Javier del Arco (photo by autor)
Javier del Arco es miembro directivo del Club Nuevo Mundo y uno de los impulsores de "Nación Digital" como elemento de reflexión. Es Doctor en Filosofía y Licenciado en Ciencias Biológicas. Ha sido profesor extraordinario en la ETSIT de la UPM en los Masteres de Inteligencia Ambiental y también en el de Accesibilidad y diseño para todos. Ha publicado más de doscientos artículos en revistas especializadas sobre Filosofía de la Ciencia y la Tecnología con especial énfasis en la rama de la tecno-ética que estudia la relación entre las TIC y los colectivos vulnerables. Es el editor del Blog Biofilosofía de Tendencias21.
La incorporación de la pieza “filosofía” genera una enorme riqueza de conocimiento y reflexión en el pequeño germen de inteligencia colectiva impulsado por el equipo de expertos de la sección Nación Digital de Tendencias 21. Para los miembros del Club Nuevo Mundo nos permitirá poder interpretar mejor las implicaciones de una realidad que ya es digital, para conocer mejor su naturaleza disruptiva.
No es posible saber si la visión de un biólogo con la formación y vocación de un filósofo pudiera llegar a ser una de las piezas fundamentales en la conversación que se está manteniendo actualmente en torno a la tecnología. Conversar con Javier del Arco permite despejar numerosas dudas, aunque también tiene la capacidad de que sus visiones, que tan elegantemente expone, generen distintos terremotos en tu cabeza.
Empecemos con una cita célebre. Según el escritor, orador y político romano Cicerón (106 AC-43 AC) “la vida feliz y dichosa es el objeto único de toda la filosofía”. ¿Quién podría negarlo?
Esa es una visión epicúrea, en el buen sentido que quiso dar Epicuro a sus enseñanzas y no a deformaciones posteriores interesadas, que es cierta en buena parte, pero le falta una pregunta fundamental: feliz y dichosa para mí o ¿incluyo también lo próximo? Y digo lo próximo desde un conciudadano a un roble del parque.
No se puede ser feliz sin una piedad sincera hacia los otros y hacia el Kosmos (y no digo Cosmos, que también me refiero hacia nuestra Oikos en el sentido pleno del término griego).
No somos ajenos a la realidad que se presenta en la década de los 2020s. España tendrá la sociedad más longeva de la historia del ser humano. La tecnología facilitará gestionar recursos abundantes. ¿Llegará la hora de los jubilados como nuevos elementos productivos de la sociedad?
Yo escribí en un libro hace unos pocos años que era necesario que apareciese un senior poder con capacidad de ser un elemento clave en la sociedad, activo, experimentado, muy cuajado y con la sabiduría que dan los años. Quien inventase el término “clases pasivas” debería ser objeto de una damnatio memoriae.
La mayor parte de las personas mayores de 67 años no podemos ser condenadas al ostracismo y a la cadena de una pensión. Es peor que una gran injusticia. Es un error y un error insostenible económicamente. Las situaciones, en el devenir de la historia, duran relativamente poco. Y esta situación va a durar poquísimo.
La incorporación de la pieza “filosofía” genera una enorme riqueza de conocimiento y reflexión en el pequeño germen de inteligencia colectiva impulsado por el equipo de expertos de la sección Nación Digital de Tendencias 21. Para los miembros del Club Nuevo Mundo nos permitirá poder interpretar mejor las implicaciones de una realidad que ya es digital, para conocer mejor su naturaleza disruptiva.
No es posible saber si la visión de un biólogo con la formación y vocación de un filósofo pudiera llegar a ser una de las piezas fundamentales en la conversación que se está manteniendo actualmente en torno a la tecnología. Conversar con Javier del Arco permite despejar numerosas dudas, aunque también tiene la capacidad de que sus visiones, que tan elegantemente expone, generen distintos terremotos en tu cabeza.
Empecemos con una cita célebre. Según el escritor, orador y político romano Cicerón (106 AC-43 AC) “la vida feliz y dichosa es el objeto único de toda la filosofía”. ¿Quién podría negarlo?
Esa es una visión epicúrea, en el buen sentido que quiso dar Epicuro a sus enseñanzas y no a deformaciones posteriores interesadas, que es cierta en buena parte, pero le falta una pregunta fundamental: feliz y dichosa para mí o ¿incluyo también lo próximo? Y digo lo próximo desde un conciudadano a un roble del parque.
No se puede ser feliz sin una piedad sincera hacia los otros y hacia el Kosmos (y no digo Cosmos, que también me refiero hacia nuestra Oikos en el sentido pleno del término griego).
No somos ajenos a la realidad que se presenta en la década de los 2020s. España tendrá la sociedad más longeva de la historia del ser humano. La tecnología facilitará gestionar recursos abundantes. ¿Llegará la hora de los jubilados como nuevos elementos productivos de la sociedad?
