Momento de la representación. Fuente: Teatro La Puerta Estrecha.
Ahora podemos revisitar, en una versión chispeante y profunda en el barrio de Lavapiés, la obra maestra del bardo inglés, una suerte de testamento espiritual, reflexión profunda y muy divertida sobre el sentido de la vida, el amor, la política y el teatro.
Esta obra está influida por la simpatía de Shakespeare hacia las doctrinas herméticas y neoplatónicas de John Dee, el mago discípulo de Ficino, al que, acaso, puede estar homenajeando.
Próspero, duque de Milán, más preocupado por la magia y el conocimiento que por la política, traicionado por su propio hermano, lleva doce años, náufrago, en una isla del mediterráneo, con la sola compañía de su hija, Miranda, y de dos seres, Calibán y Ariel (la tierra y el instinto, uno; el aire y la magia, el otro).
Con sus poderes, concita una tempestad que hace naufragar, precisamente, el barco donde van su hermano, el rey de Nápoles y Fernando, el heredero.
A partir de aquí, en un espacio itinerante, en que el público se mueve por los distintos decorados con los actores, asistimos, durante dos horas prodigiosas a la resolución (y disolución) del nudo que el propio Próspero ha tejido.
Esta obra está influida por la simpatía de Shakespeare hacia las doctrinas herméticas y neoplatónicas de John Dee, el mago discípulo de Ficino, al que, acaso, puede estar homenajeando.
Próspero, duque de Milán, más preocupado por la magia y el conocimiento que por la política, traicionado por su propio hermano, lleva doce años, náufrago, en una isla del mediterráneo, con la sola compañía de su hija, Miranda, y de dos seres, Calibán y Ariel (la tierra y el instinto, uno; el aire y la magia, el otro).
Con sus poderes, concita una tempestad que hace naufragar, precisamente, el barco donde van su hermano, el rey de Nápoles y Fernando, el heredero.
A partir de aquí, en un espacio itinerante, en que el público se mueve por los distintos decorados con los actores, asistimos, durante dos horas prodigiosas a la resolución (y disolución) del nudo que el propio Próspero ha tejido.
Actores a la altura
Un juego de teatralidad pura y amor a la sabiduría en el que, al cabo, el sueño de la vida se rinde ante el amor y el perdón, en que el poder de la magia y su renuncia al mismo da paso a la reconciliación de todos los niveles: el material e instintivo, encarnado en Trínculo, Stefano y Calibán (cuyas escenas, interpretadas según el modelo del clown sirven de contrapunto cómico), el político y mental de la corte y sus intrigas y, por fin, el espiritual o erótico, manifestado en la bella Miranda (la admirable: “what a brave new world!”, exclama al encuentro con sus congéneres) y Fernando, el feliz enamorado.
Los actores están a la altura de un texto tan profundo y complejo, la iluminación y escenografía nos va llevando por distintos estado de conciencia hasta el blanco y vacío del final en que se resuelve el conflicto y se concita el abrazo.
Destacaremos una Eva Varela, sobria y poderosa en el papel de Próspero, y un divertido José Gonzalo Pais, que le saca un amplio partido a su expresivo y juguetón Ariel.
Me sobraron algunos gritos, dada la cercanía táctil del extasiado público con los actores. En definitiva, como toda gran obra de teatro: una fiesta. Me entero de que la van a prorrogar hasta el 11 de diciembre. Es una magnífica noticia.
Un juego de teatralidad pura y amor a la sabiduría en el que, al cabo, el sueño de la vida se rinde ante el amor y el perdón, en que el poder de la magia y su renuncia al mismo da paso a la reconciliación de todos los niveles: el material e instintivo, encarnado en Trínculo, Stefano y Calibán (cuyas escenas, interpretadas según el modelo del clown sirven de contrapunto cómico), el político y mental de la corte y sus intrigas y, por fin, el espiritual o erótico, manifestado en la bella Miranda (la admirable: “what a brave new world!”, exclama al encuentro con sus congéneres) y Fernando, el feliz enamorado.
Los actores están a la altura de un texto tan profundo y complejo, la iluminación y escenografía nos va llevando por distintos estado de conciencia hasta el blanco y vacío del final en que se resuelve el conflicto y se concita el abrazo.
Destacaremos una Eva Varela, sobria y poderosa en el papel de Próspero, y un divertido José Gonzalo Pais, que le saca un amplio partido a su expresivo y juguetón Ariel.
Me sobraron algunos gritos, dada la cercanía táctil del extasiado público con los actores. En definitiva, como toda gran obra de teatro: una fiesta. Me entero de que la van a prorrogar hasta el 11 de diciembre. Es una magnífica noticia.
Referencia:
Obra: La tempestad.
Autor: W. Shakespeare.
Director: César Barló.
Intérpretes: Sayo Almeida, Míriam Cano, Roberto González, Pablo Huetos, Emilio Lorente, Rafa Núñez, José Gonzalo Pais, Javi Ródenas y Eva Varela Lasheras.
Próximas representaciones: Prorrogada hasta el 11 de diciembre en Teatro La Puerta Estrecha de Madrid.
Obra: La tempestad.
Autor: W. Shakespeare.
Director: César Barló.
Intérpretes: Sayo Almeida, Míriam Cano, Roberto González, Pablo Huetos, Emilio Lorente, Rafa Núñez, José Gonzalo Pais, Javi Ródenas y Eva Varela Lasheras.
Próximas representaciones: Prorrogada hasta el 11 de diciembre en Teatro La Puerta Estrecha de Madrid.