Imagen: flashubi. Fuente: Everystockphoto.
Si hay un componente poco valorado en un equipo informático, a pesar de su importancia como dispositivo de entrada de la información, es el teclado. Un periférico que ha ido evolucionando desde sus orígenes más remotos en las primeras máquinas de escribir, allá por el siglo XIX, pero que sigue conservando e incluso recuperando muchas de sus peculiaridades iniciales.
Durante un tiempo, el principal objetivo de los investigadores fue crear un dispositivo que fusionara la entrada y salida de información del ordenador. Corría la década de los noventa cuando un joven Bill Buxton trabajaba en el Centro de Investigación de Xerox en Palo Alto (Estados Unidos), examinando los clásicos teléfonos caseros hechos por los niños uniendo dos vasos con una cuerda.
Buxton detectó que el vaso servía de micrófono y altavoz a la vez, se utilizaba el mismo “hardware” para la entrada y salida de sonido. ¿Por qué no podría aplicar el mismo principio para el ordenador, utilizando un único dispositivo para la entrada y salida de texto, en lugar de usar el teclado como entrada para propiciar la salida en una pantalla?
Bastaron un par de décadas, muchos investigadores y enormes presupuestos empresariales en I+D+I para llegar a los teclados en pantalla táctil de tabletas y teléfonos inteligentes. Ahora entradas y salidas comparten la misma superficie; el teclado se fusiona con la pantalla, al menos para algunas tareas informáticas.
Sin embargo, cualquiera que haya probado un teclado virtual puede atestiguar que como periférico de entrada queda muy por debajo del propio de un pc tradicional cuando se trata de comodidad, rapidez y precisión. En un interesante reportaje publicado en la revista ComputerWorld, Caleb Garling augura que tal vez con el tiempo podamos conectar los ordenadores a nuestras neuronas, pero mientras tanto, el simple a la par que funcional teclado electromecánico seguirá ahí, y mejorando, durante algún tiempo.
Buxton, ahora un gurú del diseño en Microsoft Research, todavía examina de cerca viejos teclados en busca de trucos y tecnologías olvidadas que podrían generar nuevas líneas acerca de cómo introducir información en una computadora. “Muchos de los grandes descubrimientos están delante de nuestras narices”, afirma cuando habla del futuro del teclado. “Muchas de las cosas que emergen como novedad tienen sus raíces en el pasado”, añade. Y en algunos casos, en un pasado muy lejano.
Durante un tiempo, el principal objetivo de los investigadores fue crear un dispositivo que fusionara la entrada y salida de información del ordenador. Corría la década de los noventa cuando un joven Bill Buxton trabajaba en el Centro de Investigación de Xerox en Palo Alto (Estados Unidos), examinando los clásicos teléfonos caseros hechos por los niños uniendo dos vasos con una cuerda.
Buxton detectó que el vaso servía de micrófono y altavoz a la vez, se utilizaba el mismo “hardware” para la entrada y salida de sonido. ¿Por qué no podría aplicar el mismo principio para el ordenador, utilizando un único dispositivo para la entrada y salida de texto, en lugar de usar el teclado como entrada para propiciar la salida en una pantalla?
Bastaron un par de décadas, muchos investigadores y enormes presupuestos empresariales en I+D+I para llegar a los teclados en pantalla táctil de tabletas y teléfonos inteligentes. Ahora entradas y salidas comparten la misma superficie; el teclado se fusiona con la pantalla, al menos para algunas tareas informáticas.
Sin embargo, cualquiera que haya probado un teclado virtual puede atestiguar que como periférico de entrada queda muy por debajo del propio de un pc tradicional cuando se trata de comodidad, rapidez y precisión. En un interesante reportaje publicado en la revista ComputerWorld, Caleb Garling augura que tal vez con el tiempo podamos conectar los ordenadores a nuestras neuronas, pero mientras tanto, el simple a la par que funcional teclado electromecánico seguirá ahí, y mejorando, durante algún tiempo.
Buxton, ahora un gurú del diseño en Microsoft Research, todavía examina de cerca viejos teclados en busca de trucos y tecnologías olvidadas que podrían generar nuevas líneas acerca de cómo introducir información en una computadora. “Muchos de los grandes descubrimientos están delante de nuestras narices”, afirma cuando habla del futuro del teclado. “Muchas de las cosas que emergen como novedad tienen sus raíces en el pasado”, añade. Y en algunos casos, en un pasado muy lejano.
Tactus se decanta por un teclado a base de microfluidos. Fuente: Tactus.
Diseño ergonómico vs. práctico
La evolución del teclado no ha seguido una línea clara en el tiempo. Los primeros dispositivos que se podrían relacionar con los teclados modernos datan del siglo XIX. Christopher Sholes inventó la primera máquina de escribir con éxito comercial en 1868. Sin embargo, algunos aspectos de artilugios tan tempranos como éste dicen mucho sobre el diseño actual.
Después llegarían los cambios en la colocación de las teclas, las máquinas eléctricas, la búsqueda de mecanismos para poder escribir rápido y con precisión, abreviaturas y atajos, sistemas más ergonómicos, los primeros ordenadores domésticos y una larga lista de avances de este periférico de entrada que conserva su esencia en la actualidad.
