Carlos Fernández López: “Considero poético cualquier acercamiento intenso a la realidad”

Todas las artes se retroalimentan, afirma el autor de "Vitral de Voz"


La poesía de Carlos Fernández López (Santiago de Compostela, 1981) dialoga con el dibujo, la música, la danza y la performance. Para el autor, este diálogo con las otras artes es una necesidad y una de las formas de asedio y encuentro con lo poético. En 2011, Fernández López publicó “Vitral de voz”, último título de la editorial DVD antes que esta desapareciera. Por Óscar Curieses.




Carlos Fernández López.
“Vitral de voz” (DVD Ediciones, 2011) fue un libro que fuiste escribiendo a lo largo de más de diez años. ¿Qué sientes ahora y qué perspectiva tienes de él tras su publicación?

Vitral de voz se publicó en noviembre de 2011 por lo que todavía me resulta difícil tener una visión distanciada de él. El libro no suscita en mí un único sentimiento, pero el que sin duda domina es la gratitud; hacia las personas que me acompañaron durante su escritura —en especial, a Avatâra—, hacia quienes lo han hecho materialmente posible y los que han creído en él.

Ese título fue precisamente el último que publicó DVD Ediciones, sin duda una de las editoriales más importantes en cuanto a la publicación de nuevos autores y tendencias estéticas diversas. ¿Qué percepción tienes del panorama poético y editorial ahora que esta editorial ha desaparecido?

He vivido fuera de España entre 2004 y 2011, por lo que tengo la sensación de que cualquier panorama que yo pueda trazar va a ser incompleto.

Desde que regresé he tratado de hacerme una idea más precisa de lo que está sucediendo aquí, pero no es fácil. Hay muchos centros de actividad en distintos puntos del país y difícilmente una persona puede abarcarlos todos.

Lo que yo conozco un poco mejor es lo que sucede en Madrid, que es donde ahora vivo. Aunque sin duda hay cosas que se podrían mejorar, creo que la ciudad es muy estimulante porque hay un número significativo de personas que se esfuerzan por sobreponerse a los obstáculos y no dejan de hacer propuestas en forma de libros o recurriendo a otros medios.

A día de hoy quizá seas uno de los especialistas más importantes dentro y fuera de España sobre el peruano César Vallejo. ¿Cómo dialoga ese aspecto con tu propia obra?

Es difícil ser juez y parte, pero supongo que trabajar de manera sostenida con un poeta como Vallejo marca y hacerlo en las condiciones en las que yo he desarrollado ese trabajo —en el marco de la tradición anglosajona, codo con codo con Valentino Gianuzzi y en intenso diálogo con la academia peruana— también. No obstante, el tiempo y el esfuerzo se han visto recompensados.

En tu trabajo aparece el diálogo con otras artes de forma casi recurrente, por ejemplo, la pintura y la danza. ¿Cómo se retroalimentan esas artes? Y me refiero no sólo a lo que la poesía pueda incorporar de estas sino también a lo que la poesía puede aportar.

En mi caso, el diálogo con las otras artes es una necesidad y una de las formas de asedio y encuentro con lo poético. Por eso quise incluir Materiales para el desastre en Vitral de voz. Considero el arte un proceso interactivo y plural y trato de ser consecuente con esta idea. A los 18 años vine a Madrid para poder estudiar Literatura Comparada y desde entonces no he dejado de interesarme por lo que hacen otros artistas y por cómo entienden ellos su práctica, sean músicos, bailarines, pintores, vídeoartistas o fotógrafos.

No dudo de la capacidad que tiene la poesía de fertilizar otras manifestaciones artísticas y viceversa. Hay múltiples ejemplos bien conocidos a lo largo de la historia y los modos en que la poesía ha alimentado a otras obras de arte son muy diversos. Así, a bote pronto, se me ocurre que la atención que determinados poemas prestan a lo liminar, su capacidad para aprovechar al máximo su materialidad gráfica y fónica y su trabajo delicado y profundo con los símbolos y la historia han marcado a artistas y obras de otras disciplinas.

¿Es para ti la poesía una forma de música en la que el instrumento es la voz escrita?

Nunca me lo había planteado en esos términos, pero la analogía que haces llama la atención sobre cuestiones que a mí me interesan mucho: el diálogo con otras artes, la poesía como modulación sinestésica de la voz y su arraigo en la materialidad del medio de transmisión empleado.

¿Tiene el poema un ritmo propio, es decir, resulta como una partitura musical, o, al contrario, es algo abierto y en función de la voz que le ponga cada lector?

Creo que lo que el poema tenga de partitura musical —una dimensión en mayor o medida presente cuando el poema está impreso— siempre está en diálogo con la interpretación de la voz que lo actualiza. Yo canto algunos versos de Vitral de voz cuando los leo, pero es solo mi interpretación. En el libro no hay signos tipográficos suficientes que permitan al lector saber que yo lo hago ni que lo induzcan a él a hacer lo mismo.

