La velocidad es un hecho y los coches tienen prioridad en las zonas urbanas. Fuente: ©iStockphoto.com/Sze Kit Poon.
Las ciudades modernas vibran vivaz y enérgicamente bajo la premisa de que el tiempo es oro y dinero.
La contemplación, ir a trabajar en bici o simplemente de paseo, charlar con el vecino, disfrutar de nuestra rutina de un modo sosegado y tranquilo... parecen ser una pérdida de tiempo.
Pero el modelo urbano basado en la velocidad y en el ritmo frenético ha comenzado a cuestionarse, y muchas partes del planeta ya han conseguido introducir cambios para desacelerar sus ciudades.
Elogio a la lentitud
Para un ciudadano de Madrid, Pekín, Londres, Tokio, San Paulo o París unir las palabras "ciudad" y "lentitud" resulta al menos atractivo. Frente a los atascos, el ruido, el asfalto, el cemento, las colas, las prisas, las ciudades aminoran su velocidad y se convierten en espacios más habitables donde el ruido, el tráfico y las aglomeraciones forman parte del pasado.
El punto de partida de las "Ciudades lentas " fue el movimiento "Slow Food" puesto en marcha en el año 1986 por Carlo Petrini, con el objetivo de luchar contra la uniformización de los gustos y la mala calidad de la comida rápida.
La iniciativa de "Slow Food" sirvió para desacelerar el ritmo de vida instalado en los núcleos urbanos, y fue con este ideario en el año 1999 cuando Bra y otros tres pueblos italianos (Orvieto, Positano y Greve in Chianti), pusieron en marcha el "Cittaslow", cansados de la pérdida paulatina de calidad de vida de sus ciudadanos, del deterioro de su entorno, del desmoronamiento de su patrimonio artístico, y de la pérdida de su identidad culinaria.
Estas ciudades de menos de 50 mil habitantes decidieron agruparse y firmaron un documento para convertirse en refugios de la aceleración de la vida urbana y del frenesí del mundo moderno.
En la actualidad, el movimiento "Slow City", "Cittaslow" o "Ciudades Lentas" está presente en ciudades repartidas por todo el mundo, entre ellas: Alemania, Francia, Gran Bretaña, España, Finlandia, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Turquía, China, Canadá y Estados Unidos.
La contemplación, ir a trabajar en bici o simplemente de paseo, charlar con el vecino, disfrutar de nuestra rutina de un modo sosegado y tranquilo... parecen ser una pérdida de tiempo.
Pero el modelo urbano basado en la velocidad y en el ritmo frenético ha comenzado a cuestionarse, y muchas partes del planeta ya han conseguido introducir cambios para desacelerar sus ciudades.
Elogio a la lentitud
Para un ciudadano de Madrid, Pekín, Londres, Tokio, San Paulo o París unir las palabras "ciudad" y "lentitud" resulta al menos atractivo. Frente a los atascos, el ruido, el asfalto, el cemento, las colas, las prisas, las ciudades aminoran su velocidad y se convierten en espacios más habitables donde el ruido, el tráfico y las aglomeraciones forman parte del pasado.
El punto de partida de las "Ciudades lentas " fue el movimiento "Slow Food" puesto en marcha en el año 1986 por Carlo Petrini, con el objetivo de luchar contra la uniformización de los gustos y la mala calidad de la comida rápida.
La iniciativa de "Slow Food" sirvió para desacelerar el ritmo de vida instalado en los núcleos urbanos, y fue con este ideario en el año 1999 cuando Bra y otros tres pueblos italianos (Orvieto, Positano y Greve in Chianti), pusieron en marcha el "Cittaslow", cansados de la pérdida paulatina de calidad de vida de sus ciudadanos, del deterioro de su entorno, del desmoronamiento de su patrimonio artístico, y de la pérdida de su identidad culinaria.
Estas ciudades de menos de 50 mil habitantes decidieron agruparse y firmaron un documento para convertirse en refugios de la aceleración de la vida urbana y del frenesí del mundo moderno.
En la actualidad, el movimiento "Slow City", "Cittaslow" o "Ciudades Lentas" está presente en ciudades repartidas por todo el mundo, entre ellas: Alemania, Francia, Gran Bretaña, España, Finlandia, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Turquía, China, Canadá y Estados Unidos.
No hay dos ciudades iguales
Según la declaración que aparece en el artículo "El auge de las ciudades lentas " de Pier Giorgio Oliveti, Director y Secretario General de la Cittaslow Internacional una Cittaslow, "es una ciudad con alma, que trata de manera holística de manejar la ‘vida con tranquilidad’.
