La gran preocupación social por los efectos de las radiofrecuencias en la salud humana, han hecho que en los últimos años se incrementasen las investigaciones sobre los efectos de estas emisiones en la salud humana. De hecho, ya hemos informamos en tendencias21, hace tiempo, de este incremento en las investigaciones biomédicas.
Esta preocupación está basada en la idea de que las ondas de radio (radiofrecuencias) pueden causar la modificación de la configuración electrónica de la molécula de ADN. Ello puede hacer que las células modificadas transformen su ciclo vital y no se mueran ocasionando un crecimiento masivo de las mismas en una región concreta (un cáncer).
Recientemente, el grupo de investigación de epidemiología clínica de la Universidad de Halle de Alemania, en colaboración con la Universidad de Boston, han publicado en el Journal of the National Cancer Institute un estudio sobre la relación existente entre el uso habitual del teléfono móvil y el incremento de los casos de melanoma uveal.
Necesidad de ampliar un estudio previo
El melanoma ocular es un tumor maligno ocasionado por la presencia de unos melanocitos atípicos. Recordemos que los melanocitos son las células que producen el pigmento que da color a la piel. Este tipo de cáncer es ocho veces más habitual en poblaciones blancas que en las negras y en las asiáticas. Además su propagación es rápida.
En un trabajo anterior, publicado en el 2001 en la revista Epidemiology, este grupo de investigación fue el primero del mundo que afirmó que parecía existir cierta vinculación entre el uso del móvil y este tipo de cáncer. No obstante, ellos mismos reconocían que, debido a sus limitaciones metodológicas, tenían que matizar sus conclusiones. Por ello, no eran capaces de decir, con rotundidad, que esta asociación era totalmente clara.
Por esta razón consideraron que era necesario llevar a cabo un segundo experimento. En él, incrementaron en el análisis el número de sujetos con el objetivo de poder tener datos más fidedignos.
Un paso importante en la investigación
En este segundo estudio, que ahora presentamos, participaron alrededor de unas 1.600 personas y se centró en aquellos sujetos que habían empleado estos dispositivos telefónicos durante un tiempo de entre cinco y diez años.
Los datos finales de la investigación fueron nulos. Es decir, no fueron capaces de establecer una correlación entre el uso de los teléfonos móviles y la mayor posibilidad de desarrollar dicho melanoma.
De hecho, y con una confianza estadística del 95 por ciento, comprobaron que no existía ninguna tendencia en las medidas de la exposición a los móviles. No obstante, estos investigadores consideran que no se puede explicar totalmente la asociación nula entre los aspectos estudiados.
Por esta razón, limitan sus conclusiones finales a un periodo corto de tiempo, entre los cinco y diez años. Pero dejan abierta una pequeña posibilidad al hecho de que a largo plazo pueda establecerse alguna correlación. La cuestión está entonces en saber si a largo plazo existe algún tipo de riesgo.
La dificultad de estos estudios
El cáncer es una enfermedad en la que tienen que darse, conjuntamente, distintos procesos potencialmente patológicos para que esta aparezca. En el mundo tan desarrollado tecnológicamente en el que vivimos, estamos rodeados de factores potencialmente carcinogénicos.
Por esta razón, llegar a la conclusión de que una actividad, como la de usar habitualmente el teléfono móvil, favorece la aparición de cáncer no es fácil de probar. Esta es, junto con otros factores metodológicos, una de las causas por las que establecer estas correlaciones llevan tanto tiempo y esfuerzo. Pero una vez obtenido el resultado final, el esfuerzo merece la pena.
Esta preocupación está basada en la idea de que las ondas de radio (radiofrecuencias) pueden causar la modificación de la configuración electrónica de la molécula de ADN. Ello puede hacer que las células modificadas transformen su ciclo vital y no se mueran ocasionando un crecimiento masivo de las mismas en una región concreta (un cáncer).
Recientemente, el grupo de investigación de epidemiología clínica de la Universidad de Halle de Alemania, en colaboración con la Universidad de Boston, han publicado en el Journal of the National Cancer Institute un estudio sobre la relación existente entre el uso habitual del teléfono móvil y el incremento de los casos de melanoma uveal.
Necesidad de ampliar un estudio previo
El melanoma ocular es un tumor maligno ocasionado por la presencia de unos melanocitos atípicos. Recordemos que los melanocitos son las células que producen el pigmento que da color a la piel. Este tipo de cáncer es ocho veces más habitual en poblaciones blancas que en las negras y en las asiáticas. Además su propagación es rápida.
En un trabajo anterior, publicado en el 2001 en la revista Epidemiology, este grupo de investigación fue el primero del mundo que afirmó que parecía existir cierta vinculación entre el uso del móvil y este tipo de cáncer. No obstante, ellos mismos reconocían que, debido a sus limitaciones metodológicas, tenían que matizar sus conclusiones. Por ello, no eran capaces de decir, con rotundidad, que esta asociación era totalmente clara.
Por esta razón consideraron que era necesario llevar a cabo un segundo experimento. En él, incrementaron en el análisis el número de sujetos con el objetivo de poder tener datos más fidedignos.
Un paso importante en la investigación
En este segundo estudio, que ahora presentamos, participaron alrededor de unas 1.600 personas y se centró en aquellos sujetos que habían empleado estos dispositivos telefónicos durante un tiempo de entre cinco y diez años.
Los datos finales de la investigación fueron nulos. Es decir, no fueron capaces de establecer una correlación entre el uso de los teléfonos móviles y la mayor posibilidad de desarrollar dicho melanoma.
De hecho, y con una confianza estadística del 95 por ciento, comprobaron que no existía ninguna tendencia en las medidas de la exposición a los móviles. No obstante, estos investigadores consideran que no se puede explicar totalmente la asociación nula entre los aspectos estudiados.
Por esta razón, limitan sus conclusiones finales a un periodo corto de tiempo, entre los cinco y diez años. Pero dejan abierta una pequeña posibilidad al hecho de que a largo plazo pueda establecerse alguna correlación. La cuestión está entonces en saber si a largo plazo existe algún tipo de riesgo.
La dificultad de estos estudios
El cáncer es una enfermedad en la que tienen que darse, conjuntamente, distintos procesos potencialmente patológicos para que esta aparezca. En el mundo tan desarrollado tecnológicamente en el que vivimos, estamos rodeados de factores potencialmente carcinogénicos.
Por esta razón, llegar a la conclusión de que una actividad, como la de usar habitualmente el teléfono móvil, favorece la aparición de cáncer no es fácil de probar. Esta es, junto con otros factores metodológicos, una de las causas por las que establecer estas correlaciones llevan tanto tiempo y esfuerzo. Pero una vez obtenido el resultado final, el esfuerzo merece la pena.