Eduardo Aldán. Fuente: Aldán Company.
Si algo deja claro el humorista, actor y presentador Eduardo Aldán es que “Espinete sí existe”.
Este monólogo es un canto a los recuerdos de la infancia de todos aquellos que nacimos en los años setenta.
Nada más entrar nos dan una piruleta, y desde ese preciso instante nos trasladan a nuestros más tiernos años.
Eduardo Aldán lleva ocho largas temporadas realizando el monólogo Espinete no existe y ahora ha vuelto para iniciar la novena temporada en Madrid, en el Pequeño Teatro Gran Vía todos los viernes, sábados y domingos, bajo el sello de Aldán Compañía y Smedia.
La obra se autodenomina “nostalgiacomedia”, un término que podríamos acuñar para este tipo de monólogos que desde hace algunos años proliferan en el panorama teatral, baste con recordar Maldito Naranjito, interpretado por Iñaki Urrutia, que “casualmente” estuvo dirigido por Eduardo Aldán.
La línea que sigue Aldán parece estar en concordancia con aquella representación, pero lo hace tan bien que no es preciso que cambie.
Este monólogo es un canto a los recuerdos de la infancia de todos aquellos que nacimos en los años setenta.
Nada más entrar nos dan una piruleta, y desde ese preciso instante nos trasladan a nuestros más tiernos años.
Eduardo Aldán lleva ocho largas temporadas realizando el monólogo Espinete no existe y ahora ha vuelto para iniciar la novena temporada en Madrid, en el Pequeño Teatro Gran Vía todos los viernes, sábados y domingos, bajo el sello de Aldán Compañía y Smedia.
La obra se autodenomina “nostalgiacomedia”, un término que podríamos acuñar para este tipo de monólogos que desde hace algunos años proliferan en el panorama teatral, baste con recordar Maldito Naranjito, interpretado por Iñaki Urrutia, que “casualmente” estuvo dirigido por Eduardo Aldán.
La línea que sigue Aldán parece estar en concordancia con aquella representación, pero lo hace tan bien que no es preciso que cambie.
Pan con chocolate y Barrio Sésamo
Las risas y los recuerdos se acumulan en la mente de cada espectador que está “expectante” y “participante”, cantando, dando palmas al son de la música, con los ojos iluminados, etc., del mismo modo que nos poníamos con “el pan con chocolate” frente a la tele para ver “Barrio Sesamo”.
El monólogo en sí está abierto a múltiples improvisaciones y “morcillas” que va introduciendo Eduardo Aldán según se va inspirando. En ocasiones “pierde” el hilo argumental, pero gracias a pequeñas señas que la técnico de luz y sonido (“Nuria”) le da a Aldán este “vuelve en sí” y prosigue con el monólogo.
Hay que admitir que, a pesar de las digresiones, como el actor tiene gran agilidad mental y verbal y está muy curtido en el texto, sabe regresar al monólogo como niño que juega a las chapas todos los días después de hacer los deberes. La representación número uno de la novena temporada se corresponde con la número mil trescientos treinta y siete. ¡Ya van unas cuantas!
El escenario es en exceso “simple” y poco funcional; después de tantas temporadas podrían haberle dado pequeños retoques para mejorarlo e incluso eliminarlo. A veces, menos es más, como ya sabemos.
De todos modos, el eje central de este monólogo es Eduardo Aldán y su micrófono y el resto sobra, con estos dos componentes es más que suficiente para llegar a la décima temporada llenando el teatro como hasta ahora.
Las risas y los recuerdos se acumulan en la mente de cada espectador que está “expectante” y “participante”, cantando, dando palmas al son de la música, con los ojos iluminados, etc., del mismo modo que nos poníamos con “el pan con chocolate” frente a la tele para ver “Barrio Sesamo”.
El monólogo en sí está abierto a múltiples improvisaciones y “morcillas” que va introduciendo Eduardo Aldán según se va inspirando. En ocasiones “pierde” el hilo argumental, pero gracias a pequeñas señas que la técnico de luz y sonido (“Nuria”) le da a Aldán este “vuelve en sí” y prosigue con el monólogo.
Hay que admitir que, a pesar de las digresiones, como el actor tiene gran agilidad mental y verbal y está muy curtido en el texto, sabe regresar al monólogo como niño que juega a las chapas todos los días después de hacer los deberes. La representación número uno de la novena temporada se corresponde con la número mil trescientos treinta y siete. ¡Ya van unas cuantas!
El escenario es en exceso “simple” y poco funcional; después de tantas temporadas podrían haberle dado pequeños retoques para mejorarlo e incluso eliminarlo. A veces, menos es más, como ya sabemos.
De todos modos, el eje central de este monólogo es Eduardo Aldán y su micrófono y el resto sobra, con estos dos componentes es más que suficiente para llegar a la décima temporada llenando el teatro como hasta ahora.
Referencia:
Compañía: Aldan Company.
Edad recomendada: Todos los públicos.
Idea, guión e interpretación: Eduardo Aldán.
Dirección: Víctor Conde.
Representaciones: Desde el 19 de septiembre de 2014. Viernes 20:30 horas, sábados 19 y 21:00 horas y domingos 19:00 horas. Viernes 3 de octubre doble función a las 20 y 22:00 horas. En Pequeño Teatro Gran Vía.
Compañía: Aldan Company.
Edad recomendada: Todos los públicos.
Idea, guión e interpretación: Eduardo Aldán.
Dirección: Víctor Conde.
Representaciones: Desde el 19 de septiembre de 2014. Viernes 20:30 horas, sábados 19 y 21:00 horas y domingos 19:00 horas. Viernes 3 de octubre doble función a las 20 y 22:00 horas. En Pequeño Teatro Gran Vía.