Además, es una ciudad que recupera la importancia de la memoria. En un mundo globalizado, corremos el riesgo de perder nuestra identidad, nuestra historia, nuestra perspectiva de un camino de larga duración. De modo que Cittaslow constituye también un proyecto de calidad en favor de las próximas generaciones”.
Ser lento no significa ser apático, atrasado o tecnófobo. El movimiento propone preservar por un lado la arquitectura, los oficios y la tradición culinaria pero también acoge lo mejor del mundo moderno. Su premisa es, ¿mejora esto nuestra calidad de vida? Si la mejora, la iniciativa es bienvenida y se pone en marcha. Cada ciudad genera su propia identidad y vive de manera lenta pero sin pausa.
Requisitos de una "Cittaslow"
Cualquier ciudad no puede ser una "Cittaslow" en sentido estricto. Entre los requisitos está el de tener menos de 50 mil habitantes y cumplir un manifiesto de cincuenta y cinco criterios, tales como reducir el ruido y el tráfico, aumentar las zonas verdes y las islas peatonales, apoyar a los agricultores de la localidad y a las tiendas, mercados y restaurantes para que vendan sus productos, promover una tecnología que proteja el medio ambiente, preservar la estética y las tradiciones culinarias de la localidad y fomentar el espíritu de hospitalidad y buena vecindad.
En el momento en que todos estos puntos se hayan puesto en marcha y los inspectores de los que dispone la red internacional den el visto bueno, la ciudad comienza a utilizar entre otras cosas el logo de la asociación que es un caracol naranja, sobre cuyo caparazón reposa un conjunto urbano.
Este logo funciona como un certificado de calidad y a su vez es un foco de atracción turístico para los que buscan este tipo de destinos. Sin embargo, hay personas simpatizantes del movimiento que ven algunos principios como un impedimento para hacer avanzar al movimiento de manera natural, como por ejemplo el límite de ciudadanos a 50 mil habitantes.
Este es el caso del movimiento Slow Down London o de la ciudad italiana Ferrara que entrarían a formar parte de lo que se llaman ya ciudades partidarias de "Ciudades Lentas".
En Ferrara, la ciudad medieval ubicada en el norte de Italia, el número de bicicletas alcanza casi al número de habitantes. Si el número de habitantes ronda los 132.000, el número de bicicletas es aproximadamente de 100.000.
Además, el movimiento se ha extendido a otros ámbitos más reducidos como son los individuos y las familias a las que se les denomina "Amigo Cittaslow" cuando promulguan y promueven los principios Slow.
Según la declaración que aparece en el artículo "El auge de las ciudades lentas " de Pier Giorgio Oliveti, Director y Secretario General de la Cittaslow Internacional una Cittaslow, "es una ciudad con alma, que trata de manera holística de manejar la ‘vida con tranquilidad’.
Además, es una ciudad que recupera la importancia de la memoria. En un mundo globalizado, corremos el riesgo de perder nuestra identidad, nuestra historia, nuestra perspectiva de un camino de larga duración. De modo que Cittaslow constituye también un proyecto de calidad en favor de las próximas generaciones”.
Ser lento no significa ser apático, atrasado o tecnófobo. El movimiento propone preservar por un lado la arquitectura, los oficios y la tradición culinaria pero también acoge lo mejor del mundo moderno. Su premisa es, ¿mejora esto nuestra calidad de vida? Si la mejora, la iniciativa es bienvenida y se pone en marcha. Cada ciudad genera su propia identidad y vive de manera lenta pero sin pausa.
Requisitos de una "Cittaslow"
Cualquier ciudad no puede ser una "Cittaslow" en sentido estricto. Entre los requisitos está el de tener menos de 50 mil habitantes y cumplir un manifiesto de cincuenta y cinco criterios, tales como reducir el ruido y el tráfico, aumentar las zonas verdes y las islas peatonales, apoyar a los agricultores de la localidad y a las tiendas, mercados y restaurantes para que vendan sus productos, promover una tecnología que proteja el medio ambiente, preservar la estética y las tradiciones culinarias de la localidad y fomentar el espíritu de hospitalidad y buena vecindad.
En el momento en que todos estos puntos se hayan puesto en marcha y los inspectores de los que dispone la red internacional den el visto bueno, la ciudad comienza a utilizar entre otras cosas el logo de la asociación que es un caracol naranja, sobre cuyo caparazón reposa un conjunto urbano.
Este logo funciona como un certificado de calidad y a su vez es un foco de atracción turístico para los que buscan este tipo de destinos. Sin embargo, hay personas simpatizantes del movimiento que ven algunos principios como un impedimento para hacer avanzar al movimiento de manera natural, como por ejemplo el límite de ciudadanos a 50 mil habitantes.