Yo escribí en un libro hace unos pocos años que era necesario que apareciese un senior poder con capacidad de ser un elemento clave en la sociedad, activo, experimentado, muy cuajado y con la sabiduría que dan los años. Quien inventase el término “clases pasivas” debería ser objeto de una damnatio memoriae.
La mayor parte de las personas mayores de 67 años no podemos ser condenadas al ostracismo y a la cadena de una pensión. Es peor que una gran injusticia. Es un error y un error insostenible económicamente. Las situaciones, en el devenir de la historia, duran relativamente poco. Y esta situación va a durar poquísimo.
Convivimos con imprevistos climáticos. ¿No es hora de apostar seriamente por el medio ambiente?
El Homo Sapiens tiene un cerebro tan complejo que puede presentar múltiples disfuncionalidades. Una de ellas se relaciona con la codicia y la avaricia como expliqué en un artículo publicado en Tendencias21 el 21 de junio de 2018. Si sus causas son bioquímicas, como ocurre casi siempre, lo más práctico es eliminar la causa exógena que mueve la exacerbación del componente endógeno mientras no haya herramientas para solucionar este. Veamos una idea filosófica, en principio buena, puede conducir a una ideología y aquí la cosa se complica.
El cerebro codicioso o avaricioso solo necesita un pretexto para actuar de manera desconsiderada y llegado el caso, criminal, con los otros humanos y con su Oikos. Con su casa Tierra o Gea. Y la codicia solo se deteniendo ante otra reacción más fuerte, el miedo. Miedo insufrible a perder lo que tiene que es incluso superior al de perder la vida. El abuso del Medio Ambiente, de nuestro Oikos, de nuestra casa Tierra, se combate desde el convencimiento de que el neoliberalismo es un enemigo de la humanidad y de Gea que incita a los múltiples cerebros afectados a actuar contra sí mismos, contra el resto de los Homo Sapiens y contra nuestro mundo. Y en ese combate por nuestra supervivencia no excluyo nada.
La antigua Celtiberia son actualmente nueve provincias divididas en varias Comunidades Autónomas. En las últimas décadas, la planificación industrial ha ido produciendo la desconexión de las personas en un territorio el doble de tamaño que Bélgica con la despoblación de la Laponia finlandesa. Ante un problema industrial, ¿podemos pensar en una solución digital?
La respuesta es sí. Como instrumento relacional en sentido muy amplio. Internet es un elemento muy poderoso que permite crear un entorno concreto y conectado, tanto a nivel externo como interno. Y eso sirve para vender tomates, atender una emergencia médica o realizar una consulta, impuestos, enseñanza.
Eso sí, el mundo digital debe ser transparente y hay normas éticas que deben seguirse. Hay reflexiones éticas para las TIC que son perfectamente adaptables. Si, las TIC pueden ser además un factor de democratización muy potente.
La tecnología digital ha generado un enorme cerebro que opera interconectado 24/7 a escala global. ¿La inteligencia colectiva necesita una mayor reflexión filosófica?
Sí, porque hay que analizar términos tan potentes como el de inteligencia simbiótica y, sobre todo, el crowdsourcing que, a mi juicio, quien mejor lo ha definido es Larry Huston que entiende que consiste en atraer a varios voluntarios a una organización para involúcralos en un proceso creativo y colaborativo. El resultado sería el intercambio. Hasta ahí bien.
Luego, naturalmente está Internet como elemento de conexión y cercanía y la distribución casi inmediata, más en un espacio como Celtiberia. Su implementación puede generar un fuerte efecto llamada y serán los economistas los que tendrán que gestionar eso. Si los celtíberos son bien instruidos, podía ensayarse con ellos las reglas del lenguaje de Jürgen Habermas que son sencillas: toda palabra pronunciada, todo discurso debe ser: inteligible; verdadero; recto y veraz. Nada más y nada menos. La ética del discurso de Habermas podría ensayarse aquí, pienso yo.
Dentro de esta cuestión hay también cuestiones gneoseológicas muy complejas y también éticas que van más allá del discurso interrelacional. Claro, porque no es modelo diseñado para Pan Paniscus (Bonobo) sino para Homo Sapiens. Todo el tema de la inteligencia colaborativa lleva una carga de riesgo subyacente que no es otra que la propia naturaleza de la especie, que no olvidemos fácilmente toma una de sus formas biológicas: la de un primate depredador muy peligroso. Todos estos problemas tienen cada uno su propio abordaje y la ocupación de la Filosofía es su identificación, “desocultación” y su interpretación. Luego entran los expertos a solucionarlos si pueden.
Sí, hay que echarle muchas horas y mucha tinta a la inteligencia colectiva.
No sabemos qué es una nación digital, pero ¿qué podemos intuir?
Desde el punto de vista más primario y básico es un lugar donde emigrar. Dado que no es preciso abandonar el territorio pero si su estructura económica y socio política, es un exilio interior, un insilio. Hasta hace poco era imposible insiliarse, salvo haciéndose trapense. Merced a la tecnología puede ser posible, pero no fácil. En general, no hay exilio voluntario sin importantes renuncias.
