Imagen: geralt. Fuente: Pixabay.
En el primer Big Bang cosmológico ya podemos destacar algunas cuestiones importantes. El universo está dotado de racionalidad, podría haber sido un caos desordenado, pero no lo es. Algunos podrían argumentar kantianamente que la red crea el orden, o sea, que el orden lo ponemos nosotros, sin embargo, esto no explicaría la extraordinaria precisión con que las teorías físicas actuales explican el comportamiento de la materia.
No es nuestro conocimiento el que se impone a la realidad, sino que es la realidad la que se impone a nuestro conocimiento. En segundo lugar, nuestro universo es dinámico, observándose una flecha hacia la complejidad en la que las estructuras se van auto-organizando permitiendo la aparición de novedades.
Tras el segundo Big Bang, sentada la vida en nuestro planeta, la teoría de la evolución explicaría la asombrosa fecundidad de ésta. Podemos decir que lo esencial de la teoría de la evolución está bien establecido, pero que la propia teoría de la evolución evoluciona, como lo ponen de manifiesto, por ejemplo, los últimos estudios sobre la epigenética y el desarrollo embrionario asimétrico.
Si nos atenemos a lo fundamental de la teoría de La evolución observamos que depende de tres factores: dos factores aleatorios, variabilidad genética de los seres vivos y el ambiente; y un factor necesario, la selección natural. Aquí habría que añadir las leyes de la naturaleza tal como son descritas por la relatividad general y la física cuántica, y las constantes fundamentales que aparecen totalmente ajustadas, y que permiten la biogénesis.
Creer en Dios, decía recientemente, Alister E. McGrath, nos ayuda a ver la realidad de un modo nuevo y a comprender las cosas mejor que el ateísmo [1]. Sin embargo, en la literatura científico-filosófica podemos encontrarnos afirmaciones del estilo siguiente:
El universo que observamos tiene exactamente las propiedades que podríamos esperar si, en el fondo, no hubiera ningún diseño, ninguna intención, ningún bien, ningún mal, nada más que la indiferencia ciega y despiadada [2]. O afirmaciones totalmente contrarias, como la siguiente:
Un universo regido por leyes ajustadas físicamente para la vida y no determinadas, y un mecanismo de generación de especies que explotaran dichas características del marco físico es justo lo que cabría esperar de un mundo creado por Dios para el despliegue de la vida y para el surgimiento de seres libres, capaces de acción moral [3].
Tanto Dawkins como Francisco J. Soler Gil parten de los mismos datos científicos llegando a conclusiones diametralmente opuestas. Holmes Rolston III [4] utiliza la metáfora de los tres Big Bangs para indicar que en la historia del universo han acontecido tres eventos singulares que han generado una novedad radical. El que dio origen a nuestro universo hace unos 13.600 millones de años, el que dio lugar a la vida hace unos 3.500 millones de años, y el que dio lugar al homo sapiens donde la propia biología se trascendió en cultura. Hagamos un breve análisis del Big Bang cosmológico, biológico y antropológico y tomemos nuestra propia opción, bien en la línea de Dawkins o en la de Soler Gil.
El Big Bang cosmológico
Según la teoría estándar de la cosmología, el comienzo de nuestro universo estuvo marcado por una singularidad, o sea, un estado físico en el que una o más magnitudes asumen valores infinitos y por ello escapan a la descripción física. No podemos ir más allá del tiempo de Planck (10-43 seg), sólo podemos saber lo que aconteció después.
¿Creación o comienzo?
Distinguir, definir y aclarar los conceptos es fundamental, así pues para evitar cualquier ambigüedad señalemos que comienzo y creación no son términos sinónimos. El no clarificar esto ha llevado a muchas confusiones. El Big-Bang no equivale a la creación, ambos conceptos se plantean en niveles epistemológicos distintos, al hablar comienzo o principio nos situamos en un nivel empírico, mientras que al hablar de creación nos situamos a nivel metafísico. Oigamos lo que el mismo George Lemaître, uno de los padres de la teoría del Big-Bang, afirmaba sobre el tema:
Podemos hablar de este evento (entendamos el Big- Bang) como de un principio. Yo no digo creación… la cuestión de si era realmente un principio o una creación, algo que comienza de la nada, es una cuestión filosófica que no puede ser resuelta por consideraciones físicas o astronómicas [5].
En este sentido no se debe confundir, como por ejemplo hace el propio Stephen Hawking, comienzo con creación. La presencia del creador está oculta, no es discernible por método científico alguno, ni puede ser tematizada por ninguna teoría científica. A Dios no se le puede representar, solo se le puede hacer presente, y eso es lo que hace el mundo. Hablar de creación [6] es dar una respuesta concreta a la gran cuestión de la metafísica que planteó Leibniz y que Heidegger retomó formulándolo de la siguiente manera: ¿Por qué es en general el ente y no más bien la nada? [7] y la respuesta judeocristiana es la creación. Ésta no es un hecho acontecido en el tiempo.
La creación es novedad pura. Dios no es fondo sino el fundamento de la realidad o su abismo insondable. Tradicionalmente se hablaba de creatio originalis (pasado) creatio continua (presente) y creatio nova (futuro). Decir creación significa que el mundo es ahora sacado de la nada, o sea, que toda la realidad existe en dependencia de Dios, tanto en el pasado como en el presente y en el futuro. El universo tiene su origen, su radical fundamento, su consistencia y destino fuera de sí mismo. No hablamos, pues, de comienzo temporal, sino de la fuente de su existencia y de la dependencia radical en su ser. Una imagen muy ilustrativa de la creación es la que nos ofrece Herbert McCabe:
El Creador hace todas las cosas y las mantiene en la existencia momento a momento, no como el escultor que esculpe una estatua y la abandona, sino como una cantante que en todo momento mantiene la canción en su existencia [8].
Normalmente los cosmólogos ateos suelen hablar de universo autocontenido o autocreado, no es extraño que nos encontremos en sus obras con párrafos similares al siguiente que suelen carecer de soporte empírico y de rigor filosófico:
Dado que existe una ley como la de la gravedad, el universo pudo crearse a sí mismo- y de hecho lo hizo- de la nada. La creación espontanea es la razón de que exista algo, de que exista el universo, de que nosotros existamos. No es necesario invocar a dios como el que encendió la mecha y creo el universo [9].
O nos podemos encontrar títulos como el siguiente:
Un universo de la nada. ¿Por qué hay algo en vez de nada? [10].
Esto no tiene nada que ver con la acción creadora. Pongamos un poco de orden filosófico a esta confusión. La nada de la que hablan los físicos es también una entidad física a la que suelen llamar vacío cuántico, pero la nada filosóficamente es la ausencia de todo ente, es la nada absoluta, pura nada. Respecto al origen del cosmos, ya hablemos del Big Bang o de la teoría de los multiversos [11], o de cualquier otra hipótesis que se plantee, desde el punto de vista de la física no se puede afrontar la cuestión de la nada porque por definición, siempre se tiene que partir de algo.
Si además nuestra cosmovisión es atea, a lo más que podemos llegar es a aquel dicho que se atribuye a Edward Tryon, quien parece que afirmó que nuestro universo era simplemente una de esas cosas que sucedían de vez en cuando.
Hemos distinguido entre creación y comienzo, entre ciencia y metafísica, ahora es el momento de ofrecer algunas ideas sobre la acción de Dios en el mundo tema que también ha creado confusión en el diálogo entre la religión y la ciencia. En la actualidad los desarrollos de la física cuántica y de la teoría del caos han propiciado muchas propuestas sobre cómo podría darse la intervención de Dios en el universo, pero nosotros pensamos que a groso modo la visión clásica es perfectamente asumible. El teólogo australiano Denis Edwards señalaba que:
Tomás de Aquino clarificó ya hace tiempo que la forma que tiene Dios de actuar en el mundo (lo que puede llamarse causalidad primera) no se opone a la entera red de causas y efectos existentes en la naturaleza (causalidad segunda). La obra de Dios se realiza en y a través de las causas y los efectos creados. No rivaliza con ellas. Tomás no conoció la teoría de la evolución, pero no habría tenido problema en entenderla como el modo en que Dios crea [12].
En toda acción concursarían dos realidades distintas desde el punto de vista cualitativo: la acción creadora autónoma que la lleva a cabo y la acción divina que la fundamenta, sostiene y faculta. Dios no actúa como causa segunda, objeto de las ciencias, sino como Causa primera cuyo tratamiento sería objeto de la metafísica. No busquemos a Dios como una causa segunda como hacen Dawkins y Hawking porque no lo encontraremos.
No es nuestro conocimiento el que se impone a la realidad, sino que es la realidad la que se impone a nuestro conocimiento. En segundo lugar, nuestro universo es dinámico, observándose una flecha hacia la complejidad en la que las estructuras se van auto-organizando permitiendo la aparición de novedades.
