El 95% de los bicentenarios son mujeres. Imagen: Thomas Quine. Fuente: Flickr.
Un número especial de Cell Stem Cell, publicado ayer, incluye una serie de artículos sobre el envejecimiento. Entre ellos destaca uno que aborda por qué las mujeres viven más años.
Más del 95 por ciento de las personas bicentenarias son mujeres. Los científicos han observado mucho las diferencias entre los sexos en lo que respecta a la edad, pero no hay una explicación clara de por qué las mujeres viven más tiempo.
Los investigadores de la Universidad de Stanford (California, EE.UU.) Ben Dulken y Anne Brunet argumentan que es el momento de mirar a las diferencias en el declive regenerativo entre hombres y mujeres. Esta línea de investigación podría abrir nuevas explicaciones de cómo las hormonas sexuales estrógeno y testosterona, u otros factores, modifican la esperanza de vida.
Es conocido que el estrógeno tiene efectos directos sobre las poblaciones de células madre en ratones hembra, desde aumentar el número de células madre de la sangre (que es muy útil durante el embarazo) hasta la mejora de la capacidad de regeneración de las células madre del cerebro durante el estro (época de celo).
Que estos cambios tengan un impacto directo en la vida es lo que está aún por explorar. Estudios recientes han encontrado que los suplementos de estrógeno aumentan la vida útil de los ratones machos, y que los eunucos humanos viven cerca de 14 años más que los machos no castrados.
También se necesita más trabajo para entender cómo afecta la genética al envejecimiento de las células madre en ambos sexos. Los científicos han visto que la anulación de diferentes genes en ratones puede agregar longevidad a un sexo, pero no al otro, y que los hombres en los estudios de gemelos no idénticos tienen telómeros más cortos -un signo de más corta vida celular- en comparación con las mujeres.
"Es probable que el sexo juegue un papel en la definición tanto de la esperanza de vida como de la vida saludable, y los efectos del sexo pueden no ser idénticos para estas dos variables," escriben los autores. "A medida que aumentan las investigaciones sobre qué factores influyen en el envejecimiento, no olvidemos uno de los modificadores más eficaces: el sexo."
Más del 95 por ciento de las personas bicentenarias son mujeres. Los científicos han observado mucho las diferencias entre los sexos en lo que respecta a la edad, pero no hay una explicación clara de por qué las mujeres viven más tiempo.
Los investigadores de la Universidad de Stanford (California, EE.UU.) Ben Dulken y Anne Brunet argumentan que es el momento de mirar a las diferencias en el declive regenerativo entre hombres y mujeres. Esta línea de investigación podría abrir nuevas explicaciones de cómo las hormonas sexuales estrógeno y testosterona, u otros factores, modifican la esperanza de vida.
Es conocido que el estrógeno tiene efectos directos sobre las poblaciones de células madre en ratones hembra, desde aumentar el número de células madre de la sangre (que es muy útil durante el embarazo) hasta la mejora de la capacidad de regeneración de las células madre del cerebro durante el estro (época de celo).
Que estos cambios tengan un impacto directo en la vida es lo que está aún por explorar. Estudios recientes han encontrado que los suplementos de estrógeno aumentan la vida útil de los ratones machos, y que los eunucos humanos viven cerca de 14 años más que los machos no castrados.
También se necesita más trabajo para entender cómo afecta la genética al envejecimiento de las células madre en ambos sexos. Los científicos han visto que la anulación de diferentes genes en ratones puede agregar longevidad a un sexo, pero no al otro, y que los hombres en los estudios de gemelos no idénticos tienen telómeros más cortos -un signo de más corta vida celular- en comparación con las mujeres.
"Es probable que el sexo juegue un papel en la definición tanto de la esperanza de vida como de la vida saludable, y los efectos del sexo pueden no ser idénticos para estas dos variables," escriben los autores. "A medida que aumentan las investigaciones sobre qué factores influyen en el envejecimiento, no olvidemos uno de los modificadores más eficaces: el sexo."
Modelo de laboratorio
Otro de los estudios publicados en el número especial, informa EurekAlert!, analiza los problemas para modelar el envejecimiento en el laboratorio, y las estrategias utilizadas para combatirlos.
Y un tercer análisis estudia por qué los gametos (espermatozoides y óvulos) parecen inmortales en comparación con las demás células madre del cuerpo.
Los gametos obtienen energía de la respiración mitocondrial, más eficiente que la ruptura de azúcar, utilizada por el resto de células madre.
El estudio señala, como posible explicación, que las células madre no necesitan vivir para siempre, ya que sólo tienen que llevar al individuo a edad reproductiva.
En cambio, los gametos viven una selección feroz. También señala el análisis que se ha comprobado que la restricción calórica en animales puede aumentar la esperanza de vida.
Otro de los estudios publicados en el número especial, informa EurekAlert!, analiza los problemas para modelar el envejecimiento en el laboratorio, y las estrategias utilizadas para combatirlos.
Y un tercer análisis estudia por qué los gametos (espermatozoides y óvulos) parecen inmortales en comparación con las demás células madre del cuerpo.
Los gametos obtienen energía de la respiración mitocondrial, más eficiente que la ruptura de azúcar, utilizada por el resto de células madre.
El estudio señala, como posible explicación, que las células madre no necesitan vivir para siempre, ya que sólo tienen que llevar al individuo a edad reproductiva.
En cambio, los gametos viven una selección feroz. También señala el análisis que se ha comprobado que la restricción calórica en animales puede aumentar la esperanza de vida.
Referencia bibliográfica:
Ben Dulken, Anne Brunet: Stem Cell Aging and Sex: Are We Missing Something?. Cell Stem Cell (2015). DOI: 10.1016/j.stem.2015.05.006
Ben Dulken, Anne Brunet: Stem Cell Aging and Sex: Are We Missing Something?. Cell Stem Cell (2015). DOI: 10.1016/j.stem.2015.05.006