Fuente: Flickr.
“Pero, ¡qué boca tan grande tienes, abuela”, dice Caperucita Roja en el cuento, sospechando del aspecto extraño de su “abuela”. El lobo entonces estornuda, y la niña dice: “Salud”.
Esta versión del clásico “Caperucita Roja” es rara porque no está escrita por una persona, sino por un software llamado Xapagy.
La importancia de este programa radica en que, aunque su narración no se parezca mucho al cuento original, demuestra que se ha dado un primer paso hacia la consecución de ordenadores capaces de inventarse historias. Asimismo, Xapagy supone un avance hacia el diseño de una inteligencia artificial más similar a la inteligencia humana, según publica Physorg.
De palabras conocidas a eventos interconectados
Lotzi Bölöni, de la University of Central Florida (UCF) de Estados Unidos, proporcionó en primer lugar a Xapagy cuentos traducidos a un lenguaje que el sistema pudiera entender.
A partir de estos cuentos, en lugar de componer reglas lógicas rígidas con la que diseñar acciones futuras, como haría cualquier sistema de Inteligencia artificial (IA), Xapagy desarrolla acciones siguiendo el tipo de composición de las historias humanas, basadas en series de eventos interconectados.
Así, cuando se encuentra con palabras de relatos nuevos, el programa busca conexiones que le resulten “familiares” con términos archivados en su propia memoria. Si encuentra estas relaciones, las usa para predecir lo que ocurrirá a continuación, y así va desarrollando la historia.
Como, en algunos casos, cada palabra puede tener muchas asociaciones distintas, si Xapagy no encuentra conexiones claras, simplemente sigue relatando con sus propias palabras, respetando el sentido gramatical, y continúa con el cuento, de manera que este tenga sentido desde el punto de vista narrativo.
“La idea de una arquitectura basada en la narración es inteligente”, afirma Stan Franklin, de la Universidad de Memphis. Franklin desarrolló el famoso sistema de Inteligencia artificial LIDA. Según el investigador, Xapagy puede “ayudar a (los sistemas IA) aprender sobre narrativa, que es un asunto importante en cognición”.
Esta versión del clásico “Caperucita Roja” es rara porque no está escrita por una persona, sino por un software llamado Xapagy.
La importancia de este programa radica en que, aunque su narración no se parezca mucho al cuento original, demuestra que se ha dado un primer paso hacia la consecución de ordenadores capaces de inventarse historias. Asimismo, Xapagy supone un avance hacia el diseño de una inteligencia artificial más similar a la inteligencia humana, según publica Physorg.
De palabras conocidas a eventos interconectados
Lotzi Bölöni, de la University of Central Florida (UCF) de Estados Unidos, proporcionó en primer lugar a Xapagy cuentos traducidos a un lenguaje que el sistema pudiera entender.
A partir de estos cuentos, en lugar de componer reglas lógicas rígidas con la que diseñar acciones futuras, como haría cualquier sistema de Inteligencia artificial (IA), Xapagy desarrolla acciones siguiendo el tipo de composición de las historias humanas, basadas en series de eventos interconectados.
Así, cuando se encuentra con palabras de relatos nuevos, el programa busca conexiones que le resulten “familiares” con términos archivados en su propia memoria. Si encuentra estas relaciones, las usa para predecir lo que ocurrirá a continuación, y así va desarrollando la historia.
Como, en algunos casos, cada palabra puede tener muchas asociaciones distintas, si Xapagy no encuentra conexiones claras, simplemente sigue relatando con sus propias palabras, respetando el sentido gramatical, y continúa con el cuento, de manera que este tenga sentido desde el punto de vista narrativo.
“La idea de una arquitectura basada en la narración es inteligente”, afirma Stan Franklin, de la Universidad de Memphis. Franklin desarrolló el famoso sistema de Inteligencia artificial LIDA. Según el investigador, Xapagy puede “ayudar a (los sistemas IA) aprender sobre narrativa, que es un asunto importante en cognición”.
Trabaja en dos idiomas
Xapagy trabaja con una mezcla de inglés y un lenguaje de programación llamado XAPI. De este modo, la frase: "¡Qué boca tan grande tienes, abuelita!" se traduce en XAPI como "mouth - of - 'Grandma'/ wh is-a / big?".
Dado que, actualmente, Bölöni tiene que traducir a mano todo el material que Xapagy debe aprender, esto supone un obstáculo a la hora de proporcionarle al sistema una memoria lo suficientemente extensa como para generar relatos complejos e interesantes.
Pero, una vez que se haya compuesto un archivo de memoria considerable, Bölöni espera que el programa pueda inventar historias totalmente nuevas por si solo.
En general, la mayoría de los sistemas de IA forman rígidas reglas lógicas, a partir de sus observaciones del mundo. Esta capacidad, aunque útil, puede resultar también limitante, ya que impide que los robots y ordenadores puedan realizar tareas desconocidas.
Los investigadores creen que si el proyecto de Xapagy tuviera éxito, ayudaría a crear una forma mucho más flexible de aprendizaje para sistemas IA. Quizá, algún día, estos puedan aprender y re-aprender del pasado, como los humanos.
Xapagy trabaja con una mezcla de inglés y un lenguaje de programación llamado XAPI. De este modo, la frase: "¡Qué boca tan grande tienes, abuelita!" se traduce en XAPI como "mouth - of - 'Grandma'/ wh is-a / big?".
Dado que, actualmente, Bölöni tiene que traducir a mano todo el material que Xapagy debe aprender, esto supone un obstáculo a la hora de proporcionarle al sistema una memoria lo suficientemente extensa como para generar relatos complejos e interesantes.
Pero, una vez que se haya compuesto un archivo de memoria considerable, Bölöni espera que el programa pueda inventar historias totalmente nuevas por si solo.
En general, la mayoría de los sistemas de IA forman rígidas reglas lógicas, a partir de sus observaciones del mundo. Esta capacidad, aunque útil, puede resultar también limitante, ya que impide que los robots y ordenadores puedan realizar tareas desconocidas.
Los investigadores creen que si el proyecto de Xapagy tuviera éxito, ayudaría a crear una forma mucho más flexible de aprendizaje para sistemas IA. Quizá, algún día, estos puedan aprender y re-aprender del pasado, como los humanos.