Tras el segundo Big Bang, sentada la vida en nuestro planeta, la teoría de la evolución explicaría la asombrosa fecundidad de ésta. Podemos decir que lo esencial de la teoría de la evolución está bien establecido, pero que la propia teoría de la evolución evoluciona, como lo ponen de manifiesto, por ejemplo, los últimos estudios sobre la epigenética y el desarrollo embrionario asimétrico.
Si nos atenemos a lo fundamental de la teoría de La evolución observamos que depende de tres factores: dos factores aleatorios, variabilidad genética de los seres vivos y el ambiente; y un factor necesario, la selección natural. Aquí habría que añadir las leyes de la naturaleza tal como son descritas por la relatividad general y la física cuántica, y las constantes fundamentales que aparecen totalmente ajustadas, y que permiten la biogénesis.
Creer en Dios, decía recientemente, Alister E. McGrath, nos ayuda a ver la realidad de un modo nuevo y a comprender las cosas mejor que el ateísmo [1]. Sin embargo, en la literatura científico-filosófica podemos encontrarnos afirmaciones del estilo siguiente:
El universo que observamos tiene exactamente las propiedades que podríamos esperar si, en el fondo, no hubiera ningún diseño, ninguna intención, ningún bien, ningún mal, nada más que la indiferencia ciega y despiadada [2]. O afirmaciones totalmente contrarias, como la siguiente:
Un universo regido por leyes ajustadas físicamente para la vida y no determinadas, y un mecanismo de generación de especies que explotaran dichas características del marco físico es justo lo que cabría esperar de un mundo creado por Dios para el despliegue de la vida y para el surgimiento de seres libres, capaces de acción moral [3].
Tanto Dawkins como Francisco J. Soler Gil parten de los mismos datos científicos llegando a conclusiones diametralmente opuestas. Holmes Rolston III [4] utiliza la metáfora de los tres Big Bangs para indicar que en la historia del universo han acontecido tres eventos singulares que han generado una novedad radical. El que dio origen a nuestro universo hace unos 13.600 millones de años, el que dio lugar a la vida hace unos 3.500 millones de años, y el que dio lugar al homo sapiens donde la propia biología se trascendió en cultura. Hagamos un breve análisis del Big Bang cosmológico, biológico y antropológico y tomemos nuestra propia opción, bien en la línea de Dawkins o en la de Soler Gil.
El Big Bang cosmológico
Según la teoría estándar de la cosmología, el comienzo de nuestro universo estuvo marcado por una singularidad, o sea, un estado físico en el que una o más magnitudes asumen valores infinitos y por ello escapan a la descripción física. No podemos ir más allá del tiempo de Planck (10-43 seg), sólo podemos saber lo que aconteció después.
¿Creación o comienzo?
Distinguir, definir y aclarar los conceptos es fundamental, así pues para evitar cualquier ambigüedad señalemos que comienzo y creación no son términos sinónimos. El no clarificar esto ha llevado a muchas confusiones. El Big-Bang no equivale a la creación, ambos conceptos se plantean en niveles epistemológicos distintos, al hablar comienzo o principio nos situamos en un nivel empírico, mientras que al hablar de creación nos situamos a nivel metafísico. Oigamos lo que el mismo George Lemaître, uno de los padres de la teoría del Big-Bang, afirmaba sobre el tema:
Podemos hablar de este evento (entendamos el Big- Bang) como de un principio. Yo no digo creación… la cuestión de si era realmente un principio o una creación, algo que comienza de la nada, es una cuestión filosófica que no puede ser resuelta por consideraciones físicas o astronómicas [5].
En este sentido no se debe confundir, como por ejemplo hace el propio Stephen Hawking, comienzo con creación. La presencia del creador está oculta, no es discernible por método científico alguno, ni puede ser tematizada por ninguna teoría científica. A Dios no se le puede representar, solo se le puede hacer presente, y eso es lo que hace el mundo. Hablar de creación [6] es dar una respuesta concreta a la gran cuestión de la metafísica que planteó Leibniz y que Heidegger retomó formulándolo de la siguiente manera: ¿Por qué es en general el ente y no más bien la nada? [7] y la respuesta judeocristiana es la creación. Ésta no es un hecho acontecido en el tiempo.
La creación es novedad pura. Dios no es fondo sino el fundamento de la realidad o su abismo insondable. Tradicionalmente se hablaba de creatio originalis (pasado) creatio continua (presente) y creatio nova (futuro). Decir creación significa que el mundo es ahora sacado de la nada, o sea, que toda la realidad existe en dependencia de Dios, tanto en el pasado como en el presente y en el futuro. El universo tiene su origen, su radical fundamento, su consistencia y destino fuera de sí mismo. No hablamos, pues, de comienzo temporal, sino de la fuente de su existencia y de la dependencia radical en su ser. Una imagen muy ilustrativa de la creación es la que nos ofrece Herbert McCabe:
El Creador hace todas las cosas y las mantiene en la existencia momento a momento, no como el escultor que esculpe una estatua y la abandona, sino como una cantante que en todo momento mantiene la canción en su existencia [8].
Normalmente los cosmólogos ateos suelen hablar de universo autocontenido o autocreado, no es extraño que nos encontremos en sus obras con párrafos similares al siguiente que suelen carecer de soporte empírico y de rigor filosófico:
Dado que existe una ley como la de la gravedad, el universo pudo crearse a sí mismo- y de hecho lo hizo- de la nada. La creación espontanea es la razón de que exista algo, de que exista el universo, de que nosotros existamos. No es necesario invocar a dios como el que encendió la mecha y creo el universo [9].
O nos podemos encontrar títulos como el siguiente:
Un universo de la nada. ¿Por qué hay algo en vez de nada? [10].
Esto no tiene nada que ver con la acción creadora. Pongamos un poco de orden filosófico a esta confusión. La nada de la que hablan los físicos es también una entidad física a la que suelen llamar vacío cuántico, pero la nada filosóficamente es la ausencia de todo ente, es la nada absoluta, pura nada. Respecto al origen del cosmos, ya hablemos del Big Bang o de la teoría de los multiversos [11], o de cualquier otra hipótesis que se plantee, desde el punto de vista de la física no se puede afrontar la cuestión de la nada porque por definición, siempre se tiene que partir de algo.
Si además nuestra cosmovisión es atea, a lo más que podemos llegar es a aquel dicho que se atribuye a Edward Tryon, quien parece que afirmó que nuestro universo era simplemente una de esas cosas que sucedían de vez en cuando.
Hemos distinguido entre creación y comienzo, entre ciencia y metafísica, ahora es el momento de ofrecer algunas ideas sobre la acción de Dios en el mundo tema que también ha creado confusión en el diálogo entre la religión y la ciencia. En la actualidad los desarrollos de la física cuántica y de la teoría del caos han propiciado muchas propuestas sobre cómo podría darse la intervención de Dios en el universo, pero nosotros pensamos que a groso modo la visión clásica es perfectamente asumible. El teólogo australiano Denis Edwards señalaba que:
Tomás de Aquino clarificó ya hace tiempo que la forma que tiene Dios de actuar en el mundo (lo que puede llamarse causalidad primera) no se opone a la entera red de causas y efectos existentes en la naturaleza (causalidad segunda). La obra de Dios se realiza en y a través de las causas y los efectos creados. No rivaliza con ellas. Tomás no conoció la teoría de la evolución, pero no habría tenido problema en entenderla como el modo en que Dios crea [12].
En toda acción concursarían dos realidades distintas desde el punto de vista cualitativo: la acción creadora autónoma que la lleva a cabo y la acción divina que la fundamenta, sostiene y faculta. Dios no actúa como causa segunda, objeto de las ciencias, sino como Causa primera cuyo tratamiento sería objeto de la metafísica. No busquemos a Dios como una causa segunda como hacen Dawkins y Hawking porque no lo encontraremos.
La cuestión del ajuste fino (fine-tuning)
La fe en el Creador no es una explicación de cómo funcionan las cosas, sino algo que perfila el sentido último del universo. in embargo, hay algo en el comienzo del cosmos evolutivo que puede ser indicio del Dios Creador y Providente del que habla la tradición cristiana. La física del universo es extremadamente especial, para desarrollar la complejidad fecunda que observamos se necesitan leyes adecuadas, constituyentes adecuados, fuerzas adecuadas y circunstancias adecuadas. Estas leyes y constantes tan ajustadas causan tal asombro que hicieron exclamar a Freeman Dyson (este) universo en algún sentido debía haber sabido que veníamos [13] y llevaron al agnóstico Fred Hoyle, tan reacio a la teoría del Big-Bang, a hablar de un universo inteligente [14].
