Pobladores de Ghana trabajando en Agbogbloshie. Fuente: Wikimedia.org.
Estamos rodeados de aparatos electrónicos: móviles, ordenadores, microondas, frigoríficos, viejos a reproductores de mp3, memorias USB, impresoras, etc... Pero, ¿ a dónde van todos estos productos cuando los desechamos? ¿Se conoce el impacto real que tienen en el medio ambiente y en la salud?
El aumento de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) viene ha venido impulsado en los últimos 20 años por la llegada de dispositivos personales (ordenadores, móviles, calculadoras) y por la modernización de las comunicaciones.
Sin embargo, muchos de estos dispositivos -también denominados E-Waste - son fabricados con materiales contaminantes (como fósforo, mercurio, cadmio o bromo) que, sin una adecuada gestión, provocan grandes daños al medio ambiente y a las personas que los manipulan.
Países emergentes y E-Waste
El estudio de la iniciativa Solving the E-Waste Problem (StEP), realizado por una alianza de organizaciones de la ONU, empresas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales, ha sido el primero en reflejar un mapa de residuos electrónicos por países. Además, promueve el reciclaje y la eliminación segura de piezas a menudo tóxicas.
En el informe se menciona cómo el auge económico de países como China, India y Brasil han contribuido y están contribuyendo a la acumulación de grandes cantidades de basura electrónica.
Así, las estimaciones del informe StEP apuntan a que, para el año 2017, la basura electrónica se elevará a 65,4 millones de toneladas, teniendo como dato de referencia que, en 2013, se produjeron casi 48, 9 millones de toneladas de estos residuos.
Reducir la basura electrónica
Entre las opciones que se tienen en cuenta para reducir los RAEE está la de extraer o separar de estos los elementos reutilizables -como el cobre y el hierro de los ordenadores, y de otros dispositivos-. De este modo, se consigue sacar el máximo rendimiento a sus componentes.
Otra posibilidad para reducir el volumen de los E-Waste es informar y sensibilizar a la población de las consecuencias de desechar la basura en los rellenos sanitarios, y sobre todo, concienciar a las personas sobre lo que implica comprar cada poco tiempo un nuevo aparato electrónico.
Asimismo, es importante crear depósitos de baterías, ordenadores, televisiones, y otros aparatos.
Por otro lado, en el campo relacionado con la innovación, se hace cada vez más necesaria la investigación de nuevos componentes capaces de sustituir los elementos químicos nocivos para el medio ambiente por otros que causen menor impacto ambiental y reducir el tamaño de los aparatos, tanto como sea posible para disminuir así la acumulación de basura.
El aumento de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) viene ha venido impulsado en los últimos 20 años por la llegada de dispositivos personales (ordenadores, móviles, calculadoras) y por la modernización de las comunicaciones.
Sin embargo, muchos de estos dispositivos -también denominados E-Waste - son fabricados con materiales contaminantes (como fósforo, mercurio, cadmio o bromo) que, sin una adecuada gestión, provocan grandes daños al medio ambiente y a las personas que los manipulan.
Países emergentes y E-Waste
El estudio de la iniciativa Solving the E-Waste Problem (StEP), realizado por una alianza de organizaciones de la ONU, empresas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales, ha sido el primero en reflejar un mapa de residuos electrónicos por países. Además, promueve el reciclaje y la eliminación segura de piezas a menudo tóxicas.
En el informe se menciona cómo el auge económico de países como China, India y Brasil han contribuido y están contribuyendo a la acumulación de grandes cantidades de basura electrónica.
Así, las estimaciones del informe StEP apuntan a que, para el año 2017, la basura electrónica se elevará a 65,4 millones de toneladas, teniendo como dato de referencia que, en 2013, se produjeron casi 48, 9 millones de toneladas de estos residuos.
Reducir la basura electrónica
Entre las opciones que se tienen en cuenta para reducir los RAEE está la de extraer o separar de estos los elementos reutilizables -como el cobre y el hierro de los ordenadores, y de otros dispositivos-. De este modo, se consigue sacar el máximo rendimiento a sus componentes.
Otra posibilidad para reducir el volumen de los E-Waste es informar y sensibilizar a la población de las consecuencias de desechar la basura en los rellenos sanitarios, y sobre todo, concienciar a las personas sobre lo que implica comprar cada poco tiempo un nuevo aparato electrónico.
