Buscar información online sobre enfermedades puede crear más ansiedad. Imagen: Christophe Fouquin. Fuente: PhotoXpress.
Recurrir a Internet para saber lo que te pasa es algo común, pero para las personas que tienen problemas para manejar la incertidumbre, su "ciberhipocondria" -el equivalente online a la hipocondría- empeora a medida que buscan respuestas, según un investigador de la Universidad de Baylor (Waco, Texas, EE.UU.)
"Si soy una persona a la que no le gusta la incertidumbre, puedo llegar a estar más ansioso, buscar más todavía, observar más mi cuerpo, ir al médico con mayor frecuencia... y cuanto más se busca, más se analizan las distintas posibilidades", explica en la nota de prensa de la universidad Thomas Fergus, profesor asistente de psicología y neurociencia en la Facultad de Artes y Ciencias de Baylor.
"Si veo una página web sobre lesiones cerebrales traumáticas, y tengo dificultades para tolerar la incertidumbre, podría ser más propenso a preocuparme por si esa es la causa de un bulto en mi cabeza". Su estudio se publica en la revista Cyberpsychology, Behavior and Social Networking.
Como si tener miedo a una enfermedad o lesión catastrófica no fuera lo suficientemente malo, las dudas sobre la salud -infundadas o no- pueden desencadenar preocupaciones sobre posibles gastos médicos, incapacidad y la pérdida del empleo, añade el investigador. Y eso puede llevar a buscando aún más en Google, obsesionarse, más visitas al médico, pruebas médicas innecesarias y angustia.
Investigaciones anteriores muestran que aproximadamente ocho de cada 10 adultos estadounidenses buscan información médica en Internet.
Fergus analizó a 512 adultos sanos, con una edad media de 33,4 años. El cincuenta y cinco por ciento eran mujeres, el 59 por ciento tenía al menos un título universitario de dos años, el 53 por ciento trabajaba al menos 20 horas semanales, y el 67 por ciento no estaban casados.
Utilizó una serie de medidas, entre ellas una escala en la que las personas evalúan afirmaciones tales como: "Yo siempre quiero saber lo que el futuro tiene reservado para mí"; un test de ansiedad respecto a la salud, en el que -independientemente de su estado de salud actual- respondieron si se podían aplicar a sí mismos afirmaciones como "paso la mayor parte de mi tiempo preocupándome por mi salud"; y una escala de evaluación de cuánto afectaba a la ansiedad de los encuestados la búsqueda online de información sobre salud.
"Si soy una persona a la que no le gusta la incertidumbre, puedo llegar a estar más ansioso, buscar más todavía, observar más mi cuerpo, ir al médico con mayor frecuencia... y cuanto más se busca, más se analizan las distintas posibilidades", explica en la nota de prensa de la universidad Thomas Fergus, profesor asistente de psicología y neurociencia en la Facultad de Artes y Ciencias de Baylor.
"Si veo una página web sobre lesiones cerebrales traumáticas, y tengo dificultades para tolerar la incertidumbre, podría ser más propenso a preocuparme por si esa es la causa de un bulto en mi cabeza". Su estudio se publica en la revista Cyberpsychology, Behavior and Social Networking.
Como si tener miedo a una enfermedad o lesión catastrófica no fuera lo suficientemente malo, las dudas sobre la salud -infundadas o no- pueden desencadenar preocupaciones sobre posibles gastos médicos, incapacidad y la pérdida del empleo, añade el investigador. Y eso puede llevar a buscando aún más en Google, obsesionarse, más visitas al médico, pruebas médicas innecesarias y angustia.
Investigaciones anteriores muestran que aproximadamente ocho de cada 10 adultos estadounidenses buscan información médica en Internet.
Fergus analizó a 512 adultos sanos, con una edad media de 33,4 años. El cincuenta y cinco por ciento eran mujeres, el 59 por ciento tenía al menos un título universitario de dos años, el 53 por ciento trabajaba al menos 20 horas semanales, y el 67 por ciento no estaban casados.
