Imagen: oo110. Fuente: Pixabay.
La actividad aumentada en la amígdala -una región del cerebro involucrada en el estrés- está asociada con un mayor riesgo de enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular, según un estudio publicado en The Lancet.
La investigación proporciona nuevas perspectivas sobre el posible mecanismo por el cual el estrés puede propiciar enfermedades cardiovasculares en los seres humanos.
Aunque todavía serán precisos más estudios e investigaciones más extensas para determinar dicho mecanismo, los autores del presente trabajo sugieren que sus resultados podrían impulsar ya nuevas maneras de enfocar y tratar el riesgo cardiovascular relacionado con el estrés.
Estudios previos
El tabaquismo, la presión arterial alta y la diabetes son factores de riesgo bien conocidos para las enfermedades cardiovasculares. Pero el estrés psicosocial crónico también podría ser un factor de riesgo importante.
Estudios previos con animales ya habían identificado un vínculo entre el estrés y una mayor actividad en la médula ósea y las arterias, pero no habían aclarado si esto también era aplicable a los seres humanos.
Asimismo, otras investigaciones habían demostrado que la amígdala está más activa en personas con trastorno por estrés postraumático (TEPT), ansiedad y depresión pero, hasta ahora, ninguna investigación había identificado la región del cerebro que vincula el estrés con el riesgo de ataque cardíaco y los infartos cerebrales.
La investigación proporciona nuevas perspectivas sobre el posible mecanismo por el cual el estrés puede propiciar enfermedades cardiovasculares en los seres humanos.
Aunque todavía serán precisos más estudios e investigaciones más extensas para determinar dicho mecanismo, los autores del presente trabajo sugieren que sus resultados podrían impulsar ya nuevas maneras de enfocar y tratar el riesgo cardiovascular relacionado con el estrés.
Estudios previos
El tabaquismo, la presión arterial alta y la diabetes son factores de riesgo bien conocidos para las enfermedades cardiovasculares. Pero el estrés psicosocial crónico también podría ser un factor de riesgo importante.
Estudios previos con animales ya habían identificado un vínculo entre el estrés y una mayor actividad en la médula ósea y las arterias, pero no habían aclarado si esto también era aplicable a los seres humanos.
Asimismo, otras investigaciones habían demostrado que la amígdala está más activa en personas con trastorno por estrés postraumático (TEPT), ansiedad y depresión pero, hasta ahora, ninguna investigación había identificado la región del cerebro que vincula el estrés con el riesgo de ataque cardíaco y los infartos cerebrales.
Mayor riesgo entre personas estresadas
En este estudio, 293 pacientes fueron sometidos a exploraciones combinadas de tomografía computarizada (TC) y de tomografía por emisión de positrones, (PET). Con estas técnicas, se estudió en concreto el cerebro, la médula ósea y la actividad del bazo y la inflamación de la arterias de todos ellos.
Los pacientes fueron seguidos durante un promedio de 3,7 años para ver si desarrollaban una enfermedad cardiovascular. En este tiempo, 22 de ellos tuvieron algún tipo de accidente cardiovascular (ataque cardiaco, angina, insuficiencia cardiaca, accidente cerebrovasculare o enfermedad arterial periférica).
Se constató que aquellos con mayor actividad en la amígdala presentaron un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular posterior y desarrollaron problemas de este tipo antes, en comparación con aquellos participantes con menor actividad en dicha zona del cerebro.
Los investigadores también encontraron que una mayor actividad en la amígdala estaba relacionada con un aumento de la actividad de la médula ósea y de la inflamación en las arterias, y sugieren que esto puede causar un aumento del riesgo cardiovascular.
Asimismo, señalan que podría existir un mecanismo biológico, por el cual la amígdala indica a la médula ósea que produzca glóbulos blancos adicionales, que a su vez actúan sobre las arterias provocando que estas desarrollen placas y se inflamen, lo que puede causar ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.
Pero podrían haber otros mecanismos adicionales, advierten, ya que la producción adicional de glóbulos blancos y la inflamación en las arterias no explican por completo el vínculo encontrado.
Más allá del bienestar psicológico
De cualquier manera, "nuestros resultados proporcionan una visión única sobre cómo el estrés puede provocar enfermedades cardiovasculares. Esto plantea la posibilidad de que la reducción del estrés pueda producir beneficios que van más allá de un mayor bienestar psicológico", afirma el autor principal del trabajo, el Dr. Ahmed Tawakol, del Massachusetts General Hospital y de la Escuela Médica de Harvard (EEUU).
Los científicos señalan, además, que los resultados apuntan a que el estrés crónico podría tratarse como un factor de riesgo importante para las enfermedades cardiovasculares y que, como otros factores de riesgo, debería seguirse rutinariamente para ayudar a evitar estos trastornos.
En este estudio, 293 pacientes fueron sometidos a exploraciones combinadas de tomografía computarizada (TC) y de tomografía por emisión de positrones, (PET). Con estas técnicas, se estudió en concreto el cerebro, la médula ósea y la actividad del bazo y la inflamación de la arterias de todos ellos.
Los pacientes fueron seguidos durante un promedio de 3,7 años para ver si desarrollaban una enfermedad cardiovascular. En este tiempo, 22 de ellos tuvieron algún tipo de accidente cardiovascular (ataque cardiaco, angina, insuficiencia cardiaca, accidente cerebrovasculare o enfermedad arterial periférica).
Se constató que aquellos con mayor actividad en la amígdala presentaron un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular posterior y desarrollaron problemas de este tipo antes, en comparación con aquellos participantes con menor actividad en dicha zona del cerebro.
Los investigadores también encontraron que una mayor actividad en la amígdala estaba relacionada con un aumento de la actividad de la médula ósea y de la inflamación en las arterias, y sugieren que esto puede causar un aumento del riesgo cardiovascular.
Asimismo, señalan que podría existir un mecanismo biológico, por el cual la amígdala indica a la médula ósea que produzca glóbulos blancos adicionales, que a su vez actúan sobre las arterias provocando que estas desarrollen placas y se inflamen, lo que puede causar ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.
Pero podrían haber otros mecanismos adicionales, advierten, ya que la producción adicional de glóbulos blancos y la inflamación en las arterias no explican por completo el vínculo encontrado.
Más allá del bienestar psicológico
De cualquier manera, "nuestros resultados proporcionan una visión única sobre cómo el estrés puede provocar enfermedades cardiovasculares. Esto plantea la posibilidad de que la reducción del estrés pueda producir beneficios que van más allá de un mayor bienestar psicológico", afirma el autor principal del trabajo, el Dr. Ahmed Tawakol, del Massachusetts General Hospital y de la Escuela Médica de Harvard (EEUU).
Los científicos señalan, además, que los resultados apuntan a que el estrés crónico podría tratarse como un factor de riesgo importante para las enfermedades cardiovasculares y que, como otros factores de riesgo, debería seguirse rutinariamente para ayudar a evitar estos trastornos.
Referencia bibliográfica:
Ahmed Tawakol, et al. Relation between resting amygdalar activity and cardiovascular events: a longitudinal and cohort study. The Lancet (2017). DOI: 10.1016/S0140-6736(16)31714-7.
Ahmed Tawakol, et al. Relation between resting amygdalar activity and cardiovascular events: a longitudinal and cohort study. The Lancet (2017). DOI: 10.1016/S0140-6736(16)31714-7.