Hoy en día los avances se encaminan hacia la creación de portátiles ultrafinos con un gran teclado, algo que no es tarea fácil. Los diseñadores recurren a una cantidad sorprendente de análisis matemáticos para conseguir posiciones y distancias muy precisas entre las teclas, que deben estar exactamente donde el cerebro las espera o, de lo contrario, escribiremos más despacio y con más errores.
Mientras tanto, los factores ergonómicos deben sopesarse frente a las dimensiones, el peso y otras consideraciones del diseño práctico en palabras de Aaron Stewart, miembro del equipo de diseño de Lenovo, actualmente el primer fabricante mundial de ordenadores.
“Las teclas con forma de plato guían más fácilmente al dedo hacia el centro, pero la forma cóncava hace que sea más difícil adelgazar el portátil”, subraya. Un teclado requiere una base sólida, pero el material adicional para una buena base puede añadir peso. La otra cara de la moneda es que al reducir la cantidad de materiales del teclado se libera espacio para microprocesadores y una batería más grande. Stewart llama a la suma de todos estos factores de diseño un “objetivo móvil”.
Los fabricantes están constantemente tratando de reducir costes y hacer el teclado más pequeño, mientras los usuarios buscan consistencia. Una compañía puede ajustar todos los mecanismos o circuitos bajo el teclado, pero si con ello perjudica el sistema de escritura, el público no va a comprar el producto. Por ello, los creadores deben sopesar el impacto ergonómico frente al valor de la innovación.
Por ahora, Stewart cree que la innovación en este campo sólo puede desarrollarse en el limitado espacio que queda bajo el teclado. “Con la tecnología que tenemos hoy en día, creo que hay un límite finito para crear teclados finos y de alta calidad", subraya.
La evolución del teclado no ha seguido una línea clara en el tiempo. Los primeros dispositivos que se podrían relacionar con los teclados modernos datan del siglo XIX. Christopher Sholes inventó la primera máquina de escribir con éxito comercial en 1868. Sin embargo, algunos aspectos de artilugios tan tempranos como éste dicen mucho sobre el diseño actual.
Después llegarían los cambios en la colocación de las teclas, las máquinas eléctricas, la búsqueda de mecanismos para poder escribir rápido y con precisión, abreviaturas y atajos, sistemas más ergonómicos, los primeros ordenadores domésticos y una larga lista de avances de este periférico de entrada que conserva su esencia en la actualidad.
Hoy en día los avances se encaminan hacia la creación de portátiles ultrafinos con un gran teclado, algo que no es tarea fácil. Los diseñadores recurren a una cantidad sorprendente de análisis matemáticos para conseguir posiciones y distancias muy precisas entre las teclas, que deben estar exactamente donde el cerebro las espera o, de lo contrario, escribiremos más despacio y con más errores.
Mientras tanto, los factores ergonómicos deben sopesarse frente a las dimensiones, el peso y otras consideraciones del diseño práctico en palabras de Aaron Stewart, miembro del equipo de diseño de Lenovo, actualmente el primer fabricante mundial de ordenadores.
“Las teclas con forma de plato guían más fácilmente al dedo hacia el centro, pero la forma cóncava hace que sea más difícil adelgazar el portátil”, subraya. Un teclado requiere una base sólida, pero el material adicional para una buena base puede añadir peso. La otra cara de la moneda es que al reducir la cantidad de materiales del teclado se libera espacio para microprocesadores y una batería más grande. Stewart llama a la suma de todos estos factores de diseño un “objetivo móvil”.
Los fabricantes están constantemente tratando de reducir costes y hacer el teclado más pequeño, mientras los usuarios buscan consistencia. Una compañía puede ajustar todos los mecanismos o circuitos bajo el teclado, pero si con ello perjudica el sistema de escritura, el público no va a comprar el producto. Por ello, los creadores deben sopesar el impacto ergonómico frente al valor de la innovación.
Por ahora, Stewart cree que la innovación en este campo sólo puede desarrollarse en el limitado espacio que queda bajo el teclado. “Con la tecnología que tenemos hoy en día, creo que hay un límite finito para crear teclados finos y de alta calidad", subraya.
Prototipos innovadores
Sin embargo, otras empresas trabajan en la línea opuesta a Lenovo. Es el caso de Synaptics, compañía que diseña una importantísima cantidad de los touchpads presentes en portátiles de todo el mundo, inmersa ahora en la tecnología ThinTouch, que permitirá que el teclado del laptop tenga un grosor mucho menor gracias al sensor capacitivo de presión que se utilizaría para determinar en qué momento se presiona una tecla. Ésta se movería entonces ligeramente hacia adelante en lugar de hacia abajo. La compañía espera convertir sus prototipos en una oferta comercial a mediados de 2013.
