El gran dramaturgo gallego, Ramón María del Valle-Inclán, padre del esperpento y uno de los grandes dramaturgos universales de todos los tiempos, moría en 1936, por lo que desde hace un año han quedado libres los derechos de edición y representación de sus inmortales obras.
El Centro Dramático Galego presenta, en ese idioma, con subtítulos, esta versión libre de la sin par obra de Valle con una singular y valiente propuesta escénica que actualiza el tema de la función (el aprovechamiento de un subnormal por su familia para sacarle unas réditos a costa de la caridad de los demás) y lo inserta en el tan actual mundo de la tele basura y las redes sociales.
En un escenario en varios pisos y estancias que imita la situación de encierro de una casa de Gran Hermano, llega la noticia de que la hermana de dos de los concursantes ha fallecido dejando en desamparo al hijo impedido de ella, Laureano, al que paseaba por la televisiones en programas de caridad sacando pingües beneficios de su minusvalía.
Tanto la cuñada, Mari Gaila, como Marica Do reino (concursantes de la casa) se disputan el cuido del pobre muchacho, ante la posibilidad de seguir sacando un beneficio a través de las redes y los medios de masas.
Este es el arranque, ciertamente osado y sorprendente, y muy original, de una versión libre del gran texto de Valle. Hasta aquí nada que objetar, al contrario, el respetable seguía con interés la evolución de la trama, la implicación del resto de los personajes de la misma (también concursantes encerrados en la casa de las mil cámaras, sin vida privada posible) y cómo resonaba siempre Valle al fondo, con relativa fidelidad al espíritu.
El Centro Dramático Galego presenta, en ese idioma, con subtítulos, esta versión libre de la sin par obra de Valle con una singular y valiente propuesta escénica que actualiza el tema de la función (el aprovechamiento de un subnormal por su familia para sacarle unas réditos a costa de la caridad de los demás) y lo inserta en el tan actual mundo de la tele basura y las redes sociales.
En un escenario en varios pisos y estancias que imita la situación de encierro de una casa de Gran Hermano, llega la noticia de que la hermana de dos de los concursantes ha fallecido dejando en desamparo al hijo impedido de ella, Laureano, al que paseaba por la televisiones en programas de caridad sacando pingües beneficios de su minusvalía.
Tanto la cuñada, Mari Gaila, como Marica Do reino (concursantes de la casa) se disputan el cuido del pobre muchacho, ante la posibilidad de seguir sacando un beneficio a través de las redes y los medios de masas.
Este es el arranque, ciertamente osado y sorprendente, y muy original, de una versión libre del gran texto de Valle. Hasta aquí nada que objetar, al contrario, el respetable seguía con interés la evolución de la trama, la implicación del resto de los personajes de la misma (también concursantes encerrados en la casa de las mil cámaras, sin vida privada posible) y cómo resonaba siempre Valle al fondo, con relativa fidelidad al espíritu.
Pólvora en salvas
Pero algo se tuerce como a la media hora de su comienzo, las acciones se ralentizan, los actores no interactúan, como poseídos por un solipsismo de colmena, en que cada uno ejecuta sus acciones sin generar apenas tensión con los demás, los diálogos se tornan cansinos, los gestos vanos, la trama se deshilacha…
No es un problema actoral, en absoluto, el elenco cumple con lo que se les dice, es bastante obvio que se trata de un problema de dirección: falta ritmo, falta incendio, falta saber qué quieren contar exactamente con esta versión reality de la obra genial del padre del esperpento.
Todo funciona en cámara lenta y el público se sale, o lo echan, del drama. Craso error, porque (al margen de Brecht y su teatro épico) si algo importa en el teatro (y aún más en estos circos televisivos) es la implicación del espectador, si prescindes de él, si lo abandonas a su suerte, te va a responder con la misma moneda: de ahí los tibios aplausos que coronaron dos horas más bien tediosas de un esfuerzo notable y osado, pero a la fin baldío.
ale uno del teatro con la triste sensación de que se ha perdido una notable oportunidad para sacar mucho más del incandescente texto de Valle: si no quieres hacer una representación canónica y fiel, si lo que deseas es usar al maestro gallego, se necesita de mucho talento escénico y, sobre todo, de otro ritmo para meterte al público en el bolsillo. Visualmente, la escena dividida en celdillas de abeja, más el uso de las cámaras… ¡hubiera dado tanto de sí! Qué pena. Una ocasión perdida. La “Revolution” que predica el título se ha gastado toda la pólvora en salvas.
Pero algo se tuerce como a la media hora de su comienzo, las acciones se ralentizan, los actores no interactúan, como poseídos por un solipsismo de colmena, en que cada uno ejecuta sus acciones sin generar apenas tensión con los demás, los diálogos se tornan cansinos, los gestos vanos, la trama se deshilacha…
No es un problema actoral, en absoluto, el elenco cumple con lo que se les dice, es bastante obvio que se trata de un problema de dirección: falta ritmo, falta incendio, falta saber qué quieren contar exactamente con esta versión reality de la obra genial del padre del esperpento.
Todo funciona en cámara lenta y el público se sale, o lo echan, del drama. Craso error, porque (al margen de Brecht y su teatro épico) si algo importa en el teatro (y aún más en estos circos televisivos) es la implicación del espectador, si prescindes de él, si lo abandonas a su suerte, te va a responder con la misma moneda: de ahí los tibios aplausos que coronaron dos horas más bien tediosas de un esfuerzo notable y osado, pero a la fin baldío.
ale uno del teatro con la triste sensación de que se ha perdido una notable oportunidad para sacar mucho más del incandescente texto de Valle: si no quieres hacer una representación canónica y fiel, si lo que deseas es usar al maestro gallego, se necesita de mucho talento escénico y, sobre todo, de otro ritmo para meterte al público en el bolsillo. Visualmente, la escena dividida en celdillas de abeja, más el uso de las cámaras… ¡hubiera dado tanto de sí! Qué pena. Una ocasión perdida. La “Revolution” que predica el título se ha gastado toda la pólvora en salvas.
DIVINAS PALABRAS REVOLUTION
A partir del texto de Ramón María del Valle-Inclán
Teatro Español de Madrid, del 17 al 27 de mayo de 2018.
Versión: Manuel Cortés y Xron
Dirección: Xron
Reparto: Manuel Cortés, Antón Coucheiro, Patricia de Lorenzo, Borja Fernández, Mónica García, Tone Martínez, Victoria Pérez, Ánxela Ríos. Tomé Viéitez.
A partir del texto de Ramón María del Valle-Inclán
Teatro Español de Madrid, del 17 al 27 de mayo de 2018.
Versión: Manuel Cortés y Xron
Dirección: Xron
Reparto: Manuel Cortés, Antón Coucheiro, Patricia de Lorenzo, Borja Fernández, Mónica García, Tone Martínez, Victoria Pérez, Ánxela Ríos. Tomé Viéitez.