El tema al que nos referimos se conoce como fine-tuning. El ajuste fino nos habla de que las leyes, las constantes y las fuerzas que tuvieron su origen al comienzo del universo están tan finamente ajustadas que una pequeña variación de éstas imposibilitaría la vida, en definitiva, el ajuste fino nos habla de que nuestro universo es extremadamente improbable, tal es así que parece estar diseñado. Este tema ha adquirido tal relevancia que algunos filósofos han llegado a proponerlo como base para una nueva teología natural [15].7
Según el modelo estándar de la cosmología (Big-Bang), toda la historia del universo puede reconstruirse a partir de unas pocas ecuaciones y cinco parámetros independientes: la densidad de materia ordinaria, la densidad de materia oscura, la densidad de energía oscura [16] y la amplitud de las fluctuaciones cuánticas. El valor de las constantes está dentro de un estrecho intervalo de valores, de tal modo que cambios mínimos harían que el universo que conocemos no existiese y, por tanto, no se hubiera podido desarrollar la vida ni, por supuesto, la mente.
Existen numerosos ejemplos de ajuste fino, destaquemos algunos. La constante cosmológica Ʌ es un parámetro claro de ajuste fino, la constante describe la expansión acelerada del universo, las previsiones teóricas siempre son mucho mayores que el valor de la constante, su valor es extraordinariamente pequeño, de haber variado un poco siendo algo mayor o algo menor no se habrían formado estrellas ni galaxias. Pongamos otros ejemplos, si la interacción nuclear fuerte(responsable de mantener unidos los protones y neutrones dentro del núcleo atómico) fuera ligeramente menor, el hidrógeno sería el único elemento presente en el universo, y como la vida según la conocemos, depende de las propiedades químicas del carbono, ésta no se habría desarrollado; si fuera ligeramente mayor, el hidrógeno se habría transformado el helio, por lo que no se habrían formado estrellas de vida larga, lo que habría imposibilitado también la vida como la conocemos.
Si la interacción nuclear débil (responsable de fenómenos naturales como la desintegración radioactiva) fuera ligeramente menor, no se habría formado hidrógeno, por consiguiente, no habría estrellas y no se habría desarrollado la vida, si, por el contrario, hubiera sido ligeramente superior, las supernovas no habrían podido expulsar los elementos pesados necesarios para la vida. Si la interacción electromagnética (interacción entre las partículas de carga eléctrica) fuese un poco superior, las estrellas no habrían sido suficientemente calientes como para propiciar la vida tal y como la conocemos en los planetas, si fuese un poco menor, las estrellas se habrían consumido demasiado rápido, no dando tiempo a que la vida pudiese evolucionar. Éstos y muchos otros ejemplos nos indican que si los valores de ciertas constantes fundamentales hubieran sido ligeramente distintos, la vida no hubiera sido posible y, obviamente, tampoco hubiera surgido un ser consciente y libre como el hombre [17].
Al proceso de acotar e investigar las consecuencias de esos dominios biófilos, o sea, del valor de las constantes que permitirían la vida se le denomina razonamiento antrópico, de ahí el llamado principio antrópico [18]. El principio antrópico en su versión débil lo único que indicaría es que el valor de las leyes y constantes son tales que permiten el surgimiento de la vida y del ser humano; en su versión más fuerte llegaría a afirmar que tales valores son así para permitir el surgimiento de la vida y de un ser como el hombre. De toda esta cuestión surgen dos importantes cuestiones filosóficas: el porqué de este universo tan especial y, unida a ésta, la cuestión central ¿son la vida y el universo de lo mental fenómenos marginales o referencias centrales en el universo?
El ajuste fino es un hecho, la mayor parte de las variaciones de las estructuras de las leyes y las constantes de la naturaleza darían lugar a universos en los que la vida sería imposible, más aún, que harían inviable cualquier forma de complejidad. Algunos como Victor Stenger lo han considerado una falacia [19], los detalles cósmicos que aparecerían como finamente ajustados, según él, se explicarían desde una física subyacente, como una serie de leyes y constantes que aún no conocemos. Sin embargo la crítica del astrofísico Luke A. Barnes a la obra de Stenger ha sido demoledora, mostrando que sus afirmaciones no se corresponderían con los indicios reales [20].
os aspectos del debate entre Barnes y Stenger tienen un especial interés, en primer lugar, porque, como pone de manifiesto Stenger, si el ajuste fino es una falacia, no haría falta recurrir a la hipótesis del multiverso, o sea, que la teoría de los multiversos sería considerada como una inaceptable especulación metafísica. En segundo lugar, parece darse a entender que la idea de ajuste fino tendría como solución natural la hipótesis teísta.
Sobre el tema del ajuste fino algunos lo han considerado una mera curiosidad filosófica, mientras otros lo han considerado un indicio claro de diseño [21].
Sin embargo, la relevancia que el ajuste fino ha llegado a tener en los ambientes cosmológicos y, sobre todo, el hecho de que algunos, invocando el principio antropológico fuerte, han propuesto la actuación de un agente externo es lo que propició que empezara a desarrollarse la tesis de los multiversos, conjetura sin aval empírico motivada por el deseo de explicar el ajuste fino evitando los posibles argumentos que apuntarían a una teleología en el universo. Hawking lo expresa claramente al afirmar:
Así como Darwin o Wallace explicarían cómo el diseño aparentemente milagroso de las formas podrían aparecer sin la intervención de un ser supremo, el concepto de multiverso puede explicar el ajuste fino de las leyes sin la necesidad de un creador benévolo que hiciese un universo para nuestro provecho [22].
Hawking pone el dedo en la llaga para señalar que, si el modelo del Big Bang fuese correcto, el estado inicial debería haberse elegido con gran meticulosidad, y esto implicaría apostar por un acto de un Dios que pretendiese crear este universo. Si el universo fuera autocontenido, según él, sin fronteras ni bordes, simplemente sería, y entonces no habría lugar para un creador [23]. Desde su estrecha visión deísta, él no comprende que el creyente no entiende a Dios sino como trascendente, e indirectamente nos dice que el ajuste fino es indicio de diseño, pues el universo funcionaría como si Dios existiese.
El problema es, como el mismo Hawking refiere, que a muchos no les gusta la idea de ningún indicio divino [24], pero esto no es ciencia sino pura ideología, respetable, claro, pero ideología. Más aún, la propia teoría de los multiversos, desde un punto de vista filosófico, no excluiría la visión teísta, bastaría creer que Dios creó el multiverso como medio para generar nuestro universo. Después de estas reflexiones lo que sí queda claro es que con el desarrollo de la ciencia la base empírica de la teleología se ha visto aumentada de un modo extraordinario.
Implicaciones filosóficas y teológicas de la cosmología actual
Desde una perspectiva filosófica y teológica existen algunos aspectos desvelados por la visión científica del universo que tienen un especial interés, a ellos dedicaremos la última reflexión dentro de este capítulo [25].
La ciencia actual habla de la dinamicidad intrínseca del universo que se expresa en la siguiente estructura: espacialidad-temporalidad-materialidad-dinamicidad, que conforma un todo único. Esta visión contrasta de modo radical con el universo estático y acabado de la tradición clásica. Es un universo abierto a la novedad, donde se observa que las estructuras se van complejificando, o sea, que se observa una auto-organización progresiva. Esto nos permite hablar de una flecha hacia la complejidad, si a nivel de universo en su conjunto hablamos del aumento de entropía (desorden), localmente se observa una negantropía (aumento de la complejidad y por lo tanto orden), una auto-organización de las estructuras que permite la emergencia de novedades. La auto-organización, la correlación y la direccionalidad encajan muy bien con una visión teleológica del universo.
La imagen del mundo de la física clásica de Newton a Einstein nos presentaba un universo con un comportamiento regular, controlable y predecible, como si fuese una máquina. La física actual nos habla de indeterminismo, considerado por la mayoría de los físicos como algo intrínseco, o sea, que la probabilidad cuántica es una propiedad intrínseca de la materia, algo ontológicamente real [26]. Más aún, la teoría del caos [27] ha liberado los procesos macroscópicos de la influencia mecanicista. Los procesos en el cosmos no son tan predecibles como presuponía el mecanicismo clásico.
En este primer Big Bang ya podemos destacar algunas cuestiones importantes para el tema que nos ocupa. El universo está dotado de racionalidad, podría haber sido un caos desordenado, pero no lo es. Algunos podrían argumentar kantianamente que la red crea el orden, o sea, que el orden lo ponemos nosotros, sin embargo, esto no explicaría la extraordinaria precisión con que las teorías físicas actuales explican el comportamiento de la materia, no es nuestro conocimiento el que se impone a la realidad, sino que es la realidad la que se impone a nuestro conocimiento. En segundo lugar, nuestro universo es dinámico, observándose una flecha hacia la complejidad en la que las estructuras se van auto-organizando permitiendo la aparición de novedades.
Hoy día nos encontramos con problemas físicos irresueltos, como por ejemplo qué es la energía oscura, la materia oscura, y la continuidad espacio-tiempo. También se plantean cuestiones filosóficas, como la de la potencialidad impresa en la materia que da de sí y genera novedades. Finalmente, existen cuestiones religiosas, que hacen referencia al origen y destino del universo y a la actuación de Dios en el cosmos.
