Niños en un orfanato de Bucarest. Imagen: Michael Carroll. Fuente: UW.
Una investigación de la Universidad de Washington (Seattle, EE.UU.) considera que los entornos tempranos de los niños tienen un impacto duradero en sus respuestas al estrés en la vida, y que los efectos negativos de los primeros entornos pueden mitigarse, pero sólo antes de los 2 años.
El artículo se ha publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
"El ambiente temprano tiene un impacto muy fuerte sobre el sistema de respuesta al estrés que se desarrolla en el cuerpo", dice la autora principal Katie McLaughlin, profesora ayudante de psicología en la Universidad de Washington, en la información de ésta.
"Pero incluso los niños expuestos a un ambiente negativo muy extremo, si se les asigna una familia de apoyo pueden superar esos efectos en el largo plazo."
El estudio se centra en niños que pasaron los primeros años de su vida en orfanatos rumanos y otros que fueron retirados de los orfanatos y colocados en hogares de acogida. Se observa que los niños institucionalizados tuvieron respuestas al estrés deficientes -por ejemplo, menos aceleración de la frecuencia cardíaca y menos aumento de la presión arterial durante las tareas estresantes y menor producción de cortisol, la principal responsable hormonal de la respuesta al estrés.
En comparación, los niños que fueron retirados de las instituciones rumanas y colocados con padres adoptivos antes de la edad de 24 meses tuvieron respuestas al estrés similares a los de los niños que son criados por sus familias.
Los resultados sugieren que las primeras experiencias de los niños pueden afectar el desarrollo del sistema de respuesta al estrés, y que sacarlos de entornos adversos pueden mitigar esos efectos perjudiciales.
"La institucionalización es una forma extrema de abandono temprano", dice McLaughlin. "La colocación de los niños en un ambiente de apoyo en el que tienen padres sensibles, incluso si habían sido desatendidos al nacer, tiene un efecto duradero y significativo."
Proyecto rumano
La investigación es parte del Proyecto de Intervención Temprana de Bucarest, lanzado en 2000 para estudiar los efectos de la institucionalización en el desarrollo cerebral y el comportamiento de algunos de los miles de niños rumanos colocados en orfanatos durante el mandato de Nicolae Ceausescu (que instauró una política de gran expansión demográfica).
Los investigadores observaron a 138 niños de unos 12 años de edad, divididos en tres grupos: los que habían pasado varios años en las instituciones, otros que fueron retirados de las instituciones y colocados en hogares de crianza de alta calidad, y niños criados en familias que viven en zonas cercanas a las instituciones.
El artículo se ha publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
"El ambiente temprano tiene un impacto muy fuerte sobre el sistema de respuesta al estrés que se desarrolla en el cuerpo", dice la autora principal Katie McLaughlin, profesora ayudante de psicología en la Universidad de Washington, en la información de ésta.
"Pero incluso los niños expuestos a un ambiente negativo muy extremo, si se les asigna una familia de apoyo pueden superar esos efectos en el largo plazo."
El estudio se centra en niños que pasaron los primeros años de su vida en orfanatos rumanos y otros que fueron retirados de los orfanatos y colocados en hogares de acogida. Se observa que los niños institucionalizados tuvieron respuestas al estrés deficientes -por ejemplo, menos aceleración de la frecuencia cardíaca y menos aumento de la presión arterial durante las tareas estresantes y menor producción de cortisol, la principal responsable hormonal de la respuesta al estrés.
En comparación, los niños que fueron retirados de las instituciones rumanas y colocados con padres adoptivos antes de la edad de 24 meses tuvieron respuestas al estrés similares a los de los niños que son criados por sus familias.
Los resultados sugieren que las primeras experiencias de los niños pueden afectar el desarrollo del sistema de respuesta al estrés, y que sacarlos de entornos adversos pueden mitigar esos efectos perjudiciales.
"La institucionalización es una forma extrema de abandono temprano", dice McLaughlin. "La colocación de los niños en un ambiente de apoyo en el que tienen padres sensibles, incluso si habían sido desatendidos al nacer, tiene un efecto duradero y significativo."
Proyecto rumano
La investigación es parte del Proyecto de Intervención Temprana de Bucarest, lanzado en 2000 para estudiar los efectos de la institucionalización en el desarrollo cerebral y el comportamiento de algunos de los miles de niños rumanos colocados en orfanatos durante el mandato de Nicolae Ceausescu (que instauró una política de gran expansión demográfica).
Los investigadores observaron a 138 niños de unos 12 años de edad, divididos en tres grupos: los que habían pasado varios años en las instituciones, otros que fueron retirados de las instituciones y colocados en hogares de crianza de alta calidad, y niños criados en familias que viven en zonas cercanas a las instituciones.
Los niños colocados en hogares de acogida se trasladaron a ellas entre los seis meses y 3 años de edad. Los que se quedaron en las instituciones permanecieron allí durante un tiempo variable antes de ser finalmente adoptados, reunirse con sus padres biológicos o ser colocados en hogares gubernamentales, después de que las políticas en torno a la institucionalización cambiaran en Rumanía.
