Casi la mitad de los europeos cree que los teléfonos móviles afectan a su salud

Los campos electromagnéticos preocupan menos que los productos químicos


Un informe de la Comisión Europea ha puesto de relieve que los europeos temen menos la acción de los campos electromagnéticos sobre su salud que la de los productos químicos. Sin embargo, esta preocupación ha aumentado en los últimos cinco años en un 18% debido a la desinformación, que afecta al 80% de los ciudadanos. El informe señala que casi la mitad de la población cree que los teléfonos móviles afectan algo a su salud, que el 37% siente una gran inquietud por las líneas de alta tensión y que el 36% teme las antenas de telefonía móvil. Por Olga Castro-Perea.


Olga Castro-Perea
11/07/2007

Los ciudadanos europeos están menos preocupados por la influencia de los campos electromagnéticos en su salud que la de los productos químicos (64%) o la de la calidad de los productos alimenticios (59%), señala un Informe elaborado por la Comisión Europea, sobre campos electromagnéticos en nuestro continente.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, estos campos magnéticos tienen su origen en algunas fuentes naturales (como las cargas eléctricas acumuladas en la atmósfera o el campo magnético terrestre) pero, a partir del siglo XX, también se han disparado las fuentes artificiales gracias al uso generalizado de determinados aparatos, como las antenas de televisión, las estaciones de radio, los teléfonos móviles y las antenas de telefonía móvil, los electrodomésticos, etc.

Por esta razón, el efecto de estos campos electromagnéticos sobre nuestros organismos ha sido una preocupación de la Comisión Europea, que ha ido controlando sus efectos potenciales en la salud humana a lo largo de los años.

Miles de encuestados

La CE interrogó a un total de 30.000 ciudadanos de los que el 37% señalaron que sentían una gran inquietud en lo que se refiere a los efectos en la salud de las líneas de alta tensión, seguida de cerca por la preocupación por el peligro de las antenas de telefonía móvil (36%).

Casi la mitad de los encuestados (el 45%) piensan que los teléfonos móviles afectan un poco a su salud, mientras que un 28% considera que la afecta mucho. Para el 22% no existe ningún efecto nocivo derivado del uso de los móviles.

Estos porcentajes suponen que la percepción del riesgo acerca de este tipo de telefonía ha aumentado desde 2002 (año en el que el 55% de la población veía mayor o menor peligro en su uso, frente al 73% actual).

También ha crecido la inquietud en lo que se refiere a las antenas de telefonía móvil (del 58% al 76% de los encuestados en 2002 y 2007 respectivamente), a los ordenadores (del 47% al 65% en esos cinco años), mientras que el miedo a los productos químicos y alimenticios alterados ha permanecido en un porcentaje más o menos estable desde 2002.

Diferencias por zonas y géneros

En total, casi la mitad de las personas interrogadas afirmaron estar preocupadas por los riesgos de los campos electromagnéticos en su salud: un 43% de los hombres, un 52% de las mujeres y un 37% de los jóvenes a los que se preguntó.

En el norte de Europa (Suecia, Finlandia y Dinamarca), un cuarto de los encuestados confesó su preocupación, mientras que en el sur del continente, la proporción de chipriotas y griegos inquietos por su salud en relación a este tema sobrepasó el 80%. En España, esta preocupación afecta al 38% de la población, y en Portugal a casi la mitad del país (49%).

Desinformación social

Más allá de la percepción del peligro, el estudio ha puesto de relieve el grave déficit de información sobre la materia que sufren los europeos: dos tercios de éstos afirman sentirse insatisfechos con la información que reciben sobre los riesgos potenciales de los campos electromagnéticos para su salud.

La gran mayoría de los europeos (el 80%), consideran que no están bien informados, además, acerca del marco jurídico de protección contra los riesgos potenciales, mientras que el 33% señaló que no saben absolutamente nada del tema. En Francia, el 86% de los encuestados afirmó sentirse desinformado, mientras que en España este porcentaje alcanzó el 70%, en Italia el 68% y en Portugal el 81%.

Finalmente, el 60% de los europeos tienen una opinión negativa acerca de las medidas tomadas por las autoridades públicas sobre la materia.

Efectos en la salud según la OMS

La OMS señala que en la actualidad todos estamos expuestos a una compleja combinación de campos eléctricos y magnéticos débiles, tanto en el hogar como en el trabajo, desde los que producen la generación y transmisión de electricidad, los electrodomésticos y los equipos industriales, a los producidos por las telecomunicaciones y la difusión de radio y televisión.

En el organismo se producen corrientes eléctricas minúsculas debidas a las reacciones químicas de las funciones corporales normales, incluso en ausencia de campos eléctricos externos. Por esa razón estos campos eléctricos de frecuencia baja influyen en el organismo, como en cualquier otro material formado por partículas cargadas. Cuando los campos eléctricos actúan sobre materiales conductores, afectan a la distribución de las cargas eléctricas en la superficie. Provocan una corriente que atraviesa el organismo hasta el suelo.

Los campos magnéticos de frecuencia baja inducen corrientes circulantes en el organismo. La intensidad de estas corrientes depende de la intensidad del campo magnético exterior. Si es suficientemente intenso, las corrientes podrían estimular los nervios y músculos o afectar a otros procesos biológicos. La controversia acerca de la salud que se plantea actualmente se centra en si bajos niveles de exposición a largo plazo pueden o no provocar respuestas biológicas e influir en el bienestar de las personas.

En los últimos 30 años, se han publicado aproximadamente 25.000 artículos sobre los efectos biológicos de estas exposiciones. En base a ellos, la OMS ha concluido que los resultados existentes no confirman que la exposición a campos electromagnéticos de baja intensidad produzca ninguna consecuencia para la salud. Sin embargo, es cierto que algunas personas han atribuido un conjunto difuso de síntomas a la exposición de baja intensidad a campos electromagnéticos en el hogar: dolores de cabeza, ansiedad, suicidios y depresiones, nauseas, fatiga y pérdida de la libido.



Olga Castro-Perea
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