Dan Ksepka examina el cráneo fosilizado de ‘Pelagornis sandersi’. Imagen: Dan Ksepka. Fuente: NESCent (Centro Nacional de Síntesis Evolutiva).
Un investigador de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EE UU) revela que Pelagornis sandersi, el ave más grande conocida hasta la fecha –extinta hace más de 25 millones de años– podía volar.
El hallazgo, publicado ayer en la revista PNAS, y recogido por EurekAlert!, ha refutado varias teorías matemáticas que sostenían que un pájaro de seis a siete metros de envergadura –dos veces mayor que la actual ave voladora más grande, el albatros viajero– sería incapaz de mantenerse en el aire.
Mediante el uso de un modelo informático para predecir el rendimiento del vuelo según la estimación de la masa, la forma y la envergadura, los científicos han descubierto que esta ave fue una eficiente planeadora, con alas largas y delgadas que le ayudaban a volar a pesar de su gran tamaño.
“No estamos seguros del área de distribución geográfica de P. sandersi, ya que solo se ha encontrado un esqueleto. Sin embargo, el ave podría haber vagado a lo largo de cientos o miles de kilómetros de océano durante el periodo de un año”, declara a Sinc Daniel Ksepka, autor del estudio, investigador de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y conservador en el museo de Charleston (Carolina del Sur, EE.UU.).
Los resultados del trabajo sostienen también que durante sus largos paseos marítimos, esta ave era capaz de mantenerse varios kilómetros sobre el océano abierto sin batir sus alas y, bajar rápidamente en picado hacia el agua para alimentarse de presas como calamares y anguilas.
El científico declara que aunque su morfología no estaba diseñada para vivir en suelo firme –porque tenía huesos tan finos como el papel, patas cortas y gruesas, y alas gigantes– esta especie extinta necesitaba volver a tierra para anidar y mudar su plumaje.
Por otro lado, aún se desconoce el método que usaba para emprender el vuelo. En este sentido, el experto piensa que P. sandersi no podría haber despegado simplemente agitando sus alas desde un punto muerto. Lo más probable es que corriera cuesta abajo hacia una corriente de viento o aprovechara las ráfagas de aire de forma muy similar a la de un ala delta.
El hallazgo, publicado ayer en la revista PNAS, y recogido por EurekAlert!, ha refutado varias teorías matemáticas que sostenían que un pájaro de seis a siete metros de envergadura –dos veces mayor que la actual ave voladora más grande, el albatros viajero– sería incapaz de mantenerse en el aire.
Mediante el uso de un modelo informático para predecir el rendimiento del vuelo según la estimación de la masa, la forma y la envergadura, los científicos han descubierto que esta ave fue una eficiente planeadora, con alas largas y delgadas que le ayudaban a volar a pesar de su gran tamaño.
“No estamos seguros del área de distribución geográfica de P. sandersi, ya que solo se ha encontrado un esqueleto. Sin embargo, el ave podría haber vagado a lo largo de cientos o miles de kilómetros de océano durante el periodo de un año”, declara a Sinc Daniel Ksepka, autor del estudio, investigador de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y conservador en el museo de Charleston (Carolina del Sur, EE.UU.).
Los resultados del trabajo sostienen también que durante sus largos paseos marítimos, esta ave era capaz de mantenerse varios kilómetros sobre el océano abierto sin batir sus alas y, bajar rápidamente en picado hacia el agua para alimentarse de presas como calamares y anguilas.
El científico declara que aunque su morfología no estaba diseñada para vivir en suelo firme –porque tenía huesos tan finos como el papel, patas cortas y gruesas, y alas gigantes– esta especie extinta necesitaba volver a tierra para anidar y mudar su plumaje.
Por otro lado, aún se desconoce el método que usaba para emprender el vuelo. En este sentido, el experto piensa que P. sandersi no podría haber despegado simplemente agitando sus alas desde un punto muerto. Lo más probable es que corriera cuesta abajo hacia una corriente de viento o aprovechara las ráfagas de aire de forma muy similar a la de un ala delta.
Dibujo de 'Pelagornis sandersi', el ave voladora más grande conocida. Imagen: Liz Bradford. Fuente: NESCenter.
Origen del fósil
En 1983, al empezar las excavaciones para la construcción de una nueva terminal en el aeropuerto Internacional de Charleston descubrieron los fósiles de Pelagornis sandersi. El espécimen era tan grande que hizo falta una retroexcavadora para extraerlo. "Solo el hueso del ala superior ya es más largo que mi brazo", indica Ksepka.
Actualmente, el museo de Charleston alberga los restos fósiles rescatados durante esta extracción, que incluyen los huesos de las alas, de las piernas y del cráneo.
Así, su tamaño y pico fueron los rasgos que permitieron clasificar a este animal dentro de la familia de los pelagornítidos, un grupo extinto de aves marinas gigantes conocidas por tener dientes de hueso alineados en las mandíbulas superior e inferior.
Pelagornis sandersi fue nombrada así en honor a Albert Sanders, comisario del museo que dirigió la excavación del fósil de esta ave, que vivió en el Plioceno, después de los dinosaurios, pero mucho antes de que los primeros humanos llegaran a la zona.
“La familia, que incluye Pelagornis sandersi y sus parientes más pequeños, aparece por primera vez en el registro fósil hace unos 55 millones de años, y los últimos representantes desaparecieron hace unos tres millones”, señala Ksepka. “Ese es un período muy largo de existencia", continúa. "Debido a que esta familia sobrevivió a tantos eventos climáticos, cambios en los patrones de circulación oceánica y batallas frente otras especies competidoras es difícil señalar una sola causa de su desaparición”.
En 1983, al empezar las excavaciones para la construcción de una nueva terminal en el aeropuerto Internacional de Charleston descubrieron los fósiles de Pelagornis sandersi. El espécimen era tan grande que hizo falta una retroexcavadora para extraerlo. "Solo el hueso del ala superior ya es más largo que mi brazo", indica Ksepka.
Actualmente, el museo de Charleston alberga los restos fósiles rescatados durante esta extracción, que incluyen los huesos de las alas, de las piernas y del cráneo.
Así, su tamaño y pico fueron los rasgos que permitieron clasificar a este animal dentro de la familia de los pelagornítidos, un grupo extinto de aves marinas gigantes conocidas por tener dientes de hueso alineados en las mandíbulas superior e inferior.
Pelagornis sandersi fue nombrada así en honor a Albert Sanders, comisario del museo que dirigió la excavación del fósil de esta ave, que vivió en el Plioceno, después de los dinosaurios, pero mucho antes de que los primeros humanos llegaran a la zona.
“La familia, que incluye Pelagornis sandersi y sus parientes más pequeños, aparece por primera vez en el registro fósil hace unos 55 millones de años, y los últimos representantes desaparecieron hace unos tres millones”, señala Ksepka. “Ese es un período muy largo de existencia", continúa. "Debido a que esta familia sobrevivió a tantos eventos climáticos, cambios en los patrones de circulación oceánica y batallas frente otras especies competidoras es difícil señalar una sola causa de su desaparición”.
Referencia bibliográfica:
Daniel T. Ksepka: Flight performance of the largest volant bird. PNAS (2014). DOI: 10.1073/pnas.1320297111
Daniel T. Ksepka: Flight performance of the largest volant bird. PNAS (2014). DOI: 10.1073/pnas.1320297111