Tampoco Apple está dormida, pues patentó su propio teclado ultra-fino en febrero. Asimismo, otros fabricantes de hardware están trabajando para mejorar los teclados de pantalla táctil que la propia Apple ayudó a popularizar. Una de las quejas más habituales de los usuarios de este tipo de dispositivos es la falta de respuesta física de los teclados en pantalla, por lo que empresas como Immersion están incorporando tecnología háptica (con respuestas auditivas y vibratorias) en las pantallas.
De otro lado la firma Tactus está adoptando un enfoque diferente a base de microfluidos. Para ello ha preparado un prototipo que integra una membrana que reacciona a la presión de las teclas, inflándolas de forma casi imperceptible con un aceite transparente. Cuando no están en uso se desinflan, dejando una superficie plana. El CEO de la compañía, Craig Ciesla, tiene la esperanza de que Tactus, al igual que Synaptics, podrá sacar algo al mercado a mediados del próximo año.
Con todo, mientras se mira hacia el futuro, técnicas como las que emplea Tactus tienen sus raíces en el pasado. Ciesla recuerda que los microfluidos se utilizaron durante un par de décadas en las industrias de la biotecnología y las impresoras. “Estamos simplemente implementando de una manera única y novedosa”, señala.
Moviéndose en una dirección completamente diferente, la compañía Twitch Technologies está desarrollando unos dispositivos un tanto inusuales que se colocan en los bordes de las tabletas. En este caso se utilizan combinaciones de dedos para escribir, con los pulgares en la parte frontal del dispositivo y el resto de dedos en la posterior. Así, presionando el dedo meñique izquierdo y el pulgar derecho se obtendría una A, en lugar de una tecla por letra propia de la distribución QWERTY (Este proyecto está aún en la fase de desarrollo, por lo que tardará más hasta verse en tiendas)
Reinventar el diseño del teclado es difícil de imaginar, pero incluso los periféricos para una sola mano y sin letras tienen sus raíces en el pasado. Basta con recordar La madre de todos los demos, una sorprendente presentación en la que el inventor Doug Engelbart dio a conocer tecnologías tan revolucionarias como el ratón y la videoconferencia. Eso fue en 1968.
El truco, como destaca Buxton, es que cuando se implementa un nuevo teclado, todo el mundo tiene que aprender a escribir de nuevo. Sin embargo, puede valer la pena.
Sin embargo, otras empresas trabajan en la línea opuesta a Lenovo. Es el caso de Synaptics, compañía que diseña una importantísima cantidad de los touchpads presentes en portátiles de todo el mundo, inmersa ahora en la tecnología ThinTouch, que permitirá que el teclado del laptop tenga un grosor mucho menor gracias al sensor capacitivo de presión que se utilizaría para determinar en qué momento se presiona una tecla. Ésta se movería entonces ligeramente hacia adelante en lugar de hacia abajo. La compañía espera convertir sus prototipos en una oferta comercial a mediados de 2013.
Tampoco Apple está dormida, pues patentó su propio teclado ultra-fino en febrero. Asimismo, otros fabricantes de hardware están trabajando para mejorar los teclados de pantalla táctil que la propia Apple ayudó a popularizar. Una de las quejas más habituales de los usuarios de este tipo de dispositivos es la falta de respuesta física de los teclados en pantalla, por lo que empresas como Immersion están incorporando tecnología háptica (con respuestas auditivas y vibratorias) en las pantallas.
De otro lado la firma Tactus está adoptando un enfoque diferente a base de microfluidos. Para ello ha preparado un prototipo que integra una membrana que reacciona a la presión de las teclas, inflándolas de forma casi imperceptible con un aceite transparente. Cuando no están en uso se desinflan, dejando una superficie plana. El CEO de la compañía, Craig Ciesla, tiene la esperanza de que Tactus, al igual que Synaptics, podrá sacar algo al mercado a mediados del próximo año.
Con todo, mientras se mira hacia el futuro, técnicas como las que emplea Tactus tienen sus raíces en el pasado. Ciesla recuerda que los microfluidos se utilizaron durante un par de décadas en las industrias de la biotecnología y las impresoras. “Estamos simplemente implementando de una manera única y novedosa”, señala.
Moviéndose en una dirección completamente diferente, la compañía Twitch Technologies está desarrollando unos dispositivos un tanto inusuales que se colocan en los bordes de las tabletas. En este caso se utilizan combinaciones de dedos para escribir, con los pulgares en la parte frontal del dispositivo y el resto de dedos en la posterior. Así, presionando el dedo meñique izquierdo y el pulgar derecho se obtendría una A, en lugar de una tecla por letra propia de la distribución QWERTY (Este proyecto está aún en la fase de desarrollo, por lo que tardará más hasta verse en tiendas)
Reinventar el diseño del teclado es difícil de imaginar, pero incluso los periféricos para una sola mano y sin letras tienen sus raíces en el pasado. Basta con recordar La madre de todos los demos, una sorprendente presentación en la que el inventor Doug Engelbart dio a conocer tecnologías tan revolucionarias como el ratón y la videoconferencia. Eso fue en 1968.
El truco, como destaca Buxton, es que cuando se implementa un nuevo teclado, todo el mundo tiene que aprender a escribir de nuevo. Sin embargo, puede valer la pena.