Este es el caso del movimiento Slow Down London o de la ciudad italiana Ferrara que entrarían a formar parte de lo que se llaman ya ciudades partidarias de "Ciudades Lentas".
En Ferrara, la ciudad medieval ubicada en el norte de Italia, el número de bicicletas alcanza casi al número de habitantes. Si el número de habitantes ronda los 132.000, el número de bicicletas es aproximadamente de 100.000.
Además, el movimiento se ha extendido a otros ámbitos más reducidos como son los individuos y las familias a las que se les denomina "Amigo Cittaslow" cuando promulguan y promueven los principios Slow.
Logo y certificado de calidad de las "Ciudades Lentas" en todo el mundo. Fuente: http://blog.inpolis.com.
Seis ciudades lentas en España
La Red Española de Ciudades Lentas nació en abril de 2009 integrada por seis municipios: Begur (Girona), Bigastro (Alicante), Lekeitio (Bizkaia), Mungia (Bizkaia), Pals (Girona) y Rubielos de Mora (Teruel).
Desde entonces el número de ciudades que se han unido a la red no se ha ampliado. Los motivos de este abandono temporal se deben a que el proyecto se fundó con entusiasmo pero la crisis económica, los múltiples recortes y problemas presupuestarios han menguado los intentos de ampliar y consolidar este red en nuestro país, ya que la inversión inicial por parte de los ayuntamientos, y otros agentes implicados es fundamental, tanto para ingresar en la red como para mantenerse dentro de ella.
Siguiendo con esta línea, la red de "Ciudades Lentas" en España podría emerger con fuerza si fuera vista como un nuevo modelo para revitalizar y diversificar la economía española. En definitiva, una alternativa para salir de la crisis y generar economías a pequeñas escala y sostenibles en el tiempo y en el espacio.
Las "Ciudades Lentas" en los libros
Entre los libros que hay escritos sobre el movimiento "Slow" y "Cittaslow" cabe destacar, el bestseller del periodista canadiense afincado en Londres, Carl Honoré, Elogio de la lentitud, que invita a replantear nuestra relación con el tiempo, ya que según Honoré: "pagamos un precio muy alto por someternos a un ritmo de vida vertiginoso y descontrolado".
Del mismo modo, María Novo, Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, escritora, artista y Directora de la Cátedra de la Unesco de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible propone en su obra, Despacio, despacio: 20 razones para ir más lentos por la vida ", un sosegado paseo para reflexionar sobre las causas de la aceleración que tanto estrés genera en la época actual; y ofrece otros caminos que permiten sin prisa llevar una vida más serena y satisfactoria.
La Red Española de Ciudades Lentas nació en abril de 2009 integrada por seis municipios: Begur (Girona), Bigastro (Alicante), Lekeitio (Bizkaia), Mungia (Bizkaia), Pals (Girona) y Rubielos de Mora (Teruel).
Desde entonces el número de ciudades que se han unido a la red no se ha ampliado. Los motivos de este abandono temporal se deben a que el proyecto se fundó con entusiasmo pero la crisis económica, los múltiples recortes y problemas presupuestarios han menguado los intentos de ampliar y consolidar este red en nuestro país, ya que la inversión inicial por parte de los ayuntamientos, y otros agentes implicados es fundamental, tanto para ingresar en la red como para mantenerse dentro de ella.
Siguiendo con esta línea, la red de "Ciudades Lentas" en España podría emerger con fuerza si fuera vista como un nuevo modelo para revitalizar y diversificar la economía española. En definitiva, una alternativa para salir de la crisis y generar economías a pequeñas escala y sostenibles en el tiempo y en el espacio.
Las "Ciudades Lentas" en los libros
Entre los libros que hay escritos sobre el movimiento "Slow" y "Cittaslow" cabe destacar, el bestseller del periodista canadiense afincado en Londres, Carl Honoré, Elogio de la lentitud, que invita a replantear nuestra relación con el tiempo, ya que según Honoré: "pagamos un precio muy alto por someternos a un ritmo de vida vertiginoso y descontrolado".
Del mismo modo, María Novo, Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, escritora, artista y Directora de la Cátedra de la Unesco de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible propone en su obra, Despacio, despacio: 20 razones para ir más lentos por la vida ", un sosegado paseo para reflexionar sobre las causas de la aceleración que tanto estrés genera en la época actual; y ofrece otros caminos que permiten sin prisa llevar una vida más serena y satisfactoria.