Estimulación intelectual y carácter del bebé, principales pronosticadores de su comportamiento futuro.
La forma en que las madres interactúan con sus bebés durante el primer año de vida de sus hijos está muy relacionada con el comportamiento que los niños tendrán en edades comprendidas entre los cuatro y los 13 años, señala un estudio realizado por científicos de la Universidad de Chicago y de la Universidad de Indiana, en Estados Unidos.
Dirigida por el profesor Benjamin B. Lahey, la investigación se centró en descubrir si el carácter de los bebés y las habilidades educativas o de crianza de sus madres durante el primer año de vida de sus hijos podían ayudar a predecir futuros problemas de comportamiento, según publica la Society for Research in Child Development en Eurekalert.
En la revista especializada Journal of abnormal child psychology, por otro lado, los autores del estudio explican que tanto el temperamento de los bebés como el tipo de educación seguida por sus madres en esa fase fueron evaluados longitudinalmente en un total de 1.863 hijos (de 4-13 años), de una muestra representativa de madres.
Evaluaciones de la situación inicial
Las evaluaciones maternas del temperamento de los bebés incluyeron sus niveles de actividad, en que grado eran asustadizos o predecibles, su nivel de exigencia, si tenían una predisposición general a estar contentos o sus niveles de ñoñería o afectación.
En lo que se refiere a las madres, los investigadores evaluaron el grado de estimulación intelectual que éstas habían dado a sus bebés, el nivel de respuesta a las demandas de sus hijos; y la aplicación de límites físicos, como cachetes o tortas, en su forma de educarlos.
Los problemas de conducta infantiles posteriores considerados por los investigadores incluían los timos o las trampas, el decir mentiras, los problemas continuos con los profesores en los centros de enseñanza, las actitudes desobedientes en casa o en la escuela, las actitudes intimidatorias, y la ausencia de remordimientos tras un mal comportamiento.
Resultados
Con respecto al carácter de los niños estudiados, los resultados mostraron que aquellos bebés que habían sido menos “ñoños” o caprichosos durante su primer año de vida, y que en esa fase habían mantenido actitudes predecibles, presentaban un nivel mucho menor de riesgo de conductas conflictivas en el futuro.
De hecho, la ñoñería resultó ser un importante pronosticador de los problemas de conducta en los niños varones, mientras que el grado de miedo o de tendencia a asustarse lo fue en el caso de las niñas.
En lo que se refiere a las madres, los problemas de conducta pudieron predecirse principalmente a partir de niveles bajos de estimulación cognitiva de los bebés por parte de éstas en el primer año de vida.
En cuanto al grado de reacción de las madres ante las demandas de los bebés, éste también resultó ser un importante indicador de problemas futuros, pero sólo en el caso de aquellos niños poco miedosos en su más tierna infancia.
La aplicación del castigo físico (como cachetes o tortas) durante la infancia también sirvió, aunque sólo ligeramente, para predecir problemas de conducta más severos posteriores.
Importantes pronosticadores
Estos resultados indican que tanto las evaluaciones maternas del temperamento de sus bebés como los estilos de educación durante el primer año de vida de éstos resultan pronosticadores sorprendentemente eficaces de los problemas de conducta de los niños en edades posteriores.
En general, los niños menos exigentes, predecibles y mejor estimulados intelectualmente en esa fase presentaron menos riesgos conductuales. Por esta razón, Lahey y sus colegas señalaron la importancia de las intervenciones enfocadas hacia la educación en esta fase temprana del desarrollo de los bebés, en prevención de problemas de comportamiento futuros.
Benjamin Lahey, del Departamento de Estudios de la Salud de la Universidad de Chicago, está especializado en el estudio de desórdenes mentales de niños y jóvenes. Para encontrar causas ocultas a estos problemas, él y otros científicos han estudiado no sólo la etapa del primer año de vida, sino también de la gestación.