La cosmología nos presenta un universo contingente pero no autosuficiente. El universo no parece necesario, no se observa que tenga la razón de ser en sí mismo, podría no haber sido, de ahí que se presente como un gran enigma metafísico. Este hecho unido al de su singularidad tan específica admiten la visión teísta como una interpretación muy coherente. Es hora de pasar al segundo Big-Bang.
La fe en el Creador no es una explicación de cómo funcionan las cosas, sino algo que perfila el sentido último del universo. in embargo, hay algo en el comienzo del cosmos evolutivo que puede ser indicio del Dios Creador y Providente del que habla la tradición cristiana. La física del universo es extremadamente especial, para desarrollar la complejidad fecunda que observamos se necesitan leyes adecuadas, constituyentes adecuados, fuerzas adecuadas y circunstancias adecuadas. Estas leyes y constantes tan ajustadas causan tal asombro que hicieron exclamar a Freeman Dyson (este) universo en algún sentido debía haber sabido que veníamos [13] y llevaron al agnóstico Fred Hoyle, tan reacio a la teoría del Big-Bang, a hablar de un universo inteligente [14].
El tema al que nos referimos se conoce como fine-tuning. El ajuste fino nos habla de que las leyes, las constantes y las fuerzas que tuvieron su origen al comienzo del universo están tan finamente ajustadas que una pequeña variación de éstas imposibilitaría la vida, en definitiva, el ajuste fino nos habla de que nuestro universo es extremadamente improbable, tal es así que parece estar diseñado. Este tema ha adquirido tal relevancia que algunos filósofos han llegado a proponerlo como base para una nueva teología natural [15].7
Según el modelo estándar de la cosmología (Big-Bang), toda la historia del universo puede reconstruirse a partir de unas pocas ecuaciones y cinco parámetros independientes: la densidad de materia ordinaria, la densidad de materia oscura, la densidad de energía oscura [16] y la amplitud de las fluctuaciones cuánticas. El valor de las constantes está dentro de un estrecho intervalo de valores, de tal modo que cambios mínimos harían que el universo que conocemos no existiese y, por tanto, no se hubiera podido desarrollar la vida ni, por supuesto, la mente.
Existen numerosos ejemplos de ajuste fino, destaquemos algunos. La constante cosmológica Ʌ es un parámetro claro de ajuste fino, la constante describe la expansión acelerada del universo, las previsiones teóricas siempre son mucho mayores que el valor de la constante, su valor es extraordinariamente pequeño, de haber variado un poco siendo algo mayor o algo menor no se habrían formado estrellas ni galaxias. Pongamos otros ejemplos, si la interacción nuclear fuerte(responsable de mantener unidos los protones y neutrones dentro del núcleo atómico) fuera ligeramente menor, el hidrógeno sería el único elemento presente en el universo, y como la vida según la conocemos, depende de las propiedades químicas del carbono, ésta no se habría desarrollado; si fuera ligeramente mayor, el hidrógeno se habría transformado el helio, por lo que no se habrían formado estrellas de vida larga, lo que habría imposibilitado también la vida como la conocemos.
Si la interacción nuclear débil (responsable de fenómenos naturales como la desintegración radioactiva) fuera ligeramente menor, no se habría formado hidrógeno, por consiguiente, no habría estrellas y no se habría desarrollado la vida, si, por el contrario, hubiera sido ligeramente superior, las supernovas no habrían podido expulsar los elementos pesados necesarios para la vida. Si la interacción electromagnética (interacción entre las partículas de carga eléctrica) fuese un poco superior, las estrellas no habrían sido suficientemente calientes como para propiciar la vida tal y como la conocemos en los planetas, si fuese un poco menor, las estrellas se habrían consumido demasiado rápido, no dando tiempo a que la vida pudiese evolucionar. Éstos y muchos otros ejemplos nos indican que si los valores de ciertas constantes fundamentales hubieran sido ligeramente distintos, la vida no hubiera sido posible y, obviamente, tampoco hubiera surgido un ser consciente y libre como el hombre [17].
Al proceso de acotar e investigar las consecuencias de esos dominios biófilos, o sea, del valor de las constantes que permitirían la vida se le denomina razonamiento antrópico, de ahí el llamado principio antrópico [18]. El principio antrópico en su versión débil lo único que indicaría es que el valor de las leyes y constantes son tales que permiten el surgimiento de la vida y del ser humano; en su versión más fuerte llegaría a afirmar que tales valores son así para permitir el surgimiento de la vida y de un ser como el hombre. De toda esta cuestión surgen dos importantes cuestiones filosóficas: el porqué de este universo tan especial y, unida a ésta, la cuestión central ¿son la vida y el universo de lo mental fenómenos marginales o referencias centrales en el universo?
El ajuste fino es un hecho, la mayor parte de las variaciones de las estructuras de las leyes y las constantes de la naturaleza darían lugar a universos en los que la vida sería imposible, más aún, que harían inviable cualquier forma de complejidad. Algunos como Victor Stenger lo han considerado una falacia [19], los detalles cósmicos que aparecerían como finamente ajustados, según él, se explicarían desde una física subyacente, como una serie de leyes y constantes que aún no conocemos. Sin embargo la crítica del astrofísico Luke A. Barnes a la obra de Stenger ha sido demoledora, mostrando que sus afirmaciones no se corresponderían con los indicios reales [20].
os aspectos del debate entre Barnes y Stenger tienen un especial interés, en primer lugar, porque, como pone de manifiesto Stenger, si el ajuste fino es una falacia, no haría falta recurrir a la hipótesis del multiverso, o sea, que la teoría de los multiversos sería considerada como una inaceptable especulación metafísica. En segundo lugar, parece darse a entender que la idea de ajuste fino tendría como solución natural la hipótesis teísta.
Sobre el tema del ajuste fino algunos lo han considerado una mera curiosidad filosófica, mientras otros lo han considerado un indicio claro de diseño [21].
Sin embargo, la relevancia que el ajuste fino ha llegado a tener en los ambientes cosmológicos y, sobre todo, el hecho de que algunos, invocando el principio antropológico fuerte, han propuesto la actuación de un agente externo es lo que propició que empezara a desarrollarse la tesis de los multiversos, conjetura sin aval empírico motivada por el deseo de explicar el ajuste fino evitando los posibles argumentos que apuntarían a una teleología en el universo. Hawking lo expresa claramente al afirmar:
Así como Darwin o Wallace explicarían cómo el diseño aparentemente milagroso de las formas podrían aparecer sin la intervención de un ser supremo, el concepto de multiverso puede explicar el ajuste fino de las leyes sin la necesidad de un creador benévolo que hiciese un universo para nuestro provecho [22].
Hawking pone el dedo en la llaga para señalar que, si el modelo del Big Bang fuese correcto, el estado inicial debería haberse elegido con gran meticulosidad, y esto implicaría apostar por un acto de un Dios que pretendiese crear este universo. Si el universo fuera autocontenido, según él, sin fronteras ni bordes, simplemente sería, y entonces no habría lugar para un creador [23]. Desde su estrecha visión deísta, él no comprende que el creyente no entiende a Dios sino como trascendente, e indirectamente nos dice que el ajuste fino es indicio de diseño, pues el universo funcionaría como si Dios existiese.
El problema es, como el mismo Hawking refiere, que a muchos no les gusta la idea de ningún indicio divino [24], pero esto no es ciencia sino pura ideología, respetable, claro, pero ideología. Más aún, la propia teoría de los multiversos, desde un punto de vista filosófico, no excluiría la visión teísta, bastaría creer que Dios creó el multiverso como medio para generar nuestro universo. Después de estas reflexiones lo que sí queda claro es que con el desarrollo de la ciencia la base empírica de la teleología se ha visto aumentada de un modo extraordinario.
Implicaciones filosóficas y teológicas de la cosmología actual
Desde una perspectiva filosófica y teológica existen algunos aspectos desvelados por la visión científica del universo que tienen un especial interés, a ellos dedicaremos la última reflexión dentro de este capítulo [25].
La ciencia actual habla de la dinamicidad intrínseca del universo que se expresa en la siguiente estructura: espacialidad-temporalidad-materialidad-dinamicidad, que conforma un todo único. Esta visión contrasta de modo radical con el universo estático y acabado de la tradición clásica. Es un universo abierto a la novedad, donde se observa que las estructuras se van complejificando, o sea, que se observa una auto-organización progresiva. Esto nos permite hablar de una flecha hacia la complejidad, si a nivel de universo en su conjunto hablamos del aumento de entropía (desorden), localmente se observa una negantropía (aumento de la complejidad y por lo tanto orden), una auto-organización de las estructuras que permite la emergencia de novedades. La auto-organización, la correlación y la direccionalidad encajan muy bien con una visión teleológica del universo.
