El lenguaje condiciona parcialmente la percepción visual

Una investigación confirma que afecta al campo de visión que tenemos a nuestra derecha


Un estudio realizado por dos universidades norteamericanas ha confirmado que el lenguaje afecta a la percepción humana, aunque lo hace de una forma particular: sólo modifica lo que vemos a nuestra derecha, mientras que el campo de visión situado a nuestra izquierda no es alterado por el lenguaje. Anteriores investigaciones habían determinado que el idioma nativo desempeña también un papel fundamental en la percepción, ya que dependiendo de la riqueza del vocabulario, el cerebro construye tantas imágenes de la realidad como las que describre una lengua. El nuevo estudio ha confirmado que el vocabulario también contribuye a modificar la percepción. Por Yaiza Martínez.


04/02/2006

Cuadro de colores del experimento.
Las representaciones visuales están influenciadas por el lenguaje, confirma un estudio realizado por la University of California, en Berkeley, y por la University of Chicago, cuyos respultados publica la revista Proceedings of National Academy of Sciences. La Universidad de Chicago ha difundido asimismo un comunicado sobre esta investigación.

El estudio ha descubierto que el lenguaje afecta a la percepción humana sólo en la mitad derecha del campo de percepción, es decir, a lo que vemos a nuestra derecha, mientras que el campo de percepción situado a nuestra izquierda no se ve afectado por el idioma que hablamos.

La función del lenguaje es procesada predominantemente en el hemisferio izquierdo del cerebro, que recibe información visual directamente del campo visual derecho. Por lo tanto, tiene sentido que el lenguaje procesado en el hemisferio izquierdo influya más en nuestra percepción del campo visual derecho que en la del campo visual izquierdo.

Este extraño fenómeno ha sido comprobado en pruebas experimentales realizadas en el laboratorio Richard Ivry’s de la University of California en Berkeley. Un grupo de estudiantes fue sometido a una serie de pruebas, al igual que un grupo de pacientes que habían sido sometidos a operaciones quirúrgicas por las que los dos hemisferios de sus cerebros habían sido separados.

Cuadros de colores

A los participantes en el experimento se les mostró un anillo formado por 12 cuadrados de colores. Todos los cuadrados eran exactamente del mismo color, a excepción de uno, que era de otro color, y que aparecía a la derecha o a la izquierda de la mitad del círculo. Los participantes debían indicar en qué lado del anillo había aparecido el “intruso” de otro color, señalándolo en las teclas de un teclado.

El color de este “intruso” tenía el mismo (verde, por ejemplo, pero en un tono distinto al de los demás) o diferente (azul, mientras los otros eran verdes) nombre que el color del resto de los cuadros. Los investigadores descubrieron que los participantes respondían más rápidamente cuando el color de dichos intrusos tenían un nombre distinto al de los demás cuadros (como si la diferencia lingüística otorgara más peso a la diferencia perceptual), pero esto sólo ocurría cuando el intruso estaba en el lado derecho del campo visual. Sin embargo, si se encontraba en el lado izquierdo no había diferencia.

Estudios previos realizados por el director de la presente investigación, Paul Kay, del International Computer Science Institute de la universidad de California en Berkeley, y sus colegas, habían comprobado que algunas distinciones de la lengua inglesa no aparecen en otros idiomas o viceversa.

Por ejemplo, el inglés emplea dos palabras para distinguir los colores azul y verde, mientras que el Tarahumara, una lengua indígena de Méjico, sólo utiliza una palabra para ambos colores. Este hecho, que puede parecer un mero consenso lingüístico, afecta realmente a la percepción del verde y del azul: los angloparlantes realmente ven dos colores: verde y azul, mientras que los hablantes del Tarahumara son incapaces de distinguir la diferencia entre ambos.

Evidencia confirmada

Un ejemplo similar es el de los esquimales (yuít, yupí e inuit), que en sus lenguas son capaces de utilizar hasta veintidós vocablos diferentes para designar el color blanco, en función del contexto: no es igual el blanco de la piel del oso que el blanco de una tormenta de nieve. Para ambos conceptos se utilizan palabras distintas. Cualquier europeo que viajara al Ártico sólo sería capaz de percibir un color, o como mucho los matices de todos los blancos que tuviera delante.

El nuevo estudio sobre la influencia del lenguaje en la percepción visual repitió la parte del test realizado a los angloparlantes en anteriores investigaciones, y confirmó que la percepción de los colores depende de su situación a la izquierda o a la derecha del campo visual, y que la diferencia lingüística profundiza en la diferencia de la percepción.

Otros estudios anteriores habían intentado determinar la posible influencia del lenguaje en la percepción, pero sólo para afirmarla o negarla. En este caso, los investigadores han ido más lejos y descubierto que se dan ambas cosas: el lenguaje parece afectar a la percepción del campo visual derecho, pero no al izquierdo. Por eso, deducen que nuestra percepción visual del mundo que nos rodea puede estar, al mismo tiempo, filtrada y no filtrada por las categorías lingüísticas.

La cuestión de si el lenguaje afecta o no a la percepción ha sido debatida durante mucho tiempo, pero no desde el punto de vista de la organización funcional del cerebro. La naturaleza de esta organización neuronal predice que, si el lenguaje afectara a la percepción, debería hacerlo más en el campo visual derecho que en el izquierdo, por las razones que se han descrito.



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