Crónica de un viaje a Costa Rica (II)

Fase II (A): vivir la “b” de business


Como ya expliqué en la primera Entrega de esta Crónica, escrita antes de mi visita en plena Fase I, mi estancia en Costa Rica se iba a producir con ocasión de un viaje de negocios ampliado con unos días de visita al país. Una combinación de negocios (business) con “ocio” (leisure), de ahí el neologismo sajón de “bleisure”.


Rafael Alberto Pérez
08/12/2018

Y así fue: los primeros días los dediqué al trabajo. Como conferenciante participé en un Congreso sobre Turismo y como consultor estratégico mantuve varias reuniones de trabajo. Esa fue mi “b”. Pero no se asuste, no voy a entrar en temas profesionales  que por definición son siempre reservados, pero sí quiero comentarle tres cosas que merecieron mi atención de viajero.

La primera es el Centro de Congresos y Convenciones de Costa Rica, en el que se celebró el Congreso, y que el lector puede apreciar en estas fotos. Además de su acondicionamiento tecnológico, habría que destacar su arquitectura y dentro de ella, la originalidad del techado recortado de su gran sala de Congresos, que a través de sus formas caladas deja entrever la compleja estructura que le precede y sostiene. Original y bello a la vez.  


La segunda cosa a destacar, es la hospitalidad de los costarricenses que saben convertir las reuniones de trabajo en gratos encuentros profesionales sin que ello relaje en ningún momento la concentración y la eficiencia requerida.

La ciudad de San José, cierra esta trilogía de “destacables”. Marco singular de esta primera parte del viaje,  resulta difícil de describir en una sola Crónica, y por ello renuncio a ello y me limito a dar tan solo dos pinceladas: el Museo del Jade y el Teatro Nacional. Lugares que, en mi opinión,  Vd. no debería perderse cuando venga a Costa Rica. Los dos se explican por las fotos que nos acompañan, si bien me he permitido añadir algunos comentarios.

El Museo del Jade es la mejor exhibición de obras de jade de la cultura precolombina que yo haya visto.  Ubicada en un  edifico singular y arqueológico, que se inspira en  un  gran bloque de jade con los cortes marcados,  contiene una bella y bien expuesta colección de objetos realizados en jade y también en oro, cerámica y piedra por las culturas aborígenes locales pedagógicamente ilustrada con relatos en gráficos y audios que explican en forma interactiva el origen de las piezas. Son unas 7,000 y en su mayoría de los años 500 ac. y 300 ac. Una época en la que las culturas precolombinas locales hacían intercambios de jade con los Mayas y Olmecas.     


 


El Teatro Nacional de Costa Rica se inauguró el 19 de octubre de 1897, con la ópera "Fausto", de Charles Gounod, interpretada por la Compañía Francesa Aubry, y se puede considerar la principal joya arquitectónica de la ciudad de San José.

Su construcción se inicia en 1891 cuando la ciudad solo tenía 20.000 habitantes y expresa el progreso generado por la industria cafetera y la voluntad de hacer algo equiparable al lujo y el arte europeo. Algo que se deja ver en sus materiales - mármoles de Carrara- ornamentos y murales. Y para los que se importó hierro, oro y vidrios franceses. Todo un lujo para su tiempo. Sin embargo, es falso que el Teatro Nacional fuera edificado con el aporte principal de los grandes cafetaleros. Los sucesivos cambios en la política fiscal hicieron que estos  únicamente aportaran un 4.42% del costo total de la construcción y ornamentación del Teatro Nacional; y que mediante un impuesto a los productos importados, fuese la totalidad de los costarricenses quienes terminaron aportando el 95,58% restante.

Su obra/símbolo es "Alegoría del café y el banano " (1897), un mural en óleo sobre lienzo,  del italiano Aleardo Villa.




Rafael Alberto Pérez
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