Diminutas criaturas usaban las moscas a modo de aviones hace 16 millones de años

Insectos atrapados en ámbar explican cómo ciertos artrópodos llegan a lugares aislados y los colonizan


Científicos de la Universidad de Manchester han registrado por vez primera imágenes del transporte de un artrópodo sobre las alas de una mosca, gracias a que dos ejemplares de ambas especies quedaron atrapados en ámbar hace 16 millones de años. Las imágenes obtenidas podrían explicar cómo los colémbolos –que se encuentran en gran número en todo el planeta- llegan a lugares aislados de la Tierra y los colonizan. Por Marta Lorenzo.


Marta Lorenzo
18/10/2012

Imágenes de la mosca y el colémbolo captadas con el escáner TC. Fuente: PLoS ONE.
Sorprendentes imágenes de un ámbar, incluida una grabación en vídeo realizada con un escáner de tomografía computerizada (TC), constituyen la primera evidencia de una criatura usando una mosca adulta como medio de transporte.

Las imágenes fueron captadas por investigadores de la Universidad de Manchester, que afirman que esta forma de transporte podría darse también en la actualidad, aunque nunca antes haya sido registrada.

En las imágenes se ve cómo un diminuto colémbolo (una orden de artrópodos hexápodos cercana a los insectos) se encuentra situado sobre una depresión con forma de “V” de la base de una de las alas de una mosca de mayo. En ellas parece que el colémbolo se autoprotege del desplazamiento usando sus antenas prensoras.

Cómo fueron tomadas las imágenes

David Penney y sus colaboradores de la Facultad de Ciencias Biológicas y de la Escuela de Materiales de dicha Universidad usaron un escáner TC de alta resolución para aplicar 3.000 rayos X al objeto estudiado, desde distintos ángulos. A partir de estas tomas, los científicos realizaron imágenes 3D del colémbolo y análisis exactos de su comportamiento.

Curiosamente, cuando las imágenes 3D del colémbolo en ámbar es magnificada, es posible ver que este está levemente desprendido (a solo 50 micrómetros) de la mosca. Esto sugiere que estaba intentando saltar hacia fuera del ámbar, a medida que era rodeado por la resina.
Por otra parte, el estado de conservación casi perfecto de la mosca de mayo demuestra que murió instantáneamente, y que se quedó allí donde la resina la detuvo.

Igualmente, la posición del colémbolo sobre la parte trasera de la mosca y el hecho de que estuviera en contacto con ella, significa que los dos ejemplares no fueron reunidos por la resina, sino que estaban ya juntos previamente.

Sobre los resultados obtenidos, Penney señala en un comunicado de la Universidad de Manchester que: “Las imágenes son realmente impresionantes. Este método pionero de estudio de los fósiles nos ha proporcionado una comprensión del comportamiento de uno de los organismos más predominantes del mundo”.

Mosca de mayo de hace 16 millones de años atrapada en ámbar. Un colémbolo ha sido visto situado en su parte trasera. Imagen: Dave Penney. Fuente: Universidad de Manchester.
Posible explicación de unas extrañas migraciones

Los colémbolos son criaturas diminutas (de unos dos milímetros de largo) relacionadas con los insectos.

Se encuentran en gran número en todo el planeta, y son identificados por los jardineros como “insectos minúsculos” que van dando saltos cuando el suelo se mueve.

Estas criaturas son increíblemente nerviosas y tienen una sorprendente habilidad para saltar cuando notan un peligro, gracias a su “órgano de salto”, un apéndice retráctil llamado fúrcula o furca que está situado en su abdomen y que les sirve para desplazarse con rapidez.

Por otro lado, las moscas de mayo adultas viven solo durante un breve periodo de tiempo, entre una hora y unos días, dependiendo de la especie, y, en el caso de los ejemplares adultos, su función principal es la de la reproducción.

Por estas condiciones en ambas especies, el estudio de ellas en su hábitat natural es muy complicado. En lo que se refiere a la foresia o transporte de un organismo por otro, también en ambos casos es muy difícil registrar ejemplos vivos.

Sin embargo, se sabía que los colómbolos colonizan fácilmente islas recién formadas, aunque se sabía muy poco sobre cómo llegaban a migrar de unas regiones a otras.

Solo un caso previo de foresia había sido registrado en esta especie. Fue hallado en una pieza de ámbar báltico en el que habían quedado atrapados cinco colémbolos en hilera, sobre la pata de un arácnido del grupo de los Opiliones. Fue este descubrimiento, realizado en 2010, lo que llevó a Penney a analizar más de cerca su propio ejemplar.

“Inicialmente había pensado que la criatura sobre la mosca debía ser un minúsculo pseudoescorpión, que se sabe usan a otras criaturas para transportarse, y no es corriente ver este tipo de comportamiento en ámbar. Me interesaba el hecho de que esta fuera la primera vez que una criatura era encontrada sobre una mosca adulta, pero no aprecié realmente el significado del hallazgo hasta que no usé el escáner TC y pude identificar al ejemplar como un colémbolo”, explica el científico.

Gracias a que ambos ejemplares quedaron atrapados en ámbar, los científicos han podido registrar una imagen exacta del comportamiento de estas criaturas que no podía haberse encontrado de otro modo.

El hallazgo señala las importantes aplicaciones de los registros fósiles en la comprensión del pasado y del presente, señalan los científicos. Los detalles de esta investigación han sido publicados en la revista PLoS ONE.

Referencia bibliográfica:

Penney D, McNeil A, Green DI, Bradley RS, Jepson JE, et al. (2012) Ancient Ephemeroptera–Collembola Symbiosis Fossilized in Amber Predicts Contemporary Phoretic Associations. PLoS ONE 7(10): e47651. doi:10.1371/journal.pone.0047651.



Marta Lorenzo
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