La imagen del mundo de la física clásica de Newton a Einstein nos presentaba un universo con un comportamiento regular, controlable y predecible, como si fuese una máquina. La física actual nos habla de indeterminismo, considerado por la mayoría de los físicos como algo intrínseco, o sea, que la probabilidad cuántica es una propiedad intrínseca de la materia, algo ontológicamente real [26]. Más aún, la teoría del caos [27] ha liberado los procesos macroscópicos de la influencia mecanicista. Los procesos en el cosmos no son tan predecibles como presuponía el mecanicismo clásico.
En este primer Big Bang ya podemos destacar algunas cuestiones importantes para el tema que nos ocupa. El universo está dotado de racionalidad, podría haber sido un caos desordenado, pero no lo es. Algunos podrían argumentar kantianamente que la red crea el orden, o sea, que el orden lo ponemos nosotros, sin embargo, esto no explicaría la extraordinaria precisión con que las teorías físicas actuales explican el comportamiento de la materia, no es nuestro conocimiento el que se impone a la realidad, sino que es la realidad la que se impone a nuestro conocimiento. En segundo lugar, nuestro universo es dinámico, observándose una flecha hacia la complejidad en la que las estructuras se van auto-organizando permitiendo la aparición de novedades.
Hoy día nos encontramos con problemas físicos irresueltos, como por ejemplo qué es la energía oscura, la materia oscura, y la continuidad espacio-tiempo. También se plantean cuestiones filosóficas, como la de la potencialidad impresa en la materia que da de sí y genera novedades. Finalmente, existen cuestiones religiosas, que hacen referencia al origen y destino del universo y a la actuación de Dios en el cosmos.
La cosmología nos presenta un universo contingente pero no autosuficiente. El universo no parece necesario, no se observa que tenga la razón de ser en sí mismo, podría no haber sido, de ahí que se presente como un gran enigma metafísico. Este hecho unido al de su singularidad tan específica admiten la visión teísta como una interpretación muy coherente. Es hora de pasar al segundo Big-Bang.
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El Big Bang biológico
Cuando hablamos de la vida rápidamente nos viene a la mente la teoría de la evolución, sin embargo, la evolución aporta una interpretación de cómo se despliega la complejidad biológica pero no le compete ofrecer un principio general de por qué surgió.
La novedad de la vida: emergentismo versus reduccionismo
Existen múltiples teorías de cómo pudo surgir la vida, la realidad es que no lo sabemos. Los estándares científicos [28] hablan de que la vida en la tierra surgió hace unos 3.470 millones de años. Hoy día la bioquímica apunta a que la vida primigenia no hay que buscarla en el ADN sino en el ARN. La secuencia del proceso sería la siguiente: dominio de la evolución química prebiológica - mundo del ARN - LUCA [29] - dominio de los Archea (microorganismos unicelulares procariotas, o sea, sin núcleo) – dominio de las Eubacterias (bacterias) – dominio de los Eukaryotas (reino de las plantas, animales, hongos y protistas). Es a partir de LUCA, el ancestro común de todos los seres vivos que existen sobre la tierra, desde donde tenemos un conocimiento más preciso.
Con la aparición de la vida el universo se nos muestra como biófilo, o sea, que observamos un proceso donde una complejidad creciente en determinadas estructuras materiales ha llevado a la aparición de una novedad en el cosmos que ha dado lugar a un nuevo nivel de realidad: la vida, a este proceso le podemos llamar emergencia de la vida.
La perspectiva del emergentismo apunta a un paradigma de comprensión más consistente con el principio de auto-organización. Lo que quiere significar es que cuando se dan ciertos niveles de complejidad en los sistemas surgen propiedades emergentes, propiedades que no son explicables por los elementos que componen el sistema, sino que son resultado del comportamiento colectivo del nivel estructural logrado. Fue la insuficiencia de la explicación meramente reduccionista lo que llevó a plantear este discurso complementario del emergentismo.
El reduccionismo sostiene que la clave explicativa de las cosas está más en los elementos que componen un sistema que en las relaciones que se establecen en el sistema mismo, los componentes básicos serían la clave de todo. El emergentismo, sin embargo, sostiene que hay propiedades que dependen del comportamiento del sistema y no pueden explicarse por los elementos que lo componen. Cuando los sistemas se van complejificando surgen esas propiedades emergentes.
Esto permite que se pueda hablar de distintos niveles en la realidad que estarían caracterizados por dichas propiedades emergentes. Podríamos hablar así del nivel de la física, la química, la biología o la psicología, como afirmó el nobel Philip W. Anderson, “More is different”. En cada estadio son necesarios nuevas leyes, conceptos y generalizaciones, que requieren inspiración y creatividad. La psicología no es biología aplicada, ni tampoco la biología es química aplicada [30]. Se puede distinguir el emergentismo débil, por ejemplo, una molécula de agua no moja, sino que son necesarias una suma de moléculas de agua para poder mojar, del emergentismo fuerte, el que tiene interés filosófico, éste se daría con la aparición de la vida y la conciencia reflexiva.
Decir que en la evolución cósmica se dan procesos emergentes en los que van surgiendo diferentes niveles de realidad (físico-químico-biológico-psíquico) es una pura descripción de lo que acontece. Si queremos decir más, o sea si lo queremos es utilizarlo como principio explicativo, tendremos que afirmar que lo material va autotrascendiéndose hacia lo genuinamente distinto de sí. La cuestión será, entonces, plantear la existencia de un centro de gravedad de la complejidad y, por lo tanto, mantener la posibilidad de una ortogénesis de fondo, o sea que la realidad cósmico- evolutiva tendría una cierta direccionalidad [31].
Filosóficamente surge inmediatamente la cuestión: Cuál es la razón de esa complejidad creciente que hace que en un momento determinado surja una novedad com la vida , novedad impredecible, que supone la emergencia de un nuevo nivel en la realidad, el nivel de lo biológico. Dado que la ciencia moderna erradicó la teleología del hacer científico, pues trascendía nuestra capacidad de percepción y comprensión, el azar fue convirtiéndose en una especie de Deus ex machina que lo explicaba todo.
Al azar y al tiempo se le dieron el papel del demiurgo generador de novedades, el problema es que, si nos limitamos al azar y al tiempo del que disponemos desde el Big- Bang, ni siquiera se hubiese podido formar la más sencilla de las células [32].
En la realidad cósmica no solo se da el azar, y eso indirectamente se reconoce en el hecho en las últimas propuestas de la Astrobiología que ponen claramente de relieve que, en las circunstancias adecuadas, los exoplanetas (planetas fuera del sistema solar) pudiesen albergar vida. O sea, el azar es un elemento explicativo pero no se trata del puro azar, sino que se presupone una flecha que llevaría a la vida [33], esto convertiría la presencia de la vida en un criterio de interpretación, como establece el principio antrópico.
Sabemos que este principio no es falsable, luego no es científico, pero sí existen suficientes argumentos filosóficos para defenderlo. Lo que está en el fondo de esta visión es que existen unas constantes físicas que permiten estructuras complejas que dan origen a la vida, la vida no aparecería como un proceso puramente aleatorio, sino que surgiría de modo inexorable cuando se diesen las circunstancias adecuadas.
La evolución, un proceso de asombrosa creatividad
Asentada la vida en nuestro planeta, la teoría de la evolución explicaría la asombrosa fecundidad de ésta. Podemos decir que lo esencial de la teoría de la evolución está bien establecido, pero que la propia teoría de la evolución evoluciona, como lo ponen de manifiesto, por ejemplo, los últimos estudios sobre la epigenética y el desarrollo embrionario asimétrico [34]. Si nos atenemos a lo fundamental de la teoría de La evolución observamos que depende de tres factores: dos factores aleatorios, variabilidad genética de los seres vivos y el ambiente; y un factor necesario, la selección natural.
Aquí habría que añadir las leyes de la naturaleza tal como son descritas por la relatividad general y la física cuántica, y las constantes fundamentales que aparecen totalmente ajustadas, y que permiten la biogénesis. Ya dijimos que no se puede afirmar científicamente ni la existencia ni la no existencia del diseño inteligente pero, como demostró Gregory J. Chaitin [35], si tenemos una serie de números suficientemente complejos de origen desconocido sería imposible distinguir si dicha sucesión se ha desarrollado aleatoriamente o es resultado de algún algoritmo. Lo que sí podemos señalar son dos importantes aspectos que tienen importancia en el tema del azar y en el de la selección natural.
