Es común, hoy en día más, observar en los anuncios de vacantes de empleo el enunciado ‘capacidad para trabajar bajo presión’. Este parece un requisito indispensable en muchos oficios, en los que con esta advertencia se avisa a los postulantes de que desempeñarán su labor en un ambiente laboral más bien hostil.
En tiempos de recesión y altísimos niveles de desempleo, los aspirantes a los trabajos prestan poca atención a la salud o a su tranquilidad, más bien parece un lujo gozar de ambas en la actualidad, aunque éstas si que debieran ser indispensables para nuestra calidad de vida.
Existen tareas como las de los policías, bomberos, médicos de urgencias, periodismo de guerra, corredores de bolsa, en las que la presión es intrínseca al propio quehacer, y para ello hay que estar preparado como postulante e inclusive tener vocación.
El problema llega cuando la presión y el ambiente hostil es generada por el ‘líder’ de equipo y no va ligada a la tarea; cuando es el propio jefe el que, lejos de promover una adecuada interacción con sus empleados, maneja los códigos errados que desencadenan el estrés y el típico pesimismo de ‘ir a la oficina, otra vez’.
La introspección del jefe
Como jefes de personal, encargados de grupos o líderes, es fundamental, según el experto Duane Dike, gerente de operaciones de Disneyland en Anaheim, California, y responsable de dirigir a los cientos de talentosos cantantes, bailarines, músicos, comediantes y artesanos de ése espectáculo, promover la introspección.
“En ese momento nosotros, como líderes debemos mirar nuestro verdadero yo (y a veces asumir que no nos gusta lo que vemos). Somos responsables de nuestra conducta, por lo tanto debemos reconocer nuestras debilidades y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para revertir las deficiencias y cambiar la forma de interactuar con los compañeros de trabajo”, afirma Duane.
En tiempos de recesión y altísimos niveles de desempleo, los aspirantes a los trabajos prestan poca atención a la salud o a su tranquilidad, más bien parece un lujo gozar de ambas en la actualidad, aunque éstas si que debieran ser indispensables para nuestra calidad de vida.
Existen tareas como las de los policías, bomberos, médicos de urgencias, periodismo de guerra, corredores de bolsa, en las que la presión es intrínseca al propio quehacer, y para ello hay que estar preparado como postulante e inclusive tener vocación.
El problema llega cuando la presión y el ambiente hostil es generada por el ‘líder’ de equipo y no va ligada a la tarea; cuando es el propio jefe el que, lejos de promover una adecuada interacción con sus empleados, maneja los códigos errados que desencadenan el estrés y el típico pesimismo de ‘ir a la oficina, otra vez’.
La introspección del jefe
Como jefes de personal, encargados de grupos o líderes, es fundamental, según el experto Duane Dike, gerente de operaciones de Disneyland en Anaheim, California, y responsable de dirigir a los cientos de talentosos cantantes, bailarines, músicos, comediantes y artesanos de ése espectáculo, promover la introspección.
“En ese momento nosotros, como líderes debemos mirar nuestro verdadero yo (y a veces asumir que no nos gusta lo que vemos). Somos responsables de nuestra conducta, por lo tanto debemos reconocer nuestras debilidades y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para revertir las deficiencias y cambiar la forma de interactuar con los compañeros de trabajo”, afirma Duane.
El experto describe en su artículo difundido por el digital especializado Management-Issues que el factor primordial para que entre el resto del equipo exista una actitud amigable, de apoyo y colaboración, es el proceder del jefe, su táctica.
El comportamiento del líder positivo mejora el clima de trabajo y éste ha sido siempre un tema muy discutido, la responsabilidad recae siempre sobre el superior sí el personal esta desmotivado producto del estrés y la presión a la que están sometidos. “Pero, además, si hacemos bien el trabajo como líderes, notaremos los resultados dentro del equipo, satisfacción del personal, la reducción del estrés laboral inducido por el mismo jefe, la lealtad del empleado a la organización, y los sentimientos de orgullo de la organización. Lo contrario también es cierto, que los resultados negativos de una mala cultura organizacional se perciben rápidamente: la insatisfacción laboral, la falta de compromiso, la alienación y el estrés”, puntualiza Duane.
En ambos resultados, tanto positivos como negativos, la influencia del jefe, su preparación y capacidades como líder son fundamentales. Tratar el estrés y la presión como un ingrediente más para la creación de un gran producto es erróneo desde todo punto de vista; desarrollar, en cambio, las tareas en un ambiente socialmente idóneo y promovido por la motivación y el respeto sí que dará el resultado deseado.
Cuatro pasos que debe dar un buen jefe
Entre las tácticas que el experto cuenta que debe tener todo buen líder para mejorar su receptividad entre el personal, la satisfacción del empleado y, por tanto, la productividad y la calidad del trabajo están:
1. Permitir las conversaciones en grupos pequeños, en las que los compañeros de trabajo pueden resolver problemas de trabajo como amigos y homólogos.
