Groenlandia. Fuente: Wikimedia Commons.
En tiempos de la Dinastía Han (del 206 a.C. al 220 d.C.) y durante el auge del Imperio Romano ya se producían emisiones de metano –un gas de efecto invernadero– a causa de la actividad humana, tal y como revela un estudio que publica esta semana la revista Nature.
Para llegar a esta conclusión, un equipo de científicos liderados desde la Universidad de Utrecht (Países Bajos) ha analizado la abundancia de un isótopo del carbono (d13C) del metano en el interior de las placas heladas de Groenlandia. La proporción de este isótopo respecto a otros permite distinguir la fuente de la que proviene el gas atrapado en el hielo.
El trabajo revela que a lo largo de los últimos 2.000 años han ido variando las emisiones del metano procedentes de la combustión de biomasa.
Estas fluctuaciones no solo de deben a la variabilidad de algunos episodios climáticos (como el ‘periodo cálido medieval’ o la ‘pequeña edad del hielo’ posterior), sino también a los cambios en la población humana y en el uso de la tierra, como la quema de vegetación para favorecer la agricultura.
Por ejemplo, los científicos han detectado menos emisiones de metano durante el declive del Imperio Romano y más durante la expansión de las poblaciones a lo largo de la Edad Media.
Para llegar a esta conclusión, un equipo de científicos liderados desde la Universidad de Utrecht (Países Bajos) ha analizado la abundancia de un isótopo del carbono (d13C) del metano en el interior de las placas heladas de Groenlandia. La proporción de este isótopo respecto a otros permite distinguir la fuente de la que proviene el gas atrapado en el hielo.
El trabajo revela que a lo largo de los últimos 2.000 años han ido variando las emisiones del metano procedentes de la combustión de biomasa.
Estas fluctuaciones no solo de deben a la variabilidad de algunos episodios climáticos (como el ‘periodo cálido medieval’ o la ‘pequeña edad del hielo’ posterior), sino también a los cambios en la población humana y en el uso de la tierra, como la quema de vegetación para favorecer la agricultura.
Por ejemplo, los científicos han detectado menos emisiones de metano durante el declive del Imperio Romano y más durante la expansión de las poblaciones a lo largo de la Edad Media.
Variaciones a escala de siglos
“Es la primera vez que se observan variaciones a escala centenaria y la primera vez que esos cambios se asocian con datos arqueológicos”, ha señalado a SINC la paleoclimatóloga Célia Sapart, una de las autoras de esta investigación, de la que destaca su “alta precisión y resolución temporal, además de cubrir más tiempo” que trabajos anteriores.
“En 2005, un estudio dirigido por Dominic Ferretti midió el d13C del metano emitido durante los últimos mil años, pero la resolución de los datos no les permitió detectar las oscilaciones observadas en nuestro trabajo”, señala Sapart.
La investigadora también aclara que las emisiones de metano “eran menos abundantes antes de la revolución industrial del siglo XIX, aunque la acción antropogénica ya jugaba antes un papel importante en la cantidad global de metano atmosférico”.
Este gas es el segundo de origen humano, después del dióxido de carbono, que contribuye en mayor proporción al efecto invernadero y al calentamiento global del planeta.
“Es la primera vez que se observan variaciones a escala centenaria y la primera vez que esos cambios se asocian con datos arqueológicos”, ha señalado a SINC la paleoclimatóloga Célia Sapart, una de las autoras de esta investigación, de la que destaca su “alta precisión y resolución temporal, además de cubrir más tiempo” que trabajos anteriores.
“En 2005, un estudio dirigido por Dominic Ferretti midió el d13C del metano emitido durante los últimos mil años, pero la resolución de los datos no les permitió detectar las oscilaciones observadas en nuestro trabajo”, señala Sapart.
La investigadora también aclara que las emisiones de metano “eran menos abundantes antes de la revolución industrial del siglo XIX, aunque la acción antropogénica ya jugaba antes un papel importante en la cantidad global de metano atmosférico”.
Este gas es el segundo de origen humano, después del dióxido de carbono, que contribuye en mayor proporción al efecto invernadero y al calentamiento global del planeta.
Referencia bibliográfica:
C.J. Sapart et al. Natural and anthropogenic variations in methane sources during the past two millennia. Nature, 4 de octubre de 2012. Doi:10.1038/nature11461.
C.J. Sapart et al. Natural and anthropogenic variations in methane sources during the past two millennia. Nature, 4 de octubre de 2012. Doi:10.1038/nature11461.