Así, en 2007, en la revista Archives of General Psychiatry, publicaba un artículo firmado por el científico y otros colegas, en el que se señalaba un mayor riesgo de conductas problemáticas en jóvenes cuyas madres consumieron alcohol durante su embarazo, con respecto a otros jóvenes que no vivieron esta situación durante su gestación.
Dirigida por el profesor Benjamin B. Lahey, la investigación se centró en descubrir si el carácter de los bebés y las habilidades educativas o de crianza de sus madres durante el primer año de vida de sus hijos podían ayudar a predecir futuros problemas de comportamiento, según publica la Society for Research in Child Development en Eurekalert.
En la revista especializada Journal of abnormal child psychology, por otro lado, los autores del estudio explican que tanto el temperamento de los bebés como el tipo de educación seguida por sus madres en esa fase fueron evaluados longitudinalmente en un total de 1.863 hijos (de 4-13 años), de una muestra representativa de madres.
Evaluaciones de la situación inicial
Las evaluaciones maternas del temperamento de los bebés incluyeron sus niveles de actividad, en que grado eran asustadizos o predecibles, su nivel de exigencia, si tenían una predisposición general a estar contentos o sus niveles de ñoñería o afectación.
En lo que se refiere a las madres, los investigadores evaluaron el grado de estimulación intelectual que éstas habían dado a sus bebés, el nivel de respuesta a las demandas de sus hijos; y la aplicación de límites físicos, como cachetes o tortas, en su forma de educarlos.
Los problemas de conducta infantiles posteriores considerados por los investigadores incluían los timos o las trampas, el decir mentiras, los problemas continuos con los profesores en los centros de enseñanza, las actitudes desobedientes en casa o en la escuela, las actitudes intimidatorias, y la ausencia de remordimientos tras un mal comportamiento.
Resultados
Con respecto al carácter de los niños estudiados, los resultados mostraron que aquellos bebés que habían sido menos “ñoños” o caprichosos durante su primer año de vida, y que en esa fase habían mantenido actitudes predecibles, presentaban un nivel mucho menor de riesgo de conductas conflictivas en el futuro.
De hecho, la ñoñería resultó ser un importante pronosticador de los problemas de conducta en los niños varones, mientras que el grado de miedo o de tendencia a asustarse lo fue en el caso de las niñas.
En lo que se refiere a las madres, los problemas de conducta pudieron predecirse principalmente a partir de niveles bajos de estimulación cognitiva de los bebés por parte de éstas en el primer año de vida.
En cuanto al grado de reacción de las madres ante las demandas de los bebés, éste también resultó ser un importante indicador de problemas futuros, pero sólo en el caso de aquellos niños poco miedosos en su más tierna infancia.
La aplicación del castigo físico (como cachetes o tortas) durante la infancia también sirvió, aunque sólo ligeramente, para predecir problemas de conducta más severos posteriores.
Importantes pronosticadores
Estos resultados indican que tanto las evaluaciones maternas del temperamento de sus bebés como los estilos de educación durante el primer año de vida de éstos resultan pronosticadores sorprendentemente eficaces de los problemas de conducta de los niños en edades posteriores.
En general, los niños menos exigentes, predecibles y mejor estimulados intelectualmente en esa fase presentaron menos riesgos conductuales. Por esta razón, Lahey y sus colegas señalaron la importancia de las intervenciones enfocadas hacia la educación en esta fase temprana del desarrollo de los bebés, en prevención de problemas de comportamiento futuros.
Benjamin Lahey, del Departamento de Estudios de la Salud de la Universidad de Chicago, está especializado en el estudio de desórdenes mentales de niños y jóvenes. Para encontrar causas ocultas a estos problemas, él y otros científicos han estudiado no sólo la etapa del primer año de vida, sino también de la gestación.
Así, en 2007, en la revista Archives of General Psychiatry, publicaba un artículo firmado por el científico y otros colegas, en el que se señalaba un mayor riesgo de conductas problemáticas en jóvenes cuyas madres consumieron alcohol durante su embarazo, con respecto a otros jóvenes que no vivieron esta situación durante su gestación.