Confirman que la vida terrestre pudo proceder del espacio

Simulaciones informáticas demuestran que es posible que fragmentos pseudmeteoríticos trasladaran microrganismos entre planetas


La “litopanspermia” defiende que las formas básicas de vida se distribuyen por todo el Universo en fragmentos planetarios, expulsados por erupciones volcánicas o colisiones de asteroides. Sin embargo, esta hipótesis no había podido ser confirmada, porque investigaciones realizadas han sugerido que la velocidad a la que los objetos se desplazan por el espacio hace que las probabilidades de ser atrapados por un planeta sean muy escasas. Un nuevo estudio revela ahora que el traslado interplanetario de vida sería plausible gracias a la llamada “transferencia débil”, que consiste en el alejamiento lento de fragmentos sólidos de la órbita de un objeto, para pasar a la órbita de otro.


CORDIS/T21
28/09/2012

Fuente: PhotoXpress.
Los primeros microorganismos de la Tierra pudieron proceder de planetas extrasolares que se habrían hallado lo suficientemente cerca entre sí como para intercambiar porciones de material sólido, según se asegura en un nuevo estudio.

Estos hallazgos apoyan la teoría astronómica de la “litopanspermia”, que defiende que las formas básicas de la vida se distribuyen por todo el Universo en fragmentos planetarios pseudometeóricos, expulsados por erupciones volcánicas o colisiones de asteroides.

Este descubrimiento, que ha sido publicado en la revista Astrobiology, se ha dado a conocer en el Congreso Europeo de Ciencias Planetarias (EPSC) organizado por Europlanet, una infraestructura de investigación que establece lazos entre distintos laboratorios y que está financiada por el Séptimo Programa Marco (7PM) de la Unión Europea.
La clave: la lentitud

Investigaciones anteriores sobre este fenómeno sugerían que la velocidad a la que los objetos se desplazan por el espacio hace que las probabilidades de ser atrapados por un planeta sean muy escasas.

Pero el trabajo referido, en el que se efectuaron simulaciones informáticas del cúmulo de estrellas en el que se formó nuestro Sol, asegura que sí es plausible y que las probabilidades son mayores en virtud de un proceso llamado de “transferencia débil”, por el que los fragmentos sólidos se alejarían lentamente de la órbita de un objeto y pasarían a la órbita de otro.

“Este trabajo dice lo contrario de la mayoría de los anteriores”, ha asegurado Edward Belbruno, de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), quien formuló los principios de dicha transferencia débil hace veintiún años.

“Esta investigación demuestra que la litopanspermia podría haber sido muy probable y puede ser el primer trabajo en demostrarla. La corroboración de este mecanismo tendría implicaciones para el estudio de la vida en todo el Universo. Este proceso de intercambio de microorganismos podría haber ocurrido en cualquier parte”, añade Belbruno.

Formación del Sol y de la vida

Los investigadores han señalado que el Sistema Solar y su sistema planetario más cercano podrían haber intercambiado rocas cien billones de veces mucho antes de que el Sol apareciera.

Según la información extraída de rocas actuales, la antigüedad de las formas de vida básicas podría remontarse al momento de formación del Sol en su cúmulo de estrellas original. Además, habrían demostrado una gran resistencia al sobrevivir al viaje interestelar y al impacto definitivo.

“La conclusión del trabajo es que el mecanismo de transferencia débil hace de la litopanspermia una hipótesis viable, ya que habría permitido que los sistemas planetarios intercambiaran grandes cantidades de material sólido”, señala Amaya Moro Martín, del Centro de Astrobiología de España y de la Universidad de Princeton. “Comprende escalas de tiempo que podrían permitir la supervivencia de los microorganismos incrustados en rocas grandes”.

El estudio indica que, si bien el intercambio de material entre diferentes sistemas planetarios es posible, éste no se produce una vez la materia sólida es atrapada por el sistema planetario receptor. Para que la litopanspermia se realice de verdad, el material tiene que aterrizar en un planeta parecido a la Tierra donde el medio permita que la vida prospere.

“Ahora sabemos que merece la pena estudiar la probabilidad de precipitarse sobre un planeta terrestre, porque grandes cantidades de material sólido procedente del sistema planetario original pueden ser atrapadas por un segundo sistema planetario”, añadió Moro. “Nuestro estudio no prueba que la litopanspermia realmente sucedió, pero sí indica que se trata de un hecho posible”.

Referencia bibliográfica:

Belbruno, E. et al. Chaotic Exchange of Solid Material Between Planetary Systems: Implications for Lithopanspermia, Astrobiology, 2012, 12(8), 754-774.



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