Foto: RS. Everystockphoto
Un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) descubrió la solución para refrenar la enfermedad de las vacas llamada "tristeza vacuna". Se trata de una jeringa ultra congelable que se aplica en el ganado vacuno cuando se hace presente el virus.
La idea surgió gracias al ingenio de un grupo de científicos argentinos que decidieron ponerle Bio-Jaja a la medicación que deja a las vacas contentas. "La tristeza bovina puede llegar a matar a muchos animales", informó a la BBC científico Atilio Mangold, investigador del INTA y responsable del desarrollo.
Aunque su nombre resultase gracioso, esta enfermedad afecta la longevidad y la reproducción de los animales. La depresión del ganado se debe a la presencia de dos parásitos: la anaplasmosis y la babeosis, con síntomas similares a una gripe en los humanos. "El animal se queda echado, tiene fiebre, no come y esta decaído", agrega Mangold quién, además, es miembro del grupo de Parasitología.
Insectos hematófagos, agentes transmisores
Las zonas agropecuarias de la Argentina más destacadas por su producción vacuna no son afectadas por esta enfermedad, como las zonas templadas, la llanura pampeana y el centroeste. Según el científico, con la mayor dedicación de cultivos, como la soja o el trigo, en el área de la pampa húmeda “las zonas menos productivas del norte, que no son aptas para la agricultura, se vuelven adecuadas a la ganadería”.
Los responsables de que las vacas sufran decaimiento y fiebre son una familia de insectos hematófagos, es decir, garrapatas y mosquitos, caracterizados por sorber sangre, tanto de animales como del hombre. De acuerdo a las zonas y las épocas del año, la transmisión de la enfermedad se observa en la economía de los productores.
El límite ganadero ha registrado un marcado crecimiento a nivel territorial, por lo que la producción esta en proceso de expansión. Sin embargo, ciertas regiones de América Latina son portadoras de esta plaga, tanto como México y toda la zona norte-centro del Cono Sur. Por otro lado, Chile confirmó que no ha registrado casos de muerte vacuna por los insectos hematófagos.
La solución ultracongelada
La tristeza bovina no es el mal del momento. Hace unos años, cuando los productores veían que sus vacas empezaban a decaer, corrían en búsqueda del antibiótico, que, dicho sea de paso, solo duraba siete días después de ser fabricada. Bio-Jaja contiene nitrógeno líquido, un componente que permite que las vacunas estén “ultracongeladas”, prolongando su almacenamiento por tiempo indeterminado.
"Eso permite transportarla a grandes distancias, por lo cual se contempla la posibilidad de exportación", asegura José Luis Spontón, director del Centro Regional del INTA en la provincia de Santa Fe.
Los científicos que fueron pioneros en esta investigación esperan que el tratamiento contra esta enfermedad sea capaz de ayudar a los países vecinos a desterrar el insecto propagador del virus, por lo que ya están pensando en la mejor forma de hacer del producto una mercancía en lugares como Bolivia, Paraguay y Perú.
El nuevo tratamiento contra la tristeza bovina desarrollado por especialistas argentinos del INTA será comercializado por un laboratorio privado, luego de pasar por las pruebas de sanidad correspondientes.
El efecto “cambio climático”
De acuerdo con estadísticas oficiales, este problema vacuno ocasiona pérdidas de 200 millones de dólares en la República Argentina y más de 1.000 millones de dólares en Brasil. Según el INTA, los riesgos de la enfermedad alcanzan los 90 millones de hectáreas, con una población no menor a las 10 millones de cabezas de ganado.
“Afecta a los bovinos adultos, no a los terneros. Y es como el sarampión o las paperas en los humanos: generalmente son enfermedades benignas en los niños pero se vuelven mucho más virulentas y graves en los adultos. La tristeza bovina puede llegar a matar a muchos animales”, informa Mangold.
A su vez, con el abrupto cambio climático y con el aumento de las temperaturas, los científicos consideran probable la creciente expansión de los insectos, por lo que no descartan la posibilidad de que esta enfermedad tenga un brote en lugares donde hoy en día no se presenta.