Describe en un tweet la filosofía de Celtiberia Digital impulsada por el Club Nuevo Mundo.
Un proyecto entre la utopía y una interesante posibilidad que se fortalecerá con las próximas crisis de todo tipo.
El Homo Sapiens tiene un cerebro tan complejo que puede presentar múltiples disfuncionalidades. Una de ellas se relaciona con la codicia y la avaricia como expliqué en un artículo publicado en Tendencias21 el 21 de junio de 2018. Si sus causas son bioquímicas, como ocurre casi siempre, lo más práctico es eliminar la causa exógena que mueve la exacerbación del componente endógeno mientras no haya herramientas para solucionar este. Veamos una idea filosófica, en principio buena, puede conducir a una ideología y aquí la cosa se complica.
El cerebro codicioso o avaricioso solo necesita un pretexto para actuar de manera desconsiderada y llegado el caso, criminal, con los otros humanos y con su Oikos. Con su casa Tierra o Gea. Y la codicia solo se deteniendo ante otra reacción más fuerte, el miedo. Miedo insufrible a perder lo que tiene que es incluso superior al de perder la vida. El abuso del Medio Ambiente, de nuestro Oikos, de nuestra casa Tierra, se combate desde el convencimiento de que el neoliberalismo es un enemigo de la humanidad y de Gea que incita a los múltiples cerebros afectados a actuar contra sí mismos, contra el resto de los Homo Sapiens y contra nuestro mundo. Y en ese combate por nuestra supervivencia no excluyo nada.
La antigua Celtiberia son actualmente nueve provincias divididas en varias Comunidades Autónomas. En las últimas décadas, la planificación industrial ha ido produciendo la desconexión de las personas en un territorio el doble de tamaño que Bélgica con la despoblación de la Laponia finlandesa. Ante un problema industrial, ¿podemos pensar en una solución digital?
La respuesta es sí. Como instrumento relacional en sentido muy amplio. Internet es un elemento muy poderoso que permite crear un entorno concreto y conectado, tanto a nivel externo como interno. Y eso sirve para vender tomates, atender una emergencia médica o realizar una consulta, impuestos, enseñanza.
Eso sí, el mundo digital debe ser transparente y hay normas éticas que deben seguirse. Hay reflexiones éticas para las TIC que son perfectamente adaptables. Si, las TIC pueden ser además un factor de democratización muy potente.
La tecnología digital ha generado un enorme cerebro que opera interconectado 24/7 a escala global. ¿La inteligencia colectiva necesita una mayor reflexión filosófica?
Sí, porque hay que analizar términos tan potentes como el de inteligencia simbiótica y, sobre todo, el crowdsourcing que, a mi juicio, quien mejor lo ha definido es Larry Huston que entiende que consiste en atraer a varios voluntarios a una organización para involúcralos en un proceso creativo y colaborativo. El resultado sería el intercambio. Hasta ahí bien.
Luego, naturalmente está Internet como elemento de conexión y cercanía y la distribución casi inmediata, más en un espacio como Celtiberia. Su implementación puede generar un fuerte efecto llamada y serán los economistas los que tendrán que gestionar eso. Si los celtíberos son bien instruidos, podía ensayarse con ellos las reglas del lenguaje de Jürgen Habermas que son sencillas: toda palabra pronunciada, todo discurso debe ser: inteligible; verdadero; recto y veraz. Nada más y nada menos. La ética del discurso de Habermas podría ensayarse aquí, pienso yo.
Dentro de esta cuestión hay también cuestiones gneoseológicas muy complejas y también éticas que van más allá del discurso interrelacional. Claro, porque no es modelo diseñado para Pan Paniscus (Bonobo) sino para Homo Sapiens. Todo el tema de la inteligencia colaborativa lleva una carga de riesgo subyacente que no es otra que la propia naturaleza de la especie, que no olvidemos fácilmente toma una de sus formas biológicas: la de un primate depredador muy peligroso. Todos estos problemas tienen cada uno su propio abordaje y la ocupación de la Filosofía es su identificación, “desocultación” y su interpretación. Luego entran los expertos a solucionarlos si pueden.
Sí, hay que echarle muchas horas y mucha tinta a la inteligencia colectiva.
No sabemos qué es una nación digital, pero ¿qué podemos intuir?
Desde el punto de vista más primario y básico es un lugar donde emigrar. Dado que no es preciso abandonar el territorio pero si su estructura económica y socio política, es un exilio interior, un insilio. Hasta hace poco era imposible insiliarse, salvo haciéndose trapense. Merced a la tecnología puede ser posible, pero no fácil. En general, no hay exilio voluntario sin importantes renuncias.
Describe en un tweet la filosofía de Celtiberia Digital impulsada por el Club Nuevo Mundo.
Un proyecto entre la utopía y una interesante posibilidad que se fortalecerá con las próximas crisis de todo tipo.