Un recalentamiento del clima mayor de 1,5 grados, el límite deseable establecido en el acuerdo COP21 de París el año pasado, supondría una transformación de los ecosistemas mediterráneos sin precedentes desde los inicios de la civilización humana, hace 10.000 años, según una investigación de climatólogos europeos.
Las temperaturas regionales en la cuenca mediterránea son actualmente 1,3 °C mayores que durante el período 1880-1920, en comparación con el aumento de 0,85 °C en todo el mundo en el mismo periodo, según un estudio publicado en la revista Science.
Este incremento extra en la temperatura es relevante, dado que los ecosistemas de la cuenca del Mediterráneo constituyen una zona importante de la biodiversidad mundial (al menos 1.500 especies endémicas) y suministran numerosos servicios como agua limpia, protección contra las inundaciones y depósitos de carbono, por lo que una escalada suplementaria de la temperatura tendría efectos drásticos.
La diferencia entre 1,5 grados y 2 grados nos llevaría desde una situación casi normal a la escala de los 10.000 últimos años, a una situación extrema, consideran los investigadores, ya que tan importantes cambios en menos de cien años es un fenómeno que no tiene precedentes.
Sedimentos y escenarios
Los investigadores usaron núcleos de polen de sedimentos del Mediterráneo para reconstruir la variabilidad del clima y del ecosistema de los últimos 10.000 años. Después, utilizaron esta información en diferentes modelos para predecir futuros cambios en la temperatura del ecosistema.
Cada muestra de polen proporciona una imagen de la vegetación del pasado. Con estos datos, y utilizando diferentes modelos de simulación, los científicos pudieron deducir el clima para cada tipo de vegetación.
Algunos de los escenarios que llevaron a cabo con estos datos dibujaron el futuro de la región mediterránea si no se hace nada para impedir el calentamiento global. Un segundo conjunto de simulaciones se hicieron suponiendo que se respeten los objetivos propuestos por los gobiernos en la Conferencia de París COP21. En esta conferencia se marcó como objetivo no sobrepasar los 2 ºC de aumento de la temperatura respecto a los niveles preindustriales y, como límite ideal, 1,5 ºC.
En ambos escenarios, el cambio ecológico que se prevé excede con creces lo que ocurrió durante el Holoceno, el período interglaciar en el que la temperatura se hizo más suave y distintos casquetes glaciares desaparecieron o perdieron volumen, lo que provocó un ascenso en el nivel del mar hace más de 10.000 años.
En los primeros escenarios de sus simulaciones, si no se hace nada por limitar el calentamiento global, todo el sur de España se convertirá en un desierto, los bosques caducifolios invadirán las montañas y los matorrales reemplazarán a la mayoría de los bosques caducifolios de gran parte de la cuenca del Mediterráneo.
Incluso peor: si la temperatura pasa de 5 a 6 grados por no reducirse las emisiones de CO2, el desierto llegaría a la mitad de la Península Ibérica, según los investigadores.
Este recalentamiento se manifiesta sobre todo por sequías cada vez más frecuentes que afectan a la agricultura y los bosques, cuyo impacto ya se deja sentir en la región mediterránea. Además, los inviernos suaves favorecen a su vez el desarrollo de parásitos que afectan a los árboles y contribuyen a su mortandad.
Las temperaturas regionales en la cuenca mediterránea son actualmente 1,3 °C mayores que durante el período 1880-1920, en comparación con el aumento de 0,85 °C en todo el mundo en el mismo periodo, según un estudio publicado en la revista Science.
Este incremento extra en la temperatura es relevante, dado que los ecosistemas de la cuenca del Mediterráneo constituyen una zona importante de la biodiversidad mundial (al menos 1.500 especies endémicas) y suministran numerosos servicios como agua limpia, protección contra las inundaciones y depósitos de carbono, por lo que una escalada suplementaria de la temperatura tendría efectos drásticos.
La diferencia entre 1,5 grados y 2 grados nos llevaría desde una situación casi normal a la escala de los 10.000 últimos años, a una situación extrema, consideran los investigadores, ya que tan importantes cambios en menos de cien años es un fenómeno que no tiene precedentes.
Sedimentos y escenarios
Los investigadores usaron núcleos de polen de sedimentos del Mediterráneo para reconstruir la variabilidad del clima y del ecosistema de los últimos 10.000 años. Después, utilizaron esta información en diferentes modelos para predecir futuros cambios en la temperatura del ecosistema.