En referencia a la selección natural no hay duda de que es un importante factor del mecanismo evolutivo, pero en modo alguno se evidencia que sea el único proceso implicado, dos aspectos muestran esto: en primer lugar, el papel de las propiedades de auto-organización de los sistemas complejos [36], y , en segundo lugar, la evidencia de la convergencia evolutiva [37]. Respecto al azar, atendamos a lo que el nobel Christian de Duve afirmaba:
La evolución, aun dependiendo de acontecimientos causales, parte de cierto número de límites externos e internos que obligan a moverse hacia una mayor complejidad si las circunstancias lo permiten. Si las circunstancias hubiesen sido diferentes, la evolución podría haber sido diferente, la evolución podría haber seguido un curso distinto en el tiempo, podrían haberse producido organismos diferentes de los que conocemos, quizás incluso seres pensantes distintos de los humanos [38].
Lo anterior nos permite sostener que los mecanismos de la evolución operan como exploradores de las oportunidades y potencialidades que la realidad puede ofrecer, o sea, son modos asombrosos de creatividad que permiten ocupar los distintos nichos ecológicos. Por qué no pensar que también ocuparían el nicho ecológico reservado a los seres con conciencia y libertad. Lejos de ser un proceso puramente ciego, como señala Dawkins, la evolución se presenta como un proceso de asombrosa creatividad.
Cuando hablamos de la vida rápidamente nos viene a la mente la teoría de la evolución, sin embargo, la evolución aporta una interpretación de cómo se despliega la complejidad biológica pero no le compete ofrecer un principio general de por qué surgió.
La novedad de la vida: emergentismo versus reduccionismo
Existen múltiples teorías de cómo pudo surgir la vida, la realidad es que no lo sabemos. Los estándares científicos [28] hablan de que la vida en la tierra surgió hace unos 3.470 millones de años. Hoy día la bioquímica apunta a que la vida primigenia no hay que buscarla en el ADN sino en el ARN. La secuencia del proceso sería la siguiente: dominio de la evolución química prebiológica - mundo del ARN - LUCA [29] - dominio de los Archea (microorganismos unicelulares procariotas, o sea, sin núcleo) – dominio de las Eubacterias (bacterias) – dominio de los Eukaryotas (reino de las plantas, animales, hongos y protistas). Es a partir de LUCA, el ancestro común de todos los seres vivos que existen sobre la tierra, desde donde tenemos un conocimiento más preciso.
Con la aparición de la vida el universo se nos muestra como biófilo, o sea, que observamos un proceso donde una complejidad creciente en determinadas estructuras materiales ha llevado a la aparición de una novedad en el cosmos que ha dado lugar a un nuevo nivel de realidad: la vida, a este proceso le podemos llamar emergencia de la vida.
La perspectiva del emergentismo apunta a un paradigma de comprensión más consistente con el principio de auto-organización. Lo que quiere significar es que cuando se dan ciertos niveles de complejidad en los sistemas surgen propiedades emergentes, propiedades que no son explicables por los elementos que componen el sistema, sino que son resultado del comportamiento colectivo del nivel estructural logrado. Fue la insuficiencia de la explicación meramente reduccionista lo que llevó a plantear este discurso complementario del emergentismo.
El reduccionismo sostiene que la clave explicativa de las cosas está más en los elementos que componen un sistema que en las relaciones que se establecen en el sistema mismo, los componentes básicos serían la clave de todo. El emergentismo, sin embargo, sostiene que hay propiedades que dependen del comportamiento del sistema y no pueden explicarse por los elementos que lo componen. Cuando los sistemas se van complejificando surgen esas propiedades emergentes.
Esto permite que se pueda hablar de distintos niveles en la realidad que estarían caracterizados por dichas propiedades emergentes. Podríamos hablar así del nivel de la física, la química, la biología o la psicología, como afirmó el nobel Philip W. Anderson, “More is different”. En cada estadio son necesarios nuevas leyes, conceptos y generalizaciones, que requieren inspiración y creatividad. La psicología no es biología aplicada, ni tampoco la biología es química aplicada [30]. Se puede distinguir el emergentismo débil, por ejemplo, una molécula de agua no moja, sino que son necesarias una suma de moléculas de agua para poder mojar, del emergentismo fuerte, el que tiene interés filosófico, éste se daría con la aparición de la vida y la conciencia reflexiva.
Decir que en la evolución cósmica se dan procesos emergentes en los que van surgiendo diferentes niveles de realidad (físico-químico-biológico-psíquico) es una pura descripción de lo que acontece. Si queremos decir más, o sea si lo queremos es utilizarlo como principio explicativo, tendremos que afirmar que lo material va autotrascendiéndose hacia lo genuinamente distinto de sí. La cuestión será, entonces, plantear la existencia de un centro de gravedad de la complejidad y, por lo tanto, mantener la posibilidad de una ortogénesis de fondo, o sea que la realidad cósmico- evolutiva tendría una cierta direccionalidad [31].
Filosóficamente surge inmediatamente la cuestión: Cuál es la razón de esa complejidad creciente que hace que en un momento determinado surja una novedad com la vida , novedad impredecible, que supone la emergencia de un nuevo nivel en la realidad, el nivel de lo biológico. Dado que la ciencia moderna erradicó la teleología del hacer científico, pues trascendía nuestra capacidad de percepción y comprensión, el azar fue convirtiéndose en una especie de Deus ex machina que lo explicaba todo.
Al azar y al tiempo se le dieron el papel del demiurgo generador de novedades, el problema es que, si nos limitamos al azar y al tiempo del que disponemos desde el Big- Bang, ni siquiera se hubiese podido formar la más sencilla de las células [32].
En la realidad cósmica no solo se da el azar, y eso indirectamente se reconoce en el hecho en las últimas propuestas de la Astrobiología que ponen claramente de relieve que, en las circunstancias adecuadas, los exoplanetas (planetas fuera del sistema solar) pudiesen albergar vida. O sea, el azar es un elemento explicativo pero no se trata del puro azar, sino que se presupone una flecha que llevaría a la vida [33], esto convertiría la presencia de la vida en un criterio de interpretación, como establece el principio antrópico.
Sabemos que este principio no es falsable, luego no es científico, pero sí existen suficientes argumentos filosóficos para defenderlo. Lo que está en el fondo de esta visión es que existen unas constantes físicas que permiten estructuras complejas que dan origen a la vida, la vida no aparecería como un proceso puramente aleatorio, sino que surgiría de modo inexorable cuando se diesen las circunstancias adecuadas.
La evolución, un proceso de asombrosa creatividad
Asentada la vida en nuestro planeta, la teoría de la evolución explicaría la asombrosa fecundidad de ésta. Podemos decir que lo esencial de la teoría de la evolución está bien establecido, pero que la propia teoría de la evolución evoluciona, como lo ponen de manifiesto, por ejemplo, los últimos estudios sobre la epigenética y el desarrollo embrionario asimétrico [34]. Si nos atenemos a lo fundamental de la teoría de La evolución observamos que depende de tres factores: dos factores aleatorios, variabilidad genética de los seres vivos y el ambiente; y un factor necesario, la selección natural.
Aquí habría que añadir las leyes de la naturaleza tal como son descritas por la relatividad general y la física cuántica, y las constantes fundamentales que aparecen totalmente ajustadas, y que permiten la biogénesis. Ya dijimos que no se puede afirmar científicamente ni la existencia ni la no existencia del diseño inteligente pero, como demostró Gregory J. Chaitin [35], si tenemos una serie de números suficientemente complejos de origen desconocido sería imposible distinguir si dicha sucesión se ha desarrollado aleatoriamente o es resultado de algún algoritmo. Lo que sí podemos señalar son dos importantes aspectos que tienen importancia en el tema del azar y en el de la selección natural.
En referencia a la selección natural no hay duda de que es un importante factor del mecanismo evolutivo, pero en modo alguno se evidencia que sea el único proceso implicado, dos aspectos muestran esto: en primer lugar, el papel de las propiedades de auto-organización de los sistemas complejos [36], y , en segundo lugar, la evidencia de la convergencia evolutiva [37]. Respecto al azar, atendamos a lo que el nobel Christian de Duve afirmaba:
La evolución, aun dependiendo de acontecimientos causales, parte de cierto número de límites externos e internos que obligan a moverse hacia una mayor complejidad si las circunstancias lo permiten. Si las circunstancias hubiesen sido diferentes, la evolución podría haber sido diferente, la evolución podría haber seguido un curso distinto en el tiempo, podrían haberse producido organismos diferentes de los que conocemos, quizás incluso seres pensantes distintos de los humanos [38].
Lo anterior nos permite sostener que los mecanismos de la evolución operan como exploradores de las oportunidades y potencialidades que la realidad puede ofrecer, o sea, son modos asombrosos de creatividad que permiten ocupar los distintos nichos ecológicos. Por qué no pensar que también ocuparían el nicho ecológico reservado a los seres con conciencia y libertad. Lejos de ser un proceso puramente ciego, como señala Dawkins, la evolución se presenta como un proceso de asombrosa creatividad.