Durante las pruebas, se les pidió a los niños que realizaran tareas potencialmente estresantes, incluyendo hacer un discurso ante los profesores, recibir devolución (feedback) social de otros niños, y jugar un juego que se interrumpió a la mitad. Los investigadores midieron la frecuencia cardiaca de los niños, la presión arterial y varios marcadores más, incluyendo el cortisol.
Los niños criados en instituciones mostraron respuestas deficientes en el sistema nervioso simpático, asociado con la respuesta de lucha, y en el eje HHA (hipotalámico-hipofisario-adrenal), que regula el cortisol. Un sistema de respuesta al estrés embotado está ligado a problemas de salud, incluyendo la fatiga crónica, el síndrome de dolor y las enfermedades autoinmunes, así como la agresión y otros problemas de conducta.
"Juntos, los patrones de reactividad al estrés debilitados entre los niños que se quedaron bajo atención institucional podrían conducir a un mayor riesgo de problemas físicos y mentales", escriben los investigadores.
Causa
McLaughlin dice que es difícil decir con certeza por qué se hicieron menos reactivos los sistemas de respuesta al estrés de los niños. Es posible que dado que sufrieron un estrés extremo pronto en la vida, las tareas de los investigadores eran relativamente benignas en comparación y por lo tanto no provocaban una respuesta fuerte.
Sus sistemas de respuesta al estrés podrían haber sido inicialmente hiperactivos en puntos anteriores del desarrollo, y haberse adaptado a los altos niveles de hormonas del estrés mediante la reducción del número de receptores hormonales en el cerebro.
"Si hubiéramos sido capaces de medir sus sistemas de estrés al principio de su vida, esperaríamos encontrar niveles muy altos de las hormonas del estrés y de reactividad al estrés", dice.
Investigación relacionada con el estudio encontró que los niños criados en orfanatos tenían un tejido cerebral más delgado en áreas vinculadas al impulso de control y atención, y menos materia gris en general.
Los niños que participaron en el estudio tienen ahora en torno a 16 años de edad, y el próximo plan de los investigadores es investigar si la pubertad tiene un impacto en sus respuestas al estrés. Podría tener un efecto positivo, dice McLaughlin, dado que la pubertad podría representar otro periodo sensible en el que los sistemas de respuesta de estrés están particularmente sincronizados con las entradas ambientales.
"Es posible que el entorno durante ese período pudiera revertir los impactos tempranos en el sistema", añade.
Durante las pruebas, se les pidió a los niños que realizaran tareas potencialmente estresantes, incluyendo hacer un discurso ante los profesores, recibir devolución (feedback) social de otros niños, y jugar un juego que se interrumpió a la mitad. Los investigadores midieron la frecuencia cardiaca de los niños, la presión arterial y varios marcadores más, incluyendo el cortisol.
Los niños criados en instituciones mostraron respuestas deficientes en el sistema nervioso simpático, asociado con la respuesta de lucha, y en el eje HHA (hipotalámico-hipofisario-adrenal), que regula el cortisol. Un sistema de respuesta al estrés embotado está ligado a problemas de salud, incluyendo la fatiga crónica, el síndrome de dolor y las enfermedades autoinmunes, así como la agresión y otros problemas de conducta.
"Juntos, los patrones de reactividad al estrés debilitados entre los niños que se quedaron bajo atención institucional podrían conducir a un mayor riesgo de problemas físicos y mentales", escriben los investigadores.
Causa
McLaughlin dice que es difícil decir con certeza por qué se hicieron menos reactivos los sistemas de respuesta al estrés de los niños. Es posible que dado que sufrieron un estrés extremo pronto en la vida, las tareas de los investigadores eran relativamente benignas en comparación y por lo tanto no provocaban una respuesta fuerte.
Sus sistemas de respuesta al estrés podrían haber sido inicialmente hiperactivos en puntos anteriores del desarrollo, y haberse adaptado a los altos niveles de hormonas del estrés mediante la reducción del número de receptores hormonales en el cerebro.
"Si hubiéramos sido capaces de medir sus sistemas de estrés al principio de su vida, esperaríamos encontrar niveles muy altos de las hormonas del estrés y de reactividad al estrés", dice.
Investigación relacionada con el estudio encontró que los niños criados en orfanatos tenían un tejido cerebral más delgado en áreas vinculadas al impulso de control y atención, y menos materia gris en general.
Los niños que participaron en el estudio tienen ahora en torno a 16 años de edad, y el próximo plan de los investigadores es investigar si la pubertad tiene un impacto en sus respuestas al estrés. Podría tener un efecto positivo, dice McLaughlin, dado que la pubertad podría representar otro periodo sensible en el que los sistemas de respuesta de estrés están particularmente sincronizados con las entradas ambientales.
"Es posible que el entorno durante ese período pudiera revertir los impactos tempranos en el sistema", añade.
Referencia bibliográfica:
Katie A. McLaughlin et al.: Causal effects of the early caregiving environment on development of stress response systems in children. PNAS (2015). DOI: 10.1073/pnas.1423363112.
Katie A. McLaughlin et al.: Causal effects of the early caregiving environment on development of stress response systems in children. PNAS (2015). DOI: 10.1073/pnas.1423363112.