No obstante, lo tipográfico no determina definitivamente la lectura porque un lector puede entonar musicalmente ciertos versos con independencia de que halle impresas marcas tipográficas que le sugieran hacerlo. Por lo que respecta a lo fónico, el poema puede tener metro propio, pero el ritmo, en sentido estricto, lo pone cada lector.

¿Qué piensas de la apertura de la poesía a otras disciplinas alejadas de las letras? Me refiero a las matemáticas, la física o economía, etc. ¿Cuáles pueden ser sus mayores logros e inconvenientes?

No creo que se pueda establecer de antemano un juicio sólido sobre la validez o invalidez de estas prácticas, que, por otra parte, son reales y se dan con relativa frecuencia desde hace siglos. Creo que solo hay poemas que, empleando esos materiales, nos parecen más o menos logrados.

Recuerdo un aforismo de Wallace Stevens que decía: “Money is a kind of poetry”. ¿Te parecen poéticas muchas de las explicaciones que a día de hoy sostienen estas disciplinas?

En un sentido extenso, considero poético cualquier acercamiento intenso a la realidad y muchas de esas explicaciones lo son. Estos días leo Quiénes son los mercados y cómo nos gobiernan (Icaria, 2011) y encuentro el libro muy poético en este sentido, además de muy informativo y necesario.

El trabajo hecho con pasión y rigor siempre deja huella. Resulta difícil no obstante, saber a qué se refería Stevens en su aforismo, ¿al vértigo del dinero? comparable al vértigo que la lengua produce en el poeta. Quizá, pero seguramente también a muchas otras cosas.

¿En qué medida tu escritura se opone a ciertos valores dominantes en nuestra sociedad? Si lo hace, ¿constituye un símbolo de resistencia? ¿Crees que tu trabajo aporta otros valores alternativos?

La aspiración es esa, sin duda, pero es difícil saber si uno siquiera la roza. Es más, creo que es conveniente mantenerse en guardia y dudar siempre de que se haya logrado.

Recientemente Caballero Bonald, con motivo de la concesión del Premio Cervantes, afirmó: “Era mi turno”. ¿Te merecen alguna opinión sus palabras?

Desconozco el contexto en que Caballero Bonald hizo esa afirmación. ¿Se expresó oralmente? ¿Lo hizo por escrito? Por otro lado, en el supuesto de que haya hecho tal afirmación, ignoro la situación que la ha motivado.

¿Crees que sería conveniente que los poetas intentasen escribir también en otros géneros (ensayo, narrativa, teatro, etc.) y practicar otras artes para obtener una dimensión diferente de su trabajo o simplemente te parece suficiente la escritura de poemas?

Cada poeta tiene su camino individual e irrenunciable y ahí difícilmente caben recomendaciones. Prescribir en este caso me parece inútil.

La democracia parece en crisis también en el ámbito de la literatura puesto que la igualdad de oportunidades (edición, distribución y venta) y la libertad estética parecen muy restringidas a la hora de publicar y afianzar la trayectoria de determinados escritores. ¿Hay alguna alternativa?

Para no solo ver el lado terrible de lo que está sucediendo, que sin duda lo hay, a mí me gusta pensar que la democracia se está refundando y que todos tenemos más conciencia ahora de nuestras responsabilidades políticas. En cuanto a la igualdad de oportunidades, lo cierto es que nunca he creído en ella; ni en el mundo editorial ni fuera de él.

Las diferencias de clase han sido una constante en la historia de la democracia española. En mi opinión, la tarea fundamental y verdaderamente urgente ahora es lograr fortalecer y poner en valor la educación pública española en todos los niveles de enseñanza.

Carlos Fernández López (Santiago de Compostela, 1981) fue finalista del XXIV premio de poesía Isabel de España, y en 2007 obtuvo el premio de La Voz + Joven. Es autor de Vitral de voz (DVD Ediciones, 2011) y del libro digital Soundscape (Uno y Cero 2014), que recoge su trabajo poético hasta la fecha y una pequeña muestra del intenso diálogo que ha entablado con otras disciplinas artísticas durante la última década.
 

Un poema de Soundscape (Uno y Cero Ediciones, 2014):


Entre las hileras de árboles,
un párpado de lluvia, la
alambrada baja y su deslin-
de, el recorrido del ojo que
busca, la recta que no ter-
mina y su señal de flecha
verde. Aquí bosque cerra-
do, pulmón de luz y cauce,
caminito que vierte mar y
no renuncia: verde en lo
verde el agua que dice sol,
sol que busca trigo y siem-
bra uvas maduras de la no-
che, estrellas que ya apun-
tan leche, vino de siega.
 


Miércoles, 27 de Febrero 2013
Óscar Curieses
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