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La evolución y el teísmo cristiano
La creación, entendida como el Dios que crea de la nada y mantiene en el ser, no es incompatible con la evolución [39]. Ambas tesis se sitúan en planos distintos, Lo opuesto al evolucionismo es el fijismo, y lo opuesto al teísmo es el ateísmo en sentido general. La teoría evolucionista de Darwin puede ser leída en clave teísta, la creación sería una creación evolutiva. Como señala Martin Ruse, cuando el darwinismo y el cristianismo se examinan en profundidad, los puntos que parecen controvertidos son precisamente aquellos en los que se puede avanzar y lograr un mayor entendimiento [40].
Tres fueron los temas que emergieron de la idea de Darwin y que generaron tensión con la religión cristiana: se podía aportar una interpretación materialista de la naturaleza humana; el hombre no aparecería ya como meta de la evolución; y, finalmente, Dios podía ser suprimido respecto a la acción en el mundo. Aparentemente, éstos podían ser problemas, pero la realidad es que el cristianismo quedaba liberado de la defectuosa idea del dios mecánico y deísta popularizada por William Paley [41].
Materialistas, ateos y laicistas, han visto en las tesis darwinistas una vía para expulsar a Dios del espacio público. Uno de los problemas de este laicismo de orientación cientifista es que sabe poco de religión y nada de teología, así, por ejemplo, Dawkins, en El relojero ciego, planteaba sus tesis contra el enfoque de la teología natural de Paley, como si éste fuera representativo del cristianismo en su conjunto, sin embargo, esto es totalmente ajeno a la realidad, ningún cristiano formado mantendría la tesis de Paley.
El hecho de la compatibilidad entre las tesis de Darwin y el cristianismo, lo expuso ya el propio Darwin en una carta fechada en 1874 en la que afirmaba que: A mí me parece absurdo dudar de que un hombre puede ser teísta ferviente y evolucionista [42]. El tema de las relaciones entre el darwinismo y el cristianismo fue objeto de una total manipulación, de hecho, el gran reformador social Charles Kingsley, al que el propio Darwin envió un ejemplar por adelantado de El origen de las especies, llegó a señalar:
Sabemos de antiguo que Dios es tan sabio que bien pudo haber hecho todas las cosas, pero fíjense, es incluso más sabio, pues ha sido capaz de hacer que todas las cosas se hagan a sí mismas [43].
Conclusión: Una nueva comprensión del mundo
Desde el punto de vista filosófico y cultural podemos hablar de que con Darwin se operó un giro copernicano. Desde los albores de la filosofía en Grecia se había impuesto una concepción estática y fijista del mundo, sin embargo, a partir de mediados del s. XIX, todo el pensamiento estaría marcado por la idea de la evolución. El evolucionismo se convertiría en un aspecto fundamental del espíritu de nuestro tiempo.
La naturaleza ya no era una realidad que simplemente estaba ahí, un mundo fijo y acabado como el que proponía Aristóteles, sino que la realidad era dinámica, el mundo se presentaba como un mundo autónomo que evolucionaba según sus leyes y que constituía una realidad bien trabada.
Finalmente estas ideas, junto a las que aportaba la nueva física relativista y cuántica, fueron cambiando el paradigma mecanicista por paradigmas sistémicos, holísticos y complejos [44]. Al modificarse la comprensión que se tenía de la historia natural del universo y la tierra, se modificaba también la comprensión que se tenía del Creador. La obra de Darwin introdujo un modo de pensar que lo transformó todo, conocimiento, moral y religión. El cambio, lejos de ser un signo de defecto y de irrealidad, era fundamental en todo lo que existe. Todo el cosmos aparecía con una dinamicidad evolutiva que llevaba a la vida, y de la vida emergía, de modo sorprendente, el mundo de lo mental.
La creación, entendida como el Dios que crea de la nada y mantiene en el ser, no es incompatible con la evolución [39]. Ambas tesis se sitúan en planos distintos, Lo opuesto al evolucionismo es el fijismo, y lo opuesto al teísmo es el ateísmo en sentido general. La teoría evolucionista de Darwin puede ser leída en clave teísta, la creación sería una creación evolutiva. Como señala Martin Ruse, cuando el darwinismo y el cristianismo se examinan en profundidad, los puntos que parecen controvertidos son precisamente aquellos en los que se puede avanzar y lograr un mayor entendimiento [40].
Tres fueron los temas que emergieron de la idea de Darwin y que generaron tensión con la religión cristiana: se podía aportar una interpretación materialista de la naturaleza humana; el hombre no aparecería ya como meta de la evolución; y, finalmente, Dios podía ser suprimido respecto a la acción en el mundo. Aparentemente, éstos podían ser problemas, pero la realidad es que el cristianismo quedaba liberado de la defectuosa idea del dios mecánico y deísta popularizada por William Paley [41].
Materialistas, ateos y laicistas, han visto en las tesis darwinistas una vía para expulsar a Dios del espacio público. Uno de los problemas de este laicismo de orientación cientifista es que sabe poco de religión y nada de teología, así, por ejemplo, Dawkins, en El relojero ciego, planteaba sus tesis contra el enfoque de la teología natural de Paley, como si éste fuera representativo del cristianismo en su conjunto, sin embargo, esto es totalmente ajeno a la realidad, ningún cristiano formado mantendría la tesis de Paley.
El hecho de la compatibilidad entre las tesis de Darwin y el cristianismo, lo expuso ya el propio Darwin en una carta fechada en 1874 en la que afirmaba que: A mí me parece absurdo dudar de que un hombre puede ser teísta ferviente y evolucionista [42]. El tema de las relaciones entre el darwinismo y el cristianismo fue objeto de una total manipulación, de hecho, el gran reformador social Charles Kingsley, al que el propio Darwin envió un ejemplar por adelantado de El origen de las especies, llegó a señalar:
Sabemos de antiguo que Dios es tan sabio que bien pudo haber hecho todas las cosas, pero fíjense, es incluso más sabio, pues ha sido capaz de hacer que todas las cosas se hagan a sí mismas [43].
Conclusión: Una nueva comprensión del mundo
Desde el punto de vista filosófico y cultural podemos hablar de que con Darwin se operó un giro copernicano. Desde los albores de la filosofía en Grecia se había impuesto una concepción estática y fijista del mundo, sin embargo, a partir de mediados del s. XIX, todo el pensamiento estaría marcado por la idea de la evolución. El evolucionismo se convertiría en un aspecto fundamental del espíritu de nuestro tiempo.
La naturaleza ya no era una realidad que simplemente estaba ahí, un mundo fijo y acabado como el que proponía Aristóteles, sino que la realidad era dinámica, el mundo se presentaba como un mundo autónomo que evolucionaba según sus leyes y que constituía una realidad bien trabada.
Finalmente estas ideas, junto a las que aportaba la nueva física relativista y cuántica, fueron cambiando el paradigma mecanicista por paradigmas sistémicos, holísticos y complejos [44]. Al modificarse la comprensión que se tenía de la historia natural del universo y la tierra, se modificaba también la comprensión que se tenía del Creador. La obra de Darwin introdujo un modo de pensar que lo transformó todo, conocimiento, moral y religión. El cambio, lejos de ser un signo de defecto y de irrealidad, era fundamental en todo lo que existe. Todo el cosmos aparecía con una dinamicidad evolutiva que llevaba a la vida, y de la vida emergía, de modo sorprendente, el mundo de lo mental.
Notas:
[1] Ib., pp. 21-25.
[1] Ib., pp. 21-25.
[2] Dawkins , R., El Río del Edén, Debate, Barcelona 2000, p. 13.
[3] Soler Gil, F.J., Mitologías materialistas de la ciencia, op. cit., p. 99.
[4] Rolston III, H., Three Big Bangs: Matter-Energy, Life, Mind, Columbia University Press, New York 2010.
[5] Lambert, D., en Un atome d’universe: La vi et l’oeuvre de George Lemaître, citado por Giberson, K., y Artigas, M., Oráculos de la ciencia. Científicos famosos contra Dios y la religión, Encuentro, Madrid 2012, p. 150.
[6] Llano, A., Metafísica de la Creación, Naturaleza y libertad, 5, 2015, pp. 67-81.
[7] Heidegger, M., Introducción a la metafísica, Gedisa, Barcelona 2003, p.3.
[8] McCabe, H., God, Christ and Vs, Brian Davies, New York 2003, p. 103.
[9] Hawking, E., Mlodinov, L., El Gran Diseño, Critica, Barcelona, p. 180.
[10] Kraus, M., Un universo de la nada ¿Por qué hay algo en vez de nada?, Pasado y Presente, Barcelona 2013.
[11] Conjunto de Teorías que basándose en postulados físicos y matemáticos sostienen la posible existencia de múltiples universos paralelos o escondidos, como veremos este conjunto de teorías intentan dar una explicación a la singularidad de nuestro universo evitando especulaciones que pudiesen llevar a postular la existencia de algún dios.
[12] Edwars, D., El Dios de la evolución: una teología trinitaria, Sal Terrae, Santander 2006, p. 47.
