¿Dónde estuviste en este viaje? ¿Cuéntame qué fue lo que más te gustó? ¿Vale la pena ir?
Frases como éstas me han acompañado durante años tras mis viajes como turista, conferenciante y profesor. El final siempre era el mismo: un rato agradable con largas charlas mientras tomábamos una copa y degustábamos algún aperitivo juntos.
Eran “crónicas orales” de mis visitas a distintos destinos y culturas. Pero con el tiempo esas crónicas orales se volvieron escritas y gracias a la hospitalidad Tendencias21 terminaron generando un espacio que con la rúbrica de “Crónicas de un viaje…” ha venido a complementar el de mi blog dedicado a la estrategia.
Fue así como nació esta sección titulada “Crónica de un viaje a…” en la que anticipo y experimento en mi persona el viaje que Vd. está considerando hacer. Y a la que acudo solo cuando pienso que el viaje merece la pena de ser compartido con los lectores de Tendencias y que mi experiencia puede serles de utilidad cuando visiten el país.
Y si anticipación es una de sus claves, la otra es excepcional. Solo voy a hablar de destinos fuera de lo común que por distintas causas yo haya podido visitar. Y eso hace que la sección no tenga una frecuencia fija. Las “Crónicas” saldrán cuando se den esas circunstancias. Y después de haber estado allí, haya llegado a la conclusión de que el destino lo merece. Es el caso de mi última crónica. Fue sobre Tailandia y superó los 12.000 lectores. Y es el caso ahora de Costa Rica. Esta “Crónica de un viaje…” está dedicada a Costa Rica, otro paraíso, pero distinto, con mucha personalidad. Veamos si soy capaz de explicársela.
Frases como éstas me han acompañado durante años tras mis viajes como turista, conferenciante y profesor. El final siempre era el mismo: un rato agradable con largas charlas mientras tomábamos una copa y degustábamos algún aperitivo juntos.
Eran “crónicas orales” de mis visitas a distintos destinos y culturas. Pero con el tiempo esas crónicas orales se volvieron escritas y gracias a la hospitalidad Tendencias21 terminaron generando un espacio que con la rúbrica de “Crónicas de un viaje…” ha venido a complementar el de mi blog dedicado a la estrategia.
Fue así como nació esta sección titulada “Crónica de un viaje a…” en la que anticipo y experimento en mi persona el viaje que Vd. está considerando hacer. Y a la que acudo solo cuando pienso que el viaje merece la pena de ser compartido con los lectores de Tendencias y que mi experiencia puede serles de utilidad cuando visiten el país.
Y si anticipación es una de sus claves, la otra es excepcional. Solo voy a hablar de destinos fuera de lo común que por distintas causas yo haya podido visitar. Y eso hace que la sección no tenga una frecuencia fija. Las “Crónicas” saldrán cuando se den esas circunstancias. Y después de haber estado allí, haya llegado a la conclusión de que el destino lo merece. Es el caso de mi última crónica. Fue sobre Tailandia y superó los 12.000 lectores. Y es el caso ahora de Costa Rica. Esta “Crónica de un viaje…” está dedicada a Costa Rica, otro paraíso, pero distinto, con mucha personalidad. Veamos si soy capaz de explicársela.
Las tres fases de todo viaje
Para muchos el viaje se inicia cuando uno llega a su destino. No es mi caso, para mí el viaje tiene 3 FASES formadas: primero por las especulaciones, después por las realidades y finalmente por los recuerdos que el propio viaje te ha provocado.
La FASE I se inicia cuando comienzas a especular sobre la posibilidad de ir a ese destino y en tu cabeza manipulas las imágenes que de él has ido tomando aquí y allá. Es el escenario-imán del viaje. He de decir que por muy diferentes que las personas seamos, solemos siempre acudir al mismo truco: vernos a nosotros mismos felices dentro de ese escenario como si ya estuviésemos allí, disfrutándolo rodeado de los símbolos del lugar: animales, monumentos, lugares, lugareños, recetas de la cocina local, bebidas típicas y un largo etc. Es una Fase hecha de imágenes-clichés robadas que actúan como atractores.
La FASE II está trenzada con las realidades que nos encontramos una vez allí y que tenemos la oportunidad de vivir y experimentar. Realidades que unas veces no alcanzan ni de lejos lo imaginado y nos decepcionan, pero que en otras lo superan con creces.
Finalmente la FASE III es cuando vuelves. Guardas tus recuerdos y de vez en cuando los sacas a flote para jugar con ellos. Es de esas experiencias de las que vamos a hablar aquí. Solo si son placenteras escribo la crónica. Cuando me siento decepcionado prefiero callarme.
¿Acaso no hay también una Fase 0?
Sí, sí, claro. Si viajamos es porque se da la circunstancia que nos permite hacerlo. Un motivo o una oportunidad para ir. Durante años los expertos hicieron una férrea distinción entre viajes de trabajo y turismo. Pero cada vez es más frecuente que aunque la razón del viaje sea de trabajo, el profesional aproveche el desplazamiento y haga una extensión de algunos días para recrearse y conocer rincones del país.