Asimismo, es importante crear depósitos de baterías, ordenadores, televisiones, y otros aparatos.
Por otro lado, en el campo relacionado con la innovación, se hace cada vez más necesaria la investigación de nuevos componentes capaces de sustituir los elementos químicos nocivos para el medio ambiente por otros que causen menor impacto ambiental y reducir el tamaño de los aparatos, tanto como sea posible para disminuir así la acumulación de basura.
Esquema de como debería desarrollarse un manejo responsable de los desechos electrónicos. Fuente: wikipedia.org
Basureros mundiales de aparatos electrónicos
Agbogbloshie, situado en Accra (Ghana), es uno de los ejemplos más paradigmáticos de basurero tecnológico. Según el último informe realizado por la Green Cross Switzerland y el Blacksmith Institute existe en esta zona una contaminación por plomo, cadmio y otros contaminantes perjudiciales para la salud que supera en más de 50 veces los niveles libres de riesgo, y que convierten la zona en uno de los 10 lugares más contaminados del planeta.
Otro de los basureros tecnológicos es el situado en Zimbabwe, del que ya se ha advertido podría causar crisis medioambiental al no disponer de sistemas adecuados para eliminar sus residuos. Todo ello a pesar de la existencia de tratados internacionales como, la Convención de Basilea, que restringe los movimientos transfronterizos de desechos.
Sin embargo, sigue saliendo mucho más barato deshacerse de los desechos en algún lugar remoto que seguirlas normas de reciclaje impuestas en diferentes convenios y convenciones, tanto nacionales como internacionales.
Obsolescencia programada
Una de las razones del enorme volumen de basura electrónica que se genera tiene que ver directamente con la llamada obsolescencia programada, un concepto que hace referencia al hecho de que la vida útil de un aparato electrónico esté programada durante un tiempo. Tras él, dejará de funcionar o perderá parte de sus capacidades.
Cuando un aparato electrónico se rompe, es más barato comprar uno nuevo que la pieza dañada o que se trata de cambiar.
La obsolescencia programada prioriza así la creación de nuevas necesidades encaminadas a incrementar el volumen de ventas de los aparatos electrónicos, con el consecuente coste ecológico y de salud púbica que genera toda esta basura.
El desarrollo actual nos ha llevado a crear basureros mundiales, que en el fondo encierran la filosofía de objetos y productos caducos, de usar y tirar.
Agbogbloshie, situado en Accra (Ghana), es uno de los ejemplos más paradigmáticos de basurero tecnológico. Según el último informe realizado por la Green Cross Switzerland y el Blacksmith Institute existe en esta zona una contaminación por plomo, cadmio y otros contaminantes perjudiciales para la salud que supera en más de 50 veces los niveles libres de riesgo, y que convierten la zona en uno de los 10 lugares más contaminados del planeta.
Otro de los basureros tecnológicos es el situado en Zimbabwe, del que ya se ha advertido podría causar crisis medioambiental al no disponer de sistemas adecuados para eliminar sus residuos. Todo ello a pesar de la existencia de tratados internacionales como, la Convención de Basilea, que restringe los movimientos transfronterizos de desechos.
Sin embargo, sigue saliendo mucho más barato deshacerse de los desechos en algún lugar remoto que seguirlas normas de reciclaje impuestas en diferentes convenios y convenciones, tanto nacionales como internacionales.
Obsolescencia programada
Una de las razones del enorme volumen de basura electrónica que se genera tiene que ver directamente con la llamada obsolescencia programada, un concepto que hace referencia al hecho de que la vida útil de un aparato electrónico esté programada durante un tiempo. Tras él, dejará de funcionar o perderá parte de sus capacidades.
Cuando un aparato electrónico se rompe, es más barato comprar uno nuevo que la pieza dañada o que se trata de cambiar.
La obsolescencia programada prioriza así la creación de nuevas necesidades encaminadas a incrementar el volumen de ventas de los aparatos electrónicos, con el consecuente coste ecológico y de salud púbica que genera toda esta basura.
El desarrollo actual nos ha llevado a crear basureros mundiales, que en el fondo encierran la filosofía de objetos y productos caducos, de usar y tirar.