Cada muestra de polen proporciona una imagen de la vegetación del pasado. Con estos datos, y utilizando diferentes modelos de simulación, los científicos pudieron deducir el clima para cada tipo de vegetación.
Algunos de los escenarios que llevaron a cabo con estos datos dibujaron el futuro de la región mediterránea si no se hace nada para impedir el calentamiento global. Un segundo conjunto de simulaciones se hicieron suponiendo que se respeten los objetivos propuestos por los gobiernos en la Conferencia de París COP21. En esta conferencia se marcó como objetivo no sobrepasar los 2 ºC de aumento de la temperatura respecto a los niveles preindustriales y, como límite ideal, 1,5 ºC.
En ambos escenarios, el cambio ecológico que se prevé excede con creces lo que ocurrió durante el Holoceno, el período interglaciar en el que la temperatura se hizo más suave y distintos casquetes glaciares desaparecieron o perdieron volumen, lo que provocó un ascenso en el nivel del mar hace más de 10.000 años.
En los primeros escenarios de sus simulaciones, si no se hace nada por limitar el calentamiento global, todo el sur de España se convertirá en un desierto, los bosques caducifolios invadirán las montañas y los matorrales reemplazarán a la mayoría de los bosques caducifolios de gran parte de la cuenca del Mediterráneo.
Incluso peor: si la temperatura pasa de 5 a 6 grados por no reducirse las emisiones de CO2, el desierto llegaría a la mitad de la Península Ibérica, según los investigadores.
Este recalentamiento se manifiesta sobre todo por sequías cada vez más frecuentes que afectan a la agricultura y los bosques, cuyo impacto ya se deja sentir en la región mediterránea. Además, los inviernos suaves favorecen a su vez el desarrollo de parásitos que afectan a los árboles y contribuyen a su mortandad.
El precedente
Un estudio publicado en 2015, citado por los investigadores, descubrió que entre 1998 y 2010 ya se produjo en el este del Mediterráneo una reducción del 30% de las precipitaciones y un aumento de la temperatura en 0,5 grados por encima de la media del Siglo XX. Y constató que este periodo de 12 años marcó la sequía más prolongada en la región de los últimos 500 años.
Para los científicos, el recalentamiento del Mediterráneo no producirá cambios notables hasta 2030 o 2040, cualquiera que sea el escenario que se considere. Sin embargo, el impacto sobre la vegetación y la reducción de precipitaciones será evidente, con una reducción de la superficie arbórea que será remplazada por vegetación de arbustos y un aumento de la erosión del suelo.
Este estudio no ha tenido en cuenta el impacto de las actividades humanas en el ecosistema (utilización del suelo, urbanización), que van a aumentar con el crecimiento demográfico y la actividad económica y a acentuar más, previsiblemente, los impactos derivados del calentamiento global en los ecosistemas marinos mediterráneos.
Un estudio publicado en 2015, citado por los investigadores, descubrió que entre 1998 y 2010 ya se produjo en el este del Mediterráneo una reducción del 30% de las precipitaciones y un aumento de la temperatura en 0,5 grados por encima de la media del Siglo XX. Y constató que este periodo de 12 años marcó la sequía más prolongada en la región de los últimos 500 años.
Para los científicos, el recalentamiento del Mediterráneo no producirá cambios notables hasta 2030 o 2040, cualquiera que sea el escenario que se considere. Sin embargo, el impacto sobre la vegetación y la reducción de precipitaciones será evidente, con una reducción de la superficie arbórea que será remplazada por vegetación de arbustos y un aumento de la erosión del suelo.
Este estudio no ha tenido en cuenta el impacto de las actividades humanas en el ecosistema (utilización del suelo, urbanización), que van a aumentar con el crecimiento demográfico y la actividad económica y a acentuar más, previsiblemente, los impactos derivados del calentamiento global en los ecosistemas marinos mediterráneos.
Referencia
Joel Guiot y Wolfgang Cramer. “Climate change: The 2015 Paris Agreement thresholds and Mediterranean basin ecosystems” Science 354 (6311): 465 -468.
Joel Guiot y Wolfgang Cramer. “Climate change: The 2015 Paris Agreement thresholds and Mediterranean basin ecosystems” Science 354 (6311): 465 -468.