Hoy gracias a la WWTTC sabemos que los viajes por trabajo han representado en 2017 el 22,5% del turismo mundial. Surge así una tercera categoría híbrida. Es el llamado sector bleisure, un “palabro” que se han inventado los sajones, que combina business y leisure. Es como si nosotros hablásemos de “nocio”, combinando negocio con ocio.
No es casual que los organizadores de congresos y eventos tengan muy en cuenta los factores de atracción que rodean el sitio elegido. Siempre hay destinos más gratos que otros para reunirse y hacer congresos, negocios y, si acaso, seguir unos días más.
La FASE I se inicia cuando comienzas a especular sobre la posibilidad de ir a ese destino y en tu cabeza manipulas las imágenes que de él has ido tomando aquí y allá. Es el escenario-imán del viaje. He de decir que por muy diferentes que las personas seamos, solemos siempre acudir al mismo truco: vernos a nosotros mismos felices dentro de ese escenario como si ya estuviésemos allí, disfrutándolo rodeado de los símbolos del lugar: animales, monumentos, lugares, lugareños, recetas de la cocina local, bebidas típicas y un largo etc. Es una Fase hecha de imágenes-clichés robadas que actúan como atractores.
La FASE II está trenzada con las realidades que nos encontramos una vez allí y que tenemos la oportunidad de vivir y experimentar. Realidades que unas veces no alcanzan ni de lejos lo imaginado y nos decepcionan, pero que en otras lo superan con creces.
Finalmente la FASE III es cuando vuelves. Guardas tus recuerdos y de vez en cuando los sacas a flote para jugar con ellos. Es de esas experiencias de las que vamos a hablar aquí. Solo si son placenteras escribo la crónica. Cuando me siento decepcionado prefiero callarme.
¿Acaso no hay también una Fase 0?
Sí, sí, claro. Si viajamos es porque se da la circunstancia que nos permite hacerlo. Un motivo o una oportunidad para ir. Durante años los expertos hicieron una férrea distinción entre viajes de trabajo y turismo. Pero cada vez es más frecuente que aunque la razón del viaje sea de trabajo, el profesional aproveche el desplazamiento y haga una extensión de algunos días para recrearse y conocer rincones del país.
Hoy gracias a la WWTTC sabemos que los viajes por trabajo han representado en 2017 el 22,5% del turismo mundial. Surge así una tercera categoría híbrida. Es el llamado sector bleisure, un “palabro” que se han inventado los sajones, que combina business y leisure. Es como si nosotros hablásemos de “nocio”, combinando negocio con ocio.
No es casual que los organizadores de congresos y eventos tengan muy en cuenta los factores de atracción que rodean el sitio elegido. Siempre hay destinos más gratos que otros para reunirse y hacer congresos, negocios y, si acaso, seguir unos días más.
Mi viaje a Costa Rica
Toda esta reflexión viene al hilo de mi próximo viaje a Costa Rica. Será de bleisure. Voy a un Congreso, lo que de por sí ya es satisfactorio, y también a unas reuniones profesionales, pero solo me ocuparán los tres primeros días. Dedicaré el resto del tiempo a visitar distintas zonas del país. Como todavía no conozco Costa Rica eso me permitirá formarme una idea sobre el terreno.
Y eso hace también que lleve unos días sumergido en plena FASE I dándole vueltas a mis imágenes. En mi caso, cuando pienso en Costa Rica me vienen a la cabeza una decena de cosas, todas naturales: un tucán, guacamayos, una pareja de quetzales volando, algún perezoso en la ramas de un árbol, ranas, muchas ranas y de colores muy vivos, tortugas, pasarelas colgantes entre bosques frondosos, cataratas, bellas e inmensas playas, y todo eso ambientado en un clima cálido y, muy importante, acompañado por una gente hospitalaria y feliz.
Pero es evidente que mis símbolos no tienen por qué coincidir con los suyos. Ya me dirá en su caso. Nuestras asociaciones nos pertenecen, aunque muchas veces sean otros las que hayan ayudado a configurarlas. Y es así como Pura Vida, Biodiversidad, Esencial, han pasado a formar parte inseparable de ese juego asociativo de Costa Rica al que me estoy refiriendo.
Y eso hace también que lleve unos días sumergido en plena FASE I dándole vueltas a mis imágenes. En mi caso, cuando pienso en Costa Rica me vienen a la cabeza una decena de cosas, todas naturales: un tucán, guacamayos, una pareja de quetzales volando, algún perezoso en la ramas de un árbol, ranas, muchas ranas y de colores muy vivos, tortugas, pasarelas colgantes entre bosques frondosos, cataratas, bellas e inmensas playas, y todo eso ambientado en un clima cálido y, muy importante, acompañado por una gente hospitalaria y feliz.
Pero es evidente que mis símbolos no tienen por qué coincidir con los suyos. Ya me dirá en su caso. Nuestras asociaciones nos pertenecen, aunque muchas veces sean otros las que hayan ayudado a configurarlas. Y es así como Pura Vida, Biodiversidad, Esencial, han pasado a formar parte inseparable de ese juego asociativo de Costa Rica al que me estoy refiriendo.
(Continuará)