso de la era Baconiana. Estamos ahora en un proceso de transición hacia una nueva realidad, una nueva era, cuyas características no podemos aún vislumbrar con claridad.

Hablemos del concepto de progreso de la Ilustración. ¿ Por qué este concepto ya no nos sirve para explicar el panorama actual? ¿Qué ha cambiado?
 
El despliegue y emplazamiento del programa de Sir Francis Bacon coincidió con la Ilustración y la expansión del sistema capitalista de producción. Ambos incorporaron la idea de progreso indefinido, que pasó a entenderse como aumento sin límites del bienestar material. Estas ideas están ahora sujetas a una profunda revisión, el ocaso de la era Baconiana, que coincide con la era antropocéntrica, con la era del conocimiento, del post-capitalismo, entre muchos otros nombres, indica que nos hemos embarcado en un proceso muy complejo que cambiará radicalmente nuestra concepción de la humanidad, de su entorno físico y de nuestro destino.

Hemos pasado de un modelo en el que el ser humano dominaba la naturaleza a tener que contar con ella, ¿Ve compatible un modelo tecnocentrista con uno ecocentrista?
 
No me gusta la palabra “modelo”, da una sensación de rigidez e inevitabilidad que es inconveniente. Creo que deberíamos pasar a un esquema flexible, en el cual nuestra concepción de lo que es ser “humano” en la era de la ingeniería genética y la inteligencia artificial, tiene que ser revaluada, y en la cual nuestra vinculación biofísica con el entorno que sostiene la vida debe ser abordado con respeto, y aún reverencia. En América Latina tenemos condiciones para contribuir de una manera muy significativa a desarrollar el conjunto de ideas y prácticas que le darán forma a la era post-Baconiana.



Rosae Martín Peña
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