2. Deben desempeñarse con carisma para ser fuente de inspiración, la inteligencia y la sensibilidad emocional son cualidades que se deben promover. Los gerentes en realidad no motivan, inspiran.
3. Centrarse en la prevención de problemas en lugar de la resolución de problemas. Por supuesto, esta configuración puede ser idealista, imposible de conseguir, pero trabajando hacia la prevención se pueden beneficiar las culturas emocionales, lo que reduce el estrés.
4. Entender el negocio y trabajar codo con codo con los empleados. Cuando un líder sólo en ocasiones pasa por el terreno de trabajo, e incluso entonces lo hace sólo para corregir o actuar como juez, los trabajadores lo miran con recelo. Sin embargo, cuando un líder visita a menudo a su personal, se convierte en parte de la cultura de funcionamiento diario y es bienvenido en la familia de los trabajadores.
El experto puntualiza: “como jefe debe saber que cada comentario negativo golpea de forma irreparable al banco de memoria del empleado. Los comentarios negativos van a la misma área del cerebro que manifiesta el dolor físico. Golpee a un perro con un periódico una sola vez y compruebe que el perro no va a confiar en usted, o en el periódico, nunca más. Pues es lo mismo le sucede con un trabajador y un jefe que sólo da sermones”.
Recuerde como líder que el ‘estrés’ es un mecanismo de defensa de nuestro organismo ante una situación que consideramos amenazante, y una amenaza jamás será la premisa de un resultado exitoso, menos a nivel laboral. Haga de su optimismo un don que sirva para contagiar al resto del equipo y promueva el auto-control como la mejor respuesta ante situaciones límite, no olvide aquél refrán: ‘Al mal tiempo buena cara’. Pues póngalo en practica ante objetivos que parezcan inalcanzables, optimismo y solidaridad, los resultados seguro serán mejores que aplicando presión.
El comportamiento del líder positivo mejora el clima de trabajo y éste ha sido siempre un tema muy discutido, la responsabilidad recae siempre sobre el superior sí el personal esta desmotivado producto del estrés y la presión a la que están sometidos. “Pero, además, si hacemos bien el trabajo como líderes, notaremos los resultados dentro del equipo, satisfacción del personal, la reducción del estrés laboral inducido por el mismo jefe, la lealtad del empleado a la organización, y los sentimientos de orgullo de la organización. Lo contrario también es cierto, que los resultados negativos de una mala cultura organizacional se perciben rápidamente: la insatisfacción laboral, la falta de compromiso, la alienación y el estrés”, puntualiza Duane.
En ambos resultados, tanto positivos como negativos, la influencia del jefe, su preparación y capacidades como líder son fundamentales. Tratar el estrés y la presión como un ingrediente más para la creación de un gran producto es erróneo desde todo punto de vista; desarrollar, en cambio, las tareas en un ambiente socialmente idóneo y promovido por la motivación y el respeto sí que dará el resultado deseado.
Cuatro pasos que debe dar un buen jefe
Entre las tácticas que el experto cuenta que debe tener todo buen líder para mejorar su receptividad entre el personal, la satisfacción del empleado y, por tanto, la productividad y la calidad del trabajo están:
1. Permitir las conversaciones en grupos pequeños, en las que los compañeros de trabajo pueden resolver problemas de trabajo como amigos y homólogos.
2. Deben desempeñarse con carisma para ser fuente de inspiración, la inteligencia y la sensibilidad emocional son cualidades que se deben promover. Los gerentes en realidad no motivan, inspiran.
3. Centrarse en la prevención de problemas en lugar de la resolución de problemas. Por supuesto, esta configuración puede ser idealista, imposible de conseguir, pero trabajando hacia la prevención se pueden beneficiar las culturas emocionales, lo que reduce el estrés.
4. Entender el negocio y trabajar codo con codo con los empleados. Cuando un líder sólo en ocasiones pasa por el terreno de trabajo, e incluso entonces lo hace sólo para corregir o actuar como juez, los trabajadores lo miran con recelo. Sin embargo, cuando un líder visita a menudo a su personal, se convierte en parte de la cultura de funcionamiento diario y es bienvenido en la familia de los trabajadores.
El experto puntualiza: “como jefe debe saber que cada comentario negativo golpea de forma irreparable al banco de memoria del empleado. Los comentarios negativos van a la misma área del cerebro que manifiesta el dolor físico. Golpee a un perro con un periódico una sola vez y compruebe que el perro no va a confiar en usted, o en el periódico, nunca más. Pues es lo mismo le sucede con un trabajador y un jefe que sólo da sermones”.
Recuerde como líder que el ‘estrés’ es un mecanismo de defensa de nuestro organismo ante una situación que consideramos amenazante, y una amenaza jamás será la premisa de un resultado exitoso, menos a nivel laboral. Haga de su optimismo un don que sirva para contagiar al resto del equipo y promueva el auto-control como la mejor respuesta ante situaciones límite, no olvide aquél refrán: ‘Al mal tiempo buena cara’. Pues póngalo en practica ante objetivos que parezcan inalcanzables, optimismo y solidaridad, los resultados seguro serán mejores que aplicando presión.