El superordenador más rápido del mundo luchará contra la COVID-19

También impulsará la sociedad 5.0 y profundizará en el conocimiento del universo


Japón ha conseguido el superordenador más rápido del mundo, capaz de realizar 415 billones de cálculos por segundo: impulsará la lucha contra la COVID-19 y la sociedad 5.0.


26/06/2020

El superordenador Fugaku. RIKEN.
El superordenador más rápido del mundo se llama Fugaku y fue desarrollado por el centro de investigación Riken y la empresa Fujitsu, en Japón.
 
Su increíble capacidad y velocidad de cálculo le permiten analizar en tiempo récord múltiples sustancias y tratamientos que podrían ser efectivos contra el coronavirus.
 
Además, posee aplicaciones casi ilimitadas para el tratamiento de datos e información en campos como la simulación de desastres naturales, la energía, el desarrollo de materiales, el diseño de productos, la industria farmacéutica y hasta el estudio de las leyes fundamentales que rigen el universo.
 
Recientemente ganador del Top 500, el ranking más importante a nivel mundial en torno a los proyectos avanzados en supercomputación, Fugaku ha logrado romper con la hegemonía que en los últimos años venían ostentando los desarrollos provenientes de Estados Unidos y de China. La supercomputadora japonesa también obtuvo en 2020 el primer lugar en otros dos importantes listados: el HPCG y el Graph500.
 
¿Qué hace tan especial a Fugaku? Según un comunicado de prensa de Riken, el superordenador alcanzó los 415.53 petaflops en su funcionamiento, una puntuación mucho más elevada que los 148.6 petaflops obtenidos por el equipo que ingresó en segundo lugar en el Top 500, la supercomputadora Summit. Su competidora, de origen estadounidense, alcanzó solamente los 148.6 petaflops.
 
Vale recordar que un petaflop es una medida de potencia computacional que equivale a mil billones de flops (operaciones de coma flotante por segundo, según las siglas en inglés). Para hacer una comparación sencilla, un ordenador con un procesador Pentium 4 de uso hogareño puede alcanzar una potencia de algunos pocos gigaflops. La equivalencia es escalofriante: 1 petaflop es 1 millón de gigaflops, por lo tanto es evidente el avance radical que supone este tipo de supercomputadoras.
 
Gran avance en velocidad de cálculo
 
Además de lo indicado en cuanto a su potencia, Fugaku puede hacer uso de un total de 158,976 nodos, de los cuales empleó solamente 152,064 al momento de obtener el primer lugar en la clasificación mundial. El Top 500 analiza las capacidades de rendimiento de los superordenadores en tareas generalmente relacionadas con la inteligencia artificial.
 
Todas las cifras indicadas anteriormente significan que Fugaku puede realizar 415 billones de cálculos por segundo, superando casi en tres veces la velocidad alcanzada por su inmediato perseguidor, Summit. Otro detalle llamativo es que emplea procesadores ARM, cuando habitualmente en estos desarrollos se usa tecnología Intel, según se destaca en un artículo del sitio especializado Engadget. En el corazón de este gigante japonés se encuentra un chip A64FX de 48 núcleos de Fujitsu.
 
Aunque estará totalmente operativo en 2021, el supercomputador japonés ya está trabajando en el testeo y análisis de alternativas terapéuticas contra el COVID-19. Podrá analizar alrededor de 2.000 fármacos que se encuentran en etapa de desarrollo, y ya ha logrado crear simulaciones sobre la propagación de las gotas que se exhalan con la respiración en determinados contextos, como espacios divididos en oficinas o en trenes repletos de pasajeros que viajan con las ventanas abiertas.

Sociedad 5.0
 
El proyecto Fugaku, que alcanza un coste de alrededor de 1,07 mil millones de euros (130 mil millones de yenes), podría ser clave también en el impulso de la Sociedad 5.0, un ambicioso proyecto japonés de ordenamiento social superinteligente, que integra tecnologías e iniciativas como la inteligencia artificial, Internet de las cosas, big data, robótica o el desarrollo de la economía colaborativa. Según indican algunos especialistas en un artículo publicado en La Vanguardia, este modelo podría convertirse con el tiempo en una tendencia global.
 
El superordenador japones también será útil para modelar el impacto de un terremoto o un tsunami, diseñando vías de escape. Además, podrá emplearse en simulacros de explosiones nucleares, testeo de armas virtuales o diseño de sistemas climáticos.  
 



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