"El cambio climático puede determinar, en el futuro, que haya más garrapatas en ciertas zonas que hoy son templadas y que podrían pasar a tener clima más cálido. Ante esto, la vacuna permitiría estar preparados", concluye el científico.
La idea surgió gracias al ingenio de un grupo de científicos argentinos que decidieron ponerle Bio-Jaja a la medicación que deja a las vacas contentas. "La tristeza bovina puede llegar a matar a muchos animales", informó a la BBC científico Atilio Mangold, investigador del INTA y responsable del desarrollo.
Aunque su nombre resultase gracioso, esta enfermedad afecta la longevidad y la reproducción de los animales. La depresión del ganado se debe a la presencia de dos parásitos: la anaplasmosis y la babeosis, con síntomas similares a una gripe en los humanos. "El animal se queda echado, tiene fiebre, no come y esta decaído", agrega Mangold quién, además, es miembro del grupo de Parasitología.
Insectos hematófagos, agentes transmisores
Las zonas agropecuarias de la Argentina más destacadas por su producción vacuna no son afectadas por esta enfermedad, como las zonas templadas, la llanura pampeana y el centroeste. Según el científico, con la mayor dedicación de cultivos, como la soja o el trigo, en el área de la pampa húmeda “las zonas menos productivas del norte, que no son aptas para la agricultura, se vuelven adecuadas a la ganadería”.
Los responsables de que las vacas sufran decaimiento y fiebre son una familia de insectos hematófagos, es decir, garrapatas y mosquitos, caracterizados por sorber sangre, tanto de animales como del hombre. De acuerdo a las zonas y las épocas del año, la transmisión de la enfermedad se observa en la economía de los productores.
El límite ganadero ha registrado un marcado crecimiento a nivel territorial, por lo que la producción esta en proceso de expansión. Sin embargo, ciertas regiones de América Latina son portadoras de esta plaga, tanto como México y toda la zona norte-centro del Cono Sur. Por otro lado, Chile confirmó que no ha registrado casos de muerte vacuna por los insectos hematófagos.
La solución ultracongelada
La tristeza bovina no es el mal del momento. Hace unos años, cuando los productores veían que sus vacas empezaban a decaer, corrían en búsqueda del antibiótico, que, dicho sea de paso, solo duraba siete días después de ser fabricada. Bio-Jaja contiene nitrógeno líquido, un componente que permite que las vacunas estén “ultracongeladas”, prolongando su almacenamiento por tiempo indeterminado.
"Eso permite transportarla a grandes distancias, por lo cual se contempla la posibilidad de exportación", asegura José Luis Spontón, director del Centro Regional del INTA en la provincia de Santa Fe.
Los científicos que fueron pioneros en esta investigación esperan que el tratamiento contra esta enfermedad sea capaz de ayudar a los países vecinos a desterrar el insecto propagador del virus, por lo que ya están pensando en la mejor forma de hacer del producto una mercancía en lugares como Bolivia, Paraguay y Perú.
El nuevo tratamiento contra la tristeza bovina desarrollado por especialistas argentinos del INTA será comercializado por un laboratorio privado, luego de pasar por las pruebas de sanidad correspondientes.
El efecto “cambio climático”
De acuerdo con estadísticas oficiales, este problema vacuno ocasiona pérdidas de 200 millones de dólares en la República Argentina y más de 1.000 millones de dólares en Brasil. Según el INTA, los riesgos de la enfermedad alcanzan los 90 millones de hectáreas, con una población no menor a las 10 millones de cabezas de ganado.
“Afecta a los bovinos adultos, no a los terneros. Y es como el sarampión o las paperas en los humanos: generalmente son enfermedades benignas en los niños pero se vuelven mucho más virulentas y graves en los adultos. La tristeza bovina puede llegar a matar a muchos animales”, informa Mangold.
A su vez, con el abrupto cambio climático y con el aumento de las temperaturas, los científicos consideran probable la creciente expansión de los insectos, por lo que no descartan la posibilidad de que esta enfermedad tenga un brote en lugares donde hoy en día no se presenta.
"El cambio climático puede determinar, en el futuro, que haya más garrapatas en ciertas zonas que hoy son templadas y que podrían pasar a tener clima más cálido. Ante esto, la vacuna permitiría estar preparados", concluye el científico.