[13] Dyson, F., Trastornando el mundo, Fondo de cultura económica, México 1982, p. 250.
[14] Hoyle, F., El universo inteligente, Grijalbo, Barcelona 1984.
[15] En este tema véase Naturaleza y libertad. Revista de estudios interdisciplinares, 5, 2015, número dedicado al ajuste fino de la naturaleza. Replanteamientos contemporáneos de la teología natural.
[16] Según la cosmología actual el 27% del universo estaría compuesto de una materia oscura o sea que no podemos ver pues no emitirá radiación electromagnética detectable pero sí tendría efectos gravitatorios detectables y un 67% de energía oscura que explicaría la expansión acelerada del universo conocido. Ambas de origen desconocido se postulan para explicar los resultados que nos ofrece nuestra visión del universo. Solo habría pues un 5% de materia ordinaria.
[17] Valderas, J.M., Ajuste fino y origen de la vida, Naturaleza y Libertad. Revista de estudios interdisciplinares, 5, 2015, pp. 133-238.
[18] Carr, B. J. and Rees M. J., The anthropic principle and the structure of the physical world,
Nature 278, 605 - 612 (12 April 1979). Barrow, J. D., Tipler, F. J. 1986. The Anthropic Cosmological Principle, Oxford University Press, Oxford 1986.
Nature 278, 605 - 612 (12 April 1979). Barrow, J. D., Tipler, F. J. 1986. The Anthropic Cosmological Principle, Oxford University Press, Oxford 1986.
[19] Stenger, V., The fallacy of fine tuning, Prometeo books, New York 2011.
[20] Barnes, L. A.,The Fine-Tuning of the Universe for Intelligent Life
Luke A. Barnes (Submitted on 20 Dec 2011 (v1), last revised 7 Jun 2012 (this version, v2)), cit Physics > History and Philosophy of Physics, http://arxiv.org/abs/1112.4647.
Soler Gil, F. j., en ¿El ajuste fino del universo una falacia? Apuntes sobre el debate entre Victor Stenger y Luke Barnes, Naturaleza y libertad, 5, 2015, pp 119-132, ofrece un estudio sobre los pormenores de este debate que hemos tenido especialmente en cuenta.
Luke A. Barnes (Submitted on 20 Dec 2011 (v1), last revised 7 Jun 2012 (this version, v2)), cit Physics > History and Philosophy of Physics, http://arxiv.org/abs/1112.4647.
Soler Gil, F. j., en ¿El ajuste fino del universo una falacia? Apuntes sobre el debate entre Victor Stenger y Luke Barnes, Naturaleza y libertad, 5, 2015, pp 119-132, ofrece un estudio sobre los pormenores de este debate que hemos tenido especialmente en cuenta.
[21] Por ejemplo, Carr y Rees, op.cit. lo consideran una curiosidad, mientras que McGrath, A., A fine-tuned universe. The quest for God Science and Theology, Westminster John Knox press, Lousville, KY, 2009, lo considera un claro indicio de diseño.
[22] Hawking, S., El gran diseño, op. cit. p.187.
[23] Ib., pp. 93-108.
[24] Ib., p. 39.
[25] González Posada, F., El problema del origen el universo en la actualidad, Burguense 52 (2012) pp. 173-214.
[26] Polkinghorne, J. C., Explorar la realidad, op. cit. p.31.
[27] La teoría del caos tiene que ver con los sistemas complejos y dinámicos (por ejemplo meteorología, biología o economía), donde pequeñas variaciones en las condiciones iniciales implican grandes repercusiones en los acontecimientos futuros lo que hace que sus resultados sean impredecibles, la visión mecanicista clásica donde todo funcionaba como una maquina cuyos resultados eran totalmente predecibles resulta ser una visión muy ingenua de la realidad.
[28] Núñez de Castro, I., “Yo doy la muerte y la vida” (Deut 32,35) El origen de la vida, diálogo entre ciencia y religión, Burguense, 53 (2012), pp. 215-242.
[29] LUCA es el acrónimo de Last Universal Common Ancestor (último ancestro vital común, o sea, el ancestro de toda la vida). Todos los seres vivos compartimos el mismo código genético, desde una bacteria a un ser humano este hecho apunta a ese ancestro común.
[30] Anderson, P. W., More is different, Science, New Series, v. 177, nº 4047 (4 aug 1972), pp. 393-396.
[31] Ruíz de la Peña, J. L., Teología de la creación, Sal Terrae, Santander 1986, p. 261; ésta es la cuestión que planteaba Teilhard de Chardin, P., en El grupo zoológico humano, Taurus, Madrid 1967, p. 27; Smedes, T.A., Review on wind and emergence, en Ars Disputandi, 5, 2005. Esta perspectiva emergentista permitiría hablar de un monismo ontológico no fisicalista que, superando tanto las limitaciones del dualismo como del reduccionismo materialista, abriría nuevas perspectivas de comprensión, por ejemplo ampliaría nuestra noción de causa, la influencia causal no se daría sólo de la parte al todo, sino también del todo a la parte , lo que se conoce como causalidad descendente (Downward causation) , y que , entre otras cosas, como las acciones mentales pueden tener efectos físicos.
[32] Un ejemplo sencillo nos mostrara esto recurriendo a la probabilidad. Pensemos en la probabilidad de que formen cadenas de ADN o ARN por puro azar; Si tomáramos todo el universo conocido y lo convirtiéramos en chip de ordenador de una milésima de gramo, y cada chip fuese capaz de realizar 400 intentos, mezclando azarosamente las letras del abecedario, a una velocidad de un millón de veces por segundo durante todo el tiempo acontecido desde el Big-Bang hasta hoy, no podría ensamblarse por azar ni un soneto y , no olvidemos, el ensamblar una cadena de ARN o ADN es mucho más complicado que un soneto. Así pues, el dios azar no lo es todo.
[33] Valderas J. M., El ajuste fino y el origen de la vida, op. cit., p. 295.
[34] La epigenética muestra como no todo está determinado por los genes sino que existen otros factores que no proceden de la herencia que influyen en el desarrollo de los organismos, como por ejemplo el ambiente celular; el desarrollo embrionario asimétrico trata de la diferente influencia de los genes maternos y paternos durante el desarrollo; Alfonseca, M., Diseño Inteligente. Evolución al azar o evolución providencial, Naturaleza y Libertad, 4, 2014, pp. 11-27.
[35] Chaitin, G. J., Randomness and Mathematical proof, Scientific American 232, No. 5 (May 1975), pp. 47-52 en https://www.cs.auckland.ac.nz/~chaitin/sciamer.html
[36] Goddwin, B., Las manchas de leopardo. La evolución de la complejidad, Tusquetes, Barcelona 1998; Kauffman, S.,The Origins of Order: Self-Organization and Selectionin Evolution, Oxford University Press, New York, 1993.
[37] La convergencia evolutiva estudia las estructuras similares que han evolucionado independientemente desde antepasados distintos y según procesos de desarrollo diferentes por ejemplo el ojo en los cefalópodos y en los vertebrados. Conway Morris, S. ¿Y si la vida volviera a empezar? Los caminos convergentes de la biología evolutiva, Fliedner Ediciones, Madrid, 2015.
[38] De Duve, Ch., Life as a cosmic imperative?, citado por Coyne, G. V., Interacción entre ciencia y fe religiosa. Algunos momentos críticos de la historia, op. cit. p. 66.
[39] Respecto a la relación cristianismo y la evolución véase el estudio de Sequeiros, L., ¿Puede un cristiano ser evolucionista?, PPC, Madrid, 2010.
[40] Ruse, M., Puede un darwinista ser cristiano. La relación entre ciencia y religión, Siglo XXI, Madrid 2007, p. 264.
[41] W. Paley teólogo anglicano, publicó en 1802 Natural Theology, or Evidences of the Existence and Attributes of the Deity collected from the Appearances of Nature en ella pretendía demostrar la existencia de Dios desde el orden que presentaba la naturaleza. En ella presentó la famosa analogía de Dios con un gran relojero. La naturaleza se presentaba como un gran mecanismo que necesitaba de ese Gran Ingeniero diseñador.
[42] Darwin, F., (ed) The Life and Letters of Charles Darwin, citado por McGrath, A., La ciencia desde la fe, op. cit., p. 137.
[43] Kingsley, Ch., The Natural Theology of the Future, citado por McGrath, A., La ciencia desde la fe, op. cit., p. 140.
[44] Son ideas matrices de la epistemología actual. Vivimos en un mundo conformado por sistemas en todos sus niveles. el cosmos, nuestro organismo o un átomo mismo son sistemas y todos están estructurados en un alto nivel de complejidad y todos los sistemas están integrados, hay que ver la realidad como un todo donde el todo es más que la suma de las partes (perspectiva holística).
Artículo elaborado por Juan Jesús Cañete Olmedo, doctor en Teología, colaborador de la Cátedra CTR y de Fronteras CTR.