Utilizó una serie de medidas, entre ellas una escala en la que las personas evalúan afirmaciones tales como: "Yo siempre quiero saber lo que el futuro tiene reservado para mí"; un test de ansiedad respecto a la salud, en el que -independientemente de su estado de salud actual- respondieron si se podían aplicar a sí mismos afirmaciones como "paso la mayor parte de mi tiempo preocupándome por mi salud"; y una escala de evaluación de cuánto afectaba a la ansiedad de los encuestados la búsqueda online de información sobre salud.
Un paso más
Aunque temiendo lo peor cuando se trata de salud no es nuevo, el exceso de información médica online -parte de ella de fuentes cuestionables- puede ser más preocupante que la que figura en los manuales médicos que las personas consultan u obtienen directamente de un médico, explica Fergus. "En un libro de medicina, no están todas las posibilidades a la vez, pero en la Red sí".
La búsqueda de información médica en internet se basa más en la ansiedad que en la desconfianza hacia el médico, según otro estudio, publicado hace un año por investigadores de la Universidad de California, Davis.
En la mayoría de los casos, los pacientes buscan información online para estar mejor informados y para jugar un papel más activo en su propio cuidado, no por desconfianza.
"Eso sugiere que los médicos no necesitan estar a la defensiva cuando sus pacientes acuden a sus citas armados con información tomada de Internet", señalan los investigadores. "Mucha gente busca información online cuando van a tener un nuevo reto en su vida. Tiene sentido que hagan lo mismo cuando se trata de un problema de salud".
Las personas eran más propensas a buscar información online, cuando su estado de salud era angustiante o cuando sentían que tenían algún nivel de control personal sobre su enfermedad. También buscaban más los que creían que su estado de salud era probable que persistiera.
Aunque temiendo lo peor cuando se trata de salud no es nuevo, el exceso de información médica online -parte de ella de fuentes cuestionables- puede ser más preocupante que la que figura en los manuales médicos que las personas consultan u obtienen directamente de un médico, explica Fergus. "En un libro de medicina, no están todas las posibilidades a la vez, pero en la Red sí".
La búsqueda de información médica en internet se basa más en la ansiedad que en la desconfianza hacia el médico, según otro estudio, publicado hace un año por investigadores de la Universidad de California, Davis.
En la mayoría de los casos, los pacientes buscan información online para estar mejor informados y para jugar un papel más activo en su propio cuidado, no por desconfianza.
"Eso sugiere que los médicos no necesitan estar a la defensiva cuando sus pacientes acuden a sus citas armados con información tomada de Internet", señalan los investigadores. "Mucha gente busca información online cuando van a tener un nuevo reto en su vida. Tiene sentido que hagan lo mismo cuando se trata de un problema de salud".
Las personas eran más propensas a buscar información online, cuando su estado de salud era angustiante o cuando sentían que tenían algún nivel de control personal sobre su enfermedad. También buscaban más los que creían que su estado de salud era probable que persistiera.
Referencia bibliográfica:
Thomas A. Fergus. Cyberchondria and Intolerance of Uncertainty: Examining When Individuals Experience Health Anxiety in Response to Internet Searches for Medical Information. Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking (2013). DOI: 10.1089/cyber.2012.0671.
Xinyi Hu, Robert A. Bell, Richard L. Kravitz, Sharon Orrange. The Prepared Patient: Information Seeking of Online Support Group Members Before Their Medical Appointments. Journal of Health Communication (2012). DOI: 10.1080/10810730.2011.650828.
Thomas A. Fergus. Cyberchondria and Intolerance of Uncertainty: Examining When Individuals Experience Health Anxiety in Response to Internet Searches for Medical Information. Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking (2013). DOI: 10.1089/cyber.2012.0671.
Xinyi Hu, Robert A. Bell, Richard L. Kravitz, Sharon Orrange. The Prepared Patient: Information Seeking of Online Support Group Members Before Their Medical Appointments. Journal of Health Communication (2012). DOI: 10.1080/10810730.2011.650828.